Advertencias: Esta historia puede contener OcC en los personajes, lenguaje un tanto soez y por lo pronto es todo. Flasback en cursivas.

DISCLAIMER: Ni Bleach ni sus personajes me pertenecen, son de Titte Kubo, yo solo los tomo prestados para dar rienda suelta a mi imaginación


Prólogo

Guerra, una palabra tan pequeña con un gran significado. Todo a su alrededor estaba en ruinas, aun no creía que alguien fuera capaz de causar tanta devastación solo por su ambición de poder, pero haría todo para acabar con la persona responsable. Lo haría por todos sus amigos que estaban peleando en distintos puntos del Palacio del Rey. Se concentró para encontrar la energía espiritual de todos ellos mientras corría por aquellas escaleras, uno por uno los fue encontrando, unos más débiles que otros, pero se detuvo abruptamente unas cuantas escalinatas antes de llegar a su objetivo, algo andaba mal. Giró todo su cuerpo para poder observar todo el Palacio, sus ojos se movían de un lado a otro, buscando sin encontrar lo que deseaba.

Orihime, quien había estado corriendo junto a él, se encontraba un par de escalones debajo y lo miraba expectante, conocía esa mirada y esa mueca de total preocupación. ― ¿Qué sucede, Kurosaki-kun? ―susurró apenas audible, no quería distraer al shinigami que aún estaba concentrado en su búsqueda.

No está, no la encuentro, no puedo hallarla ―Ichigo respondió más para sí que para ella. Inoue no necesito más que eso para saber a quién se refería, aunque ya lo sabía por el semblante del chico, así que ella también se concentró y trato de localizarla, pero no obtuvo nada, la energía espiritual de la chica no estaba en ningún lado, se había evaporado de la nada.

Sabía que llegarías primero que nadie, Ichigo Kurosaki, mi hijo nacido de la oscuridad. ―Se quedaron de piedra, no habían logrado llegar antes de que él despertara. Apretando sus puños, Ichigo avanzo los escalones que faltaban, seguido de Inoue, hasta quedar de frente a Yhwach, quien los miraba con esos asquerosos ojos que le daban náuseas y esa sonrisa cargada de cinismo y excesiva confianza, el muy maldito creía que ya había ganado―. No traes buena cara, Ichigo, ¿acaso se te perdió algo? Yo puedo encontrarla por ti. ―Esa afirmación lo hizo rabiar, entonces era él quien estaba detrás de la desaparición de Rukia.

¡Dime donde esta maldito! ―gritó con furia amenazante mientras desenvainaba sus dos zanpakuto y se colocaba en posición de ataque―, ¡si le haces algo, juró que te matare!

Inoue pasaba su mirada de Ichigo a Yhwach y viceversa, el autoproclamado Rey desafiaba a Kurosaki con la mirada y más que eso, la sonrisa malévola que mostraba claramente decía que tenía la seguridad de haber puesto al shinigami en jaque. Pero, ¿qué era lo que quería Yhwach teniendo a Rukia cautiva? Había escuchado de Urahara que el Rey Quincy estaba reclutando a 5 potenciales de guerra, ¿sería Rukia uno de esos 5? Se recrimino a si misma por preguntarse esas cosas, lo único importante ahora era saber la situación de la teniente o sino, tenía miedo de lo que le podría pasar a Ichigo sí perdía el juicio, no quería ni pensarlo.

Esa shinigami no es uno de mis juguetes para ganar la guerra, es mucho más que eso, ¿no es así Ichigo? ―Yhwach se había puesto de pie, sobresaltando a Orihime y haciendo que Kurosaki se pusiera más en alerta―. Gracias a ella, tú naciste en la oscuridad, es por eso que decidí devolverle el favor, ahora yo la iluminaré y la guiaré por el camino de la verdad.

¡Maldito! ―Ichigo ya no pudo soportarlo más y se abalanzo sobre el Rey empuñando sus dos zanpakuto pero antes de llegar lo suficientemente cerca, una flecha cayó frente a sus pies, haciéndolo saltar para alejarse del lugar donde había impactado ya que el suelo alrededor de la flecha se había congelado. Consternado dirigió su mirada hacia el lugar de donde la flecha había salido y sus ojos se abrieron aún más a causa de la sorpresa.

Caminando lentamente, una figura salía del rincón oscuro en el que se encontraba, el ruido del tacón de sus botas largas, unos centímetros arriba de sus rodillas, se escuchaba por el lugar, vestida con unos short cortos, una blusa que dejaba al descubierto su estómago, cuello alto pero con una pequeña abertura en el comienzo de sus pechos, nada revelador; una capa iniciaba a la altura de su cintura, ondeándose con cada paso que daba y en cada uno de sus brazos, antes de llegar a sus codos, comenzaban sus mangas largas, dejando al descubierto sus hombros y que aunque cubrían sus manos, eran amplias dejándole total movilidad. En su mano derecha sostenía un arco, pero en un abrir y cerrar de ojos se había transformado en una katana totalmente blanca, con un listón largo del mismo color que salía del final del mango.

Inoue no salía de su asombro, no podía creer lo que veía, así que esa era la razón por la cual no encontraban su presión espiritual, no es que hubiera desaparecido, sino era porque había cambiado por completo, el final solo pudo ahogar un grito al descubrir la gravedad del asunto. Su mirada se dirigió hacia el shinigami de cabellos naranja, quien estaba igual o peor que ella, parecía que hasta había dejado de respirar. Con esta nueva jugada de Yhwach, todo podría pasar.

Rukia… ―Su garganta le ardió con solo pronunciar su nombre, hace unos momentos tenía tanto miedo de que algo le hubiera pasado al no poder detectarla pero ahora no estaba mucho mejor. Frente a él se encontraba la chica, el mismo corto cabello negro, el mismo mechón cayendo sobre su rostro pero sus ojos, aquellos ojos violetas que múltiples de veces lo había visto con decisión, ese brillo que mostraban y que muchas veces le habían infundado confianza y valor para seguir peleando, había desaparecido.

No podía creerlo, no quería creerlo, una vez más le había fallado, otra vez no había podido protegerla, de nuevo, por su culpa, le estaban haciendo daño. La primera vez la sentenciaron a muerte por haberle dado el poder de proteger a su familia, y ahora la estaban manipulando justamente por la misma razón. El tiempo parecía haberse detenido, comenzaba a sentir esa opresión en su pecho, parecido a aquella vez cuando creyó que todos le habían dado la espalda, pero ahora era más fuerte, ni en sus peores pesadillas se imaginó dicho escenario.

Te presento a Rukia Kuchiki, mi nueva hija Quincy, renacida en la luz, nuestra Reyna. ―Estaba tan absorto que apenas y escucho lo que dijo Yhwach, y reacciono solo cuando observo como Rukia se dirigía corriendo hacia él dispuesta a atacarlo, pero él seguía sin moverse. Por su culpa, el destino de Rukia había cambiado por completo.

Se despertó sobresaltado, estaba sudando a pesar de que era una noche fresca en Karakura, se pasó una mano por su rostro y dirigió su vista hacia el reloj que estaba en su escritorio, apenas marcaba las 3:00 a.m. Sabiendo que no se volvería a dormir por mucho que lo intentara, decidió levantarse de la cama y descalzo, salió de su habitación.

Abrió la puerta lo más silencioso que pudo y entró sigilosamente en la habitación, asegurándose que la dueña estaba completamente dormida, se acercó y se sentó en la orilla de la cama. Desde ahí podía apreciarla mejor, estaba de lado con la cara dando hacia la ventana que se encontraba abierta, permitiendo a la Luna colarse cual ladrona para iluminar el rostro de la muchacha que parecía no conocer el significado del frío. Suspiro, si no le hacía caso sobre cerrar la ventana, al final solo conseguiría enfermarse, pero parecía que ella aún no entendía que ya no tenía resistencia a un simple resfriado.

Como pudo y gracias a su alta estatura cerró la ventana pero dejo la cortina abierta para que la Luna siguiera con su tarea de iluminar el sueño de la chica. Suspiró nuevamente, se sentía como un tonto entrando como ladrón solo para observarla, era una mala manía que había adquirido desde que había vuelto al mundo humano después de la fatídica guerra, pero solo lo hacía para cerciorarse que estaba a salvo y que las pesadillas que lo atormentaban no eran más que recuerdos amargos, solo era por eso.

No podía haber otro motivo, no es porque observarla lo llenará de paz ni porque se sentía bien contemplar su belleza y delicada figura o porque una calidez en su pecho brotaba cada vez más fuerte, claro que no, solo era porque, por su culpa ella estaba atrapada en ese cuerpo, en ese mundo. Porque no pudo protegerla y ahora ella se había convertido en su contraparte, ahora era una Quincy y por consecuente, ella era un alma viva, una humana.

Se levantó de la cama, la observó una última vez esa noche, la cubrió con la manta y acaricio con delicadeza una de sus mejillas. Decidió que era hora de salir de ahí de regreso a su cuarto, justo cuando abrió la puerta dispuesto a irse, su voz llego en un susurro. ―Ichigo… ―Sonrió levemente, si, solo era por la culpa que sentía, no porque le gustaba oír que Rukia susurraba su nombre entre sueños, esta vez, si salió de la habitación.

Solo se alegraba de verla a salvo, solo por eso.