Había oscuridad y un sonido estático, no sabía donde estaba. La cabeza le daba vueltas y sentía como un líquido escurría por su mejilla y por su espalda.
—¿Kyoka?— trató de llamar a su amiga pero no recibió ninguna respuesta.
Cuando el humo empezó a disiparse pudo ver el cuerpo de la mencionada tendido a unos metros de ella, se arrastró por el suelo hasta llegar a donde estaba.
—Kyoka ...— su voz sonó en un hilo. Pero se recompuso al ver que aún seguía con vida. Permaneció sentada unos momentos sosteniendo la mano de la chica inconsciente. Su mente divagó a los gritos de hacia algunas horas, los cuerpos, los disparos, las explosiones, el humo, la sangre... intentaba convencerse de que todo había sido un sueño pero en cuanto los segundos pasaban se daba cuenta de que no era más que la triste realidad.
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7:00 am 23 octubre. El día del ataque.
—Momo despierta, llegaremos tarde— una chica de cortos cabellos azulados tocaba a una puerta de color blanco con calcomanías de flores.
—Ya estoy despierta, en un segundo salgo— aclaro la chica desde el otro lado, se estaba viendo en el espejo, hacia años que había llevado el mismo corte y el mismo peinado. Estaba harta. Tomó las tijeras sobre la cómoda y sin pensarlo dos veces se cortó un flequillo, posterior soltó la cola de caballo que tenía ya echa y cepillo su cabello para dejarlo totalmente suelto.
Tomó unos vaqueros azules, una blusa de manga corta negra que permitía ver su escote y encima se puso una camisa de color rojo a cuadros, rematando con unas botas negras que llegaban debajo de las rodillas. Tomó su bolso y se dispuso a salir de la habitación. Bajo las escaleras hacia la cocina para encontrarse con su compañera de departamento.
—Wow, ¿Ese cambió se debe a?— interrogó Jiro en cuanto la vio.
—No se de que hablas.
—Momo, te conozco desde que tenemos 12 años ¿Cuánto hace ya de eso? ¿10 años? —hablo arqueando una ceja mientras jugaba con la taza de café entre sus manos.
—El dijo que yo era... una princesa— hablo un poco decaída guardando un par de libros en su bolso.
—Lo dijo— afirmó —Yo estaba allí, todo el salón estaba allí; pero que dijera eso no significa que ahora tengas que optar por un estilo como el mío. Me haces sentir que yo soy lo opuesto a una princesa— al decir esto la chica soltó una carcajada.
—Solo quiero ser más dura. Como tú.
—Eres dura. Solo que eres un tanto princesa — admitió tomando sus cosas. —Pero si quieres ser una guerrera está bien, me agrada que decidieras por tu lado rebelde, quizá más tarde podamos hacernos tatuajes.
—¿Algo así como un corazón?, ¡Una flor!
—No
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Momo y Kyoka caminaron a la universidad, su departamento estaba cerca del campus y no les llevó más de 10 minutos llegar a su destino. Ambas estudiaban en una universidad privada para señoritas a las afueras de la ciudad rodeadas de paisajes hermosos que rayaban en escenarios mágicos.
—Ya entra— solicitó la de cabellos cortos viendo la indecisión de su acompañante.
—Y si no le gusta como me veo.
—Te ves increíble, entra ya— insistió pero antes de que ambas reaccionaran alguien las interrumpió.
—Señoritas, buenos días— hablo un apuesto hombre de cabello rubio cenizo tocando los hombros de ambas chicas y regalándoles una sonrisa.
—Hawks-sensei— hablaron simultáneamente tensándose en el proceso, suponiendo las hubiese escuchado.
—Pasen, pasen— las empujo adentro del aula donde ya estaban todas las chicas en sus lugares esperando atentas la lección del profesor.
El día transcurría normal, la clse de Hawks había terminado para seguir con la de la profesora Stivenson.
—E-escucharon eso— murmuró la chica rubia que se sentaba junto a la ventana.
—¿Fue una explosión?— cuestionó la castaña a su lado.
De inmediato la alarma sonó ordenando una evacuación inmediata.
—Señoritas, fórmense en orden para ir al refugio.
Se escuchó un «Si» al unísono para que las jóvenes se formaran tal como lo había indicado la profesora.
Se escucharon disparos y varias explosiones más, esta vez estaban más cerca. El nerviosismo y la tensión generada en él aula era palpable. La mayoría de ellas estaban asustadas.
La puerta se abrió estrepitosamente dejando ver a un hombre que sostenía un arma, estaba vestido totalmente de negro y llevaba un casco característico del grupo de exterminio.
Varias chicas lanzaron un grito cuando el hombre le disparó a Stivenson, la cara de Jiro se manchó de sangre de quien en vida había sido la tutora de la clase.
Momo apretó fuertemente la mano de su amiga, ¿Qué hacía el grupo de exterminadores allí?... Se suponía que aquella guerra no debía alcanzar la región pues era donde se encontraban muchas de las familias más acaudaladas, era una zona neutra donde era sabido que ningún niño o adulto habían manifestado la utilización de Kosei.
El grito de su compañera Rina la hizo volver, el hombre la tenía sujeta de los cabellos y la arrastraba por el suelo; todas veían atónitas mientras el tipo les apuntaba con el arma.
—¡Suéltame! ¡Ayúdenme! — rogaba la chica.
Higure que era su mejor amiga lanzó un rayo de su palma que el hombre simplemente esquivo y disparó contra la muchacha. Estaba bien entrenado como los rumores decían, eran rápidos, eran fuertes y todo el grupo mismo era usuario de Kosei. Querían exterminar a todos los que tuvieran aquel don para así ser los únicos, los más poderosos, los que gobernarán el planeta.
El hombre tomó un radio de su cinturón disponiéndose a emitir un mensaje —Los rumores son ciertos, hay usuarios en esta reg...
No pudo hablar más porque lo que parecía ser una pluma de ave le había atravesado la garganta.
—Lamentó haber llegado tan tarde— Hawks cruzó la puerta y la cerró tras de sí. —Escuchen. Se que todas ustedes son usuarias... toda la escuela lo sabe y trataron de meterlas en las mismas clases. Stivenson también lo era y usó su telepatía para avisarme de la situación ya que como pueden ver también soy uno de ustedes— hablo apuntando sus evidentes alas color escarlata.
—Ninguna de nosotras ha usado el Kosei en combate — argumentó Jiro, ante el deceso de su compañera.
—Entiendo perfectamente, nunca fue necesario, pero ahora lo es. Un gran número de exterminadores está abordando la escuela, su modo de operar es simple; matan a todos los que se interpongan. Dejaran vivir a unos cuantos; los que consideren débiles e inútiles.
Una explosión hizo volar la parte trasera del edificio mientras se escuchaba como este se iba desplomando.
—Mierda, salten por la ventana y corran lo más rápido y lejos que puedan. No vuelvan a sus casas, no regresen a este distrito, escapen, sobrevivan. Si es posible busquen a la alianza ellos podrán mantenerlas a salvo.
Las chicas hicieron lo solicitado, una a una fueron desapareciendo en la distancia. Jiro y Momo observaron como algunas no alcanzaban a llegar al bosque y eran abatidas por lo que supusieron sería un francotirador.
Hawks abrió la puerta y luego de un suspiro pesado se dispuso a salir.
—Hawks-sensei— le llamó Yaoyorozu tomándole del brazo —¿A dónde va?
—Momo-chan— hablo con cariño dando una palmada en su cabeza —Iré a patear cuantos traseros pueda, despejando el camino a mis queridas estudiantes.
—Hawks— le llamó Jiro un tanto pensativa —Tú eres parte de la alianza ¿No?
El hombre alzó las cejas en señal de asombro. —Lo soy, pero no importa. Es hora de salir de aquí.
—Déjanos ir contigo— pidió la de cabellos cortos —Tenemos más probabilidades a tu lado que solas allá afuera.
—Bien, pero nada de llanto— el hombre sonrió y los tres salieron corriendo del aula.
Entre los pasillos se encontraron con escenas dantescas de cuerpos de las estudiantes mutilados, algunos estaban calcinados otras simplemente habían sido abatidas por armas de fuego.
Siguieron corriendo en busca de los agresores, tenían que detenerlos para darles una oportunidad al resto de estudiantes de salir con vida de aquel lugar.
—Cuidado— habló el rubio saltando y enviando dos de sus plumas a degollar seis tiradores.
—Sensei— hablaron simultáneas al atravesar con sus katanas a un hombre que se dirigía a apuñalar a Hawks.
—Lección terminada señoritas— sonrió orgulloso de sus alumnas indicando que debían continuar.
Al llegar a la puerta principal observaron que había un gran tumulto en el patio de la escuela un grupo de hombres se encontraba en una rueda observando a un montón de chicas arrodilladas en el centro, había algunos gritos de las más infortunadas que se encontraban siendo abusadas y torturadas frente a las demás.
Hawks pasó una de sus manos por su rostro, eran demasiados para el solo y de ninguna manera iba a resultar bien.
—Yo creo...— hablo la morena un tanto pensativa. Los ojos de su profesor la invitaron a continuar. —Puedo hacer algunas granadas, si usted los distrae luego del ataque irán por su cabeza, estoy segura de que algunos se mantendrán junto a las chicas así que si Jiro y yo atacamos cundo el número baje, hay más probabilidades de salvar más chicas.
El rubio sonrió ante la idea y Kyoka tragó saliva, lo que iban a hacer era una completa locura y no tenían la certeza de que funcionara, menos de salir los tres con vida de ese ataque. Momo expulsó algunas granadas de sus brazos y se las dio al profesor. Este de inmediato salió corriendo.
Esperaron un par de minutos antes de la primera explosión, por la ventana observaron como muchos de los hombres se alejaban buscando al responsable del acto dejando a cinco tipos custodiando.
Cuando desaparecieron del rango de visión las chicas tomaron un respiro y viéndose a los ojos supieron que debían actuar, abrieron la puerta y salieron corriendo con la intención de matar, Jiro tomó a uno y con sus lóbulos creó un sonido ensordecedor en la cabeza del sujeto a quien le reventó los tímpanos, no le dio tiempo de responder cuando la muchacha lo había degollado con el cuchillo que llevaba en el tobillo. Tomó el arma de su cinturón y disparó en diversas ovaciones a un segundo hombre usando el cuerpo del primero como escudo humano.
—Mierda—Bufo al notar que una bala le había rozado la pierna. Continuó disparándole al segundo dejándole imposibilitado.
Se giró a ver a su amiga y la encontró tirando de un gatillo con los ojos cerrados. Ya había acabado con los otros tres sujetos pero de alguna manera sentía que también una parte de ellas había muerto en ese lugar.
—¡Corran todas!— ordenó Kyoka al tiempo que corría junto a Momo y la tomaba de la mano —Estamos juntas en esto— habló y la otra chica apenas pudo asentir.
Corrieron unos metros hacia el bosque donde debían perderse entre los árboles para garantizar su escape. Frente a ellas apareció un sujeto extraño con una máscara de payaso vestido con un traje.
—Son unas pequeñas alborotadoras— alzó su mano izquierda y una ventisca negra salió disparada hacia algunas de las chicas que corrían elevándolas más de 10 metros y dejándolas caer ante la vista atónita del resto.
—Momo— le llamó invitándola a atacar.
Ambas se lanzaron, trataron de acertar algún golpe pero el tipo era rápido y lo único que habían conseguido era resultar con algunos rasguños, el resto de las chicas escapó dejándolas solas.
—¿Por qué intentan salvar esta escoria?— les cuestiono. —Parecen mujeres con valor ¿Por qué no se unen al lado ganador?
—Porque ya lo estamos— hablo Jiro.
El sujeto alzó los brazos y elevó a Momo por los aires a más de 20 metros esta vez, dejó que cayera, Kyoka la observó descender en cámara lenta, la de cabellos cortos recibió un golpe que no sintió porque el alma la tenía en la boca.
—Estoy tan orgulloso— habló Hawks atrapando a la morena en el aire —Lo hicieron tan bien.
—Sensei— la de cabellos marinos empezó a llorar y Momo se aferró fuerte al pecho del rubio.
—Momo-chan— llamó su atención —No había tenido oportunidad de decírtelo pero... te ves tan linda.
El rubio descendió y dejó a Yaoyorozu junto a Jiro —Váyanse, busquen a Endeavor; díganle que yo las envío... él las cuidará.
Kyoka tomó la mano de su amiga y salió corriendo en dirección al bosque, Momo solo pudo girar y ver atrás, ver la espalda del hombre que la había salvado por segunda vez... —¡Sensei!— le gritó y este le hizo una señal con la mano en un puño. Sabía lo que significaba.
«Se fuerte»
Corrieron cuanto pudieron hasta llegar a la carretera principal que las conducía al ciudad. No debían volver a casa. No debían regresar al distrito de Kaijū. Debían caminar hacia la zona prohibida y salir.
Escucharon un grito y el humo nubló su vista, pudieron ver a una chica castaña que corría con desesperación hacia ellas.
Detrás suyo apareció una mujer lanzando bolas de fuego que quemaban los árboles a su alrededor.
Apenas acababan de salir del campo de batalla y ahora se encontraban con otra loca.
La castaña salió flotando y Yaoyoruzu disparó mientras que Jiro se acercaba lo suficiente para encontrar una apertura mientras esta esquivaba los ataques de la morena.
La mujer emitió algo como un chillido y golpeó el suelo con brusquedad causando una explosión. Luego todo se volvió totalmente negro.
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20:30 pm. 23 de octubre 9 horas después del ataque...
Yaoyorozu se quedó quieta observando la ciudad, esta ves no había luces y tranquilidad. Los edificios se veían envueltos en llamas, y los gritos podían escucharse a la distancia. Abrazo a Jiro, estaba asustada y no sabía que debían hacer a partir de aquel momento.
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Gracias por leer, creo que esta historia será un tanto rara :v la verdad la estoy escribiendo en los trayectos así que solo plasmo lo que se me viene a la mente en el momento. No lo estoy pensando mucho así que me~ a ver si les gusta.
