Los gemidos resonaban contra las paredes de la habitación, los cuerpos rozando en un frenesí sin fin, la cama chocando contra la pared una y otra vez, en un vaivén fuerte de caderas, los testículos golpeando contra su entrepierna. Las sabanas arrugadas bajo sus cuerpos y bajo su agarre, resistiendo, queriendo llegar al clímax y a la vez no.

-¡Oh Trunks!- gimió. Se estaba volviendo loca. Las penetraciones iban aumentando su ritmo y ella sentía que moría.

-mierda- gruñó él. Su vagina estrecha recibía gustosa su grueso pene, se estaba volviendo loco, tenía que controlarse no podía penetrarla con todas sus fuerzas, a su gusto, pero la deseaba tanto.

Deseaba hacerle sentir de lo que era capaz, Marron entrelazó sus piernas en su espalda atrayéndolo más.

-Más- gimió – mas rápido!-

Fue su fin, no pudo controlarse más, la deseaba tanto ¡joder!, se dio el lujo de penetrarla a gusto.

Embistió más fuerte una y otra vez.

-si así! Dios!- la chica se retorcía bajo su cuerpo –oh Trunks!-

Sus gemidos lo excitaban. Solo atinó a hacerlo más fuerte, sujetándose de las sabanas, salvajemente, su cuerpo pedía más, quería atravesarla, quería todo de ella.

-me lastimas- logro decir entre gemidos – no tan fuerte-

Estaba cegado, solo escuchaba sus gemidos. Gruñó

-oh! Trunks! Detente! -la sentía tan caliente

-mierda, resiste, ya falta poco-la velocidad se intensificó. La chica sentía dolor pero a la vez placer, un punzante placer.

Los gemidos se volvieron gritos, de puro placer y agonía. Sus cuerpos sudados subían y bajaban, se encontraban y chocaban.

La sintió estremecerse – Trunks!- sus uñas se clavaron y deslizaron por su espalda causándole escalofríos había llegado al orgasmo, él junto con ella.

Se acostó a su lado respirando con dificultad. La observó, su pecho subía y bajaba, estaba sudada, tenía las mejillas sonrojadas y los labios hinchados por sus besos, se veía tan angelical, sus rizos dorados esparcidos sin cuidado alguno sobre la sábana. Era hermosa. Quiso apretarla en un abrazo contra su cuerpo pero se contuvo. No podía hacer eso, no podía confundirse más de lo que ya estaba.

-eres un bruto- dijo mientras se giraba a mirarlo con un puchero en la cara

Su corazón dio un vuelco, dios! Estaba perdiendo la batalla, era sabido que al orgulloso Trunks Brief no le gustaba perder.

La tapó con la sabana, se sentía tan patético, incapaz de saber si iba a poder resistirse.

Acarició su sedoso cabello – lo siento, ¿te lastimé? ¿Estás bien?- observó su blanquecina piel llena de marcas rojas, sus marcas.

La rubia suavizó su puchero – estoy bien, pero me dolió-

-perdón voy a controlarme más- acarició su mejilla

-eso dijiste la vez pasada- le reprochó

-y tu dijiste que esto no volvería a pasar- la joven se sonrojó, venía repitiéndose eso una y otra vez, desde la primera vez en que se vio envuelta en los fuertes brazos de Trunks, definitivamente se estaba volviendo loca.

-tú empezaste-

- no creo haber notado resistencia de tu parte- se sonrojó más, genial se estaba enterrando sola, que vergüenza. El seguía igual de inmutable seguro y sereno que siempre, ¿acaso después de todo este tiempo no había logrado despertar ningún sentimiento en el peli lila? Vio como se levantaba, se colocaba unos pantalones negros de chándal y encendía un cigarrillo.

Sintió como poco a poco se iba formando un nudo en su garganta y sus ojos comenzaban a escocerle, era una tonta sentimental, sabía a lo que se ataba, sabía que él nunca podría enamorarse de ella. Pero aún así lo amaba tanto, siempre lo había hecho. Desvió la mirada y aclaró su garganta, no iba a llorar frente a él y tampoco iba a pasar otra noche sola en esa enorme cama.

-¿podrías llevarme a casa, por favor?-