N/A: Hola, sé que dije que haría un fanfic de Sherlock, pero toda mi inspiración se fue y lo más probable es que regrese cuando la serie reanude. Pero por lo pronto, aquí tengo un Snarry. ¡Disfruten!
Advertencias: Slash; explícito; chan (adulto/menor).
Disclaimer: No poseo los personajes ni hago dinero haciendo esto.
Capítulo 1
Un infortunado "accidente"
Durante el breve tiempo que había pasado desde que llegó a Hogwarts, los Slytherin ya le habían dejado en claro que lo detestaban, y el sentimiento era recíproco, pero eso fue demasiado.
Cuando todos se encontraban en el Gran Comedor para el almuerzo, Harry tuvo la sensación de que algo andaba mal. Varios Slytherin lo miraban discretamente con expectación.
― ¿Qué les pasa? ―preguntó a sus amigos por lo bajo.
― Probablemente estén inventando otra estúpida canción sobre ti.
― ¡Ron! No les prestes atención, Harry, sólo intentan molestarte. Ignóralos―dijo Hermione, dando el ejemplo y sirviéndose una porción de pudín.
Harry optó por ignorarlos al igual que siempre, y se sirvió una porción de su platillo favorito: carne asada. El Gran Comedor estaba repleto del cotidiano murmullo de conversaciones y risas. Ron, como de costumbre, hablaba con la boca llena de comida sobre su tema preferido, que era el Quidditch, y Hermione a su vez le regañaba y comenzaba a hablar sobre las tareas pendientes y los nuevos libros que había leído. Harry, por su parte, sentía que algo andaba mal con su comida. El estómago empezó a gruñirle y sentía unas repugnantes nauseas.
― Harry, ¿te encuentras bien? Estás muy pál…
Pero Hermione no pudo terminar porque fue interrumpida por el fuerte ruido de Harry vomitando descontroladamente, sobre la mesa y sobre sí mismo. En la mesa de los Slytherin estalló un bullicio de risas estridentes, mientras lo señalaban y algunos hasta se caían de sus asientos mientras soltaban fuertes carcajadas.
― ¡Harry! ―gritaron Hermione y Ron a la vez.
― ¡Potter! ―creyó escuchar el grito preocupado de la profesora McGonagall, pero no estaba seguro porque todo lo que sonaba en sus oídos eran sus propias arcadas, mezcladas con risas y algunos murmullos de preocupación de otras mesas. Por un momento pensó que su estómago se le saldría por la boca, y las palpitaciones en su cabeza no ayudaban a aminorar el dolor.
Pero entonces, cuando creyó que perdería la conciencia, sintió una brisa de magia golpearle y sus vómitos cesaron. Sus músculos estaban débiles por el esfuerzo, y estuvo a punto de caerse cuando unas firmes manos lo atraparon. Todo comenzó a dar vueltas y a ponerse borroso. Creyó distinguir el rostro terriblemente alarmado y furioso de McGonagall justo frente a él, llamándolo por su apellido, pero la voz comenzó a alejarse y todo se volvió oscuro.
Mientras Severus Snape almorzaba en el Gran Comedor, de repente un gran revuelo se armó entre las mesas. Y no le sorprendió que la causa hubiese sido Potter. La Jefe de su Casa corrió gritando en dirección al muchacho. Al parecer, alguien, o mejor dicho, Draco Malfoy, había vertido una especie de poción vomitiva probablemente en su comida, ya que el efecto fue inmediato y ahora Potter se encontraba regurgitando desagradablemente su almuerzo por todos lados.
Minerva se aproximó al muchacho y rápidamente le lanzó un hechizo no verbal, deteniendo al instante los efectos de la poción, pero las concentraciones de ésta misma habían sido exageradas, y Potter cayó inconsciente en brazos de la mujer.
Luego de que lo llevasen a la enfermería, Pomfrey le dio su diagnóstico sobre el estado del chico, con el que supo exactamente qué poción había sido, y le encargó distintas pociones curativas para tratar al muchacho.
No había sido difícil deducir que fue Malfoy el autor del ataque. Había estado mirando a Potter con odio y expectación desde el comienzo del almuerzo, y, conociéndolo, no dejaría que se saliese impune ante el último humillante encuentro en Quidditch. Por supuesto, no delataría a alguien de su propia casa, pero Dumbledore no era estúpido. Llegó a la misma conclusión y, luego de que Malfoy intentase inútilmente quedar exento de la culpa, el director dejó el castigo en manos de Minerva.
Y, sobreactuando como siempre, McGonagall eligió alguna desmesurada sanción y quitó una gran cantidad de puntos a Slytherin. Pero el irresponsable de Malfoy debía aprender que sus actos tenían consecuencias.
Ya en su oficina, se dispuso a preparar algunas de las pociones que le habían encomendado. Tenía ya en sus estantes algunas de ellas, sobre todo las más comunes y las que levaban más tiempo preparar. Siempre había algún mocoso imprudente que se accidentaba y al que llevaban urgentemente a la enfermería.
Sabía qué pociones necesitaba Potter, y conocía sus estantes perfectamente. Dominaba impecablemente su ámbito en su oficina, y sabía con minuciosa exactitud dónde se encontraba cada poción, ungüento, ingrediente o utensilio. No podía escapársele ni siquiera una mínima…
Severus frunció el ceño. Mientras tomaba las pociones que necesitaba, vio en uno de sus estantes un espacio vacío. Específicamente, el espacio donde la poción vomitiva debía ir…
¿Cómo pudo no haberlo notado antes? ¿Y en qué momento el maldito mocoso se había infiltrado en su oficina? Debió haber adivinado que el chico no estaba calificado aún para preparar tal poción.
Oh, si Malfoy creía que por ser de su misma casa se lo perdonaría estaba muy equivocado. Y se lo demostraría.
Lo primero que vio al abrir los ojos fue sólo luz blanca apuntándole directamente y cegándolo momentáneamente. Después de parpadear un par de veces, miró a su alrededor y notó que se encontraba en la en la enfermería, acostado en una camilla.
― Oh, Potter, ya despertó ―escuchó decir a la familiar voz de Madame Pomfrey― Dígame, ¿cómo se siente?
― Me duele… ―su voz era ronca y la garganta le dolía terriblemente al hablar― Me duele un poco la cabeza y la garganta cuando hablo ―la mujer rebuscó entre pociones y ungüentos, sacando finalmente un par de viales.
― Tome esto ―dijo, tendiéndole un par de pociones que al tomarlas enseguida refrescaron su garganta y calmaron su dolor― Les avisaré a sus amigos que ya despertó, pero no debe hablar mucho con su garganta irritada.
Harry asintió, la medibruja dio media vuelta y se dirigió a abrir la puerta de la enfermería. Al parecer sus amigos estaban allí esperando, porque enseguida oyó:
― ¡Harry!
― Harry, nos tenías preocupados, amigo.
Ron y Hermione se acercaron a él y se sentaron a su lado.
― ¿Cómo te encuentras? ―preguntó Hermione mientras lo examinaba de arriba hacia abajo con la mirada.
― Estoy bien… aunque algo confundido, ¿qué fue lo que sucedió? ―preguntó incrédulo. Todo lo que recordaba era que en la comida se empezó a sentir mal, los Slytherin se reían de él por alguna razón y que… ugh… alguien había echado algo en su comida que le hizo vomitar horriblemente.
― Los Slytherin vertieron una poción vomitiva en tu comida en venganza por haberles ganado en el torneo de Quidditch. Después de que te desmayaras, McGonagall te trajo a la enfermería y te atendieron aquí. Ella estaba realmente furiosa, les quitó doscientos puntos a su casa, y después de descubrir que había sido Malfoy quien tuvo la idea y la llevó a cabo, le dio un enorme discurso y lo castigó por el resto del año escolar haciéndole tener que limpiar sin magia los baños de todo el castillo cada fin de semana. Y cuando él quiso repartirles la culpa a sus gorilas, ellos desaparecieron y lo dejaron solo con todo el castigo ―terminó Hermione, con una mueca de satisfacción ante el sufrimiento del odiado Slytherin.
― Sí, y hasta el profesor Snape estaba furioso con él en la clase de Pociones por haber entrado en su oficina y robarle una poción ―dijo Ron, riendo ligeramente.
Harry frunció el ceño. La clase de Snape era la última del día.
― ¿En la clase de Pociones? ¿Cuánto… Cuánto tiempo estuve aquí? ―preguntó, intentado erguirse con los codos y sentarse sobre la camilla.
Hermione y Ron intercambiaron miradas.
― Harry, estuviste dormido por cinco horas… ―dijo Hermione, mirándolo con condolencia― Malfoy usó esa poción en grandes cantidades. Tuviste suerte de que no tuvo un efecto peor sobre ti.
― Descuida, Harry, en cuanto tenga un momento a solas con él, le voy a… ―Hermione y Harry lo miraron al mismo tiempo con una expresión burlona, y el pelirrojo desvió la vista hacia sus zapatos, sonrojándose. Sabían que Ron no sería capaz de hacer nada al respecto.
― No es necesario, Ron, sólo es un envidioso. Además, ya obtuvo castigo suficiente ―dijo Harry. Realmente estaba enojado con ese maldito, pero quizás ese castigo había sido bastante.
Pasar la noche en la enfermería no era algo muy agradable, pero Madame Pomfrey había insistido en que no estaría en condiciones de salir sino hasta el día siguiente. Dicho día había llegado, y su rutina diaria volvía a comenzar.
