Aclaraciones: Los personajes de Bleach pertenecen a Tite Kubo, yo solo hago esto con el fin de entretener, absolutamente nada lucrativo. Absténganse de plagiar, por favor, o le diré a Ryuk -_- Habrá escenas algo oscuras pero también situaciones divertidas.
Ahora sí, no interrumpo más, ¡al fic!
.
Capítulo 1: Esa chica demonio
"Nos provoca un enorme pavor todo lo que no podemos ver…
Y respetamos con reverencia todo lo que no podemos explicar."
.
.
Precisamente todo tuvo que pasar el 15 de julio; mi cumpleaños.
Aquella mañana no tenía por qué haber sido diferente de las demás. Desayuné con Yuzu y Karin; mis hermanas, y también con mi revoltoso padre. Salí temprano porque tenía que ir al trabajo de verano. Me despedí con un simple maldito "vuelvo luego". De haberlo sabido antes, probablemente les habría dicho cuanto los quería… no, de haberlo sabido antes no me hubiera ido de casa aquél día.
Parecía que la mañana iba a estar soleada, pero cuando salí de mi trabajo a eso de las seis de la tarde, las nubes grises empezaron a cubrir Karakura y el viento comenzó a soplar.
Jamás imaginé que esa tormenta sería el inicio de mi infierno.
Llegué a casa y vi la puerta abierta. Me alarmé de inmediato, mi corazón empezó a palpitar furiosamente haciendo que mi pecho doliera. Tenía miedo, algo había pasado, lo presentía.
Cuando entré al recibidor algunas cosas estaban tiradas. El arreglo de flores que Yuzu ponía siempre en la mesa de centro estaba deshecho, un jarrón de barro estaba hecho pedazos en el piso… caminé con lentitud, sintiendo que poco a poco la respiración me faltaba. Y entré a la cocina… y fue ahí donde perdí mi vida, mi control, mis días normales. Ahí fue donde me perdí a mí mismo.
Papá estaba tirado sobre un charco de sangre… SU charco de sangre. Su abdomen estaba perforado y tenía toda la bata de doctor llena de sangre.
Al verlo, los ojos se me quedaron inmóviles, duros. No podía creerlo. Papá muerto, ¡muerto!
No pude moverme siquiera un maldito centímetro, estaba paralizado por el miedo. No podía ser que papá estuviera muerto, era papá, ¡era Kurosaki Isshin! ¡Por Dios! ¿Qué mierda había sucedido? Estaba desesperado. Quería moverme pero mis piernas y pies estaban hechos unas auténticas estatuas. Intenté voltear para no verlo, para quitar su imagen de mi mente… y gran error. Había dos cadáveres junto a la alacena. Mis hermanas. Descuartizadas. Hechas pedazos rojos. Sangre. Miembros.
Mi fuerza se fue al demonio. Me vine abajo, caí de rodillas al suelo, lánguido, mientras veía aquella sangrienta escena de pesadilla. Mis ojos estaban abiertos a su máxima expresión, sin poder voltear a otra parte, sin poder cerrarse, pero daba igual… de todos modos, de haberlos podido cerrar, de igual manera aquellas imágenes las vería dentro de mi cabeza porque estaban grabadas en piedra, eran imborrables y eran las que me atormentaban en mis noches oscuras, en mis noches de pesadillas.
A partir de ese día conocí el insomnio.
La psicóloga que me tenía bajo su cuidado mientras la policía investigaba el caso dijo que había durado tres días en shock, sin moverme, sin hablar y con los ojos abiertos y fijos.
Este día la policía dejó que me fuera a casa. Me recomendaron que me quedara en algún hotel o en casa de algún amigo para mi salud mental, pero no quiero eso, no quiero hablar con nadie, no quiero que nadie me consuele, no quiero dejar de sentir esta desesperación, este odio, esta furia, porque sentir eso me hace recordar lo que pasó, me hace recordar que haría todo, absolutamente todo por hacer que quien hubiera hecho eso a mi familia, pagara con su vida.
Quería vengarme.
Sí. Quiero matar a todo aquél que haya estado involucrado en el asesinato de mi familia, quiero matarlos de una forma peor, de la forma más dolorosa, así tal vez, solo tal vez, esta furia y este profundo vacío puedan aminorar un poco, con que aminoren un poco me daría por bien servido. Porque me siento mal, terrible, me siento lo peor del mundo, una basura, un ser débil que no pudo hacer nada por proteger lo que más quería, ni siquiera necesitaba ese maldito trabajo, solo lo había tomado para estar algún tiempo fuera de casa.
Me odio. Soy terrible, soy un parásito. Solo quiero encontrar a esas personas que me hicieron daño, quiero hacerlos pagar, quiero golpearlos hasta la muerte…
Lo único que quiero es que este dolor pare un poco. Solo un poco.
Porque este dolor me tiene tirado, me deja sin respirar por momentos… ahora solo quiero dormir, solo quiero intentar imaginar que nada pasó, que todo está normal.
Me dejé caer sobre la cama y pensé por un tiempo, con los ojos cerrados. De repente, todo se puso negro, no supe en qué momento me quedé dormido.
"Hey"
"Hey, Ichigo…"
Escuché algo. Me desperté de golpe, asustado, hiperventilando. Alguien habló, una voz susurrante… una voz de una chica. Una voz lejana y con eco, era fría, seria. No, solo es mi imaginación.
"Estoy aquí, Ichigo."
¡Otra vez!
Me levanté a la mitad inmediatamente. El sonido parecía provenir de la ventana así que me asomé, estaba todo oscuro pero alcancé a distinguir una sombra entre los arbustos largos. El viento los mecía. Era una persona vestida de negro, parecía traer una túnica o algo así, pues el vuelo se movía con el aire. Era pequeña, no podía ver su rostro desde el segundo piso, pero tenía el cabello oscuro y corto…
Abrí la ventana enseguida.
— ¿Karin? –la llamé. Podía ser que estuviera alucinando, la psicóloga me lo advirtió.
De repente, la luz cálida que alumbraba mi habitación se apagó como si alguien le hubiera soplado fuertemente. Volví mi rostro hacia el buró donde había colocado esa vela blanca para papá y mis hermanas junto a sus respectivos portarretratos.
Me bajé de la cama y caminé hacia el buró para ver la vela y encenderla de nuevo.
— Lo siento –exclamó una voz fría a mis espaldas perteneciente a una chica.
— ¡AH! –grité asustado y volviéndome hacia atrás de un salto.
Allí, sentada en mi cama, estaba esa chica que pensé que había imaginado parada en mi jardín. Tenía puesto lo que parecía ser un kimono negro, y llevaba unas calcetas blancas con unas extrañas sandalias. Su piel era de un blanco mortecino, muy pálido, y su cabello era corto y de color negro, tenía un mechón de cabello atravesado por la mitad del rostro. Y sus ojos estaban totalmente negros, sin blanco. No tenía expresión alguna en su rostro pálido y delicado.
Lo único que pude ser capaz de hacer, fue caerme de bruces contra el suelo, mirándola asombrado y con miedo.
— Lamento haber apagado tu vela –musitó nuevamente con su voz llena de tinieblas. –Cuando entré, creo que hice viento y la apagué sin querer –se explicó mirándome.
— ¿Qué… d-demonios e-eres tú? –inquirí a duras penas, apuntándola con mi dedo índice tembloroso. Yo estaba hecho de temblores en ese momento. Aquella chica no era humana, de eso estaba seguro, tenía un aura oscura, la habitación se sentía nauseabunda y peligrosa cuando ella entró, y su mirada vacía no mejoraba las cosas.
— Tú lo has dicho. Soy un demonio. Dime, ¿qué puedo hacer por ti? –me preguntó.
— ¿Qué? ¿Po…por mí?
— Sí. Escuché tu llamado. Dijiste: "Haría cualquier cosa con tal de vengarme". Y luego pensaste en cosas muy sangrientas, te imaginaste matando a unos hombres sin rostro. Y por eso estoy aquí, porque tú me llamaste.
— No… -negué con la cabeza –Yo no te llamé.
Ella rió con una sonrisa de medio lado, una sonrisa torcida y macabra.
— Haber, ¿cómo te lo explico? Cuando la gente normalmente experimenta situaciones negativas, tienden a atraer a ciertos demonios, los hay de distintos tipos; susurradores, posesivos… pero cuando una persona tiene una gran pena y está dispuesta incluso a dar su alma por conseguir un fin, entonces un tipo de demonios se presenta formalmente para ofrecerle a ese humano un contrato demoniaco. El cual es muy fácil, yo te ayudo a cumplir tu objetivo y al término de este, tú me das tu deliciosa alma –sonrió –. ¿Tenemos un trato?
Terminé de escucharla y la vi más detenidamente.
Después… me desmayé.
.
.
.
El trino de los pájaros me hizo volver a la realidad. Mi conciencia poco a poco empezó a despertar y me di cuenta de que había algunos pajarillos dentro de mi habitación por haber dejado la ventana abierta. La cerré completamente y luego me estiré, mis músculos dolían demasiado considerando la forma en la que me dormí en el suelo cuando esa chica apareció de la nada.
¡Ah, la chica!
Volteé para todas partes e incluso busqué patéticamente debajo de mi cama, pero no había nada. Estaba solo, completamente solo.
Había sido una pesadilla.
Mis tripas empezaron a rugir como un león y solo entonces caí en la cuenta de que no había comido nada desde ayer. Así que me apresuré a salir de mi cuarto y bajar los escalones con ritmo, pero en el último escalón me detuve.
Tenía que ir a la cocina. Y tenía hambre… pero no quería ir allí. Si iba, los recuerdos iban a salir, pero tarde o temprano tendría que enfrentarme a los recuerdos, y qué más daba si era más temprano que tarde. Además, la cocina ya estaba limpia según me dijeron los policías, pues habían mandado limpiar todo como un favor hacia mí.
Así que entré con algo de inseguridad, pero ni siquiera tuve tiempo de recordar a mi familia porque me quedé anonadado por todo lo que había en la mesa de la cocina donde Yuzu siempre me dejaba el almuerzo. Allí la mesa estaba completamente llena de platillos deliciosos, toda la comida estaba humeante, recién calientita, recién cocinada… los olores inundaron mi nariz y después de recorrer la mesa reparé en la silla ocupada en la que estaba una chica.
— Buenos días, Ichigo. El desayuno es el alimento más importante del día, así que come y fortalece esa alma tuya – ¡me dijo la chica de anoche! Parecía divertirse con mi cara desconfigurada. ¡¿Qué demonios hacía ella allí?! ¡Esto no puede estar pasando! ¡Estoy soñando! ¡Sigo durmiendo seguramente porque esto no puede ser posible! Esta chica de cuencas imposiblemente negras y vestida de kimono negro no puede existir, no puede estar allí como si nada sentada en mi comedor.
— ¿Q… Q… Q… Qu… qu… que… que…?
— Déjame completar tu oración: "¿Qué estás haciendo aquí?". Estaba preparándote el desayuno.
— ¡¿Qué clase de pesadilla es esta?! –grité desesperado al ver que ella me había hablado.
— No es ninguna maldita pesadilla. Es la realidad. Estoy aquí, contigo. ¿Ahora sí firmarás el contrato? Déjame decirte algunas ventajas… ¿Qué estás haciendo? –inquirió confundida al ver que yo estaba marcando algunas teclas del teléfono.
— Llamo a mi psicóloga para decirle que estoy teniendo alucinaciones –contesté poniéndome la bocina en el oído, escuchando cómo timbraba el teléfono — ¡WA! –grité al ver que mi teléfono se hacía cenizas grises en mi mano. – ¡¿Qué demonios le hiciste a mi teléfono?! ¡Esto no puede estar pasando! ¡Las alucinaciones son tan reales, no puedo creerlo!
— ¡No-Es-Ninguna-Maldita-ALUCINACIÓN! –vociferó ella con el rostro descompuesto en una mueca fúrica y se levantó, acercándose a mí y yo me alejé hasta que mi espalda topó con la pared. – ¿Cuándo vas a entenderlo, maldita sea? ¡Acéptalo, Kurosaki! Tu familia fue asesinada brutalmente y quieres venganza, ¿Quieres realizar tu venganza de una forma en la que puedas regresar el daño que te hicieron multiplicado por mil? Yo te puedo garantizar eso, te prometo que te protegeré y haré las cosas que tú no puedas o quieras hacer, yo haré el trabajo sucio, me mancharé las manos por ti, seré tu espada, tu escudo, te obedeceré porque tú serás mi amo y yo tu demonio sirviente, te prometo que cumpliré tus objetivos a cambio de que al final me des algo insignificante para los humanos, algo que no te sirve; tu pequeña, dulce, frágil y deliciosa alma.
La observé con los ojos abiertos, estaba asustado de ella, me decía todas esas cosas con su rostro cerca de mí, con sus cuencas totalmente negras y su piel mortecina.
— Entonces… eres un demonio –exclamé con voz susurrante.
— Ah, ya vamos progresando –sonrió y se acercó más a mí, yo la vi con horror, sus ojos completamente negros era algo que no quería tener que ver de cerca.
— ¿Por qué me vez así? –me preguntó al verme encogido y arreplegado contra la pared con tal de estar lejos de ella.
— Será porque me resultas horrenda, enanita.
— ¿Enanita? –ella frunció el ceño y, sin poder siquiera preverlo, ella me lanzó una patada a la cara que me hizo girar el rostro en unos 180°.
— ¡Ugh! ¡Oye! ¿Qué te pasa?
— Como vuelvas a decirme cosas diminutivas como enanita o pequeñita… ¡te mato!
— Bien, bien, comprendo. –musité sobándome la quijada.
— Creo que este aspecto que tengo no es el más correcto para intentar hacer que firmes el contrato.
— Vaya, hasta que te das cuenta. Y solo para aclarar, no me importa si te vistes como la mismísima Matsumoto Rangiku, no voy a vender mi alma al diablo –me senté en la silla y empecé a ver todo el banquete que esta demonio, o lo que sea que sea esta enana, cocinó para mí. Se veía todo delicioso, demasiado, y con la tripa rumbando mejor decidí comenzar a comer. Tomé un onigiri y empecé a degustarlo, sabía celestial.
— Ay, ¿por qué los humanos son tan tontos? Solo es una maldita alma, no tiene gran importancia, Ichigo –cuando volteé a verla ella no tenía más esas cuencas totalmente negras, sino que ahora sí tenía los ojos normales, por así decirlo. Su esclerótica era blanca y sus pupilas eran de un violeta medio claro.
— Te vez mejor así –hablé con la boca llena, intentando meterme un onigiri entero a la boca. Tenía mucha hambre por lo que sentía cómo el ácido quemaba mi estómago.
— Bien. Haz lo que quieras, Kurosaki Ichigo. Pronto firmarás ese contrato –me aseguró con una media sonrisa.
Hola! Pues de nuevo decidí adentrarme al fandom de Bleach con esta rara idea que se me vino a la mente.
Inspiración cortesía de: Seven Devils de Florence and the machine y Kuroshitsuji
Si les gustó y quieren continuación dejen review, es gratis! :D
De antemano, gracias por leer! Y gracias por dejar review!
