RU; rated T. Historia dividida en TRES partes.

BASADO EN: "Don't say you love me" de Fifth Harmony.

PRIMERA PARTE

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"CLOSE BUT INCONSISTENT"

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Pasó de página escuchando claramente el ruido que hacía esta y, de soslayo, miró a su novio que hacía flexiones mientras las contaba con ciertos suspiros debido a lo agitado que era el ejercicio.

Rodó los ojos y volvió a concentrarse en su lectura.

Los suspiros de Butch se hacían cada vez más fuertes, no podía evitar sentir ganas de lanzarle el libro por la cabeza para que dejara de hacer ello y se concentrara, de una buena vez, en tratar de mejorar también en los estudios, no en su fuerza física.

"Tienes súper-poderes, ¿por qué te ejercitas tanto?" pensaba Buttercup.

Entendía que cuando se está en la preparatoria uno tiende a preocuparse mucho de su imagen, ella se dio cuenta de eso en el momento en que escuchó, por parte de sus compañeros, que la consideraban la PPG más "fea", ya que sus hermanas eran expertas en lucir bien. Claro, eso no le cayó muy bien a Buttercup, no porque ella coincidiera con aquella aseveración, sino que eso le supuso un desafío: callarle la boca a todos los superficiales.

Oh, y vaya que lo hizo; nadie se había esperado ver a Buttercup con el uniforme de la escuela, el cabello peinado y tomado solo un mechón con un prendedor de estrella verde. No ocupó maquillaje ni nada extravagante –vamos, un uniforme escolar no puede ser extravagante a menos que la falda sea de lo más corto del mundo, algo que Buttercup jamás se permitiría usar–, simplemente se peinó, despejando su rostro, y dándole cara a sus compañeros que no tuvieron ningún tapujo a la hora de comentarle que se veía bastante bien.

"–¿Logré cumplir con tus expectativas? –preguntó Buttercup, extrañando a uno de ellos–. Porque escuché muy bien que se refirieron de mí como la más fea.

–¡N-No dijimos eso! –escupió el otro, tratando de no sonar nervioso.

–¿Ah, no? ¿Ahora me dirán que escuché mal?

–No podríamos decirte que eres la más fea –dijo el primero–. Honestamente, Buttercup, creo que eres… ¡GWAAAAAAAAH!"

Buttercup sonreía cada vez que recordaba el grito de dolor de aquel chico luego de recibir una llave al brazo que ella misma le propinó. Y pues, desde aquel día comenzó a peinarse de esa manera, despejando su rostro de cualquier rastro de cabello que amenazase con aparecer y cubrir su rostro.

Pero quién iba a pensar que después de ello, terminaría iniciando una relación con el chico al que venía rechazando desde los trece años.

Nadie, absolutamente nadie.

No es como si sus hermanas no hubieran entablado una relación –aunque Brick y Blossom siguen insistiendo en que solo son amigos, y que cada uno está de lo más feliz y enamorado de sus respectivas parejas quienes no dejan escapar ninguna oportunidad para montarles cuernos a los "héroes rojos". Pero no daba ninguna garantía de que ella sí pudiese tener una relación con el más impredecible de los tres hermanos.

Y ahí los tienen, manteniendo una relación por poco más de un año.

Si le preguntaran a Butch cómo se siente en su relación con Buttercup, él diría:

–De maravilla, ¿es que la has visto? Es simplemente perfecta. Mi Butter es mi chica perfecta.

Si le preguntaran, en tanto, a Buttercup cómo se siente en su relación con Butch, ella diría:

–Uhm…

Sí, solo eso. Solo esa expresión de duda es lo que diría Buttercup acerca de su relación con Butch.

Han pasado dos meses desde que su relación dio un giro inesperado.

Butch acostumbraba a ser un chico increíblemente reservado con respecto a sus pensamientos y sentimientos, por eso cuando él le abrió su corazón, Buttercup pensó que ya había encontrado, en él, todo lo que necesitaba para confirmar lo que sentía por él.

–¿Qué tanto lees?

Entonces alzó la cabeza y volvió a darse cuenta de que estaba en su habitación y que su novio acababa de terminar de hacer flexiones y pasaba una toalla sobre su sudado pecho.

–El libro para la clase de literatura, ese mismo que, supongo, ya terminaste.

Butch sonrió de medio lado, se inclinó sobre la silla de su novia y le robó un corto beso en los labios.

–¿Me permites usar la ducha?

–Ve –dijo Buttercup, recogiéndose en su asiento, volviendo la vista a su libro.

Y así era siempre.

Butch fue a la ducha, ella siguió con su lectura… Pero es que, de verdad, así era siempre. El chico solo se ejercitaba y después la miraba estudiar, haciendo como si le estuviera poniendo atención, cuando en realidad solo esperaba que ella le preguntara que qué le pasaba, y así soltar la información de que tenía alguna fiesta.

Hoy no fue la excepción.

Cuando Butch salió de la ducha, ya vestido y todo, se acomodó entre las piernas de su novia –mientras ella seguía sentada en la silla que había al otro lado de su mesa de noche, en el lado de la ventana–, y ella, como si de un instinto se tratase, comenzó a acariciar el mojado cabello de él.

–Nos invitaron a una fiesta, amorcito.

Buttercup rodó los ojos.

–Vale, vale, ¿cuándo es?

–El fin de semana, en casa de Bell. Insistió en que fuera contigo.

–Me lo esperaba –suspiró ella–. Lleva tiempo insistiendo a que vaya a sus fiestecitas, ¿crees que me quiera dar una sorpresa? Después de todo, es tu maldita ex.

–Ya, sh, sh, no es necesario recordar eso, además de que no puedo considerarla una ex como tal, solo salimos un par de veces, menos de dos meses…

–Pero estuvieron juntos.

–¿Y eso implica que fuera mi novia? –miró hacia arriba, Buttercup al notarlo dejó de acariciar su cabello y retomó su lectura.

–No lo sé, dime tú.

–Tú y yo estamos saliendo oficialmente. Con Bell… Jamás pude presentarla a nadie como mi novia ni tampoco me referí a ella de esa manera. No me hagas una escena de celos.

–No es una escena de celos.

–¿Ah no?

–No, no son celos…

–¿Entonces qué es?

–Olvídalo, déjame leer. Y si quieres insistir tanto con ir a esa méndiga fiesta, pues bien, voy a acompañarte. Solo por esta vez y solo por un rato, te recuerdo que tenemos exámenes. Debes empezar a prepararte para aplicar a las universidades antes de graduarnos.

Butch simplemente chasqueó la lengua, como si le estuviera restando importancia al asunto.

–De eso no hay cuidado, mis notas no han bajado, he mantenido el promedio.

Buttercup tragó saliva y volvió a acomodarse.

–Como digas.

De todas formas, no iba a hacerlo cambiar de opinión.

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–Tienes cara de querer comentarnos algo –dijo Blossom, recostándose en su cama–, ¿o no, hermanita querida?

Buttercup dejó su móvil de lado y miró a su hermana que se acomodaba de lo mejor junto a ella, en tanto su otra hermana, Bubbles, estaba tomando asiento en la silla donde, hace un par de horas, estuvo junto a Butch.

–¿Te lo parezco? –preguntó, tratando de desviar la conversación.

–Por algo te lo digo –respondió la pelirroja–. Anda ya, suéltalo.

Suspiró y cubrió su rostro con ambas manos, no le gustaba hablar del tema, no precisamente porque prefería mantener la intimidad de su relación reducida solo a dos personas –ella y su novio–, sino porque sus hermanas iban a decir justamente lo que ella estaba pensando y que, en boca de otros, sonaría doloroso escuchar.

–Butch… Creo que él y yo estamos en escenarios distintos.

Sus hermanas no respondieron al instante, se mantuvieron en silencio, y es solo aumentaba la ansiedad que se hacía presente en Buttercup en aquel momento.

–¿Sigues pensando en ello? –dijo Bubbles.

–Sí.

–¿No será que él se aburrió?

Buttercup no hubiera pensado jamás que aquello que no quería escuchar iba a salir con tanta facilidad de la boca de Bubbles. No lo quería creer, no quería pensar que de verdad eso lo había dicho su hermana… No, no, no.

–No lo creo –dijo Blossom, haciendo que Buttercup la mirara inmediatamente–, Butch sigue siendo demasiado afectivo cuando está con Butter, no creo que se haya aburrido de la relación, si es que eso fue lo que insinuaste.

No quería sentirse insegura, y la verdad es que Butch, a pesar de que siempre iba a una fiesta tras otra, no le daba motivos para sentirse de esa manera. No importaba cuántas chicas –o chicos, vaya a saber uno– quisieran ligar con él, siempre se desanimaban al saber que él tenía novia a la cual respetar y a quien jamás le sería infiel.

Siempre era así, a ella le constaba.

Butch siempre demostraba el mismo amor desde el primer día en que empezaron a salir… Ese día que, los últimos dos meses, solía recurrir a su mente con una frecuenta mayor a la del principio de su relación.

Como si fuera ese mismo día…

"Butch tiraba de la muñeca de Buttercup para que la chica fuera a meter los pies al agua igual que él. Ambos reían, él no perdió tiempo y empezó a tirarle agua a la chica, que parecía tener cierto miedo de mojar su cabello para que no se le arruinara con la sal.

–Basta, idiota.

–¡Qué! –exclamó Butch, volviendo a lanzarle agua–. ¿Te asustan un poco de gotas?

–No me asustan, solo que no quiero mojarme.

–¿Y qué prefieres hacer? Estamos en la playa –suspiró el chico–, ¿qué panorama podemos hacer en la playa?

–¿No te parece que podríamos caminar?

Él asintió, dándole la razón y, acto seguido, tomó la mano de la chica, salieron del agua, cada uno recogió sus zapatos y empezaron a caminar por el agua, a la orilla –petición exclusiva de Butch, a quien le encantaba sentir el agua fría y el cómo sus pies parecían hundirse en la arena mojada.

–Me gustas, Buttercup –le hubo soltado, así sin más–. Me gustas demasiado.

Ella se quedó perpleja, Butch entrelazó sus dedos y giró su rostro para verla y sonreírle. El rostro del chico le parecía más brillante a pesar del contraste que los rayos del sol poniente generaban.

–¿Eh?

–¿Estás sorda o qué? –la sonrisa se borró un poco de su rostro–. ¡Acabo de decirte que me gustas!

Buttercup detuvo su paso, asimismo Butch. Ella desviaba la mirada, no podía evitar haberse sonrojado, él en tanto reía por lo bajo, soltó sus zapatos y forzó a que ella soltara los suyos, así pudo tomar ambas manos.

–Buttercup –decía el chico–, si ahora mismo tú aceptas ser mi novia, te aseguro de que nunca dejaré de amarte.

–Butch…

–¡Oye, lo digo en serio! Te amaría desde ahora hasta que seamos viejitos…

–Aún somos jóvenes, no sabemos qué es lo que puede suceder en un futuro…

–¡Hasta que seamos viejos! –insistía."

Y la verdad, es que ahora mismo ella estaba entrando a dudar en si eso, hasta ahora, era verdad o solo un mero compromiso de él. Las dudas no la dejaban tranquila, y el que Bubbles le haya dicho tan directamente "¿no será que él ya se aburrió?", simplemente desató todas las dudas. Creía que su conflicto de pareja era solo a que cada uno prestaba atención a cosas distintas. Ahora mismo creía que, tal vez, ambos estaban el uno con el otro, pero por mero compromiso.

"¿Y si él va a fiestas porque se aburre de mí?", pensó.

–El viernes saldré –dijo, de pronto, llamando la atención de sus hermanas–. Iré a la fiesta de Bell con Butch, para que sepa que yo sí me puedo poner en su escenario sin problema alguno. Quizás de esa forma él empiece a interesarse por el mío y… nuestra relación se fortalezca.

–¿Te parece que tu relación con él está débil? –cuestionó Blossom.

–No está nada de más reforzarla, ¿no? –sonrió levemente–. Solo para estar segura.

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Se removía entre la gente, pareciéndole increíble que en el corto lapsus en el que fue al baño la casa de Bell se había repletado. Perdió de vista a sus hermanas y, por si no fuera obvio, a su novio.

–No, gracias –le dijo al chico que le extendía una lata de cerveza.

Seguía escabulléndose por ahí, por la sala hasta que logró salir al patio trasero, donde se estaba llevando a cabo una improvisada pool party. En una de las sillas de reposo que rodeaban la piscina, pudo ver a su hermana Bubbles sentada en las piernas de un Boomer que no tenía ganas de soltarla; ambos con una botella de cerveza en la mano.

En otra dirección, donde se encontraba la barra de comida, estaban Brick y Blossom, ella sosteniendo lo que parecía ser un vaso de gaseosa mientras que él tenía un vaso pequeño cuyo líquido bebió en un segundo por no decir menos.

Estuvo buscando a Butch, hasta que lo vio cerca de la terraza, rodeado de chicas y chicos, frente a una mesa de ping-pong levemente inclinada, donde se podían apreciar vasos llenos de algún tipo de brebaje. Butch apuntó a una cuyo contenido era transparente. Al darle, Bell –que había escogido un vestido especialmente apretado para esa noche, resaltando todas sus curvas de mujer– le extendió el vaso y le guiñó un ojo.

–Hasta el fondo –alcanzó a escuchar Buttercup, a medida que se acercaba.

–¡Fondo, fondo, fondo! –gritaban a su alrededor.

Butch bebió todo el contenido como si de agua se tratase. Obviamente, no era agua, sino destilado y Buttercup fue capaz de darse cuenta cuando estuvo a su lado.

–Volviste –dijo el chico, extendiéndole el vaso a otro chico para que lo llenase de alcohol y lo colocase en la mesa de nuevo–, ya era hora, ¿quieres jugar?

–¿Cuánto has bebido? –preguntó Buttercup.

Butch frunció el ceño y rodó los ojos, algunos de los que estaban cerca rieron por lo bajo, pero al notar la mirada de desaprobación de la superpoderosa verde, cambiaron totalmente su actitud.

–No exageres, ¿ya? No es la ocasión –respondió el chico.

–No deberías beber tanto.

–Pues lo siento –parecía un poco ofuscado–, perdón por no cumplir con tus expectativas, ¿pero qué esperabas? Estamos de fiesta, ¿quieres que beba jugo de naranja mientras jugamos a las cartas?

Y eso fue como un balde de agua fría. ¿Estaba escuchando bien? No se había esperado que Butch le hablase de esa forma, ni menos cuando solamente le mostraba parte de su preocupación por su salud.

–No te pongas así –dijo Buttercup–, no te pongas agresivo conmigo.

–No seas mojigata –dijo Butch, suspirando y volviendo a ver a los chicos con una enorme sonrisa–. ¡Vamos, vamos! ¿A quién le toca?

Buttercup no estaba entendiendo, ¿desde cuándo es que Butch tomaba esas actitudes? Ahora mismo, la estaba ignorando, y no entendía a qué mierda se debía.

Y la verdad, es que Buttercup no era paciente ni tenía intenciones de mostrar su debilidad frente a personas que no debían verla así, por lo que tomó una profunda bocanada de aire, relamió sus labios, alzó levemente sus cejas y giró sobre sus talones. Caminó hacia la entrada de la casa, volviendo a esquivar a todos a su alrededor, pero chocó con Brick, el pelirrojo de cabello largo, quien, al parecer, se dirigía al baño.

–¿Butter? ¿Ya te vas? Es muy temprano –dijo el chico.

Buttercup se dio cuenta de que su aliento no estaba pasado a alcohol, no como el de su –estúpido– novio.

–Si el imbécil de tu hermano te pregunta por mí, dile que la mojigata de su novia ya se fue.

No le dio chance de responder, se apresuró hasta la puerta, la abrió y salió volando, dejando una débil estela verde tras ella; la verdad es que no quería llamar la atención de nadie en la ciudad, menos entre los asistentes a la fiesta.


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La próxima parte de esta historia sería subida –espero– el 1 de diciembre. Esto fue solo la "introducción" al conflicto de la historia.

¿Review?

Gracias por leer.