Capítulo 1
La luna llena brillaba con fuerza en el cielo. Garfio no sabía cuánto tiempo llevaba tratando de regresar a Storybrooke, sabía que nadie le quería ahí, pero ahora, lejos de lo que había conocido desde niño, prefirió ir a Storybrooke a quedarse en el mundo salvaje en el que había acabado buscando una venganza que nunca se cumpliría.
Emma sabía que Garfio volvería a Storybrooke, pero conforme tenía el panorama familiar no estaba para andar montando guardia a ver si el pirata llegaba o no llegaba. Aquella noche de luna llena fue Ruby la que montó guardia en su forma lobuna.
Garfio llegó caminando con dificultad, aún no se le habían curado las costillas, una rotura imposible de inmovilizar y dolorosa. Sabía que no iba a ser bien recibido pero no esperaba que algo lo arrastrara con violencia cuando puso un pie en el pueblo.
Ruby lo había olido, ese olor a salitre tan pegado a la piel solo podía ser de una persona. No le dio tiempo ni a respirar, cuando posó un pie dentro de Storybrooke ella se lanzó hacia él y lo cogió del pescuezo sin apretar mucho para evitar hacerle una herida pero si de una manera en la que estaría quietecito y no podría atacarla de ninguna manera.
Era relativamente pronto, solo las diez y media de la noche cuando Ruby se plantó en la puerta de comisaría con su caza y aulló con energía. Charming salió corriendo y entre él y Emma levantaron al pirata, hecho polvo debido al paseíto.
-Buenas noches familia encantadora –dijo Garfio con sorna mientras lo levantaban para arrastrar su piratesco trasero en la celda de la comisaría. –Y tú bicho pulgoso –miró a la loba –pienso hacerme un abrigo contigo el día menos pensado.
–Buen trabajo Ruby –la felicitó Emma
–Así que el bichejo tiene nombre y además es una señorita –se burló el pirata –buenas noches futuro abrigo.
Ruby le soltó un rugido amenazante seguido de varios ladridos. Emma y Charming decidieron que era mejor llevarse a Jones antes de que siguiera calentándole más los cascos a la loba.
-¡Ruby! –llamó la abuelita, consciente de que su nieta estaría algo cansada por la noche anterior
-Dime abuelita –respondió ella con su habitual sonrisa de adoración hacia su abuela.
–Cariño, tuviste una noche larga, ¿por qué no llevas este pedido a comisaría y vas a dormir? –le dio un beso a su nieta
–¿El pirata se ha levantado hambriento? –preguntó socarrona
-Al parecer
–Si por mi fuera no le llevaría nada –refunfuñó mientras se ponía la chaqueta –a noche me amenazó con convertirme en un abrigo –la abuelita rio
-Hace falta más de un pirata como ese para reducirte a ti a un abrigo –se burló la mujer. Ruby le sacó la lengua y salió hacia la comisaría con el encargo.
El cuadro que se encontró era algo cómico.
-Por enésima vez ¿podrías devolverme mi garfio? –David lo miraba divertido, si, divertido a costa de la desesperación del pirata. Emma los ignoraba mientras ponía en orden unos papeles.
-¡Garfio por favor! –se burló David –Te creía con más sentido común .
-El desayuno –anunció Ruby con una risa al observar al príncipe y al pirata –¿Llevan así toda la mañana? –Emma puso los ojos en blanco –ya veo.
A Garfio le hicieron los ojos lucecitas cuando vio entrar a la camarera –Buenos días señorita-dijo con su mejor tono de seductor acompañado de un descarado guiño-¿puedo preguntarle a qué hora termina? –ella rio y negó con la cabeza.
–Creo que no estás en condiciones de preguntar algo así –ella le acercó un café y un sándwich de queso al pirata y luego lo mismo a David.
-Gracias Ruby –David como siempre con su tono principesco le agradeció el desayuno.
-Un momento… ¿Ruby? –el pirata dejó escapar una carcajada –¿Le habéis puesto al chucho sarnoso ese el mismo nombre que el de esta beldad?
Emma levantó la mirada de los papeles que estaba arreglando tratando de contener la risa y sin querer perderse la contestación de la lobuna camarera. David miró al pirata e hizo una mueca como diciendo "te la vas a cargar"
La morena se acercó a los barrotes de la celda con una sonrisa irónica –Veo que después del paseíto de a noche te dejé la cara hecha un desastre –aludió a los arañazos y magulladuras que llevaba.
-Pero si…
-Oh si era una preciosa loba azabache con un pelo brillante y bien cuidado… no soy ningún chucho sarnoso
-Una hija de la luna –murmuró clavado en el sitio pero mirando anonadado a la criatura que tenía delante de sus narices
-Sí, pirata… ah, y en el momento intentes ponerme la mano que te queda encima te la pienso arrancar… veremos cómo vas al baño luego
El trago de café que habían dado padre e hija salió disparado de sus bocas cuando escucharon a la camarera.
Esta se fue con una sonrisita de suficiencia a dormir hasta bien entrada la tarde.
-Esta mañana dejaste a Garfio con tres palmos de narices –Emma había ido cenar a primera hora de la noche, acompañada de Neal y Henry.
-Se lo merecía –contestó la camarera medio enfurruñada –Me llamó chucho sarnoso –abrió los ojos al máximo algo enfadada. –Y quería hacer un abrigo conmigo –Neal y Henry no podían aguantar la risa.
–No estoy defendiendo al bacalao… pero ¿no crees que el haberlo paseado por toda la ciudad cogido del pescuezo cuando aún tiene las costillas sin curar puede haberlo enfadado? –objetó Neal
La camarera se encogió de hombros y se mordió el labio inferior. –Puede que fuera eso. –Ruby no era de piedra –y puede que me pasara un poco esta mañana
-Ah no, en eso te equivocas –arremetió la Sheriff –Es un mujeriego de mucho cuidado, tendrías que haber visto con que descaro ligaba con mi madre.
–Dime que no ligó contigo…
– ¡Oh Neal! –Emma le dio un codazo intentando reprimir una sonrisa, no estaban oficialmente juntos, pero con la excusa de estar con Henry quedaban muy a menudo, y no sería novedad verlos besándose a escondidas como adolescentes.
-¿Cómo está ahora? –preguntó la camarera con tono apagado. Emma la miró y dio un largo suspiro sabiendo que Roja no iba a tardar en ir a verlo.
–Algo hecho polvo, pero se recuperará –La sheriff comenzó a buscar las llaves en su chaqueta –Hay un botiquín en la oficina, está a simple vista… puede que necesite que le curen las magulladuras de la cara y no le vendría mal algo de compañía... pero no te fíes de él, tiene más peligro que una caja de bombas –la advirtió –Y que no se entere mi padre de esto.
Cuando Ruby se fue Neal miró a Emma algo inquisidor–Si va a salir mañana por la mañana… ¿En serio te fías de Garfio? –Emma se encogió de hombros.
Ruby entró en comisaría casi de puntillas. -¿Hola?
Garfio estaba tumbado en la cama algo incómodo por sus costillas rotas y con la cara y el cuerpo en general todo dolorido incluso en su orgullo. No lo diría nunca pero se había quedado demasiado embobado con la camarera para arremeter contra ella tras su comentario. Escuchó pasos en la oscuridad, supuso que sería Emma o el príncipe pero la voz de mujer que escuchó no era de la rubia.
Se incorporó poco a poco para ver quien había entrado. –Creí que no admitían perros en comisaría –bromeó con sarcasmo. Ella resopló y se acercó a la celda con el botiquín. – ¿Qué te trae por aquí?
–Vengo en calidad de enfermera –dijo con una sonrisa socarrona enseñándole el botiquín –y si te portas bien prometo ondear la bandera blanca
–Así que aparte de la mascota real también eres enfermera –Ella puso los ojos en blanco mientras abría la celda y entraba, él esbozó media sonrisa.
–No soy ninguna mascota –gruñó medio en broma medio en serio. Lo tomó de la barbilla y le levantó la cara –Uff –tenía la cara llena de arañazos y moratones. La mujer lobo esbozó una mueca de culpabilidad al ver cómo le había dejado la cara.
–Me has dejado guapo –ironizó el pirata
–Lo siento –se disculpó ella entre dientes y en voz muy bajita
–Creo no haber oído bien –ella puso los ojos en blanco
–Lo siento, Garfio
–Así está mejor
Ruby negó con la cabeza y comenzó a limpiarle las heridas con agua oxigenada. El pirata dejó escapar un gruñido ante el escozor, ella sonrió. –Lo estás disfrutando ¿eh?
-Pensé que los piratas eran más duros –sin embargo sonrió algo más cálida y dulzona mientras le limpiaba una herida que tenía en el labio
-¡Au!
-Quejica –él la miró y sonrió pero hizo una mueca de dolor.
–Gracias
– ¿Por qué? –No hubo respuesta. Cuando Ruby terminó de curarle las heridas se marchó algo a regañadientes y Garfio se quedó tumbado en el catre y durmió con tranquilidad, con una tranquilidad con la que no había dormido durante trescientos años.
Ahí va la primera serie de viñetas, espero sus comentarios y tomatazos varios XD
