Avengers no me pertenece, la historia sí.
Los respectivos créditos a Marvel Comics.
El timbre del celular sonaba fuerte y con insistencia, era, tal vez, la cuarta vez que sonaba en alrededor de 10 minutos. El reloj despertador sobre el velador marcaba las 9:22, era domingo, su día libre ¿Quién osaba llamarla tan temprano? Su turno la noche anterior había terminado cerca de las 3 de la mañana, las ojeras y el cansancio eran notorios.
- ¿Aló? – Contestó con pereza, al otro lado de la linea se escuchaban muchos ruidos y gritos.
- ¡Cállese! Trato de hablar por teléfono – Escuchó decir por el auricular.
- Caly ¿qué demonios quieres? – Era notoria la molestia en su voz - Terminé muy tarde anoche, es mi único día libre, por favor - Hablaba tapada hasta la cabeza con las sábanas blancas con detalles de lunares rosa que su madre le había regalado en la navidad anterior.
- Violet, juro que mi intención no es molestarte-
- Directo al grano, Caly –
- Necesito que vengas al turno de las 6 –
- ¿Bromeas? – Contestó con molestia – Corrieron mi día libre del martes hasta hoy ¿y quieres que vuelva a correrlo? – Suspiró – Olvídalo –
- Por favor, te pagaremos el doble por estos dos días que te hemos corrido –
- No –
- Soy tu jefa y amiga, hazlo por estos años de amistad – Rogaba Caly – Eres la única persona a quién puedo llamar, están todos los libres fuera de la ciudad –
- ¿A qué hora decías?–
- Seis –
- A las seis con treinta estaré ahí, tengo que ver a mi mamá en el hospital a las cinco y no me apresuraré por un imbécil que no tomó su turno hoy –
- Eres la mejor ¿lo sabes? –
- Si, si - Suspiró - Y me pagas el doble por ambos días, no lo olvides –
- Sin falta, Violet –
- Ok - Colgó para luego arrojar el celular al montón de ropa que tenía en la esquina de la habitación – Tengo que ordenar un poco este apartamento – Dijo para sí misma y luego se levantó y encendió el equipo de música para comenzar su día con un poco de ánimo.
Trabajaba desde hace dos años en el restaurant de su amiga que se encontraba en Manhattan. Era mesera y, a veces, encargada de local cuando a Caly se le ocurría salir de la ciudad con su esposo a quién no soportaba en absoluto, pero de quien, en parte, dependía el estar trabajando en ese lujoso lugar. Él era un empresario y cuándo se caso con Caly, quién era chef de profesión, le regaló aquel restaurant y ella era feliz administrándolo. Fue entonces cuando Violet más lo necesitaba, que le dió la oportunidad de trabajar ahí. Violet iba en tercer año de pedagogía cuándo su padre falleció en un accidente automovilístico dejándola sola con su madre que, tiempo después, cayó en cama producto del avance de sus enfermedades que se juntaron con una depresión que hasta el día de hoy la tienen en esa condición. Como no tuvo otra opción, se trasladó de Forks a Manhattan con su madre, Victoria, para poder tenerla en un hospital seguro, abandonando la carrera que tanto la apasionaba. Comenzó a trabajar con Caly que luego de enterarse de todo, le tendió la mano. La paga no era mala, le alcanzaba para pagar el hospital, los medicamentos y un pequeño pero humilde apartamento en la ciudad. No tenía lujos, pero sí comodidades y eso era lo importante. A pesar de que su madre le insistía en que volviera a la universidad, ella se negaba rotundamente a dejarla sola. Su hermano se encontraba fuera del país, pero volvería dentro de unos días para encargarse de su madre junto a su esposa y así Violet volvería a retomar sus estudios en Forks y buscaría una escuela cerca de su madre para hacer clases y ayudar a su hermano a cuidar de ella.
- Te ves cansada – Victoria tomó su mano sacándola de la ensoñación. Había estado todo el día ordenando la casa, con el trabajo, el hospital y los tratamientos no había tenido tiempo de ordenar – ¿Dormiste bien anoche? Sentí que llegaste tarde –
- Sí, dormí hasta después de almuerzo – Mintió – Desperté y me vine de inmediato a acompañarte – Miraba con atención las vías que tenía inyectadas su madre en los brazos. La quimioterapia cada día la debilitaba más. Su piel estaba pálida, su cuerpo delgado y su cabello cada vez iba perdiendo aquella fuerza y brillo que tenían antes.
- Tu hermano me ha llamado esta tarde – Miró a su madre a los ojos – Debería estar llegando mañana temprano–
- ¿En serio? –
- Si, mi niña – Victoria sonrió – Así que ya puedes comenzar a hacer los trámites para volver a la universidad, nuestra casa en Forks te está esperando –
- Ay, mamá – El sólo pensar en volver a casa la invadió con una nostalgia que hizo que sus ojos se pusieran llorosos. Cada pequeña aventura, cada recuerdo en aquel hogar en donde alguna vez hubo una familia llena de felicidad le provocaron un nudo en la garganta que no se permitía botar. No, no lloraría ahí, frente a su madre tan débil. Desde la muerte de su padre se prometió no llorar en ni una ocasión, tenía que estar ahí con la frente en alto ayudando a su madre a ponerse de pie. Extrañaba tanto a su padre, sus consejos, sus chistes, sus "buongiorno, principessa" de cada día, el esfuerzo que dió por su familia, simplemente lo extrañaba mucho.
- Yo igual lo extraño – Su madre leyó su mente – Lo amaba cada día con más intensidad y sea donde sea que esté, quiero que sepa que estoy agradecida por la maravillosa vida que tuve junto a él –
- Lamento interrumpir – Violet limpió las lágrimas del rostro de su madre – Tengo que sacarle las vías y es todo por hoy – El médico miró con una sonrisa a Violet y comenzó a sacar las vías de los brazos de Victoria. En cuanto dejó a su madre en casa, arregló su bolso y partió en dirección al restaurant. Tal como lo predijo, llegaría alrededor de las 6:30, por lo que no se apresuró en absoluto. Se detuvo en varias tiendas del centro, compró chocolates para los chicos del restaurant, miró ropa y caminó sin prisa. Sin embargo, justo cuando iba pasando fuera de un callejón se topó con una situación que llamó su atención.
- ¡He dicho que me lo pases! – Un tipo de unos 30 años amenazaba con un arma a una chica que se encontraba acorralada por él. Tenía un paquete grande aferrado al cuerpo con ambos brazos, lo miraba con terror.
- ¡No puedo! Son los medicamentos de mi abuela –
- ¡No mientas! –
- Por favor, déjame en paz – El tipo se iba a avalanzar sobre la muchacha cuando Violet interrumpió.
- Te ha dicho que la dejes en paz – Comentó seria desde la entrada del callejón.
- ¡Bah! Y que te metes tú, perra – El tipo levantó el arma para apuntarla en dirección a Violet, sin embargo, ella desapareció de su vista en cosa de segundos - Pero dond–
- Aquí – Dijo en el oído del tipo – ¿Qué planeas hacer con esa arma? ¿Disparar al aire? – El tipo se dió vuelta de inmediato algo intimidado, pero Violet nuevamente no estaba ahí –
- ¿Q-Qué eres? – Una sombra se formó en su espalda.
- La pesadilla de los abusones como tú – Y en menos de un segundo redujo al tipo dejándolo inconsciente en el suelo. Tomó el arma y la guardó en su bolso. Sacó el celular y llamó a la policía – Callejón 210, un intento de asalto, el tipo está reducido – Y colgó.
- G-Gracias – La chica la miraba con gran impresión – ¿Cómo haz echo eso? –
- ¿Qué cosa? – Violet la miró con seriedad, siempre hacía creer a la gente que no habían visto nada – Sólo lo reduje, sé karate – Mintió.
- Pero te vi desaparecer y aparecer –
- No, quizá imaginaste cosas con el miedo – Sonrió a la chica – Quédate aquí para declararle a la policía, él no despertará en un buen rato – Puso la pistola del tipo en sus manos haciendo ademán de que la entregara. Dió media vuelta y partió de ahí, sin notar que alguien más presenciaba la escena.
El tiempo en el restaurant avanzaba lento. Ese día le tocaba revisar la presentación de los platos y ordenar los servicios en las mesas. Regaló chocolates a los del turno y Caly no dejaba de agradecer su presencia ahí. No se sentía de ánimos para estar de mesera y su rostro no lucía muy amigable. No llevaba maquillaje, con suerte se había lavado la cara antes de salir. Salió a tomar aire y a fumar un cigarrillo. Recordaba una prenda que había visto en una de las tantas tiendas en las que se detuvo, quería comprarla, quería tratar de renovarse en cuanto volviera a Forks, conseguir novio tal vez. No lucía tan mal. Rondaba el metro sesenta, era delgada y su figura era bonita. Desde pequeña su madre comentaba lo lindas que eran sus piernas y lo delgada que era su cintura. Su rostro tampoco quedaba atrás, tenía la nariz fina y pequeña, los pómulos definidos, labios carnosos, ojos verdes y pestañas tupidas. Cabello largo y liso hasta la cintura color negro azabache. Piel blanca y suave como la porcelana, agradeció siempre el no haber presentado las típicas marcas de la adolescencia, los granos y esas cosas. Su madre siempre le decía que se diera tiempo de salir con algún chico, que estar sola la hacía ver amargada, pero, a pesar de que los pretendientes no le faltaban, jamás se sintió atraída por alguno. Los chicos eran maravillosos, nada que decir sobre eso, pero quería una aventura y ese tipo de romances sólo existían en los libros que leía, muy difíciles de encontrar en la vida real. Quizá pedía mucho.
- Amm, Violet, no quiero interrumpir pero Caly te llama – Violet rodó los ojos, tiró el cigarrillo al suelo y lo apagó con la punta del zapato. Entró en la cocina y visualizó a Caly mirando por el rabillo de la puerta.
- Ay, Violet, ponte el delantal y sal a atender a esos tipos de allá – Caly apuntó con el dedo y Violet miró en aquella dirección. En una de las mesas, apartados, había ocho tipos en una especie de reunión. Miró nuevamente a Caly – Tienes que atenderlos tú –
- Pero ¿Porqué yo? Envía a Henry, él es el mesero hoy –
- Tú eres la indicada para atender a ese grupo – Dijo Caly con determinación – Está Stark ahí, atiéndelos bien, ese tipo es exigiente con el servicio –
- Como digas –
- Y toma – Le puso en las manos un estuche – Ponle un poco de color a tu rostro, no quiero que salgas a atender así – Violet la miró con molestia, tomó el estuche y fue en dirección al baño del personal. Tomó su pelo en una coleta alta, lavó su rostro y aplicó un poco de delineador de ojos y labial rosa claro. Se colocó una camisa blanca que tenía en el casillero y mantuvo los jeans negros que llevaba desde la mañana. Se amarró el delantal negro a la cintura, metió la libreta de pedidos en uno de los bolsillos, tomó el carro con las cartas del restaurant, abrió la puerta y caminó hacía la mesa con un poco de nervios, Caly con tanto detalle la había puesto algo inquieta.
- Buenas noches, mi nombre es Violet y yo los atenderé esta noche – Dijo poniéndose junto a la mesa y sonriendo con naturalidad.
- Buenas noches – Dijeron al unisono.
- Les entrego la carta para que puedan hacer su pedido – Tomó las cartas y le entregó una cada uno con una sonrisa – Tome – Su rostro era simplemente perfecto, o al menos así lo sintió ella. Cabello rubio y bien peinado, facciones fuertes, sonrisa divina y sus ojos, quedó hipnotizada con ellos, de un azul intenso y tan humildes que no pudo evitar sonreír de manera tonta en cuanto sostuvo la mirada con él, botando sin querer la carta al piso – Disculpe, no fue mi intención –
- No te preocupes, Violet – Respondió él, recogiendo la carta al mismo tiempo que ella – Fue un accidente – Ella lo miró sonrojada por la situación.
- ¿Qué estoy haciendo? - Se preguntó a sí misma y lo miró nuevamente a los ojos.
- Soy Steve Rogers, mucho gusto – Se presentó con una sonrisa que hizo dar un vuelco a su estómago.
- H-Hola – Respondió tontamente y le entregó la carta otra vez, evitando ahora que se cayera. Terminó de entregar las cartas y se paró a un lado de la mesa con la libreta en la mano para anotar los pedidos. Sentía el corazón latir a mil, pero ignorándo aquello, trató de actuar con indiferencia – ¿Qué demonios me pasa? ¿Qué es este estúpido comportamiento? – Pensaba un poco angustiada. En cuanto tomó los pedidos se retiró con rapidez a la cocina. Entregó los pedidos de la manera más natural posible, le temblaban las manos al poner tanto empeño en no demostrar su nerviosismo. Atendió otras mesas, sacó muchos pedidos y cada cierto rato fijaba la vista en Steve, quién al sentir que lo miraban cruzaba la vista con ella.
El restaurant se fue vaciando, quedando únicamente aquel grupo en el salón.
- Violet – Caly la llamaba – ¿Porqué aún no se van? –
- No lo sé, ya los atendí y les llevé hace bastante la cuenta –
- ¡Pues, ve a que te paguen y diles que el local ya va a cerrar! – Violet suspiró y salió nuevamente al salón a buscar la cuenta.
- Muchas gracias por venir – Sonreía evitando cruzar la mirada con el rubio para no ponerse nerviosa – El local cerrará dentro de unos minutos – Y se retiró hacía la cocina, sin antes mirar por última vez al joven de ojos azules. El grupo se retiró y comenzaron a cerrar el restaurant con rapidez. En cuanto todo estuvo listo, Violet tomó sus pertenencias y salió por la parte trasera del restaurant. – ¡Adiós! – Gritó antes de cerrar las puertas e irse caminando con tranquilidad – Ha sido un día agitado – Se dijo a si misma recordando al chico rubio. Caminó por largos minutos a su hogar, mirando con insistencia hacía atrás pues sentía que alguien la seguía. Sacó las llaves de su bolso y abrió con cuidado la puerta del apartamento. La cerró tras de ella y se sentó en uno de los sillones de la entrada para descansar un poco, miró la hora en su reloj: 2am. Cerró los ojos y despertó minutos después con un ruido proveniente de la puerta, alguien buscaba, abrió y frente a ella había un tipo alto de cuerpo corpulento, moreno y con un parche en el ojo, detalle que no pudo evitar notar.
- Señorita Violet – Dijo el tipo con seriedad.
- ¿Si? –
- Soy Nick Fury ¿Podemos hablar? –
- Un momento – Violet recordó al tipo en el restaurant – Yo lo atendí hoy –
- La busco por esto – Y puso ante ella un celular en donde se veía un video. Lo tomó con ambas manos y con asombro vió que salía ella. La habían grabado en la tarde cuando redujo al tipo del callejón.
- ¿Qué es esto? – Preguntó nerviosa – ¿Porqué tiene eso? –
- No se asuste – Violet salió del apartamento y cerró la puerta para quedarse afuera a solas con Fury – Sus habilidades son lo que buscamos –
- No comprendo... – Siempre se había empeñado en ocultar sus poderes, siempre tuvo miedo de que la trataran diferente – ¿Porqué me busca? –
- Para que sea parte nuestro proyecto – Le entregó una tarjeta con una dirección – Venga a vernos y le explicaré con detalles – Violet tomó la tarjeta y lo miró fijo.
- Ahí estaré – Nick se retiró. Violet entró en silencio y se preparó para dormir. Había sido un día largo después de todo.
