Se podría decir que la vida de Marinette es bastante típica. Porque ella va al colegio, tiene amistades y también debe convivir con su madre. Básicamente: estudia y sobrevivive día a día. Al igual que cada persona, ¿no?

Pero... no todo es tan normal. Por extraño que parezca: todos sus mejores amigos han sentido atracción por ella, todos se han enamorado. A excepción de uno, su actual mejor amigo: Adrien.

Pero ya hablaremos de ello.

Marinette cursa primero medio, ella tiene catorce años y no se lleva del todo bien con sus compañeros, mucho menos con sus compañeras. Sus mejores amigos son de cursos superiores.

Nathaniel por ejemplo es un año mayor, por lo que está en segundo medio. Adrien es dos años mayor, está en tercero medio. Y finalmente, Luka que es tres años mayor y se encuentra en su último año de educación escolar.

¿Cómo es que Marinette los conoció? Es lógico que se conocieron en el colegio, pero las historias de cómo se conocieron todos ellos se dirá más adelante, iremos poco a poco.

Durante toda la semana en la clase de Marinette estuvieron concentrados en el pronóstico del tiempo. ¿Por qué? Porque la profesora había decidido que tendrían una actividad en la cual tendrían que dar el pronóstico del tiempo como si se encontrarán en televisión, dos compañeras competían y a la que le fuera mejor ganaría puntos extra.

Eligieron a dos personas que tuvieran notas muy bajas en la materia.

Chloé y Sabrina.

Chloé era una chica engreída, de las que piensan que son mejores que todo el mundo. Incluso pensaba que cantaba bien, pero no era así. En los recreos era insoportable escucharla cantar. Era casi tan molesta como Valentina, que tenía un carácter similar.

Sabrina era una chica tímida, pocos la notaban porque ella permitía que fuera así. No le gustaba hacerse notar.

—Esta semana estará todo soleado —fue lo que dijo Ssbrina. Marinette le sonrió, no eran amigas pero siempre era bueno demostrar algo de amistad, un detalle puede marcar la diferencia.

—Yo digo que está semana estará demasiado soleado. Perfecto como para ir a la playa y tomarse selfies —Chloé intentó bromear, pero nadie rió de sus chistes.

A la hora de salida, Marinette se juntó con su grupo de amigos. Normalmente se reunía un rato con Nathaniel y Luka. Nunca podía estar presente Adrien, porque a ellos no les agradaba, lo consideraban alguien muy infantil e inmaduro. Aunque eso no encajaba con lo que la azabache pensaba, puesto que... sus otros amigos también eran así. Había algo más.

—Yo estoy componiendo otra canción, la banda y yo estamos con todo —comentó Nath.

Nathaniel tenía una banda, él tocaba la guitarra, componía y escribía sus propias canciones. Solo que no sabía cantar, por lo que estaba yendo a clases desde principio de año.

Era un joven muy talentoso.

—¡Eso es increíble! —exclamó Marinette. La pequeña azabache era la alegría del grupo, ella siempre apoyaba a sus amigos y los hacía sonreír, era como una chispa que nunca se apagaba, que nunca dejaba de brillar.

—Gracias, hermana —le sonrió él.

¿Hermana? Sí. Ambos eran amigos desde los diez años, se querían de un modo muy especial, no eran amigos, tampoco mejores amigos... ¡eran hermanos del alma!

—Por favor no empiecen con sus cosas de hermanos, de por sí mi hermana mayor está en sus días y suficiente tengo con que ella me esté abrazando todo el día —Luka se cruzó de brazos, cada vez que hablaba de su hermana se molestaba.

Luka siempre había vivido con una gran familia, tenía cinco hermanos y él era uno de los del medio. Pero como sucede con toda familia: poco a poco se fueron separando. En su hogar solo vivían su hermana mayor y él.

Pero su hermana se iría pronto, porque estaba por casarse. Y eso tenía de mal humor a Luka. Quien por cierto: era él padre de Nathaniel y Marinette. ¿Por qué? Porque era un consejero para ambos, pero también era un abuelito bromista.

—Deberías disfrutar a Carla durante el tiempo que te queda —aconsejó la chica.

—¿Disfrutar? ¡si ella es la que se quiere ir! —Luka se cruzó de brazos de modo molesto.

—¡Se va a casar! —exclamó Marinette con cara de pocos amigos. ¿Por qué no podía estar feliz por su hermana?

Normalmente todas las mujeres sueñan con el día de su boda. Ya saben: conocer al chico perfecto, casarse, tener muchos hijos y... "ser felices por siempre". Bueno... casi todas las mujeres aspiran aquello. Marinette no, ella no quería ser madre jamás.

—¡Ese tipo no la merece! ¡es un idiota! Si pudiera le hubiera tirado un ratón en la ropa.

—¿Y qué te detuvo? —preguntó Nathaniel con gracia.

—No encontré ningún ratón.

—¡Ustedes son imposibles! —los regañó la azabache, como si en esa particular familia ella fuese la madre. Cosa que claramente no era.

En eso pudo divisar a Adrien. Sonrió al ver a su mejor amigo, pero se sintió un poco mal al estar con sus otros amigos. No podía dejarlos solos.

—Anda, ve con él —Nath colocó su mano en el hombro de su hermana —. Nosotros podemos vernos más tarde, quizás en el parque. ¿Les parece?

—Si Carla no me pone los pelos de punta por mí está bien.

—¡Los veo luego!

Marinette salió corriendo para juntarse con su mejor amigo. En eso, los otros dos se observaron y negaron con la cabeza al mismo tiempo, era increíble.

—¿Hasta cuándo crees que dure eso de que son mejores amigos? —preguntó Luka mientras negaba con su cabeza de modo divertido.

—Hasta que alguno de esos idiotas se de cuenta de sus sentimientos —Nathaniel negó con su cabeza con enojo —. Te juro que si la hace sufrir, no respondo de mí.

—Ella no es una niña, tener un corazón roto forma parte de la vida.

—Lo sé. Pero... es mi hermana. ¿No recuerdas cuánto sufrió con Miguel? —Nathaniel se acercó a ellos lentamente y un tanto alejado observó como Adrien le daba un gran abrazo a su hermana. Aquellos abrazos en los que le acariciaba la espalda.

—Creo que tú deberías dar el primer paso.

—No digas tonterías.

Adrien y Marinette se habían saludado y comenzaron a hablar de su día escolar. Ninguno de los dos tenían alguna tarea, solo habían tenido días raros.

—Se supone que Nino y yo nos juntaremos el fin de semana. Por ahora solo tengo en mente jugar Pokémon Go. ¿Qué hay de ti?

Ambos amigos se encontraban caminando por el parque. En ocasiones iban a la casa de Adrien, pero como tenía hermanos también era algo incómodo. Su hermana por ejemplo los emparejaba. Y cuando su hermano vivía ahí... también lo hacía e intentaba secuestrar a la azabache. Se llevaban bien, solo que sus personalidades eran muy diferentes.

Marinette vivía sola con su madre y sus mascotas, tenía un perrito y un gatito enorme. Su madre trabajaba día y noche con tal de pagar sus estudios. Es que... la tenían matriculada en un colegio muy caro, porque era uno de los más prestigiosos. Por eso querían tenerla ahí. Porque así tendría mejores posibilidades para ingresar a una buena Universidad.

Aunque a Marinette no le gustaba, odiaba ese colegio, se sentía fuera de lugar, pérdida entre tantos alumnos.

—¡Un Pikachu! Deberías sacar tú celular y capturar algo. ¡Ah! Y de provecho enviarme algún regalo —sonrió Adrien.

Estaban cerca de un parque, la muchacha tenía la idea de columpiarse un rato.

—¡Iré a los columpios! —no le dio tiempo de responder a Adrien y corrió a los columpios. Se sentó en uno y comenzó a columpiarse con todas sus fuerzas. No podía evitar reír y gritar, los columpios le fascinaban.

—¡Esto es genial! —Adrien también se estaba columpiando, sonreía como un niño.

—¿No deberías estar jugando Pokémon Go?

—Hay un mundo fuera de las pantallas —respondió él sonriendo —. Además, es lindo estar contigo. Eres mi mejor amiga. Y... ¡te ganaré! —exclamó comenzando a columpiarse más rápido.

—¡Eso ni lo sueñes! —Marinette hacia lo mismo.

Y de modo involuntario comenzaron una batalla de columpios, para ver quien llegaba más alto. La meta era llegar "a la luna". Aunque estaba más que claro que ninguno lo conseguiría, solo estaban jugando como dos niños.

—¡Mira esto! —de un momento a otro, Adrien dio un salto y cayó de pie. Fue un salto perfecto.

—¡Por Dios, eso fue asombroso! —exclamó Marinette consiguiendo que su amigo se riera.

Adrien adoraba a Marinette. ¿Por qué? Porque era una chica de catorce años que parecía una niña aún más pequeña. Era tierna, dulce, simpática, divertida y poseía un lado infantil que pocas personas tenían. Ella era tan inmadura como él. Incluso despertaba en él un instinto protector, la veía como una hermanita o incluso... como una hijita.

Le gustaba estar con ella y ser capaz de hablar de cualquier cosa. Era una sensación fantástica. Y enseñarle cosas era muy bonito. También ver como se emocionaba por las cosas más simples. Era su niña. Y le encantaba cuidarla, pasar tiempo juntos.

—¡Ahora salta tú! —le gritó Adrien.

—¡¿Qué?! ¡estás loco! ¡podría caer y romperme algún hueso! —respondió espantada.

—Yo estaré aquí para atraparte —Adrien abrió sus brazos para demostrar su punto. Marinette de todas formas se mostró renuente —. Anda, no pasará nada. Te lo prometo.

—¿Prometes que me atraparas? —en su tono de voz se notaba el miedo presente en la muchacha.

—Lo prometo. O sino dejaré de llamarme Adrien —aseguró él.

Marinette saltó con todo el miedo del mundo. Pero tal y como Adrien lo había prometido, la atrapó en sus brazos. Gracias al golpe tan repentino, él retrocedió un poco, por lo que la afirmó con más fuerza.

Pudo sentir como su amiga tiritaba entre sus brazos, estaba asustada.

—¡Te dije que te atraparía! —intentó hacerla sentir mejor, calmarla de algún modo.

—¡Pero me dio miedo! —lo retó ella.

—Nunca te pasará nada mientras estés conmigo, te lo prometo —entonces la bajó de sus brazos. Ella se fue un poco para atrás, pero él la afirmó con fuerza —. ¿Estuviste bebiendo? —bromeó él.

—¡Jaja! Muy gracioso —respondió ella con completo sarcasmo —. Sabes que yo no bebo como tú a-bue-li-to —exclamó con sorna.

¿Por qué le decía "Abuelito"? Simplemente porque es un chico mayor, es protector y... a ella le gusta poner ese tipo de apodos extraños. Todos sus amigos tenían un apodo familiar, como habrán notado.

Nathaniel es él Hermano. Luka es su Papi. Y Adrien es el abuelito.

Muy original, ¿no lo creen?

—Algún día beberas y estoy seguro de que te gustará —Adrien sonrió con sorna.

—¡Eres un buen ejemplo, eh! —se burló ella.

—Anda, mejor cuéntame de tú día.

—¿Qué te puedo decir? En clase tenemos una competición por el clima, mañana tenemos que votar por nuestra chica favorita. Es entre Chloé y Sabrina —explicó Marinette. Adrien solo asintió escuchando —. Pero Chloé amenazó que si no votamos por ella va a subir fotos feas de todos nosotros, ya sabes, sus típicas mentiras.

—Esa chica es tan molesta. Algún día alguien tendrá que darle su merecido.

—¿Sabes algo? Me gustaría poder participar en lo del clima, pero como tengo buenas notas no pude. No sé, me gustaría decir que va a nevar... ¡y estar en el hielo!

Adrien pensó un poco en las palabras de su amiga y una idea llegó a su mente enseguida. Ninguno de ellos debía volver a casa aún y no tenían ninguna tarea pendiente. ¿Por qué no hacer alguna tontería?

—Dilo —dijo Adrien llamando la atención de su amiga.

—¿Qué diga qué cosa? —preguntó sin comprender.

—Que va a nevar —respondió como si fuera lo más obvio del mundo.

—Pero eso no pasará. ¡No digas tonterías!

—¿Estás segura? —preguntó él con una mirada pícara. Marinette no pudo evitar sonreír. ¡Conocía esa sonrisa! Significaba que algo estaba planeando.

—¡Va a nevar! —gritó de modo alegre.

—¡Claro que lo hará! —gritó él también.

Adrien la tomó de la mano y ambos chicos comenzaron a correr a toda velocidad. Corrían y reían, parecían dos locos de remate. Y quizás, eran dos locos. Pero así se sentían del todo felices. ¿Qué daño estaban haciendo?

Luka y Nath se encontraban en el parque al que iban siempre los tres amigos, era su lugar de reuniones. ¿Por qué un parque? Porque una de las curiosidades más geniales del mundo era que los tres vivían en el mismo pasaje, entonces tenían muchas oportunidades para juntarse.

—Siento que no vendrá... —Nath suspiró con resignación.

—¿Tiene algo de malo? Sabemos que Marinette nos quiere mucho, ella también se puede juntar con él. De todas formas, son amigos.

—Y es mi hermana, también tú hija... —le recordó Nath.

—Supongo que es parte de crecer. ¿No recuerdas cuando salías con Dayana? Nosotros nos quedábamos solos, ella tampoco estaba feliz.

—¿Ah, no? —Nathaniel parecía interesado.

—Ambos sabíamos que ella no era una buena persona, nos preocupamos por ti. Más cuando supimos que...

—¡Basta! —justo en aquél momento Nath sintió como su celular daba una fuerte vibración. Pensó que sería un mensaje de su hermana, pero no se trataba de eso. Sí era su hermana, pero era una foto de Instagram.

La vio y su ceño se frunció de inmediato. ¡Claro que estaba con él! ¿qué más podía estar haciendo?

—¿Sabes algo? ¡me voy! —Nath se fue con tanta rabia que no se dio cuenta de que había dejado su celular en la banca donde segundos atrás había estado sentado.

—¿Qué le habrá pasado...? —tomó el teléfono entre sus manos y vio que era una foto de Marinette y Adrien. Asintió al comprender —. Ay, Nath. Si no te apuras perderás... —susurró con nostalgia. Hubo un tiempo en el que a él le gustaba Marinette, pero al saber que su mejor amigo también amaba a la chica simplemente la dejó ir. ¿Habría hecho bien?

Adrien había llevado a su amiga a patinar en hielo, era lo más cercano a nieve que había encontrado. Marinette al principio sintió miedo, pero él supo convencerla.

Ambos se encontraban patinando en el hielo, tomados de las manos. Él la guiaba, era muy bueno en esto.

—Pensé que serías mejor en esto, después de todo te he visto patinar —se burló el rubio.

—Patines de cuatro ruedas, Adrien —se defendió ella un tanto ofendida —. Es muy distinto, aquí no hay tanta seguridad. Y hablando del tema, ¿cómo es que tú eres tan bueno?

—Antes solía acompañar a mi hermana, ella me enseñó —respondió sonriente —. Sabes lo unidos que somos.

Siguieron patinando. Adrien no soltó a Marinette en ningún momento, era una sensación de protección realmente agradable. Ella estaba más que agradecida.

—¡Debemos tomar una foto de recuerdo! Nuestra primera vez patinando juntos —exclamó la azabachecon una sonrisa de oreja a oreja.

—Buena idea —Adrien estaba acostumbrado a tomarse fotos con Marinette. Ella era de esas personas que adoraban las fotos.

Adrien se colocó al lado de su amiga y sonrió de oreja a oreja. Marinette también sonrió. Y estando muy cerca uno del otro, finalmente tomaron la foto. La cual, la chica publicó en su Instagram.

Se despidieron después de unas dos horas. Adrien le dio un consejo antes de separarse por completo.

—No tengas miedo de lo que te diga Chloé. No importan las amenazas, tú solo vota por la persona que creas correcta.

Una vez que llegó a su casa, estaba dispuesta a dejarse caer en su cama, estaba realmente cansada. Pero detrás de ella se topó con Nathaniel.

—Si ibas a cancelar la salida del parque, debiste habernos avisado —le recriminó él.

—Lo lamentó, tuve que salir con Adrien. Quise avisarles, pero sé que no se llevan bien.

—¿Prefieres a un amigo que a tu hermano?

—¿Perdón? —la azabache no podía creer lo que estaba pasando. ¿Nath le estaba haciendo un ataque de celos?

—Creo que me escuchaste perfectamente —le acusó con tono enfadado. Es que estaba sentido.

Nath se retiró, Marinette lo llamaba e intentaba ir detrás de él. Pero llegó al punto de cerrarle la puerta en la cara. ¡Fue demasiado!

Ella entró corriendo a su casa y se encerró en su habitación secando sus lágrimas. Quería llamarlo, pero... ¿qué podría decirle? Ambos eran sus amigos, no podía elegir solo a uno. Eso era injusto, bastante cruel.

—Por eso digo que tener amigos hombres es difícil —susurró dejándose caer en su cama.

Todos sus amigos eran hombres, no había ni una sola chica que le cayera bien o que pudiera considerar una amiga. Es que... de por sí las chicas la ignoraban, entonces, ¿cómo hacer una amiga? Era una idea bastante difícil.

Al día siguiente, cuando fueron las votaciones la ganadora fue Sabrina. Chloé se sintió tan enfadada, aunque su enfado aumentó cuando su amenaza de las fotos resultó ser falsa, todos se rieron de ella y de sus mentiras.

En el recreo Marinette no pudo evitar contarle todo lo acontecido a Adrien.

—¡Ganó Sabeina! —exclamó un tanto feliz. No es que fuera una buena noticia, es solo que... con tal de que Chloé no gane, todo es bueno.

—Te dije que nadie le hace caso a las chicas pesadas —ambos chocaron sus puños a modo de celebración —. ¿Quieres salir para celebrar? —propuso.

Marinette iba a responder de modo afirmativo, pero cuando vio como Nath intentaba correr al verla supo que no podía, que tenía otros asuntos que arreglar.

—Sabes que me encanta estar contigo, pero hoy no puedo. ¡Lo siento tanto! —habló del modo más apresurado posible.

El rostro de Adrien se transformó en una mueca de confusión al ver como su amiga se iba corriendo. Normalmente ella aceptaba sus invitaciones de modo automático. Pero está vez... no fue así.

Sintió un tipo de ardor en el pecho, era una sensación bastante desagradable. Aunque la asoció con hambre.

Claro que cuando vio que Marinette se había ido con sus otros amigos... se sintió un poco celoso.

—Ellos... —susurró con rabia.

—¡Nath! De verdad lo siento mucho, la próxima vez si tengo un compromiso lo recordaré. ¡Es que fue algo sorpresivo! Yo...

—Marinette, de verdad no tienes que disculparte —la cortó Luka —. Lo del parque jamás fue un compromiso, simplemente tuviste cosas que hacer y lo comprendemos.

—¿O no, Nath? —le dio un fuerte empujón al bajito pelirrojo.

—Claro —respondió a regañadientes.

—¡Genial! Porque tuve una idea asombrosa para que todo esto quede en el olvido. ¿Pizza en mi casa está noche? —ofreció con tono pícaro, siempre era así.

—Solo si los tres vamos de compras —aceptó Luka.

—¿Seremos solo los tres? —preguntó Nath.

—Sí. Seremos solo los tres —ella comprendía que se refería a Adrien, y aunque le dolía tener que dejarlo de lado... lo aceptaba.

—¡Entonces iremos de compras! —Nath abrazó a sus dos amigos y sonrió. Los tres rieron. Luka intentaba separarse porque la escena se le hacía muy gay.

—Amigo, no tienes que observar todo eso. Sabes que ella te quiere —le aconsejaba Nino a un muy cabizbajo Adrien.

—Lo sé. Mejor sigamos caminando —y de ese modo ambos salieron del Instituto.