Bueno, un gusto soy nuevo aquí en FF, éste es mi primer fic que subo, la verdad fue algo rápido, pero el fin de éste es que a ustedes les guste, me pueden dejar comentarios, si les gustó o no les gustó, no lo tomaré a mal, si no me ayudará a redactar mejor mis fics, gracias y disfrútenlo.
Pasan los días, las noches, y sigo recordando aquellos momentos, bellos momentos, que pasé contigo el día de mi confesión, ese momento en el que me sentí libre, tranquilo y seguro de mí mismo, si pudiese narrar ese momento sería así:
Tomé el bus en el mismo paradero de siempre, me puse los audífonos empecé a escuchar mi música favorita, el camión se detuvo y vi a un grupo de personas subirse en él, por la música me perdí en mi mundo, sin que me dé cuenta te sentaste junto a mí. Hasta que "por casualidad" voltee a ver y te encontré, me quedé frío por tener a la persona que me gusta que nunca me hizo ni esperanzas, ni me dio alas, tenerte mirándome a los ojos y saber que he confesado todo lo que siento por ti pero nunca tuve el valor de decírtelo frente a frente fue algo verdaderamente penoso y vergonzoso.
- ¡Vaya que sorpresa! –me dijo-.
- Vaya que sí… -una verdadera sorpresa para mí-
- Que bueno que te he encontrado, me gustaría platicar algunos asuntos que tú y yo tenemos pendientes.
- ¿Qué será? –yo obviamente tenía en mi lista mental de cosas que pudiesen ser, mi confesión-
El bus nos dejaría en el centro de la ciudad, ambos nos bajaríamos en el mismo lugar pero iríamos a distinto destino.
- ¿Crees que pudiéramos hablar un rato?
- Pues sí, no tengo nada de prisa –si la tenía- pero, ¿en dónde?
- Pues, ¿Conoces de algún lugar en el que pudiésemos tener un poco de privacidad?
Yo conocía un restaurante que quedaba muy cerca del centro, más bien en el centro pero como a dos calles del parque central. El restaurante era más bien un local pequeño en el que preparaban comidas extranjeras, era cálido y privado pues no iba mucha gente, sobre todo el día en el que íbamos.
- Y, ¿es seguro aquí? –Me dijo con algo de desconfianza-
- Seguro y privado, no te preocupes. –aunque el que estaba más preocupado y nervioso era yo- ¿Qué piensas ordenar? –le pregunté para romper un poco la falta de comunicación-
- No lo sé, no me decido si una sopa o un guiso.
- Yo escogeré la sopa –le dije- pues hay un poco de frío y me quiero calentar un poco.
Estábamos en la temporada más fría de aquí, y había llovido un buen rato y el clima se quedó helado.
- Creo que también pediré lo mismo. –me contestó de una forma dulce y decidida-.
Cuando llegó la mesera nos pidió la orden y el pidió dos sopas calientitas para quitarnos un poco el frío, muy amable fue a preparar la orden.
Nos quedamos viendo la televisión que había ahí, era algo aburrida pues era un canal de política, así que me arriesgué a lo que fuese la respuesta y le dije:
- Y… -traga saliva- ¿De qué es lo que querías hablar conmigo? Para hablar en un lugar algo seguro ha de ser algo que se deba tratar a fondo y con discreción.
- Pues mira, tu me has confesado que tenías sentimientos amorosos hacía mi, pero me lo decías por el móvil y nunca te había conocido en persona.
Sí, así es, era la primera vez que nos conocíamos.
- Ahora, yo te hago una pregunta ahora que tú y yo estamos de frente –se me quedó mirándome los ojos, con sus hermosos ojos cafés- ¿Qué es lo que en realidad sientes por mi?
No fue una gran sorpresa para mí la pregunta, pues como había sospechado iba a mencionar algo del tema, lo difícil fue responderle: "SÍ".
- Pues, verás… -volví a tragar dos litros de saliva- ¡no!
Al decir eso me partí el alma a mí mismo, pues sabía que no era cierto porqué aún lo amaba y no podría dejarlo ir sin mí. Él no pareció estar seguro de la respuesta y me tomó de las manos diciéndome:
- ¡Vamos! Sé que eso no es cierto –y estaba en lo correcto- yo sé que tú me amas… como yo a ti.
Cuando dijo la oración "yo sé que tú me amas… como yo a ti" me quedé frío, no supe que responder, fue como si una tormenta deshiciera mi arcoíris que había salido luego de la lluvia.
Le iba a decir que yo también lo amaba cuando su brazo tomó mi cuello y con la otra mano contra la pared se acercaba a mi intentando besarme, quería pero a la vez no, no estaba seguro si sería fija nuestra relación y mucho menos si prosperaría, y como por arte de magia o más bien de salvación la mesera llego con nuestras órdenes e interrumpió nuestro momento.
- Oh, mil disculpas, no quería interrumpir nada –dijo la joven mesera totalmente apenada-
- No te preocupes, no interrumpiste nada –dijo él para calmar un poco a la joven-
Cuando la mesera se retiró le dije:
- Así que no interrumpió nada, ¿y qué se supone que es lo que intentabas hacerme? –le dije algo molesto sabiendo que obviamente si iba a pasar algo-
- Lo único que quería hacer era hacerte decirme si me amas o no –me dijo muy seriamente concentrado comiendo su sopa-
- ¡Bien! Lo has conseguido, sí te amo, y ¿sabes? Si lo negué la primera vez era porque no estaba seguro si lo nuestro funcio… -me tomó del brazo y me besó-
Al principio lo pensaba separar de mi pero poco a poco le fui correspondiendo al beso, hasta que de la felicidad salió una lagrima de mi ojo, al terminar el beso me hizo una sonrisa y yo le hice lo mismo diciéndole con los labios que ese me beso me había gustado.
Terminamos con nuestras sopas, al salir del restaurante aún había frío y sin que yo se lo pidiera me tomó de la mano y me abrazó, él sabía que tenía frío y en un acto de ternura me abrazó.
Al llegar al parque nos despedimos y nos besamos por última vez, tomé mí camión y él el suyo.
