—¿James? —graznó con la voz de aquel que ha vivido tensando las cuerdas hasta desgastarlas.

—Connie —musitó con la mirada gacha— tu nombre... puedo recordarlo.

Levantó los ojos, y con dolor, miro los años transcurridos dibujados en profundas arrugas sobre el rostro de Connie.

Él... se veía tan joven, pero se sentía cansado, cansado de un pasado difuso que lo atormentaba.

Había sido feliz, había ido a la guerra, había caído de un tren, había sido un arma sin voluntad.

Cuando los recuerdos llegaban, siempre anhelaba porque que fueron malas memorias... eran más fácil de entender que las buenas. Le era difícil comprender la felicidad, aún sabiendo que su yo más joven; el chico de Brooklyn, había sido propensa a ella.

Su mayor tormento era saber que había sido... bueno. Solo para después perder la voluntad de su vida y caer en una espiral de sangre y balas.

Pero así como era más fácil observar los actos del soldado también era más difícil determinar quién era... ¿James Barnes o El soldado de Invierno?

—Tengo que irme.

Había visto a Connie, ese había sido el objetivo al averiguar que el rostro de sus memorias aún perduraba entre los vivos.

—Espera —se detuvo ante la demanda— setenta años atrás me dejaste con una carta y un futuro roto... me debes más que cinco segundos, James.

—¿Que podría ofrecerte? —pregunto con honestidad— No hay nada que pueda darte para reparar mi ausencia

—La hay —afirmó con fiereza— tiempo, tienes tiempo. Algo por lo que he peleado todos los días desde hace cinco años.

Bucky lanzó una risa rota.

—Te daría todo lo que me resta, pero no puedo hacerlo —la observo con el alma rota– no sé cómo.

—Quiero marcharme en paz, James. Soy vieja y estoy muriendo —lanzó sin titubeos—. Cuando te marchaste, tuve que enfrentar la maternidad desamparada, no era rica, y mi familia no acogió la noticia con gracia.

La miro atónito.

—¿Que?

—Y mi niño, nuestro niño —confirmó sus conjeturas— creció para formar su propia familia, y yo envejecí para verlo ser feliz... mi final de cuento de hadas —dijo con una dolorosa sonrisa— pero no me marché, solo envejecí más, lo bastante para ver al hijo de mi hijo, y después, lo suficiente para despedir a mi hijo.

Ese momento, tal vez era peor que cualquier sueño del pasado.

—Se que lo veré de nuevo, pero no por eso duele menos haberlo perdido.

—¿Por que me cuentas esto?

¿Que sentido tenía? No podía ser padre de un fantasma.

—Porque me debes hacerte cargo de esta familia.

—No puedo regresar el tiempo —le dijo.

—Y no necesito que lo hagas, pero puedes cuidar de nuestra bisnieta

–¿Que?

—Su madre está fuera del panorama, y su padre —suspiro— vivió para honrar la tradición familiar.

Había un detalle mudo en sus palabras.

—¿Cuál tradición?

Connie sonrió con amargura

—Morir en acción.

Su estirpe había seguido un legado de honor, eso le hacía sentir incluso más una basura.

Y culpable ¿Habían enfrentado su mismo destino tratando de seguir sus pasos? Que desperdicio, si alguna vez había sido bueno, poco importaba, el soldado se había encargado de eliminar todo rastro de bondad en sus venas.

—No puedo hacerlo.

—¿Por que? —preguntó con rabia—. ¿Que te lo impide?

Tenía que decirle la verdad, no se merecía menos que eso.

—¿Como piensas que estoy aquí, Connie? —preguntó con fatiga— joven, como si no hubiera pasado el tiempo.

—No lo se —respondió— y no me importa.

James bufo con mofa.

—Debería... —le advirtió en voz baja— soy un criminal —la miro a los ojos sin rastro de duda—. No puedo cuidar de ella, no soy una buena persona, Connie —confesó—. Ese accidente en Washington... estoy involucrado, nunca estaría a salvo conmigo.

Connie negó con un bufido.

—¿Entonces por qué viniste aqui? ¿Sabiendo que eres peligroso?

Tenía palabras en la punta de lengua, pero nada parecía suficiente, en realidad no sabía que hacía ahí.

—No lo se.

—¿Sabes por qué viniste, James? Porque te sientes perdido... solo —trago el pesado nudo que se alojaba en su garganta— y no quiero eso para mí Katie, ha pedido demasiado ¿Quien va a cuidar de ella cuando me marché? —le miró con gruesas lagrimas— Dices que no estaría a salvo contigo, no es algo que me agrade, pero te tendría, James. Y eso es suficiente, mientras Katie tenga alguien que la cuide, que la quiera... no me importa si tienen que mudarse cada semana, voy a irme en paz sabiendo que estará contigo —le miró con suplica—. Por favor, cuida de ella.

Connie no lo entendía. No importaba si era consciente de sus acciones, había momentos, lapsos incontrolables, donde perdía la razón.

Atacar, neutralizar, matar ... era espontáneo, pero no podía resistirse al impulso de caer en su estado más primitivo.

—Lo siento.

Vio con remordimiento la tristeza en su rostro, y sin embargo, se marchó antes de que pudiera convencerlo.

No podía hacerlo, no era un hombre decente.

Ya debería parar de publicar tanto, pero es que en serio esta historia estaba pidiendo a gritos que la publicará.

Así que... mi Bucky va a tener su propia historia :)