Disclaimer: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer, la trama es mía.

Capítulo I

"Las Omega"

...

— ¡Has estado fantástica! — Oí los gritos de Tanya por sobre el bullicio terrible que atronaba mis oídos y hacía palpitar mi cabeza. Sin embargo, me encontraba satisfecha. Lo había conseguido, y gracias a esto no tendríamos que preocuparnos por lo menos en dos semanas de gastos ni nada.

Sí, la sensación me hizo sonreír.

Alcé mis brazos aumentando así la algarabía de gritos, aplausos y silbidos dedicados a mí.

Porque sí,yo había ganado y la gente lo reconocía, mi pecho lo sentía.

— Anda, vamos— sentí a Ángela a mi izquierda y a la derecha a Tanya, las otras chicas se encontraban fuera esperándonos en el carro.

Mientras me sacaban de la casa olvidada y utilizada de forma ilícita para nuestras prácticas, oí a los muchachos coreando mi seudónimo. Se sentía genial, para qué voy a mentir.

— Los tienes en la palma de tu mano— rió Ángela y Tanya la secundó.

— Aquí todos lamen nuestras botas, fuera nos tratan como cualquier cosa— ese pensamiento sí me hizo reír.

Anduvimos precavidamente hacia el bosque que se interponía entre las casas y el lago, mirando a hurtadillas por sobre nuestros hombros.

Debíamos cuidar nuestras espaldas y no ser sorprendidas en esto, nos costaría muy caro.

— Son tan básicos— casi tropecé con una rama y gracias al agarre de las chicas logré estabilizarme. Necesitaría una cama y pronto.

— Fuera de eso, Bella, te has lucido— elogió Áng

— Muchas gracias, pero creo que tendré la piel morada por lo que resta de la semana. — Comenzaba a sentir el dolor de los golpes recibidos.

— Pero como siempre, tu rostro estará intacto. — Comentó Tanya.

— Sí, bueno, ya sabes que sería demasiado obvio.

La noche era fría y de nuestras bocas protegidas por una máscara negra salía el vapor que se arremolinaba alrededor, para desaparecer luego.

A lo lejos logramos divisar el Nissan Sentra gris y viejo de Victoria, que nos esperaba con las luces apagadas, y oculto tras un árbol y la neblina naciente.

Agilizamos el paso, pues aún nos quedaban pendientes para el día siguiente y no podíamos darnos el lujo de faltar o reprobar un examen.

— ¿Cómo les ha ido? — Preguntó la chica pelirroja una vez que ingresamos a la cabina calentita. Era reconfortante, reconocí.

No hizo falta hablar, Tanya solo extendió el dinero ganado frente a Victoria y Jessica.

— ¡Whoa! ¡Ese es mucho dinero! — Exclamó Jess, tomándolo y contándolo de inmediato. Sonreí quitándome por fin la máscara.

— Nos fue bien esta semana— comentó Victoria poniéndose en marcha, todavía con las luces apagadas.

— Hey chica, tranquila que aún no acaba—gemimos al unísono al recordarlo.

— Tenías que matar la alegría Ángela— protestó Tanya apoyándose contra el cristal.

— Lo siento, pero debía decirlo. Además, si quedan días, también podemos seguir ganando más— se encogió de hombros.

— Por mi parte ya he cumplido, siento los huesos descoyuntados— dije soltando un quejido al acomodarme.

— Has peleado todos los días, es obvio que te sientas así. Pero descuida, he aprendido unos masajes muy buenos— aseguró Jessica y sonreí cerrando los ojos.

— ¿Y qué hay de nosotras? También hemos peleado— protestó cómicamente Ángela. A pesar de que su rostro parece todavía en fase de maduración y aparenta ser una inocente y dulce muchacha, es muy decidida y peleona. Por tanto, punto uno, el cabello rojo le sienta de maravilla pues resalta sus ojos oscuros, siempre delineados de color negro intenso y punto dos, le va fantástico en lo que significa el sustento de las "Omega", las peleas clandestinas.

Seh, lo sé. Suena rudo, violento y de mal gusto para mujeres, pero es lo que sabemos hacer y de un modo u otro debemos mantener la casa a flote.

— No tanto como Bella, además, podrías pedirme de otra forma y no tendría problema— Ladró Jess en su dirección.

— Hey, hey, no aquí chicas. El tapiz no es nuevo pero está decente, y deben guardar sus energías para las contrincantes. Somos amigas ¿o no? — Razonó Vicky manejando ahora por las calles asfaltadas. El coche, como es de esperar, no es nuevo ni mucho menos, sin embargo, la pelirroja lo comparte con nosotras y nos deja usarlo cuando sea necesario, además de venir a buscarnos luego de las peleas, donde ya somos reconocidas como las "Dark Ladies" y ganamos la mayoría de los encuentros.

Somos jodidamente buenas, cualquier imbécil de este sitio podría decirlo.

Claro que no conocen nuestras identidades, es demasiado riesgoso, sabemos que la envidia es mucha y bastante gente querría perjudicarnos, como las Beta o los Alfa. Son unas y unos bastardos clasistas que no nos admiten en este lugar.

Vamos, es un país libre y podemos estudiar donde queramos y si pelear es la única forma de mantenernos, estén seguros que lo haremos, porque las Omega no nos rendimos.

El coche se movía tan suavemente que los párpados comenzaron a pesarme.

— No te duermas Bella, debes ducharte y terminar tu trabajo. — Me despertó Tanya. Podría decir que es una de mis amigas más querida, es tan simpática y amable que es casi imposible el no quererla. Además, fue la primera que dijo "estoy contigo" cuando propuse la idea de las peleas y ganar dinero de ellas, ya que los chicos apuestan bastante para ver a mujeres lanzándose golpes. No me quejo, en serio, de la morbosidad o lo que sea que tengan, vivimos de forma más o menos cómoda.

— Sí, gracias— bostecé espabilando. Aunque al hacerlo, el dolor de mi cuerpo se sentía incluso más fuerte de lo que llegué a pensar.

Fruncí el ceño y me mordí el labio.

Las costillas y piernas me molestaban como el infierno.

Finalmente, al cabo de unos veinte minutos el auto se detuvo en un sector más apartado y oscuro, ya que los focos de luz no funcionaban.

— Deberíamos reclamar por esto— se quejó Ángela bajándose y abriendo la puerta de la casa.

No era una bonita como las primeras, que tenían el nombre de Alfa, Beta y las que seguían en el alfabeto griego. La nuestra era Omega, por ende, la última y menos moderna y cuidada. No por nosotras, claro, sino que hacía ya mucho tiempo que no la remodelaban o ajustaban.

Y la explicación era simple. Ellos tenían dinero y nosotras no.

Éramos las becadas, las marginadas por ser pobres y no podernos pagar los estudios. Obviamente, ya superamos aquello y nos importa una mierda si no quieren estar a nuestro lado, tanto mejor para las Omega.

— Sí… hemos llegado— comentó Vicky quitándose la bufanda negra y colgándola en el perchero.

Por dentro habíamos hecho varios cambios. Modificamos un tabique, corriéndolo y cortándolo de tal modo que dividiera el comedor del living y que además dejara un acceso marcado a las escaleras que conducían a las habitaciones.

No era pequeña ni muy grande, se supone que tiene capacidad para treinta pero dudamos que soporte veinte y resista.

La madera con la que está construida ya envejeció y suele crujir una enormidad cada vez que se camina o hay un temporal de lluvia y viento. Por suerte, no somos quisquillosas y hemos podido idear formas de darle más soporte y estilizarla por dentro, por lo menos.

Pintamos las paredes de colores vivos, pusimos macetas con plantas para introducirle vida, cambiamos las cortinas, pusimos alfombra, limpiamos los vidrios y reemplazamos los rotos… hicimos todo lo que pudimos y estamos conformes con los resultados, ya que, si bien no es la mansión de Madonna, es acogedora y nos encanta.

Nadie la ha visto desde nuestra llegada y modificaciones, no por dentro, puesto que como dije anteriormente, no somos aceptadas ni queridas por nuestros hermosos compañeros.

Como si nos importara, bufé.

— Bien, Bella va primero, luego Tanya y Ángela al último. — Jessica solía ser la ordenada, planificadora y organizadora de todo. Nos daba las tareas a realizar, tales como lavar la ropa, podar el césped y encargarse de las plantas, limpiar la cocina, el baño, en fin… todo lo que conlleva mantener una casa y asimismo, todas traíamos dinero. Solo Jess trabajaba medio tiempo en un Starbucks cercano. No la criticábamos, ella no era de las que pelean, era flacucha y tenía una estampa más bien débil, todavía más si se tenía en cuenta que utilizaba gafas y los rizos rebeldes y pequeños siempre atados. Parecía una niña delicada y en el fondo, lo era o eso aparentaba, porque cuando se sentía pasada a llevar… se armaba la grande, lo cual solía pasar casi siempre por Ángela y su manía de contradecirla.

— ¿Y por qué yo de las últimas? — Ahí está.

— Porque ya te tocó primero ayer y a Bella de las últimas, es lo justo— se encogió de hombros y se dirigió a la cocina. Mientras Victoria se metía en la sala y encendía el calefactor y luces.

— Ash— rechinó los dientes la chica y luego subió la escalera con enfado.

— Son tan divertidas— soltó una risita Tanya.

— A mí me sacan de quicio, parecen unas niñatas— opinó Vicky. Ella era una chica dura y de mal humor, aunque si uno aprendía a llevar la fiesta en paz y a conocerla, podía ser muy loca y risueña. Es muy bella, así como Tanya, Ángela y Jessica, aunque la última se empeñe en decir lo contrario.

— Es que lo son— dije encogiéndome de hombros y dirigiéndome a las escaleras. — Iré por esa ducha— asintieron y aguantándome el dolor, subí cada escalón de la forma más rápida que pude.

No me demoré mucho, puesto que Tanya y Áng también querían asearse, las tres habíamos peleado el día de hoy y aunque en ese sitio nos comportemos casi como salvajes, no lo somos.

Una vez me vestí y acomodé la pulsera que nos representaba como las Omega, bajé con la vieja portátil al comedor para realizar el resto de mi trabajo.

El sitio en el que estudiamos es bastante especial, pues solo reclutan alumnos una vez al año y ellos hacen la secundaria y estudios universitarios en el mismo lugar. Desde primer año de secundaria nos asignan la casa que nos acogerá por lo que dure la carrera escogida y debemos encargarnos de ella, y también de mantenernos. Es duro, pero es nuestra decisión y la aceptamos como tal.

Nos encontramos en tercer año y luchamos para mantener nuestros promedios y permanecer en el establecimiento. Es el mejor y casi único en su clase, puesto que es muy costoso y difícil quedar con una beca.

Mamá siempre me dijo que era un instituto demasiado clasista y discriminatorio, pero destacaba y eso no se encontraba en discusión ni siquiera para ella.

Mi madre es una mujer de mediana edad, muy seria y reservada o lo es desde que papá falleció y tuvo que encargarse de todo y mantenernos. Nunca se quejó, pero siempre supe que se encontraba triste y que jamás superó de lo de Charlie, al final de cuentas fue su primer y único amor.

— ¿Quieres un café? — Preguntó Vicky, acomodándose a mi lado con sus apuntes.

— Te agradecería mucho más un analgésico justo ahora— me mordí los labios al apoyarme sobre la mesa que lucía un florero con margaritas blancas.

La chica con la que había peleado, me había golpeado duro y de forma baja, claro que como son peleas clandestinas, no hay reglas y se tolera de todo, menos mordidas, creo.

Tenía múltiples hematomas viejos y esta semana le agregué unos cuantos nuevos, dejando el noventa por ciento de mi cuerpo con marcas. A excepción de mi rostro, obviamente.

Era lo único que conseguíamos mantener intacto y era por fuerza, ya que sabíamos lo que pasaría si alguien se percataba de los moretones en las mejillas, labios u ojos. Era nuestro sello, por lo demás.

Nadie que se enfrentaba a nosotras era capaz de darnos en la cara, podíamos hacerles puré las suyas, pero ellos no tenían la misma suerte.

— Ten— Jess me dejó un vaso con agua y una pastilla azul. Alcé una ceja

— Hey, puede que me pelee como hombre pero las cosas allí abajo son normales— molesté y ella soltó una risita, sonrojándose algo al momento de sentarse y comenzar sus deberes.

— Es naproxeno, un antiinflamatorio que funciona mucho mejor que el diclofenaco o paracetamol. Por lo menos en tu caso— se encogió de hombros acomodando sus lentes.

— Oh, vale— ni Victoria ni yo habíamos comprendido, por lo que me limité a ingerir el comprimido.

Nos mantuvimos en silencio por los siguientes veinte minutos hasta que una silla fue arrastrada y ocupada por Tanya que mantenía sus rizos rojizos atados en una improvisada coleta.

— ¿Cómo vas? — Preguntó.

— Bastante bien, ya casi termino— aseguré evitando mover algo aparte de los ojos. En serio me dolía todo el maldito cuerpo.

— Me alegro, si necesitas ayuda solo avísame— sonreí.

— ¿Acaso ya terminaste?

— Nop, pero solo me falta una página que ya tenía en borrador, es solo cosa de pasarla al limpio— se encogió de hombros.

— No es justo— nos quejamos todas las presentes

— ¿Qué no lo es? — Ángela venía secándose su teñido cabello y acomodándose su piercing en la nariz.

— Que Tanya ya esté por acabar— explicó Vicky con un bufido mientras jugaba con el lápiz en sus dedos.

— Ah, pues yo ya terminé mis tareas— meneó las caderas

— Maldita.

— Bastarda.

— Estúpida.

— Chicas, ¿qué formas son esas? — Reprendió Jessica muy seria

— Déjalas, al cabo que ni me importa— se rió Ángela— pero para que de verdad me crean, les prepararé la cena y tendrán que amarme— soltó pagada de sí misma colgando la toalla y dirigiéndose a la cocina.

— Cómo la detesto y amo— reí entre dientes— además, luce como si no le hubiera llegado ni un solo golpe. — Reclamé.

— Es que a nosotras nos la pusieron fácil, somos altas pero ágiles y lo usamos a nuestro favor. Y si a eso le sumas que las chicas con las que peleamos estaban muertas de borrachas pues no queda demasiado que decir…— explicó Tanya, concentrándose de nueva cuenta en su trabajo.

— No se vale, la mía parecía haberse inyectado una tonelada de esteroides y haberse pasado toda la tarde comiendo dulces. No paraba nunca la desgraciada, por ello tuve que noquearla— me encogí de hombros.

— Seh y fue hermoso, toda la puta gente saltaba como posesa y gritaba de igual modo, más de alguno se rasgó las cuerdas vocales, lo sé.

— Si supieran que las chicas que de seguro protagonizan sus fantasías eróticas son nada más ni nada menos que las becadas, se irían de culo— el comentario de Vicky me hizo reír otra vez.

— Sí y también irían de inmediato con el director y nos pondrían de patitas en la calle por mala conducta e incumplimiento de nuestro compromiso— acotó Jess y guardamos silencio porque tenía razón.

— De todas maneras, ellos tampoco nos han cumplido. Partiendo por la consejera que jamás llegó

— Ni nos han reparado la casa

— No nos han ayudado para nada a adaptarnos y que nos respeten— terminé

— Sí, lo sé. Pero lamentablemente ellos no están estudiando gratis ni les interesa si seguimos o no en este lugar. No tienen un futuro que forjar ni…

— Sí, lo sabemos, con todos los millones que se meten en los bolsillos con los papis de estos chicos riquillos no les importan las chicas con beca— interrumpió Ángela poniendo los cubiertos

— Y tanto mejor para nosotras— me miraron con estupefacción— ¿qué? ¿Alguna vez esperaron que se preocuparan de ustedes? ¿Alguien además de sus padres, obviamente? — Me eché a la boca un trozo de pan — Además, miren el lado amable— me recliné en la silla— como somos becadas, no tenemos que cumplir con un cupo máximo de chicas dentro de la casa. Entran solo las que se encuentren en nuestra condición ¿no es eso genial? Si no, tendríamos que vernos obligadas a tratar con los detestables— me encogí de hombros y esperé a que lo analizaran

— Es un excelente punto— asintió Tanya y luego las chicas que restaban.

— Ya, sigan en lo suyo que ya es bastante tarde— apuró Ángela, dejando platos con una aromática sopa frente a nosotras.

Así que en medio de charlas amenas y silencios cómodos, terminamos y nos retiramos a nuestras respectivas habitaciones.

La casa en general podría estar siempre ordenada, pero el dormitorio de cada una era cosa propia. El mío, era un desastre.

Ropa por aquí y por allá, lo cual es un real misterio. No poseo demasiadas prendas pero aún así consigo dejar una por cada rincón del cuarto.

Encendí la lámpara y cerré las cortinas, ya que la luz proveniente de las otras casas conseguía espantarme el sueño. Para mi mala suerte, utilizaba la última del pasillo y tenía una gran ventana a los pies de mi cama deshecha, por tanto siempre que había temporal de lluvia y viento, yo era quien más los resentía.

Aunque tampoco es que me doliera demasiado, en otoño la vista es preciosa, ya que tenemos un jardín trasero con árboles no talados, que pertenecen a los bosques que nos rodean como una jaula, y la gama de colores anaranjados y rojizos es un espectáculo fabuloso digno de admirar.

Abandoné mis pensamientos y cuidadosamente me quité la ropa, poniéndome el pijama que consistía en una simple camiseta larga que cubría todo mi cuerpo hasta la mitad de los muslos. Es una de las prendas que conservé de Charlie.

Me acurruqué sin mucha dificultad, ya que el cuerpo ya dejaba de dolerme. Jessica y sus pastillas eran mi santo remedio.

Así que sin mucho preámbulo me quedé dormida.

Hola, Hola! ¿Cómo están y qué les pareció?

Esta es la nueva idea que tenía en mente y espero de todo corazón que les guste ;)

Antes de despedirme, debo decir dos cosas: primera, actualizaré una vez por semana, hasta que tenga más capítulos al menos y ese día será el miércoles y segunda, que les agradezco el que se hayan pasado por mi historia de celebración de aniversario y que hayan llegado hasta aquí

Sin más que desearles una bonita noche nos leemos el miércoles!

Un abrazote enorme y muchas bendiciones :P

PD: lamento cualquier error ortográfico y/o de gramática que se me haya pasado y advierto, que quizá lleguen a odiar a Ed o a Bella, nuevamente jaja