Love is War
Capitulo 1 –El golpe de estado-
Tras un golpe seco sintió que sus pies volvían a posarse sobre el pavimento, aún no conseguía acostumbrarse a aquella sensación asfixiante que provocaba la aparición. Aspiró, agradecido, la suave brisa nocturna dejando que esta inundara sus pulmones y le despejara la cabeza permitiéndose disfrutar unos segundos de la sensación.
Miró el caro reloj de oro que sus padres le habían regalado por su decimoséptimo cumpleaños, todavía faltaban 20 minutos para la medianoche. Desenfundó la varita y con un suave movimiento una macabra mascara plateada le cubrió el rostro. En el fondo esperaba que la inexpresiva mascara de mortifago sirviera para ocultar el miedo y la ansiedad que sentía. No podía negarlo, tenía miedo, más del que estaba dispuesto a admitir. Esa noche era, probablemente, la noche más importante de toda su vida y debía hacerlo bien. Así pues tragó saliva, se cubrió con la capucha y se puso en marcha.
Se encontraba en un sucio callejón muggle del distrito de Covent Garden, en Londres, tal y como le habían indicado. Comenzó a caminar por las callejuelas, procurando ser lo más sigiloso posible. No le costó mucho, las calles estaban completamente vacías, la gente tenía miedo de salir por la noche debido a los recientes asesinatos que se habían cometido por todo Londres. Draco Malfoy esbozó una media sonrisa, los muggles tenían razón al tener miedo y encerrarse en sus casas, aunque, seguramente, si un mortifago se proponía hacerles daño, eso no sería ningún obstáculo.
Pero no solo los muggles habían extremado precauciones, el ministerio había establecido un toque de queda para la comunidad mágica y no paraba de reforzar las patrullas de aurores e imponer medidas de seguridad. Pero eso no serviría de nada, algo mucho más grande estaba por venir, algo más importante que una serie de asesinatos y un puñado de desapariciones. Y Draco lo sabía, él mismo iba a formar parte de ello.
El Señor tenebroso le había dado una segunda oportunidad, tras haber fracasado el año pasado en su intento de asesinar a Dumbledore y dejar que Snape se llevara todos los honores. Tras aquello habían castigado duramente a su padre que se había ofrecido a sufrir el castigo que le correspondía a Draco.
Sabía que su padre había perdido casi todos sus privilegios para con el Señor Tenebroso y eso había afectado profundamente a su familia. No podía dejar de notar las risas y las burlas de los otros mortifagos que se alojaban ahora en la mansión Malfoy; o cómo su madre aceptaba realizar casi cualquier tarea con tal de que a él no le enviaran en alguna misión peligrosa o se metiera en problemas.A menudo había sido testigo del orgulloso y hermoso rostro de su madre empañandose de lágrimas cuando creía que nadie la veía.
Pero eso se había acabado, los Malfoy, junto con los Black siempre habían sido la élite de las familias de sangre pura y todos aquellos sucios mortifagos lo sabían. Muchos ni si quiera eran sangre limpia, sino simples mestizos que pretendían ser más de lo que eran. Pero Draco había decidido que eso no iba a durar mucho más, que se ocuparía de devolverle ese honor perdido a su familia a cualquier precio.
Al fin llegó a su destino, una pequeña calle entre Shaftesbury Ave y St Giles Church. Caminó hasta el final de la calle y se metió en un pequeño pasaje que comunicaba con una calle paralela. El pasaje estaba oscuro y le pareció que sería bastante solitario incluso de día. Había algunos establecimientos con las verjas llenas de polvo y escaparates vacíos que se notaba que habían cerrado hace mucho y algún que otro portal que daba a los viejos edificios frente a la iglesia. Nadie pasaría por allí a no ser que fuera estrictamente necesario, era sin duda, el lugar perfecto para esconder la residencia de un mago.
Llegó frente a una pared en la que colgaban viejos posters semiarrancados de grupos de música pasados de moda. Se acercó y sacó un trozo de pergamino de su bolsillo y lo leyó en voz alta:
Número 9 de St Giles Passage, Londres
Ante él se materializó una puerta de madera maciza finamente ornamentada. Le bastó un alohomora para abrirla y entrar. Si no había cometido ningún error, aquella era la casa de Rufus Scrimgeour, el ministro de magia.
El ministro había protegido su casa con el encantamiento Fidelio, un poderoso encantamiento que escondía cualquier lugar de una forma casi perfecta, solo tenía un pequeño inconveniente; debías hacer guardian de los secretos a alguien de tu confianza y esperar que esta persona no revelara la ubicación de dicho lugar. ¿Cuándo entenderían los magos que el amor y la confianza no funcionan? Solo estúpidos como Potty y Dumbledore creían en eso y por eso Draco estaba seguro de que sería Lord Voldemort quien ganaría aquella guerra. Después de todo no les costó mucho a los mortifagos dar con el hermano de Scrimgeour que vivía en Rumanía y someterlo a él y a su esposa a largar sesiones de tortura. Finalmente el viejo soltó prenda y una vez más quedó claro que todo el mundo tenía un precio que estaba dispuesto a aceptar.
Entró al salón, todo estaba oscuro, no parecía que Scrimgeour estuviera allí, lo más probable era que a esas horas estuviera en su habitación durmiendo. No obstante se sintió observado. Si no se equivocaba había dos presencias más en la sala muy bien camufladas. No podía ser Scrimgeour o sus aurores, si fueran ellos le habrían atacado nada más entrar. No, quien quiera que fuesen lo estaban observando, evaluando sus movimientos.
-homenum revelio.-Susurró.
-Vaya Draco, no esperaba que nos detectaras tan rápido. La cantarina voz de su tia Bellatrix surgió detrás de él, en un susurro sugerente, como ella solía hablar.-Yaxley te dije que mi sobrinito lo haría bien esta vez. Rió
-Calla Bellatrix, despertarás al viejo. Una voz más ronca y profunda habló y vio la silueta de un hombre alto y corpulento acercarse.
Tanto su tía Bellatrix como Yaxley llevaban las túnicas negras y la máscara de mortífago, al igual que él.
-¡¿Que hacéis aquí..?!.-Siseó. Estaba realmente molesto, ¿acaso no le creían capaz de llevar acabo la misión con éxito? No permitiría que esta vez nadie se llevara el mérito.
-Bueno Draco, tranquilo, estamos aquí como testigos. Ya sabes, para dar fe de tu proeza.-Canturreó Bellatrix.
-Dado lo que sucedió el año pasado comprenderás que el Señor Tenebroso necesite una pequeña prueba de tu…lealtad.-Añadió Yaxley.
-¡Está bien!-Concedió molesto.- ¡Pero ni se os ocurra interponeros!-Advirtió.
-Oh, no se nos ocurriria…Dijo Yaxley con sarcasmo.
Draco le echó una mirada de odio, sabía que todavía lo veían como a un crío pero no tardarían en cambiar de idea.
Subieron las escaleras con el máximo cuidado. Bellatrix y Yaxley iban detrás de él flanqueándolo. No esperaban encontrar resistencia ya que el ataque al ministro era un absoluto secreto, pero igualmente levantaron sus varitas y se pusieron en guardia; al fin y al cabo Scrimgeour había sido jefe del Departamento de Seguridad Mágica antes de convertirse en ministro, si el viejo despertaba seguro que opondría una dura resistencia.
Llegaron al piso de arriba y se encontraron un pequeño rellano con 3 puertas cerradas. Una de ellas debía ser la habitación de Scrimgeour. Antes de que pusiera la mano en el pomo de la primera, Draco sintió la mano de su tía deteniéndolo.
-escúchame, Draco. Si algo sale mal, debemos aparecernos, ¿has entendido? No te quedes a luchar.
-¡¿Qué?!-Exclamó furioso.-¡No me iré sin haber completado la misión!
-Escucha Draco, no solo estamos aquí para vigilarte. Hay algo más…
¿Había algo más y esperaban a ese momento para decírselo? Draco comenzaba a pensar que el Señor Tenebroso quería verlo muerto, otra vez…
-¡¿Algo más?! ¿Acaso no estamos aquí para asesinar a Scrimgeour?
-Sí, Draco, pero eso no es todo...
-¡Cómo que no es todo?! ¡Explícate!
Bellatrix y Yaxley compartieron una mirada de resignación. Bellatrix tiró de su sobrino llevándoselo a un rincón apartado, como si tuviera miedo de que las paredes pudieran escuchar la conversación. Parecía nerviosa y no paraba de mirar a todas partes.
-Escucha Draco, hace apenas unas horas recibimos un soplo. Parece ser que Scrimgeour guarda algo aquí, algo que podría acabar con la vida del Señor Tenebroso. Tenemos que matar a Scrimgeour y buscar ese objeto y créeme lo más probable es que este cuente con medidas de seguridad que no habíamos previsto. Así que si las cosas se ponen feas nos largamos ¿entendido?
-¿De qué se trata? ¿Qué objeto es ese?- Dijo enfadado.
-Ssh, silencio... Tú busca algo parecido a un saquito o una bolsa de cuero.-Gruñó Yaxley.
Draco suspiró, la misión estaba comenzando a complicarse y eso no auguraba nada bueno. En ningún momento había pensado que aquella misión iba a ser un camino de rosas pero un mal presentimiento se apoderó de él en esos instantes ¿Y si después de todo fallaba?
Sacudió la cabeza apartando los pensamientos negativos de su mente, no le importaba qué o quién estuviera en su contra, no podía fallar, no tenía esa opción, se estaba jugando demasiado.
Miró a su tía con decisión, sus fríos ojos grises ya no reflejaban la habitual indiferencia si no que estaban llenos de ira.-Haré todo lo que el Señor Tenebroso haya dispuesto. Dijo conteniendo toda su rabia.- Esta misión será llevada a cabo y yo me encargaré de ello. Puso énfasis en el "yo" dejando claro que no iba a dejar que nadie le quitará el mérito.
Bellatrix observó todo el odio y la rabia contenidos en la mirada de Draco. Ella entendía perfectamente la necesidad de Draco de que aquello saliera bien y de tomar el mando, no se lo podía reprochar, ella misma había sido testigo del sufrimiento de la familia Malfoy, en especial del de su hermana Narcissa, y también le dolía profundamente pero no había podido hacer nada para cambiar la suerte de los Malfoy ¿Acaso no era ella la más fiel de los seguidores del Señor Tenebroso? ¿Quién era ella para llevarle la contraria?
La palabra del Señor Oscuro siempre había sido lo más importante para ella, más incluso que su propia vida o su familia. No obstante en aquellos momentos al ver la centelleante mirada de su sobrino no pudo evitar compadecerse.
-Será como tú dices Draco.
Yaxley fue a replicar pero ella le lanzo una mirada llena de odio y decidió que lo más prudente era guardar silencio.
-Está bien, dividámonos, lo primero es encontrar a Scrimgeour. Dijo Draco incorporándose y dirigiéndose hacia la primera puerta.
Nada más entrar en aquella habitación reconoció el estilo de Scrimgeour. Era una habitación grande y señorial, le recordaba un poco a las habitaciones de la mansión Malfoy pero su decoración era más sobria. Había un enorme escritorio de madera maciza en cuyo pié descansaba un enorme león de madera tallada que parecía estar dormido. Al lado había una chimenea de mármol y una estantería llena de libros. Al fondo estaba la cama de la que colgaban unas delicadas cortinas de lino que ondeaban debido a una leve corriente de aire que entraba por la ventana, que estaba entreabierta. Se acercó lentamente con la varita en guardia y corrió las cortinas con brusquedad preparado para atacar, pero no encontró nada, la cama estaba vacía.
Por más que lo pensaba no parecía posible que se hubiera podido filtrar la información del ataque, si alguien los hubiera estado esperando ya lo hubieran sabido. Se acercó un poco más a la ventana y la examinó con detenimiento, parecía como si el viejo Scrimgeour hubiera intentado simular una huida, un truco demasiado viejo como para que un mortifago cayera en él. No, tenía estar escondido en alguna parte…
-¿Has encontrado algo? -Bellatrix acababa de entrar en la habitación.
-No, no está en la cama.
-¡Homenum Revelio!.- Exclamó Yaxley sin resultado, que había entrado detrás de Bellatrix.-¿Se habrá desaparecido?
Bellatrix miró al cielo perdiendo la paciencia-¡¿Crees que soy estúpida pedazo de cerebro de trol?! Hechice la casa poco antes de llegar Draco, esos sortilegios ya no funcionan, solo nosotros podemos desaparecernos. Tiene que estar escondido en alguna parte…
-No me llames cerebro de trol, vieja arpía inmunda…
-Sssh! Draco les mandó callar.-¡Callaos! ¿No lo notáis?
Algo extraño estaba sucediendo en la habitación, parecía como si la atmósfera se hubiera vuelto más densa, como si una extraña magia flotara en el ambiente. A pesar de que la ventana seguía abierta, Draco se fijó en que las cortinas habían dejado de ondear, ya no se percibía ninguna corriente de aire y la temperatura de la habitación estaba subiendo alarmantemente.
De repente la puerta de la habitación se cerró dando un portazo dejándolos encerrados.
-¡¿Pero qué demonios…!?
Un rugido ensordecedor inundo la sala. ¡El león de madera que había en el escritorio había cobrado vida!
La bestia media casi dos metros de altura, era blanca y su cola terminaba en una furiosa serpiente roja que no paraba de agitarse y sisear. Tenía la enorme cabeza poblada por una espesa melena rojiza entrecana y sus ojos de color ámbar brillaban en la oscuridad con un brillo amenazador. Pero lo peor era su boca, la tenía abierta con la mandíbula desencajada mostrando todos sus colmillos como si esbozara una macabra sonrisa y para la sorpresa de Draco el león habló:
-Sucios mortífagos… ¡¿Cómo os atrevéis a entrar en mi casa?! –Vociferó. Su voz sonaba profunda y gutural, como la de un hombre lobo.
Draco por unos segundos se quedó paralizado y Bellatrix miraba a la bestia totalmente aterrorizada. No era usual que Bellatrix Lestrange se quedara sin palabras, supo entonces que no estaban preparados para enfrentar algo así y que ya solo escapar de allí sería complicado. Yaxley fue el primero que reaccionó, no parecía tan sorprendido al ver materializarse al león gigante y se acercó con la varita en alto riendo socarronamente.
-Vaya, vaya, nunca imaginé que los rumores fueran ciertos. Yaxley se sacudió el polvo de la túnica.- ¡Parece ser que es cierto que el señor ministro es un animago legendario! Un león de Nemea, ¿No es así?
-¡¿Estás diciendo que este es Scrimgeour, Yaxley!?-Preguntó Bellatrix con una voz más aguda de lo normal.
-Así es, corrían rumores desde hace tiempo de que Scrimgeour podía convertirse en un animal legendario, pero nadie lo creía porque no estaba registrado en el registro de animagos. Vaya, parece ser que nuestro ministro no se toma la ley muy en serio.
- A veces merece la pena saltarse algo de burocracia si eso significa tener un as en la manga, Yaxley.
-Oh Scrimgeour, ¿no creerás que con esto nos has vencido? Ahora tendrás cuatro patas pero sigues estando viejo y arrugado. -Se burló Yaxley.
-No deberías subestimarme mocoso traidor, seré viejo pero he dedicado mi vida a cazar sucios mortífagos como tú. Además te olvidas de algo, no solo tengo cuatro patas, también tengo dos cabezas y todo hay que decirlo, una hermosa melena. Le respondió Scrimgeour pronunciando aún más la macabra sonrisa.
Mientras, la serpiente roja no dejaba de agitarse mostrando sus pequeños colmillos. Draco se fijó en ella, la observó detenidamente y parecía tener algo dentro de la boca, un pequeño paquete oscuro. Estaba seguro de que eso era lo que Yaxley y Bellatrix habían ido a buscar, después de todo si ese objeto era algo tan importante tenía sentido que Scrimgeour no quisiera separarse de él.
Draco aprovechó que Scrimgeour tenía puesta su atención en Yaxley para acercarse más a la serpiente pero antes de que pudiera darse cuenta, una enorme zarpa le apartó golpeándolo en el estómago y haciendo que saliera despedido contra los restos del escritorio.
-¡¿Cómo te atreves!? ¡AVADA KEDABRA!-Griitó Bellatrix lanzándole al león una maldición asesina directa a la cabeza, pero al igual que había hecho con Draco este la desvió con sorprendente facilidad.
-¿Crees que no sé por qué estáis aquí, Lestrange? Hace días que os estoy esperando. ¿Habeis venido a por esto, verdad?- La serpiente abrió la boca sacando la lengua que estaba enroscada alrededor de lo que parecía una simple bolsita de cuero. -Debo confesar que esperaba que Quién-tu-sabes enviara algo más que dos mortífagos y un niño, creo que me ha subestimado.
-¡Cállate! -Gritó Draco. Se levantó con dificultad, el estómago le ardía de dolor y sangraba por la boca, pero el dolor quedaba eclipsado por la ira que sentía, se había esforzado mucho para que aquello saliera bien, no pensaba volver con las manos vacías de nuevo, no quería pensar en qué podía sucederle a su familia si así era. Ignoró el dolor y la sangre y levantó su varita apuntando directamente a la cara del animal-¡Sectumsempra!-Exclamó. Un profundo corte se dibujó en el ojo derecho del león y este soltó un rugido de dolor. Por un momento pensó que había conseguido herirle pero al cabo de unos segundos la herida comenzó a cerrarse.
-¿Qué demonios…?
-No conseguiréis herirme mientras esté en esta forma. Mi piel tiene las mismas propiedades que la piel de dragón. ¡Haría falta una decena de hombres para hacerme algo!
Draco volvió a gritar.-¡Sectumsembra!- Esta vez le dio en una de las patas traseras. Se fijó en que cada vez que le lanzaba ataques a Scrimgeour la serpiente de su cola se enrollaba sobre sí misma como si estuviera intentando protegerse, está vez ocurrió lo mismo.
-Chico, ¿no acabo de decirte que así no conseguirás nada? Creía que los mortifagos erais más inteligentes.-Se burlóo Scrimgeour.
-No pretendía herirte sucio engendro.- Escupió Draco con odio.- ¡Es la serpiente! ¡Hay que ataca a la serpiente, ese es su punto débil!-Exclamó.
La expresión de Scrimgeour cambió radicalmente. Esta vez ya no sonreía, les miraba con expresión fiera y desafiante.-Vaya…, el mocoso es observador…-Scrimgeour se lanzó contra ellos dispuesto a atacar, esta vez en serio.
Bellatrix, Yaxley y Draco lo esquivaron a duras penas. Scrimgeour destrozó por completo la cama de dosel, parecía que no solo era inmune a las maldiciones sino que también poseía una fuerza extraordinaria.
-¡Bellatrix, Yaxley, teneis que distraerle! Yo me encargaré de la serpiente.
-¡No, Draco, tenemos que escapar, se lo prometí a tu madre!- Dijo Bellatrix
-Oh… ¿Acaso creéis que podéis escapar de mí?-Scrimgeour volvió a embestir contra ellos, esta vez con mayor fuerza abriendo un enorme agujero en una de las paredes.
Volvieron a esquivarlo a duras penas, parecía imposible salir de allí, estaba claro que Scrimgeour no los dejaría aparecerse.
-¡Crucio!-Gritó Bellatrix.-Scrimgeour rugió de dolor, pero el efecto de la maldición apenas duró unos instantes.
-¡Está bien pues lucharemos!-Dijo Yaxley.- Dejádmelo a mí.
-¿¡Qué!? ¡Tú solo no puedes!
-¿No me digas que ahora te preocupas por mi Bella?-Dijo Yaxley con sorna.- Pero tranquila, da la casualidad de que tengo esto…-Y sacó de su bolsillo un pequeño frasquito con un líquido morado.
-¿¡Qué estáis murmurando sucias ratas?-Otro zarpazo de Scrimgeour les interrumpió. No sabían cuanto más aguantarían, cada ataque hacía temblar los cimientos del edificio.
-Es elixir de potenciación brutal, Cortesía de Snape.-Explicó Yaxley casi sin aliento.
-¿Y qué pretendes hacer con eso, dárselo a Scrimgeour para que se vuelva aún más fuerte?-Dijo Bellatrix con escepticismo.
-No, pretendo bebérmelo yo.
-¡¿Qué?! ¡¿Estás loco?! ¡Eso está en fase experimental y esta hecho solo para animales, no para humanos!
-Experimentemos entonces.-Dijo Yaxley esbozando una sonrisa sádica. Acto seguido destapó el frasquito y se bebió la poción de un trago.
Entonces la máscara de Yaxley cayó al suelo. Sus ojos azules se tiñeron de rojo y comenzó a convulsionar frenéticamente. Su piel parecía arder, un extraño vapor salía de sus poros como si se estuviera abrasando vivo. Él gritaba.
Scrimgeour aprovechó el momento para embestir contra ellos de nuevo pero Bellatrix y Draco se interpusieron.
-¡Crucio!-Gritaron a la vez. Ambas maldiciones alcanzaron el pecho del león, que se retorció de dolor aunque no por mucho tiempo.
Yaxley estaba comenzando a transformarse. Había crecido al menos un metro y su cuerpo se estaba deformando a tal velocidad que las túnicas comenzaron a rasgarse. Sus gritos adquirieron un timbre distinto, se estaban volviendo más guturales y profundos, como los de una bestia y sus músculos estaban alcanzando un volumen sobrehumano.
Al cabo de unos segundos Yaxley ya había alcanzado el tamaño y la fuerza suficientes para hacer frente a Scrimgeour pero parecía fuera de sí, no quedaba nada de su instinto humano y no parecía distinguir las voces de Bellatrix y Draco.
Yaxley y Scrimgeour iniciarion una pelea particularmente violenta y para colmo la mortifaga no dejaba de lanzar maldiciones a diestro y siniestro contra el león, lo cual estaba haciendo que este perdiera ventaja. En esos momentos Scrimgeour hundió sus garras en el pecho del ser en el que se había convertido Yaxley haciendolo sangrar. Lejos de hacerle retroceder el dolor solo enfureció a Yaxley que embistió contra Scrimgeour lanzándolo contra una pared.
Draco comprendió que era ahora o nunca y corrió hacia la serpiente dispuesto a cortarle la cabeza. Scrimegour en un último intento de defenderse rugió tan fuerte que esta vez el sonido creó una especie de onda mágica que hizo que todos los cristales de la casa se rompieran y salieran despedidos en todas direcciones. Bellatrix consiguió lanzarse al suelo a tiempo pero uno de los cristales de la ventana salió despedido hacia Draco y se clavó en su rodilla haciéndole caer. El ruido y el dolor eran insoportables, los cimientos temblaban y Yaxley y Scrimgeour peleaban más salvajemente que nunca.
Draco creyó que no lo conseguiría pero finalmente alcanzó a la serpiente que se agitaba como loca. Con dificultad se sacó el fragmento de cristal de su pierna que tenia el tamaño de una daga grande y se lanzó con toda su rabia contra la serpiente. Con la mano izquierda le agarró firmemente la cabeza evitando que abriera la boca y con la otra mano sosteniendo su improvisada arma finalmente se la cortó.
Hubo unos instantes de silencio y luego un rugido ensordecedor inundó la sala. Scrimgeour comenzó a transformarse y cayó al suelo convertido en un hombre de melena rojiza que yacía cubierto de sangre. Bellatrix corrió hacia Draco.
-¿Está muerto?-Preguntó.
-Eso creo. Dijo Draco casi sin aliento mientras sostenía bajo el brazo la cabeza de la serpiente.
-¡Tenemos que salir de aquí, Yaxley está fuera de control!
Yaxley todavía seguía transformado, estaba enloquecido y continuaba destrozándolo todo.
-No puedo aparecerme Bellatrix, estoy herido. Dijo Draco haciendo una mueca de dolor cuando finalmente fue consciente de la profunda herida.
-Te curarás. Utilicemos los polvos flu, ¡Rápido!-Dijo ella agarrando a su sobrino del brazo.
Ambos corrieron hacia la chimenea a toda prisa y encendieron un fuego mágico. Draco se metió dentro de las llamas esmeralda. -¡Mansión Malf…!.-Exclamó. Pero en esos momentos se escuchó un estruendo y alguien echó la puerta abajo. Una veintena de aurores entró en la sala, pero ya era demasiado tarde, las llamas arrastraban a Draco a través de la chimenea alejándolo de allí. Lo último que vio fue como uno de los aurores lanzaba un hechizo contra Bellatrix mientras esta se aparecía.
Unos minutos más tarde una mujer rubia bajaba corriendo las escaleras de la mansión.
-¡Draco! ¡¿Dónde está mi hijo!? Dijo casi gritando.
-Cálmate Narcissa. Draco está vivo.-Dijo Bellatrix apenas sosteniéndose en pie.
-¿Dónde está? ¿Qué le ha pasado?-Dijo Narcissa con lágrimas en los ojos.
-Fue mucho más difícil de lo que esperábamos, Scrimgeour está muerto y Draco está herido pero consiguió escapar mediante polvos flu, aunque sospecho que se ha perdido.
-Oh ¡por Merlin! ¡Tenemos que encontrarlo!
-Sí Cissy, pero primero tengo que hablar con el Señor Tenebroso. ¿Dónde está?
-Estoy aquí, Bellatrix. Os estaba esperando. Una figura alta y vestida de negro apareció en lo alto de las escaleras del hall. Su piel estaba más pálida que nunca y sus ojos afilados centelleaban como llamas de color rojo vivo. Lord Voldemort bajó las escaleras con majestuosidad seguido por Colagusano que mantenía la cabeza gacha sin atreverse a mirar a su amo.- ¿Y bien Bellatrix?
-Mi señor…-Bellatrix miró a Voldemort con adoración y acto seguido se postró ante él.-Mi señor, el ministro está muerto, tal y como vos ordenasteis.- Voldemort esbozo una sonrisa de satisfacción y una chispa de maldad cruzó por sus ojos.
-¿Y el objeto que os pedí que me trajerais?
-Verá señor…lo encontramos, pero lo tiene Draco. Como le estaba diciendo a Narcissa el chico está herido y escapó mediante la red flu, es muy posible que se haya perdido.
La sonrisa de satisfacción se borró del rostro de Voldemort, no le hacía gracia que algo que era una posible amenaza para él anduviera perdido y en manos de un adolescente.
-Encontradle. Ordenó.-Mientras tanto…-Volvió a sonreír con malicia.-Dile a Thicknesse que venga, convócales a todos, diles que en treinta minutos quiero verles en el ministerio. Es hora de tomar lo que nos pertenece.
-Sí, mi señor.
Draco aterrizó en la chimenea de una pequeña y destartalada cocina. La cabeza le daba vueltas pero consiguió enfocar la vista y miró a su alrededor. Un extraño reloj con 9 manecillas colgaba de la pared y en lugar de números tenía palabras escritas como "en casa", "en el trabajo" o en "peligro de muerte", nunca había visto nada como aquello, y en el fregadero había un montón de cacharros viejos que se estaban lavando solos mediante magia. Aquello no tenía nada que ver con su lujosa cocina. No le extrañaba, debido a la interrupción de aquellos aurores no había podido pronunciar correctamente el nombre de su destino y seguramente había aparecido en la chimenea de otro mago.
No parecía haber nadie en la cocina pero se escuchaban voces afuera. Se acercó con dificultad a la ventana y se quedó lívido.
6 indivíduos pelirrojos estaban de pié en el jardín de espaldas a él montando lo que parecía ser una carpa.
-Oh, Mierda…-Balbuceó.-¡¿Cómo demonios había acabado en casa de los Weasley?!
Continuará...
