Asistente personal.

Las suaves gotas de lluvia signan este encuentro y su firma el pacto qe decreta qe es su asistente personal. Claro qe el no enamorase de su jefe no esta en sus cláusulas. Y tampoco en las de él y x suerte o x desgracia el orgullo no juega esta partida.

S&S

Los personajes de CCS no me pertenecen, la historia sí n.n


Capítulo 1: "Quince días de prueba"

Esas enormes pupilas esmeraldas observaban impacientes el gran ventanal que había del otro en la sala de espera, luego su reloj: las 10. Perfecto, una hora tarde. Se trató de acomodar su castaño cabello y maldijo por lo bajo, el día había sido perfecto (si vamos a ser sarcásticas). La lluvia caía a torrentes y eso fue lo único que agradeció: entrar a la oficina antes de que semejante diluvio se apoderada del firmamento de Tomoeda.

Necesitaba ese empleo, y lo necesitaba YA. Era el último lugar donde había dejado su currículo y en todos la habían rechazado. Claro el tener 18 años y nada de experiencia ya era un punto en contra, y más decir que sólo podría cumplir con medio tiempo por los horarios de la facultad, después de todo… el primer año siempre fue complicado.

-¿Kinomoto Sakura? –miró distraída a la voz que la llamaba desde la puerta. El hombre alzó una ceja más incrédulo que ella y fue cuando entendió como debía verse en ese momento y pareció ver en las pupilas castañas del joven que la llamaba toda su desastrosa mañana…

Resumiendo, se había levantado a las 8:30 (debiendo llegar a la entrevista media hora más tarde) y se preparó un rápido desayuno que consistía en leche con cereales, con lo que no contaba era con que la leche estuviera cortada debido a que no había electricidad desde ayer por la noche. Se dirigió a darse un baño rápido para dar una buena "primera impresión" mientras dejó el café en la máquina para tomar algo en vez de salir en ayunas. Eligió el mejor conjunto de ropa que tenía (una falda rosa con una blusa blanca y zapatos acordes). Salió de la ducha y se cambió a la velocidad de luz (o por lo menos lo intentó).

Se dirigió hacia la cocina y todos los vecinos del piso se enteraron en ese momento de que la muchacha había puesto en la odiosa cafetera (que obviamente no funcionaba por la falta de electricidad) su desayuno. Batió con rapidez el café y sirvió agua de la pava, y fue casi cuando lo estaba terminando que una gota decidió dejar una notable marca en su falda, entró en su habitación como alma que lleva el diablo a cambiarse, desplazando violentamente a su pequeño gato del cómodo lugar que ocupaba detrás de la puerta y rápidamente se cambió la falda por una de Jean que encontró en su armario.

Se dirigió al baño y observó su reloj, y es que en este preciso instante ya debía estar en la entrevista. Tomó rápidamente el lápiz labial y dejó una tenue marca en sus delicados labios, haciéndola lucir casual y elegante. Luego con mucho cuidado tomó el rimel y todo venía "bien" hasta que su gato entró a la deriva en aquel cuarto, produciendo un sobresalto que, como consecuencia, dejó completamente negro el rostro de la joven. Acomodó un poco aquel desastre que ella misma se había producido y salió del apartamento. Llegó al ascensor y trató de abrir la puerta, pero parecía estar atascada. Forcejeó con ella unos segundos hasta que en su cabeza aparecía la frase "No hay electricidad" y entendía que debía bajar todos esos escalones a pie, y fue entonces (en medio de tanta desdicha) que recordó que había olvidado el celular y agradeció al cielo el haberlo razonado en el décimo piso (el suyo) y no al llegar al primero. Regresó a su puerta y fue entonces cuando entendió que también había olvidado las llaves en su casa. "¡PERFECTO!" exclamó para luego aventurarse en la desesperada búsqueda del portero o del recepcionista o de la persona que pudiera tener otro juego de llaves en su poder, pero era claro que no daría con él. Y así fue.

Al dar las 9:30 en su reloj decidió abandonar la búsqueda y salir de una buena vez. Tenía que hacer cinco cuadras solamente, por lo que decidió ir a pie… mala idea. Las nubes lucían amenazadoras en el horizonte y el gris adornaba las muy concurridas calles. Podía deducirse sin mayores problemas que había llovido toda la noche, lo cual era algo usual en invierno. La primera cuadra era la más desolada, luego iría por la avenida, en donde la gente se agolpaba como ratas por agujeros. Estaba cruzando cuando vio que un auto se dirigía hacia ella a toda velocidad y atinó por retroceder un par de pasos, lo que no predijo era que estaba a la distancia suficiente como para que el agua sucia que éste despediría terminara completamente con su atuendo.

Luego de gritarle un par de cosas poco educadas al dueño del deportivo siguió caminando por la avenida siendo el centro de atención para más de una persona por lo ridícula que debería de verse con la blusa entre blanca y marrón. Se detuvo en seco un segundo, casi cayéndose al suelo y fue cuando se dio cuenta de que el tacón de sus zapatos se había atascado en una pequeña rendija. Forcejeó otro rato con cuidado de no romperlo y por poco no lo consigue, pero logró desatorarlo y continuar con su camino. Corrió la última parte por lo que llegó agitada a la recepción de donde fue derivada directamente a la sala de espera.

-¿Es usted Sakura Kinomoto? –la misma voz volvió a sonar trayéndola a la Tierra nuevamente.

-S-sí… soy yo –vaciló estirando su mano.

El muchacho se limitó a observarla, algo que le pareció totalmente descortés; por lo bajó la mano y lo miró ofendida.

-Si vienes por el cargo de secretaria… –comenzó en un tono muy poco alentador.

-Así es, traje mi currículo –lo interrumpió haciendo presente los papeles.

-Lo siento, ya hemos dejado de hacer entrevistas para ese puesto hace como quince minutos…

-He tenido una mañana desastrosa, perdone que haya llegado tarde pero…

-Aquí no nos sirven los "peros" señorita… -comenzó a buscar en la lista- Kinomoto.

-Kouta¿Terminaste con las entrevistas o hay más personas? –indagó una voz desde dentro de la oficina.

-¿No era que ya habían concluido con esa tarea desde hace más de quince minutos? –inquirió filosamente asesinando con la mirada al asistente.

Había sido una voz joven la que sonó del otro lado, lo que hacía que nazca en Sakura una esperanza… después de todo alguien de su edad podría entenderla más ¡Imaginen si estaban en la misma situación! Ambos asistentes, el empleo seguramente sería suyo.

-Sí, ya terminamos… -le respondió para luego alejar un poco a la chica- La puntualidad es imprescindible y créame, señorita, que todas las que han hecho la entrevista han llegado a horario y han satisfecho todo lo que se requiere para trabajar en una empresa tan importante como lo es esta –terminó observándola despectivo.

-Pero…

-Le ruego que se retire, y que no tenga que llamar a seguridad.

Lo miró fulminante, se dio media vuelta y se dispuso a salir del edificio. Llegó a la puerta y recordó en ese preciso momento que estaba lloviendo, las cosas no podrían andar mejor. Salió de todas formas antes de tener que soportar que ese maleducado y arrogante del asistente la echara de nuevo.

Bajó los tres escaloncitos, tropezando en el tercero. Se paró rápidamente y miró hacia todos lados procurando que nadie la haya visto. Caminó como si nada unos tres pasos, cuando se dio cuenta de que algo no andaba bien, ya que su querido tacón esta vez si se había desprendido del zapato.

Se dirigió hacia el cordón de la acera y se sentó en el. La lluvia ya la había mojado por completo, en ese momento agradecía eso. Agradecía poder confundir lo húmedo de las gotas saladas que resbalaban en ese instante por su mejilla con simples e inocentes gotitas de agua.

-¿Por qué a mí? –indagó para sí mientras más de sus lágrimas cubrían disimuladamente su rostro y éste se escondía entre sus manos.

Sintió entonces la ausencia de aquellos chorros de agua que caían despiadadamente sobre sus hombros, por lo que retiró las manos de la cara y se encontró frente a ella con dos profundas pupilas de un color ámbar que jamás había visto, el joven sostenía el paraguas que los protegía entonces de la tormenta.

-¿Estás bien? –preguntó amablemente, a lo que la muchacha no consiguió responder.

Volvió a bajar la mirada, como indicando que no se preocupara y que siguiera con su camino, pero un peso sobre sus hombros la hizo volver a observar al muchacho, y fue cuando sintió como le ofrecía un pañuelo blanco, una vez que depositó su saco sobre ella.

-No hace falta… -vaciló tratando de desprenderse del abrigo.

-Si no te lo quedas te vas a enfermar –decretó su acompañante.

-Gracias –atinó a decir dibujando una dulce sonrisa en su rostro, quien fue devuelta con otra muy amable y (hay que decirlo) súper sexy del muchacho.

-¿Puedo llevarte a algún lado? –inquirió mientras se levantaba y la joven lo imitaba.

-No, muchas gracias… por hoy ya no tengo a dónde ir –respondió dirigiendo una mirada al enorme y lujoso edificio que se alzaba delante de sí del cual había salido hace unos minutos la joven.

-¿Venías a este edificio? –interrogó confundido.

-Sí –respondió tratando de dibujar una sonrisa para agradecerle por todo y poder volver a su casa a pensar un poco y estudiar otro tanto-. Era por el puesto de secretaria, pero ya me han dicho que se terminaron las entrevistas y que no me la harán porque llegué tarde… es que esas personas no pueden entender el mal día que tuve, claro están muy ocupados pensando en ellos mismos como para ver que detrás de sus narices también hay gente respirando y, aunque no lo crean, somos iguales –terminó suspirando y dejando resbalar otra sutil gota salada.

-Descuida –continuó sonriéndole.

-Lo miró desentendida.

-Te haré la entrevista –declaró tomándola de la muñeca y llevándola hasta el interior del edificio. Mientras la muchacha reconocía esa voz del otro lado de la puerta minutos atrás.

Llegaron hasta la misma sala donde había esperado anteriormente y observaron al mismo sujeto odioso que la había rechazado, ese tal Kouta, salir de la oficina.

-¿No pensabas irte, Syaoran? –indagó confundido, se notaba que había algo de confianza entre ellos.

-Sí, pero faltó una entrevista esta mañana –agregó tranquilamente dejando ver a su acompañante, quien aún estaba empapada.

Una mirada desafiante se posó en Sakura.

-Lo siento joven, pero ese puesto ya está cubierto y acabo de comunicárselo a la muchacha, su nombre es Hitomi…

-¿Ya la han elegido¡Pero qué rapidez! –sonrió tras su propio comentario y prosiguió- Bueno Kouta muchas gracias, entonces la entrevistaré para mi asistente personal, de todas formas hay que hacer estas entrevistas la semana próxima…

"¿Asistente de un asistente?" se preguntaba la ojiverde confundida y algo nerviosa.

Entraron a aquella oficina y la muchacha notó lo lujosa que era, estar ubicada en el último piso ayudaba muy favorablemente a la vista que se extendía del otro lado del gran ventanal detrás del escritorio de roble, todo ornamentado de la manera más sofisticada y a la vez formal, sobre el escritorio identificó un ordenador, muchos papeles, accesorios de oficina y varias carpetas (todas adornadas con el mismo nombre que del edificio "Hoteles Li").

-Siéntese –dijo el joven tomando su lugar del otro lado del escritorio.

-Sakura lo obedeció y fue la primera vez que pudo verlo detenidamente a la cara.

Observó nuevamente los ojos y esa mirada tan genuina del muchacho, de un color tan exótico y hermoso. Lucía sumamente bien combinada con sus revueltos cabellos cafés y esos definidos rasgos de su rostro. Su camisa blanca denotaba un bien formado cuerpo debajo de sí y era adornada por una hermosa corbata verde oscuro. ¡Él sí que era atractivo!

-¿Cómo me dijo que se llamaba? –preguntó con amabilidad.

-Lo siento, no se lo dije –contestó saliendo de sus pensamientos-. Soy Sakura Kinomoto, un placer –terminó extendiéndole la mano.

-El placer es mió… soy Syaoran Li –le devolvió el saluda a una joven que lo miraba con total estupefacción e incredulidad.

o-o-o-o-o-o-o

Abrió los ojos con molestia mientras el sonido de su celular aun retumbaba en sus oídos, se refregó con cuidado los ojos y se decidió por incorporarse. Estaba sentado en una silla, en su estudio y denotaba haber pasado toda la noche de esa manera, miró a lo que había sido su almohada y lo identificó rápidamente como su libro de contabilidad.

Bostezo y entonces notó que ese sonido escandaloso seguía molestándolo.

Sacó de su bolsillo el celular y miró el nombre de la persona que lo estaba llamando.

-Meiling¿Cómo andas? –saludó preparándose para lo que sabía, sería una reprimenda.

-¡Xiao Lang Li! Te estuve llamando toda la mañana –vociferó a lo que el muchacho alejó el pequeño artilugio de sus oídos, por el bien de sus propios tímpanos, claro-. ¡Sin contar las innumerables veces que intenté comunicarme contigo anoche!!!

-Lo siento, es que estuve estudiando mucho para el parcial de la semana próxima, es que esta semana sé que no tendré tiempo…

-¡Excusas! Siempre tienes un por qué, puedes valer tu peso en simples E-X-C-U-S-A-S y ¿Sabes una cosa¡Soy tu prometida y merezco tu tiempo Syaoran! –reclamaba un tanto frenética la muchacha.

-Sí, lo sé… pero debería tener más consideración también conmigo Mei.

-¿Consideración¡Por supuesto que la tengo! Es por eso que decidí recordarte lo de esta tarde…

-¿Esta tarde? –indagó confundido tratando de recordar.

-¡Iremos a ver la casa que prometiste comprar para vivir juntos¡No me digas que lo habías olvidado Xiao Lang!

-Por supuesto que no Mei –mintió nervioso.

-Si no fueran las 8 y media de la mañana juraría que estás un poco borracho, mi amor…

-¿Las 8:30 dices? –consultó su reloj- ¡Mei nos vemos a la hora de almorzar y luego vamos a ver la casa! Te cuidas¡Te quiero!

Colgó el teléfono y se dirigió a su habitación, notó que aun estaba vestido por lo que solo tomó lo que parecía ser un portafolio y salio disparado hacia la puerta principal.

-¿No va a desayunar, joven Li? –indagó el mayordomo.

-No Wei, muchas gracias pero estoy apurado –y salió hacia su deportivo rojo.

El tráfico definitivamente era inaguantable esa mañana¿Por qué tenía que ser justo esa mañana? Cuando toda la empresa iba a estar pendiente de su llegada para ser (por primera vez) el encargado de llevar a cabo las entrevistas. Y al decir "toda la empresa" intento hacer hincapié en sólo una persona, por desgracia la más importante… Hien Li.

Se adentró por una calle menos congestionada que lo dejaría a cuatro cuadras del edificio y puso algo de música para distenderse un poco, había faltado a su clase de Inglés en la facultad y tendría que rendir cuantas también por eso…

¡Fantástico! El sonido del celular lo distrajo unos segundos viendo que era su prometida quien lo llamaba nuevamente, volvió a mirar hacia el frente y notó una joven que iba caminando justo por el llegar donde se dirigía, por suerte logró retroceder a tiempo y no ocurrió nada, reprendería a su prometida por eso… en realidad, seguramente no lo haría, Meiling hacía siempre lo que quería con él y era conciente de eso, es solo que ella siempre se las arreglaba para hacerlo sentir culpable y así es como siempre terminaba haciendo lo que ella quisiera…

-Llega tarde –sentenció contundente una voz delante de el.

-Lo sé padre, lo siento…

-Un "Lo siento" no es suficiente, además me enteré que no asistió a la clase de Inglés esta mañana.

-Sí, es que ayer me quedé hasta tarde por el parcial de contabilidad y…

-Eso no importa, ahora vaya que son las 9 y las futuras secretarias lo estarán esperando para la entrevista.

-Si padre.

Se dirigió al último piso mientras su progenitor asistía a diversas reuniones, se sentó en su escritorio y ordenó pasar a la primera… y a la segunda… y a la tercera.

Ninguna le convencía del todo, algún defecto tenían siempre. O eran sumamente irresponsables, o no habían terminado la secundaria, o no demostraban mucho interés para con el empleo, por lo menos, no demostraban más interés con el puesto que el que sí demostraban para ligar con él. Siempre algo, de hecho… ninguna de las que había entrevistado cursaba ningún tipo de estudios. No tardó ni una hora en despachar a todas y seleccionar dos que, dentro de todo, se habían destacado.

Las anotó en un papel y tomó un sorbo de su café, tenía pensado comprarle un regalo a su prometida para que lo disculpase por su falta de atención las últimas semanas.

-Kouta¿Terminaste con las entrevistas o hay más personas? –preguntó a su asistente quien únicamente estaba ahí por ser amigo de su futura esposa.

-Sí, ya terminamos…

Esas palabras sonaban como música en sus oídos, se relajó y comenzó a ordenar sus cosas, después de todo no había nada más que hacer ese domingo y era justo que fuese su día de descanso después de una agobiante semana¿Verdad? Y fue entonces que todos sus planes de día tranquilo y feliz se desmoronaron al recordar la cita pactada con Mei. Ni modo, tendría que ir y le compraría un regalo, sí un hermoso obsequio aunque… ¿Qué sería?

-No importa, ya pensaré en algo –se dijo así mismo mientras tomaba su portafolio y se dirigía a recepción.

-Buenos días Midori –saludó a la recepcionista.

Muy buenos días señor Li –saludo esta prácticamente deshidratándose por la cantidad de litros de baba que derrochaba sobre su escritorio.

-¿Tengo reuniones mañana? –indagó luego.

-Sí tiene juntas importantes con los accionistas durante la mañana y la tarde, y reservada una cena con su prometida en la noche –respondió con disgusto.

-Ah, ya veo… entonces el regalo se lo daré mañana –dijo para si-. Bueno muchas gracias nos vemos luego…

-Señor Li, está lloviendo afuera, lleve el paraguas –ofreció entonces lo ya mencionado al joven y lo saludó.

-Muchas gracias –contestó y se fue.

Salió y alzó la vista hacia su deportivo, y lo encontró detrás de lo que parecía ser una muchacha sentada en el cordón.

-¿Qué le pasará? Va a enfermarse de neumonía si sigue ahí –se dijo acercándose y luego colocando el paraguas sobre ella.

-¿Estás bien? –preguntó mientras observaba el silencio de la muchacha.

Notó que algo de verdad la ponía triste ya que la gente no llora sólo porque sí, y algo dentro de él decidió por lo menos ayudar a que no se sintiera tan mal o tanto frío, y colocó su abrigo sobre sus hombros, mientras le ofrecía un pañuelo.

-No hace falta… -vaciló tratando de desprenderse del abrigo.

-Si no te lo quedas te vas a enfermar –dijo contundente para que no lo rechazara.

-Gracias –atinó a decir dibujando una dulce sonrisa en su rostro, quien fue devuelta con otra muy amable y (hay que decirlo) súper sexy del muchacho.

-¿Puedo llevarte a algún lado? –inquirió mientras se levantaba y la joven lo imitaba.

-No, muchas gracias… por hoy ya no tengo a dónde ir –entonces observó que la mirada de su acompañante, esos enormes y profundas lagunas esperanza lucían algo tristes, no podía creer la hermosura de los rasgos de esas mujer y entonces notó como su mirada se perdía en el edificio de su empresa.

-¿Venías a este edificio? –interrogó confundido.

-Sí –respondió tratando de dibujar una sonrisa para agradecerle por todo y poder volver a su casa a pensar un poco y estudiar otro tanto-. Era por el puesto de secretaria, pero ya me han dicho que se terminaron las entrevistas y que no me la harán porque llegué tarde… es que esas personas no pueden entender el mal día que tuve, claro están muy ocupados pensando en ellos mismos como para ver que detrás de sus narices también hay gente respirando y, aunque no lo crean, somos iguales –terminó suspirando y dejando resbalar otra sutil gota salada.

-Descuida –comenzó algo entre molesto y dolorido por el comentario anterior, él si tenía sentimientos… de otro modo la hubiese pasado de largo y se hubiese ido con su deportivo, pero en el fondo entendía las palabras de la joven. Después de todo, es innegable que su vida había sido más "fácil" que la de muchas otras personas.

Lo miró desentendida, mientras él la observaba algo divertido de su desconcierto.

-Te haré la entrevista –declaró tomándola de la muñeca y llevándola hasta el interior del edificio. Mientras recordaba la falsedad de la mayoría de las anteriormente entrevistadas y denotando en ella todo lo contrario, necesitaba una persona de confianza… y ella parecía ser la persona indica que estaba buscando.

Llegaron a la sala de espera, donde estaba su oficina y vieron a Kouta salir de ella.

-¿No pensabas irte, Syaoran? –indagó confundido, al ver a su "cuñado" (debido a la estrecha relación que tenía con Mei) regresar.

-Sí, pero faltó una entrevista esta mañana –agregó tranquilamente dejando ver a su acompañante, quien aún estaba empapada.

Notó un tensa mirada entre ellos por lo que iba a preguntar si se conocían pero el muchacho se le adelantó…

-Lo siento joven, pero ese puesto ya está cubierto y acabo de comunicárselo a la muchacha, su nombre es Hitomi…

-¿Ya la han elegido¡Pero qué rapidez! –sonrió tras su propio comentario y prosiguió- Bueno Kouta muchas gracias, entonces la entrevistaré para mi asistente personal, de todas formas hay que hacer estas entrevistas la semana próxima…

Se dirigieron hacia su oficina y tomo lugar del otro lado del escritorio.

-Siéntese –dijo a la distraída joven.

La muchacha hizo lo que le había ordenado y fue entonces que pudo contemplarla más detenidamente, sus cabellos aún estaban mojados por lo que se pegaban delicadamente al contorno de su rostro y su boca parecía querer musitar algo de lo cual obviamente no se animaba, sus hermosas lunas esmeraldas aun estaban algo cristalinas, por lo que el joven se perdió en ella durante unos minutos…

-¿Cómo me dijo que se llamaba? –preguntó tratando de disimular su distracción.

-Lo siento, no se lo dije –contestó saliendo de sus pensamientos-. Soy Sakura Kinomoto, un placer –terminó extendiéndole la mano.

-El placer es mió… soy Syaoran Li –le devolvió el saludo mientras miraba divertido la expresión del rostro de su acompañante…

-¿L-Li? –indagó en un susurro aun confusa.

-Sí ¿Tiene su currículo?

-Eh… -le entregó aquellas hojas que notablemente no habían resistido al efecto del agua.

-Oh, ya veo…

-Puedo hacer cualquier trabajo, señor Li –el muchacho notó un leve rubor en las mejillas de su acompañante, no estaba proponiendo nada indecente, debía ser otra cosa… o no?

Se limitó a mirarla incrédulo y tardó unos minutos hasta que su acompañante entendió la situación.

-¡N-NO! N-no quise decir eso, es que como tengo medio tiempo –comenzó a decir sumamente rápido- y que ir a la facultad algunos creen que no puedo pero si! Quédese tranquilo que soy apta para cualquier labor que me toque desempeñar.

Claro ya que el rubor era únicamente debido al recuerdo del comentario que hizo acerca de los que trabajaban en esa empresa en altos cargos y… era evidente que este joven sí que tenía un cargo alto! Seguramente era el dueño de todo.

-Ya veo… entiendo eso señorita Kinomoto, después de todo soy estudiante universitario ejemplar y a la vez soy el vicepresidente de Hoteles Li…

-Por supuesto, estoy segura que también podría llevar tamaña responsabilidad sobre mis hombros.

Alzó una ceja y la miró interrogante, si lo que la muchacha quería era provocarlo a que la contratara lo estaba logrando… y si lo que quería era incitar a que le pusiera una de sus tan conocidos "quince días de prueba" de los cuales a penas sí había sobrevivientes que contaran la leyenda... también lo estaba por conseguir.

-Veo que en sus ambiciones no se contempla un pequeño puesto de barrendera por ahora¿Verdad?

-Nos estamos entendiendo muy bien, señor Li –respondió un tanto sarcástica, era claro que no había querido decir eso… de hecho, hubiese aceptado limpiar los vidrios si eso era lo que le pedían, pero sí era verdad que confiaba en que ella daba para más y pues si eso era lo que le estaba proponiendo… no lo rechazaría.

-¡Ja! Eso quiero verlo…

-Lo verá –respondió cada vez más sumergida en su rol de "CONFÍO EN MI!"

-Entonces dígame qué busca, señorita Kinomoto.

-Mejor cuénteme usted que puede ofrecerme, señor Li.

Volvió a alzar una ceja y a mirarla incrédulo, vaya que era sagaz y tenía agallas, hacía mucho que una muchacha de su edad no tenía la osadía de hablarle de tal forma y mantener la línea.

-Mi asistente personal ¿Le parece? Aunque le advierto, es muy difícil desempañar un cargo de tal alcurnia…

-Me imagino, tendré que hacer todo lo que usted no tenga ganas…

-Por supuesto que no, -contestó por primera vez algo salido de sus casillas- tendrá quince días de prueba, pero dudo enormemente que logre superarla… -perfecto, lo había conseguido ya que lo último que se imaginaba la joven (y que sí sabía el empleador) era que estaba por firmar su pasaporte al desempleo en quince días…

-Puede tener esa seguridad –contuvo sus ganas de salir corriendo luego de entender que se le había ido la mano, aunque es verdad, esa posición era la única en la cual la tomaban en serio y… acababa de ganarse el empleo¿No?

Notó como el hombre dibujaba una pequeña sonrisita sarcástica y le extendía la mano. Sudó frío a la hora de imitar su gesto pero finalmente lo hizo.

-Firme aquí –dijo luego señalando unos renglones.

-¿De verdad cree que no voy a leerlo?

"Astuta" pensó recordando que ninguna de sus actuales secretarias había pedido leer el contrato previamente a la firma.

Aunque era lógico que Sakura no entendía mucho de eso ya que la abogacía no era su fuerte, solo leyó lo más importante como las horas de trabajo estipuladas y no le pareció nada mal, por lo que depositó su firma al pie de la página.

-Kouta va a mostrarle su oficina, y le estoy por mandar un mail con todas sus asignaturas pendientes para mañana, la quiero aquí a las 6¿De acuerdo?

-¿A las 6? Pero si dice que el horario máximo es de 12 horas…

-Si es que trabajará hasta las 18 –dibujó una tenue sonrisa algo ¿Maquiavélica¡Eso no era justo! A las 7 tenía que entrar en la facultad- ¿Algún problema?

-En absoluto, me parece perfecto.

Y cada uno volvió a sus respectivos hogares después de saludarse.


Les gusto? Voy a admitir qe el segundo capítulo me pareció mejor pero no quise rebuscar tanto el prólogo! Por lo que me decidí en subirlo así n.n espero que haya sido de su agrado y que puedan dejarme algún REVIEW, de verdad alientan mucho a seguir escribiendo. Prometo subir el siguiente capi lo más pronto posible.

Sayonara!

Florencia.

Luciferangel muchissimas gracias por ayudarme siempre y en todo, sabes qe sos demasiiado nenaa!