Esta historia fue creada por inspiracion de las muchas historias de Oscar Wilde y en un momento hago referencia al zorro de el principito. Espero la disfruten.
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Desde era una pequeña ave solía ver a los demás que buscaban quien les complementara. Cuando deje el nido, mi madre me dijo que algún día yo también encontraría alguien y ese alguien sacaría las mejores melodías que pudiera cantar. Seguí cantando, día tras día entonaba hermosas melodías con la esperanza de encontrar a mi igual, pero, eso nunca sucedió, las demás aves me dieron la espalda, un día entre mis canciones di la vuelta pero ya no había nadie, me habían abandonado. Empecé a viajar solo, no necesitaba de nadie, si estaba solo no habría dolor cuando todos se fueran, solo, no tendría miedo voltear a tras para ver si aún siguen ahí.
Un día de hermosa mañana, la hermosa ave solitaria se posó en una pequeña rama, había más aves ahí, pero, lo que llamó la atención fue una pequeña ave, diminuta, todos se posaron al rededor de ese pequeño ser, cantaba, de una forma que la solitaria ave nunca había escuchado, cantaba, pero los demás no parecían molestos ni huían, cantaba, solo para la vida misma. Se acercó al pequeño ser, sus plumas eran de un marrón claro y en su pecho sobresaltaba una mancha naranja, imposible no verlo.
- ¿Cómo es que puedes cantar así?
La pequeña ave detuvo su canción, volteo a ver al ave que se había posado frente a él, nunca había visto una de esa templanza, hermosa, su majestuosidad era infinita, su plumaje era hermoso en un tono azúl, esas plumas no se verían tan espléndidas en otra ave -penso- ¿Q-quieres comerme? - cuestionó con cierto temor
- ¿Que? ¡Que asco! ¡No! No soy una maldita águila
- ¿a no?... Nunca había visto a alguien como tú... ¿Que eres? ¿No eres de aquí verdad?
- soy un roquero solitario
- ¿Que?
- ese es el nombre que los humanos le han dado a los de mi especie ¿y tu? Yo tampoco había visto a alguien como tu, ¿Que eres? Eres tan pequeño pero tus canciones son...
- ¡Oye! - rechisto la pequeña ave- ¡soy un petirojo! Soy muy conocido ¿Sabes? Incluso hay un libro donde esta mi nombre, escuché a unos humanos hablar de eso "como matar a un petirojo"
- ¿A caso eres una plaga? ¿Porque harían algo tan cruel para acabar contigo?
- No lo sé - contesto restándole importancia, rascando con sus pequeñas garras la tierra del suelo, levantó la cabeza y volteo a todos lados
- ¿dónde está tu parvada? No veo a nadie más como tú
- No, viajo solo
- entiendo, bueno azul solitario ¿Quieres ver algo hermoso? - cuestionó aleteando sus pequeñas alas dispuesto a emprender el vuelo- sígueme
Ambas aves volaron, la pequeña guiaba al "extraño" y éste solo le veía mientras planeaba entre las corrientes, descendieron y se posaron en un hermoso árbol, miró alrededor y era un hermoso jardín que estaba lleno de rosas de diferentes colores.
Había viajado a diferentes partes del mundo y nunca había visto algo como eso, al igual que el petirojo, eso, era único. -¿Que es esto?
- ¿No sabes lo que es un jardín?
- haz vivido demaciado entre los humanos-
- bueno es lo que caracteriza mi raza, somos muy confiados y nos acercamos sin miedo a lo que despierta nuestra curiosidad
- eso he notado, creo que sí debí comerte
- dijo en modo de burla
- este jardín es hermoso, la dueña, es una agradable anciana, cuida las flores de los rosales y siembra diferentes tipos de flores, a ella le gustan las aves, colocó esa fuente para que nosotros la disfrutemos, su agua siempre está limpia y fresca, también puso un semillero, aunque a mí me gustan más los frutos, ¡Incluso me dió un nombre!
- Creí que tu nombre era petirojo - bueno, soy un petirojo pero ahora que tengo nombre soy diferente a los otros, para ella, yo soy único de todos los petirojos, ella piensa en mí cuando ve a otras aves y espera por mi cada día
Había cierta melancolía en el relato de la pequeña ave, al solitario le recordaba la forma en que su madre solía hablarle a él y eso lleno de algo cálido su triste corazón. La anciana se asomó por la ventana, llevaba pequeños frutos en su mano.
El pequeño petirojo alzó el vuelo sin dudarlo y se posó en la mano de la anciana. - haz vuelto mi pequeño Shōyō - daba leves caricias en el plumaje de la pequeña ave - pero mira que tenemos aquí, ¿Trajiste un amigo? - Shōyō, como lo llamaba la anciana silbó al solitario para que se acercara a ellos, éste con mucha desconfianza se fue acercando poco a poco, llegó por fin a la ventana y se posó en el marco extendiendo sus hermosas alas dando un espectáculo, tan orgulloso como solo él - eres hermoso - acercó un fruto al ave pero ésta lo rechazó de inmediato- parece que no te gustan eh - se acercó lentamente y toco un poco al solitario, ya con más confianza, se dejó acariciar las alas y el pico - muy hermoso, pequeño, ¿te gustaría que te diera un nombre? - entonces lo miró, observo sus plumas y pensó un momento - Tobio, ese, será tu nombre - la anciana regalo unas caricias más y volvió adentro.
- To-bio, tengo un nombre...
- siempre has tenido un nombre, es solo que, no lo sabías - contesto revoloteando al rededor del recién bautizado - ven cantemos
- el solitario volteo a ver al petirojo
- y-yo... No canto
-menciono escondiéndose entre sus plumas
- ah ¿Porque? ¿Tu especie no canta?
- no es eso, antes cantaba todos los días para que mi pareja me encontrara y así migrar juntos al sur, pero, nunca llego, solo el frío invierno, he migrado solo por años, mis compañeros, me abandonaron un día porque no dejaba de cantar
- estoy seguro que tú cuánto era tan maravilloso que ellos estaban llenos de envidia. Ven cantemos yo seré tu pareja ¡migremos juntos al sur!
La azulada ave lo miró - pero no somos de la misma especie, tu y yo no podemos ser pareja, no podemos crear un huevo, los demás nos aborreceran
- ¿y eso qué? Aún y cuando todos nos desprecien yo estaré contigo, cantaré todos los días y mis canciones sólo serán tuyas, te dedicaré mis tonadas más dulces y estaremos siempre juntos, aunque todos nos odien, yo siempre te amaré - silbaba y revoloteaba sin parar con sus palabras más honestas
El solitario no podía creerlo, como podía profesar amor eterno, no lo conocía, nunca lo había sentido pero tampoco había sentido antes esa calidez en su corazón ¿Que importa que las otras aves nos rechacen? Siempre lo tendré a él - si tú me amas solo a mi, te seguiré a donde vallas - contesto simple, las palabras suelen perder significado cuando las dices sin razón, pero, no había más en esa simple frase "te seguiré a dónde vallas" se repitió a su mismo.
Ambas aves alzaron el vuelo y en medio de aquel jardín trazaron un espléndido baile, aleteaban y cantaban el uno para el otro, Shōyō jamás había escuchado un canto más hermoso, sus tonadas estaban llenas de amor y calidez, una calidez que nunca antes nadie le había dedicado y ahora era solo para él. Pasaron los días, semanas y meses, las dos aves seguían juntas y se dedicaban singulares canciones de amor.
Al ser un solitario, comía pequeños insectos y un día que llegaba de cacería logro ver a lo lejos en un parque un par de niños lanzar piedras al petirojo, el pequeño intentaba huir, dañaron una de sus pequeñas alas y solo podía quedarse tirado esperando su destino. El solitario volo en picada a esos niños y con sus garras y pico los alejó. Tomo al pequeño petirojo con sus garras, tan cuidadosamente como si en cualquier momento fuera a desboronarse.
"lo siento"
Llevo en vuelo rápido al herido con la noble anciana, ésta lo miro y se apresuró a las aves, lo miró, limpio y colocó en una cajita.
-Lo siento Tobio, pero, no puedo hacer nada
El solitario entro en la caja y se acorruco al lado de su amor, extendió sus hermosas alas azules y lo cubrió con su calor - estarás bien, yo te cuidare, estarás bien - repetía mientras pequeñas lágrimas caían de sus ojos
- Lo siento Tobio, mi ala está rota, no puedo volar contigo al sur - susurro débilmente el petirojo y se acorruco en las azules plumas del solitario - ¿puedes cantar para mí?
Tobio cantó, día y noche, suplicando, rogando que su canto fuera lo suficiente para la mejoría del petirojo, canto profundas canciones de amor, increíbles versos, le dedicó los sonetos más románticos del mundo, cantó con todo su corazon con la esperanza de que el amor que tenían sus canciones llegarán a él. El petirojo levantó su vista y le miró profundamente, se acomodó y comenzó a cantar junto a su amor, interpretaron la melodía más dolorosa del mundo, lloraban mientras cantaban y sus voces llegaban a las demás criaturas del jardín.
La canción termino y el petirojo respiraba con dificultad. - me hubiera encantado ver contigo los ríos de egipto, reposar en las sombras más frescas y vivir en un árbol lleno de frutos
- lo haremos, estarás bien, iremos juntos al sur, yo te esperaré y me mostraras bellos paisajes, cantaremos juntos, mejoraras iremos ... Juntos... Al sur
La pequeña ave entre sus alas dejo de respirar y así como el sol se llevaba el verano también se llevó la vida del pequeño petirojo
-no, no, quédate, no te vallas hay que ir al sur - levantó su vista al sol y vio como éste se ocultaba, lo miraba con desgracia y súplica como si el sol fuera un tirano que se llevaba el alma de su amado- no te lo lleves déjalo conmigo, yo lo amaré por siempre y nadie más lo lastimara, por favor, déjalo conmigo.
La anciana sepultó el cuerpo del petirojo entre sus rosales. Tobio cantó, cantó su pena y agonía, el dolor se podía percibir en sus tonadas, cantó del amor que tubo y que nunca más iba a volver, canto desgarradoras canciones, saco todo el dolor de su corazón y después de eso, siguió cantando.
Pasaron los días y la voz del solitario ya no podía con su pena, la anciana salió a verle, acarició sus plumas y pico.
- el ya no volverá, Tobio, debes irte, el invierno pronto llegará y debes migrar, el escuchará tus canciones a donde quiera que vallas, debes decirle adiós
El solitario solo se quedó de pie en la fuente, lo sabía, sabía que él no iba a volver, sabía que debía irse y dejar a su amor entre los rosales, lo sabía, pero era tanto su dolor que no podía hacerlo.
Veía las otras aves huir en parvadas, miraba a las ardillas rellenar sus árboles previniendo el crudo frío del invierno, las mariposas volaban en conjunto dejando un espectáculo de color y elegancia, pero, Tobio no emprendía el vuelo. El invierno llegó y con el la nieve, el viento soplaba con furia y no perdonaría a ningún desafortunado, jamás lo hacía. El solitario se acercó a los rosales donde descansaba su amor, dando pequeños saltitos se ubicó a su lado
- te esperaré, tu y yo, iremos juntos al sur - estiró sus alas y empezó a cantar, cantó, hasta que el frío cubrió todo su plumaje, cantó, hasta que su garganta se cerró y le obligó a tirarse al suelo, cantó, hasta que la vida misma abandonó su cuerpo.
Al día siguiente la anciana encontró el congelado cuerpo del solitario, le sonrió con tristeza y comenzó a cavar - me hubiera gustado escucharlos cantar juntos otra vez, encuéntralo, en donde quiera que esté y canta para él. Ahí enmedio de los rosales rojos sepultó el cuerpo del solitario para que acompañará en su descanso eterno al petirojo.
" Si me amas solo a mi, te seguiré a donde vallas"
Espero lo hayan disfrutado...
