(U n ) c o m p l e t e
A veces me pregunto cómo fue que terminé así; en esos momentos, realmente no puedo entender qué sucedió conmigo en el pasado, cuando todavía podía evitar mi actual situación. Es entonces, tras sumergirme en los recuerdos, desprendiéndome del ahora en el que acabé atrapado, cuando caigo en la cuenta de que no fue que algo haya sucedido así como así sino que, más bien, yo dejé que las cosas se dieran, sin esforzarme por evitar o cambiar absolutamente nada.
Como tú me dijiste un día, me rendí demasiado fácilmente.
Esporádicamente, recibo llamados tuyos; siempre suenas tan radiante y lleno de entusiasmo, como si los años que sepultaron nuestros tiempos de adolescencia se hubieran olvidado de ti, como si todavía tuvieras diecisiete años y toda la vida por delante. Siempre me preguntas por mi familia, aunque en el fondo, sé que ellos no deben interesarte más de lo que a mí: muy poco; mas siempre lo haces, quizá, por llenar espacio en los posibles silencios que podrían producirse de repente o quizá, porque así eres tú. Ilógico, amable, indescifrablemente cálido.
Rara vez hablo con ella; no porque no me agrade ni acepte que me ganó sino porque ninguno de los dos somos muy comunicativos o expresivos. Tal vez, ésa es la razón por la que ambos nos acabamos enamorando de ti: de algún modo, tu efusividad habría podido compensar mi actitud neutra; aunque en lugar de eso, compensó la de ella. Y creo que fue lo mejor, al final…
Ootori Kyouya, tercer hijo de la estirpe, dueño del hospital por motivos familiares y en pocas palabras, el motor de las firmas Ootori. Soltero codiciado, ex alumno respetado, empresario envidiado; amigo conservado. Y durante los años más felices de mi existencia, aunque entonces, yo lo ignoraba, fui Okasan y ahora entiendo que no me molestaba en absoluto; pero ya es muy tarde, el juego terminó y la hora de crecer nos golpeó de improviso, a mí, mucho más fuerte que a ti, claramente.
- Buenas tardes.
- ¡Hola, Kyouya! Al fin te encuentro.
- Tamaki, hola. Disculpa, esta semana he tenido más asambleas de lo habitual.
- No paras, ¿eh? En cambio, yo acabo de solicitar una licencia.
- ¿Sucedió algo?
- ¡Monami, no te imaginas: Haruhi está embarazada!
- …
- ¿Kyouya?
- … No sabes cuánto me alegro. ¿Cuánto tiene?
- A penas un mes, no se le nota todavía.
- Ya era hora. Han pasado casi tres años desde que se casaron.
- ¡Oh, Kyouya, tienes que venir a visitarnos por unos días! Quiero compartir mi felicidad con mi mejor amigo…
- No creo que me sea posible, de momento.
- ¡No digas eso! Anda, sé que te mueres de ganas de venir, je, je.
- … Bien, veré qué puedo hacer, mas no te prometo nada.
- ¡Ése es mi amigo! Te estaremos esperando, no lo olvides.
- Como gustes, pero si quieres que nos veamos pronto, entonces tengo que colgar. El trabajo no se hace solo, baka.
- Pero vendrás, ¿no? Es una promesa.
- Sí, te lo prometo, Tamaki. Dale mis saludos a Haruhi, por favor.
- Lo haré. ¡Gracias, Kyouya! Y avísame cuando estés en camino.
- De acuerdo, te llamaré luego. Adiós, Tamaki.
- ¡Hasta pronto!
Aún estando en Japón mientras que tú resides en Francia, puedo ver el modo en que te brillan los ojos y recién en esos instantes, me veo capaz de esbozar una leve sonrisa, ahora, auténticamente convencido de que pasó lo que tenía que pasar. Después de todo, sé que eres feliz, Tamaki y con eso me basta.
Creo que me afectó ver de nuevo el capítulo 24 del anime -.-
Saludos, bye.
