Porque en estos días he estado de un humor muy azul.
Para Siirio porque ella lo inspiró, porque le quería escribir algo por Navidad, y en agradecimiento por la dedicatoria más hermosa del mundo:
Todo eso que te parece familiar es tuyo. Referencias a tu maravilloso trabajo, esos pedacitos de magia que me enamoran.
Nada de Harry Potter o los Merodeadores es mío.
Sirius esperaba lo que pasó, sabía que pasaría, pero en algún recóndito lugar de su viejo y agrietado corazón esperaba que Remus le esperara por siempre.
En esos últimos doce años tuvo muy presente le posibilidad de que Remus se volviera a enamorar, sabía que le habían hecho creer que fue Sirius el que delató a James y Lily, el que mató a Peter, sabía que lo odiaba y lo lloraba en partes iguales. Porque así era Remus, un tonto lobo enamorado.
Pero el día que lo vio con Tonks colgando de su brazo el mundo se le vino encima.
Sabía que no tenía ningún derecho de reclamarlo como suyo, aunque lo fuera. Sabía que Tonks jamás lo lastimaría, ni él a ella, pero…
Nada de eso estaba bien.
Remus le pertenecía, le perteneció ese día que se conocieron en el tren, cuando persiguieron al fantasma de Salazar Slytherin en su primer año, o el primer beso que se dieron en algún invernadero cuando aun no sabía que lo amaba y lo único que quería era conocer el sabor de un beso, le perteneció aun más en los peores momentos, en las transformaciones, peleando con cucarachas voladoras en la Casa de los Gritos, siendo rocas e islas al lado de un gramófono, besándose en la Sala Común…
Pero cuando lo reclamó enteramente suyo fue en el verano después de graduarse, con el viento dándoles de lleno en la cara en el auto de Lily, en una cabaña cerca de la playa, fumando marihuana en el muelle. Todo eso que no tiene con Tonks, todo eso que jamás compartirá con Tonks, porque no es de ella.
Pero también sabe que no tiene derecho.
No lo tiene porque lo abandonó, lo dejó a la merced del mundo, de la vida, y ella –la vida– se lo jodió, se encargó de partirle el corazón una y otra vez, en las tardes lluviosas, cuando se llevaba a algún tipo lindo al baño de un bar, cuando escuchaba a Paul McCartney cantar sobre el ayer. Y Sirius sabe que no tuvo oportunidad, no la tuvo. Cuando estuvo encerrado no tuvo oportunidad de hablarle, pero aún así sabe que fue su culpa. Y después de Askabán tampoco lo buscó.
No buscó la complicidad de adolescentes, no le buscó los labios y le comió la boca, no le atrapó las sonrisas y las convirtió en carcajadas, lo dejó hundirse solo.
Y puede que alguna vez se fumaran una cajetilla o tuvieran sexo, pero ya no hablaban hasta el amanecer, ni hacían el amor.
Y así se fue instalando Tonks, con su amabilidad y su olor dulce de chica. Y Sirius no lo vio al principio, pero cuando se dio cuenta ya era demasiado tarde. Había perdido a Remus.
Pero aún le quedaba el consuelo de su sangre en Tonks. Porque al final Remus había escogido una Black de ojos de humo, aunque sabía que no tenía nada que ver con eso.
Pero a veces, si se ponía muy atento podía a ver a Tonks flotando de felicidad y a Remus sonriéndole sin que el sentimiento le llegara a los ojos, o lo sorprendía viendo las fotos de su juventud y sabía que le suspiraba a él. Pero ya estaban muy rotos, muy muertos y muy jodidos para volver a intentarlo, para quitarle la ilusión a esa jovencita que cree que el amor lo vence todo.
Siempre pensó que serían Canuto y Lunático hasta el fin del tiempo, pero ahora, viendo al pequeño Teddy en los brazos del hombre que amó tanto, sabe que nada es para siempre. Ni siquiera el amor.
Si lo entienden algo pasen por el perfil de Siirio y lean sus Susurros Merodeadores, o mejor pásense por su LJ y léanlo todo.
