Senki Zesshou Symphogear no me pertenece, es de sus respectivos autores.
Era un primavera bastante particular, pese a que en las notician había anunciado que sería un día caluroso, era todo lo contrario, era un día con un clima agradable, ni frio ni calor, un día perfecto para ir a tomar algo con Kirika y Shirabe, o eso pensaba hasta que el "dúo dinámico" decidiera que el ultimo sábado de cada mes saldrían ellas dos solas.
Lo único que me quedaba hacer era estar sentada en el comedor de mi casa mientras tomaba el té con mi mamá.
-Mamá, ¿ahora que hago? –le pregunte a aquella mujer que permanecía en su silla de ruedas con una mirada neutra.
-Sal, conoce personas, has cosas que las chicas de tu edad hacen –hablo con cierto desinterés mientras se terminaba su taza de té negro.
-¿Y que se supone que hacen en Japón? Te recuerdo que hace poco que llegue aquí, antes di que aun recuerdo como hablar japonés –suspire y baje mi taza.
Originalmente yo nací en Inglaterra, pero cuando mamá nos adopto a Kirika, a Shirabe, y a mí, mamá me trajo a vivir junto con las dos pequeñas antes mencionadas en Japón, porque ni Kirika ni Shirabe sabían hablar ingles y mamá pensó que sería mejor que aprendiera japonés. Después de muchos años regrese a mi "tierra natal" en mi etapa de preparatoria, antes de entrar a la universidad decidí tomarme un pequeño descanso…uno que ha durado como dos años…
-Haber "cariño" ¿Qué hacen las chicas de VEINTIÚN años en Inglaterra?- sentí su molestia al mencionar mi edad. Sé que le molesta el hecho que aun no esté en la universidad, pero simplemente no me gusta ninguna carrera universitaria.
-Creo que salen, conocen gente y esas cosas –que quede claro que yo no tenía miedo, es solo respeto por la mujer que me ha mantenido durante años.
-Entonces eso hazlo y fuera de aquí, que me molesta que estés todo el día diciendo "Kirika, Shirabe ¿Por qué me han abandonado?" –eso dolió, pero es verdad, cuando esas dos no están me aburro y termino quejándome todo el día en mi habitación o en la sala o simplemente me quejo con mamá.
-Intentare no tomar eso como una ofensa –me levante de mi asiento y tome mi bolsa- ¿quieres que haga la cena cuando vuelva?
-Querida, terminaras haciendo la comida, ni siquiera llegaras tan tarde a la casa –sonrió con burla y yo solo fruncí el ceño.
-Gracias por la fe, querida mamá –puse los ojos en blanco y me encamine a la salida del comedor- nos vemos, te quiero.
-Lo mismo digo. ¡No olvides llevar tu chamarra!
Al salir de mi casa me dispuse a buscar con que entretenerme. Pase por el parque para ver si veía a alguien, pero recordé que no conocía a nadie: después fue el centro comercial, donde había montonales de ofertas, pero…las consecuencias de gastar el dinero en "pequeños" viajes termino por arruinar mi pequeña escapada al centro comercial; pensé en ir a ver a una película, pero no había ninguna interesante; estuve tentada a llamar a Kirika y a Shirabe para regañarlas por no invitarme a salir, pero desistí de esa idea.
Camine y camine por la ciudad sin rumbo, no conocía a nadie en la ciudad y por ende no sabía que lugares ir. Llegue al punto de pensar si debía regresar a la comodidad de mi cama o esperar al menos que fueran las dos de la tarde para regresar y ver la sonrisa de mamá diciéndome "te lo dije".
Con un suspiro me recargue en la pared de un local, mire al cielo con la esperanza de que el bajara un milagro o algo que me sacara de mi maldito aburrimiento.
Fue cuando el sonido de unas campanas me hicieron girar a mi lado derecho, al girar vi a un chico bastante peculiar ¿su cabello era naranja o amarillo o una combinación de ambos? aun no puedo describirlo del todo, su cabello tenía un estilo The Side-Crop Long-Top, un corte asimétrico más parecido a su variante Tupé. Los ojos ambarinos de aquel joven combinaban con su piel levemente bronceada.
Me pareció extraño que ese chico no dejara de sonreír como si fuera un niño, ¿será idiota o solo le gusta sonreír?
-Hola, ¿Cómo te llamas? –hablo con amabilidad.
-¿Por qué tendría que decirte mi nombre? –dije con algo de agresión en mi voz.
-Cierto, que maleducado soy –en vez de molestarse con mi tono de voz solo sonrió mas- me llamo Tachibana Hibiki, ¿y usted? –fue formal pero alegre.
-María –hable con cierta seriedad. No le revelaría mi nombre completo a un extraño.
-Es un placer conocerla, María-san –no sé si eran sus ojos o su actitud, pero de donde lo viera daba la impresión de ser un niño de alma- ¿gusta a tomar una taza de café?
-¿Disculpa? Si está buscando que salga con usted entonces debo decirle que…
-No es lo que cree –rio suavemente- es que la vimos llegar hace rato y nos parece injusto que en un día tan bonito no esté tomando una taza de café o algo parecido.
-¿Vimos? –lo mire confundida.
-Esa es otra historia, María-san, el punto es que si gusta puede pasar a tomar algo.
De donde lo viera, el chico solo hacía más que confundirme más.
Deje de verlo para posar mi mirada en el local donde estaba recargada…estaba recargada en una cafetería… ¿Qué tan distraída no estaría para no darme cuenta?
Por dentro del local las pocas personas que habían estaban platicando, otros en parejas, otros con familia, y otros solteros. El lugar se veía acogedor, lindo y clásico, un ambiente para relajarse y pensar. En lo que veía el hermoso lugar, una cabellera azul llamo mi atencion, con la mirada seguí aquella figura masculina. En ese momento no le pude ver la cara, solo veía su bien formada espalda que resaltaba en esa camisa blanca, fue entonces cuando giro y quede maravillada por la vista. Un cuerpo formado con ejercicio y trabajo duro, ni muy musculoso ni muy delgado, simplemente perfecto; unos ojos azul índigo hechizantes; una mirada penetrante y encantadora, seriedad y calma en perfecta armonía; su cabello azulado, corto con flequillo levemente levantado y desordenado le daban esa aura de sensualidad.
Simplemente me quede mirándolo mientras él le entregaba un pastel a una joven levemente sonrojada de cabello morado.
No supe que me dijo aquel chico, simplemente me tomo de la mano y me llevo al interior del local donde me dejo sentada en la barra.
-¿Qué le sirvo? –escuche su voz como si de un susurro se tratara. Mi mirada seguía aquel chico de cabellera azul y de nombre desconocido.
Ni me moleste en contestarle alguna de sus preguntas, simplemente me quede mirando aquel joven como si estuviera hechizada. El peliazul limpiaba con tanta gracia una mesa donde una joven familia había tomado su café y con una tenue sonrisa en sus labios, no parecía importarle que lo estuviera mirando ¿o seria que ya estaría acostumbrado a las miradas ajenas?
Simplemente asentía a cualquier cosa que digiera… ¿Hibiki era su nombre? No lo recuerdo bien, pero tampoco me importaba en ese momento.
Fue hasta que me toco el hombro que vi al chico de ojos ambarinos, el estaba sonriendo de una manera un tanto extraña.
-María-san, tengo que disculparme, me tengo que retirar, pero mi compañero se encargara de atenderla –soy buena leyendo a las personas, por eso se que su sonrisa estaba siendo camuflajeada por fingida preocupación.
-Está bien, no hay problema –le dije con cierta amabilidad. Si bien es cierto, aquel chico no era de mi total confianza, pero al menos estaba haciendo un esfuerzo por atenderme bien.
-Deje le traigo a mi compañero –se alejo de la barra, tomo al mismo joven que yo hace unos minutos estaba admirando y lo trajo casi a rastras hasta mi posición- María-san, el será su nuevo mesero –con una sonrisa le dio un leve golpe en las costillas al más alto- vamos, preséntate ¿o será que ya se te olvido como hablar?–le dijo con algo de burla.
-Mejor cállate, Tachibana –bufo levemente.
-Dejar de hacer berrinches y preséntate a la señorita.
Con un suspiro me miro con una suave sonrisa que interprete por una verdadera sonrisa- Kazanari Tsubasa, un placer en conocerla.
- María Cadenzavna Eve, el placer es todo mío –hable casi por inercia, ni siquiera me fije que le había dicho mi nombre completo.
-¿Por qué a él si le das tu nombre completo y a mí? –El ojiambar hizo un puchero y después sonrió- eso me pasa por no hacer tanto ejercicio como Tsubasa-san, las chicas siempre actúan así cuando están con él.
-Tachibana, me haces ver como…
-¿Un idiota? –Termino de decir el más bajo- ¿un pervertido sin remedio que solo busca mujeres?
-Tachibana…-si las miradas mataran, el que yo supongo que es menor ya estaría muerto y enterrado trece metros bajo tierra.
-Upsi, ¿lo dije mal? –Rio con brevedad mientras se iba alejando del peliazul- será mejor que me vaya antes de que me despidan o algo así.
-¿Tengo que recordarte que aun tienes trabajo? –el arqueo la ceja en signo de regaño.
-Chris-chan me va a cubrir –con un simple movimiento señalo a una chica largo cabello albino, no le vi la cara, solo logre ver su espalda.
-Te aprovechas de ella, ¿lo sabes?
-Me la debe –rio como un niño pequeño- me despido, si llego tarde, Miku se va a enojar. María-san, fue un placer conocerla, espero poder verla después –con una sonrisa inocente se fue del local.
-Pero que extraño es…-solo atine a verlo salir.
-¿Verdad que si? Pienso se cayó de la cuna cuando era bebe –la graciosa voz del nuevo mesero me hizo verlo- una disculpa por todo el espectáculo de hace rato, Tachibana puede ser muy extraño cuando se lo propone.
-Lo note, ningún joven me había arrastrado a un café sin antes fingir algo que no es –comente con el ceño levemente fruncido- el es algo…
-¿Particular? –Asentí ante su contestación- es un chico raro, pero es bueno, a su manera –lo vi sonreír con cierta paternidad.
-¿Son muy unidos? –indague curiosa por su sonrisa.
Que quede claro que María Cadenzavna Eve no es una mujer chismosa, solo soy una mujer informativa.
-Algo así, íbamos a la misma escuela, solo que hace unos meses me gradué y en el trabajo es el único lugar donde nos podemos ver –dijo con una leve sonrisa.
-Te entiendo, me pasa lo mismo con Kirika y Shirabe, ahora que están en la escuela no las veo mucho… -hable con cierta tristeza.
-Es triste, pero es parte de crecer, María-san.
-María, puedes decirme María –lo corregí- sigo sin acostumbrarme a los honoríficos.
-Disculpe pero…
Antes de que el terminara de hablar lo interrumpí- Por favor, Tsubasa, ¿puedes decirme María?
¿Seria correcto llamarlo por su nombre? Suena extraño que en mis pensamientos le diga "Tsubasa-san" o "Kazanari-san". Su cara decía que estaba algo incomodo, pero de alguna manera lo veía aliviado.
-Está bien, María –la forma en la que dijo mi nombre me hizo estremecerme- no es de Japón ¿verdad? –indago mientras se acomodaba en una silla al lado mío.
-Soy de Inglaterra, naci y me crie en Londres, viví aquí una temporada hasta que regrese a Londres para terminar mis estudios, hace unos meses volví aquí para ver a mamá, a Kirika y a Shirabe.
-Eso explica tu apellido y el porqué no te gustan los honoríficos. ¿Ya has recorrido la ciudad?
-No en verdad, hoy se supone que saldría con Kirika y Shirabe, pero se fueron sin mi –suspire y le sonreí de lado a Tsubasa- no conozco mas allá de mi cuadra.
-Entonces, ¿me permites enseñarte la ciudad? –me sugirió con una sonrisa cargada de galantería- para mi sería un honor enseñarte como ha cambiado la ciudad en estos tiempos.
-¿Disculpa? –Arque la ceja con duda- te lo advierto, si esta es un truco para salir contigo, entonces temo decirte que…
Antes de que pudiera terminar, su sonora risa me hizo detenerme- tranquila, María. Solo me ofrezco para darte un tour por la ciudad, no es nada de lo que estas pensando.
-¿Cómo sabes que estoy pensando?
-Solo es intuición, solo eso –esa sonrisa divertida no abandono su rostro ni un segundo- solo será una "excursión" nada fuera del otro mundo.
-¿Lo prometes? –ni siquiera sé porque lo estaba considerando en ese momento ¡el era un extraño! Bien podría ser un violador y yo como idiota voy y le hago caso.
-Lo prometo –se levanto del asiento- ahora, permíteme ofrecerte que tomar –tomo una carta de bebidas que se encontraba en la barra y me la entrego.
La vi por un momento, si le soy sincera, aun no he aprendido bien como leer Kanji, pero gracias a Dios había una pequeña inscripción en ingles que pude leer. Pero en verdad no entendía mucho a que se referían, el ingles aparte de ser americano estaba bastante revuelto y sin sentido alguno.
-No le entiendes ¿verdad?
-No mucho, sería más fácil si mejoraran el ingles tan malo que tienen en esta carta-hable con sinceridad y el rio.
-Tienes razón, aun debemos mejorar eso –con una sonrisa retiro el menú de mi mano- ¿quieres que te lo lea?
-Mejor sorpréndeme, si me vas a dar un tour, quiero empezar con las maravillosas bebidas que ofrece este país –le sugerí con una sonrisa parecida a la que él me había dado hace unos minutos.
-Espero no fallar en mi labor –se puso atrás de la barra y se dio la vuelta para poner a trabajar la máquina de café- ¿te parece si empezamos con el tour a las tres de la tarde?
Antes de responder vi el reloj de mi muñeca ¿ya eran las dos de la tarde? Que rápido paso el tiempo- no tengo problemas en esperarte una hora más.
-Entonces intentare terminar antes mi trabajo –con gracia se dio la vuelta y coloco una humeante taza de café enfrente de mí- listo su café, señorita Cadenzavna.
-Tsubasa…-lo vi con una mirada recriminatoria.
-No dijiste nada acerca de usar eso –sonrió con algo de burla.
-Pero que gracioso es, señor Kazanari –me cruce de brazos con fingida molestia.
Estaba segura que me contestaría con algun comentario sarcástico hasta que alguien lo interrumpió- senpai, te necesitan en la mesa 8 –esa era la voz de la chica que había mencionado Tachibana Hibiki.
-Enseguida voy, Yukine –la vio a ella y después a mi- por más que me gustaría ver tu reacción tomando café, me tengo que retirar momentáneamente, hare lo imposible para terminar mi trabajo antes, ¿está bien?
-Me parece bien, suerte –le sonreí con amabilidad y en lo que él se iba a la mesa donde lo necesitaban, yo tome un trago del café- sabe delicioso…-vi rápidamente a Tsubasa con una media sonrisa- …pero no tanto como lo que vislumbran mis ojos.
Y como el prometió, termino su trabajo rápidamente, tal parece que su tío había llegado y él lo supliría en el trabajo mientras Tsubasa atendía a su "cita". Agradezco saber controlar mis sonrojos, si no hubiera quedado como un tomate con esas palabras.
Antes de irnos del café él se cambio de ropa a una camiseta azul marino debajo de una ligera chamarra blanca y unos jeans oscuro.
No le quise decir nada, pero fuimos exactamente a los lugares donde yo había estado en la mañana, solo que fue diferente a mi experiencia en la mañana. Llegamos al centro comercial y por insistencia mía compre unos helados, uno para cada uno, no estábamos en una cita oficial por mas galantería que tuviera Tsubasa, no permitiría que el pagara cuando ni siquiera me dejo pagar el café. Estaba pensado ir al cine, pero como dije con anterioridad, no había ninguna película buena. Sentados en la plaza del centro comercial conversamos de nuestras vidas, supe mucho de él con una simple platica, como que le gusta cantar, maneja una motocicleta, estaba pensando en entrar a la universidad pero solo le faltaba juntar dinero y por eso trabajaba en el café, es hijo único, compitió en el club de atletismo en su preparatoria, y desde muy pequeño fue entrenado para manejar cualquier tipo de técnica con espada. A consecuencia de saber eso de él, yo le tuve que revelar datos de mi; como mi edad, cosa que se sorprendió y pensó que era más joven, ¡gracias cremas nocturnas!; mi historia con Kirika, Shirabe y mamá; mi deseo futuro de convertirme en modelo profesional, pero por miedo a lo que mamá digiera, "me quede" sin entrar a la universidad por ¿3 años?
Fuimos a algunos museos, donde me di a la oportunidad de conocer más sobre la cultura japonesa a través de mi guía turístico Kazanari Tsubasa.
En el parque nos sentamos en una banca cerca del área de juegos donde vimos a unos niños jugar, una pequeña niña rubia se le acerco a Tsubasa para pedirle la pelota que había caído en sus pies, solo atine a sonreír al ver esa escena, verlo así me causo ternura y me recordó cuando Kirika y Shirabe eran niñas y aun dependían de mi.
-Que quede claro que no me molesta que me mires, pero me gustaría saber la razón de tus pensamientos –su voz me hizo tambalearme un poco- ¿tan profundos son tus pensamientos que al momento de hablarte saltaste? –se burlo.
-No es eso es solo que…-desvié la mirada con algo de pena.
-Es solo que tenias tu mente en otra parte, lo entiendo –hablo comprensivo mientras veía con una sonrisa como la niña se alejaba de nuestra posición- ¿extrañas a alguien?
-¿Qué? –lo mire algo confundida.
Se giro para verme con una sincera sonrisa- tienes esa mirada desde hace media hora, una mirada de nostalgia y tristeza por alguien o algo.
-No es lo que parece es solo…-estaba punto de mentirle, de irme por la tangente, pero esa mirada tan penetrante me hizo decirle la verdad- extraño los días en los que Kirika y Shirabe eran niñas, dependían tanto de mí que me sentía su súper heroína, ahora solo me siento una persona más en su mundo –baje la mirada afligida, no era mentira, en verdad extrañaba a esas dos.
-María…-con un suave toque levanto mi barbilla haciendo que lo mirara directamente a esos ojos índigo- ellas siempre te necesitaran, ten lo por seguro.
-¿Y como sabes eso? Ellas salen solas…ya no me…
-María, yo no las conozco, ni tampoco he tenido hermano, lo más cercano a uno ha sido Tachibana, pero si se identificar cuando un amor es puro. Lo que tienes con esas chicas es hermoso, no debes desconfiar de sus sentimientos, ni de los tuyos.
-Yo no desconfió de lo que siento por ellas, es solo que…
-¿Te sientes desplazada? –Asentí ante sus palabras- se siente horrible ser desplazado. Pero ese no es tu caso, ¿has pensado que ahora no eres la superheroina de esas chicas?
-Infinidad de veces…-ante mi mirada afligida el sonrió comprensivo.
-Es que ya no eres la heroína de ellas dos –le iba a afirmar, pero me calló con su dedo en mis labios- ahora eres su idola, la persona en la que mas confían, si salen solas es porque quieren experimentar lo mismo que su idola, pero ellas siempre te necesitaran más que nada en este mundo- suavemente movió su pulgar contra mi labio, una suave caricia para mi afligida alma.
-Tsubasa…-hable entre un suspiro y un anhelo.
-Es bueno ser necesario para alguien, lo malo es cuando se es dependiente de una persona–musito con una calmada y serena voz.
-¿Es malo vivir dependiendo de alguien? –sin prisa, coloque mi mano en su mejilla.
El solamente cerró los ojos brevemente ante mi toque y los abrió lentamente- a mi no me molestaría ser dependiente de ti…
Nuestro labios se fueron acercando, poco a poco nuestras respiraciones chocaban, su fresco aroma inundaba mi nariz, estábamos a unos centímetros de juntar nuestro labios hasta que…
-Aun es muy temprano para esto…-tediosamente se alejo de nuestra cercanía y me sonrió con culpabilidad- lo lamento María…yo, no sé que me paso.
Les puedo jurar que estaba a punto de gritarle o molestarme, pero al ver en sus ojos el arrepentimiento, mi enojo se fue. Sus mejillas levemente sonrojaban lo delataban, estaba apenado por lo que iba a hacer. No hay que ser un genio para saber que Kazanari Tsubasa es un hombre japonés tradicional, al igual que yo se estaba dejando llevar por el impulso, un impulso que hubiera terminado en un delicioso beso, ¿pero quién lo cuenta?
-Entiendo, Tsubasa –volví a colocar mi mano en su mejilla y lo acerque para plantarle un beso en su mejilla- con eso debería bastar –al verlo no pude más que enternecerme al verlo tan sonrojado, me levante del banco donde estaba sentada y vi su cara llena de confusión y vergüenza- será mejor que me lleves a mi casa, es muy tarde y debo llegar a hacer la cena.
Antes de que él pudiera decir o hacer algo yo ya me estaba alejando de su posición.
Solo escuche de su boca "M-María, aun son las seis de la tarde, ¡oye, espera!"
Con una sonrisa en mis labios me encamine hasta mi casa con la compañía de Tsubasa, no hablamos mucho en realidad, fue más bien un silencio cómodo acompañado por la suave brisa de primavera. En ese momento le agradezco a mamá por obligarme a ponerme una chamarra antes de salir de la casa.
Se paso rápido el tiempo de nuestra caminata, ambos ya nos encontrábamos a unos pasos del barandal blanco de mi casa.
-Creo que es hora de irme –metió las manos en las bolsas de su chamarra y sonrió levemente.
-Antes de irte, ¿me contestarías una pregunta?
-Sera un placer.
-Antes de que Tachibana Hibiki me invitara a entrar al café, el menciono algo como "te vimos pasar" ¿Quién se refería al hablar en plural? –le pregunte curiosa.
-¿Eh? Eh pues no se –paso su mano izquierda por detrás de su cuello- Tachibana es una persona extraña no deberías…
-¿Eras tú, verdad? –Su mirada evasiva me lo confirmaba- Tsubasa, solo quiero la verdad- tome su barbilla entre mis dedos y lo hice mirarme.
Cuando me vio solo suspiro derrotado- si…era yo…
-¿Puedo saber la razón?
-Ahora no –en un gentil movimiento tomo mis manos entre las suyas- creo que tenemos espectadoras el día de hoy.
Al igual que él, dirigí mi mirada hacia la ventada del segundo piso de mi casa. Entonces fue cuando sonreí al ver solo la parte superior de una cabellera rubia y otra pelinegra, Kirika y Shirabe nos estaban vigilando.
-Tus espías personales son muy lindas –su voz me hizo verlo, el estaba sonriendo divertido pero sonrojado- ¿tendrán hambre o curiosidad?
-Puedo apostar que son ambas –retire mi mano derecha de sus manos y la coloque sobre su mejilla- ¿mañana me contaras él porque me estabas viendo?
-Sera un placer, ahora que es donde está tu casa, podre venir por ti mañana –mantuvo esa encantadora sonrisa en sus labios- aunque presiento que tus espías me van a interrogar sin razón alguna.
-Sera mejor que les demos algo que preguntar mañana –no lo deje contestar, mis labios ya se encontraban contra los suyos.
Solo tardo breves segundo para corresponder al beso, un suave y leve rose fue nuestro goce en esos escasos minutos, al momento de alejarme de él lo vi desconcertado, simplemente reí y bese su mejilla.
-Nos vemos mañana, Tsubasa –sin dejarlo contestar me adentre en mi casa.
No faltaba ser un genio para saber que Tsubasa está con una sonrisa tonta como yo en esos momentos, ese beso, aunque corto, fue electrizante, al punto de querer lanzarme sobre él para proclamar esos labios de nueva cuenta.
Ni me importo las miradas expectantes de Kirika y Shirabe que esperaban respuestas, o la inquisidora de mi madre al ver mi sonrisa. Simplemente les conteste "ya tengo donde tomar el café el último sábado de cada mes"
-Recapitulando… ¿me soñaste como un hombre porque…?
-No lo sé Tsubasa, tal vez me cayo de peso la comida…
-Ya veo…
Aquella plática era sostenida por dos de las mejores cantantes de Japón, Kazanari Tsubasa y María Cadenzavna Eve. Ambas mujeres se encontraban descansando en su cómodo sofá mientras veían el noticiero matutino.
No estaba en los planes de la Cadenzavna contarle a su pareja su extraño sueño, no le parecía relevante, pero la curiosidad la carcomía, quería saber como la menor tomaría su raro sueño.
-¿Estas molesta? –indago la pelirrosa algo inquieta. Había notado a su pareja un poco tensa desde que comenzó a narrarle aquel sueño.
-No estoy molesta…solo contrariada –hablo con falsa calma. Algo le preocupaba y era evidente.
-¿Contrariada? Eso es lo mismo, Tsubasa –la llamo, pues la menor había desviado la mirada sin vergüenza- mírame Tsubasa, dime que está pasando.
Con un suspiro se giro a verla con una mirada seria- Me preocupa que sueñes eso…
-¿Por? Solo es un sueño, solo eso –hablo con la mayor calma del mundo. La mirada de la Kazanari la ponía nerviosa, pero no reflejaría esas emociones en esos momentos.
-Dicen que los sueños solo son la puerta para el deseo más profundo –bajo la cabeza- yo…bueno…
-Tsubasa…
-¿Te hubiera gustado que yo hubiera nacido hombre? –la vio con una triste mirada.
A la mayor le conmovió aquella mirada, tanto que empezaba a sentir como el corazón se le rompía en pedazos, no la gustaba verla así, ni cuando eran "enemigas" le gustaba causarle esa mirada- ¿Cómo puedes decir eso? Tsubasa, yo te amo como la luna a la tierra –en un gentil gesto le acaricio la mejilla.
-Pero tú sueño…
-Solo es eso, un sueño. Amo que seas mujer, amo todo de ti ¿lo entiendes? –en su voz no había mas que sinceridad.
-Yo…este…-las mejillas de la menor le comenzaron a arder, no le era habitual escuchar a Maria decir tal declaración. La siempre calculadora y algo tsundere Maria Cadenzavna Eve era más conocida por ser directa en lo que respectaba a las injusticias o la verdad, pero si se trataba de sus sentimientos era más tonta que la propia Tsubasa, por eso verla tan cariñosa ponía muy confundida a la Kazanari.
-Iré a preparar algo de café para terminar de ver el noticiero, vuelvo pronto –con un coqueto guiño se alejo de la menor para preparar lo prometido.
Los ojos índigo de Tsubasa la siguieron hasta la cocina, se sentía afortunada por tenerla en su vida, pero lo que no le cuadraba era ¿Por qué Maria había soñado eso? Rio por debajo y se puso a ver el noticiero, ni ella se imaginaria a Maria como chico… ¿o si?
Bien, sé que es un poco extraño el genderbender en este anime pero…bueno, me dieron muchas ganas de escribir un genderbender de este anime, mas con Tsubasa de chico n_nU
Ya saben: dudas, críticas o alguna cosa por favor no duden en comentarlo. Sus reviews alimentan la creatividad de cualquier escritor, asi que regalen aunque sea un review a cada historia que lean en sus hermosas vidas.
