Renuncia: todo de Hiro Mashima.

Aviso: este fic participa en el reto "Drabbles de emociones" del foro 'El mejor gremio de todos Fairy Tail'.

Claim: Natsu Dragneel (leve Natsu/Lucy insinuado).

Primera emoción: Ternura.

No. De palabras: 727


#1

Si hay algo que Natsu Dragneel —el mago de fuego más hiperactivo de todo Fiore— no acepte que sea verdad sobre sí mismo es ser lindo o tierno.

Y en realidad las cosas lindas y monas que puedes apapachar hasta el cansancio no le disgustan particularmente, pero si le molesta que lo llamen monada o ternurita.

Él es un poderoso mata dragones, no un peluche de estantería al que pueden fotografiar a su gusto. Él es fiero y poderoso, no felpudito y rosado. Bueno… quizá rosado sí, pero sólo por su cabello y aquello no era el punto en cuestión, estaba desvariando.

Natsu ya está harto de ser llamado con apodos de niño pequeño o dulces empalagosos, no quiere eso. Y por esa razón juró hacia mucho que cualquiera que osara nombrarlo con la palabra "innombrable" —lindura— tendría el gusto de pasar unas vacaciones bien pagadas en el hospital de Magnolia. De eso estaba cien por ciento seguro, al menos hasta aquella tarde helada donde ella se atrevió a decirle «¡Natsu te ves tan lindo!»

Y no supo cómo reaccionar.

Primero creyó escuchar mal, después de todo era un caos total en el gremio y cualquier otro bien podría haber dicho eso. Quiso creerlo.

Pero no, sí fue ella. Ese adorable sonrojo en sus mejillas lo confirmaba al igual que un brillo particular en sus orbes chocolate. Y por primera vez en su vida, Natsu no supo que decir ante semejante insulto.

Porque era un insulto, aun viniendo de ella. ¿Cierto?

Sí, no era más que un vil insulto hacia su persona. Una palabra degradante, algo que no era —o se negaba a aceptar ser— porque él no gusta de las cosas lindas.

No a tal grado de tener su cama repleta de peluches de todos los colores y formas posibles que le impidieran dormir a gusto ahí. Ni para comprar y comprar ropa con logotipos de flores de formas extrañas.

Natsu Dragneel no es tierno.

No como Mirajane, que siempre trae una radiante sonrisa en su rostro y es amable con todo ser vivo, no como Levy que es tan pequeña como un hadita de cuento infantil, no como Happy que se ha autoproclamado como el exceed más adorable de todo Earthland ni como…

Como Lucy.

Por alguna desconocida razón, un calor abrasador se apoderó de sus mejillas y un no sé qué revoloteó por su estómago, repitiéndole constantemente las palabras recién dichas por su mejor amiga Natsu te ves tan lindo, cayendo en cuenta sólo entonces de su significado.

Incrédulo, Natsu giró su rostro, viéndola de frente.

Ella observaba emocionada —como niña pequeña que visita por primera vez una dulcería— uno de los tantos álbumes que guardaban en el sótano del gremio. Específicamente una foto de él con un Happy recién nacido en brazos.

Y el sonrojo se incrementó.

Porque en aquella lejana época, donde Lisanna todavía vivía y él no sabía leer, nunca se le pasó por la cabeza que actuaba como lo que más aborrecía hoy: un niño inocente que se sonrojaba y lloraba por casi todo. Un niño tierno.

Lucy soltó una carcajada, divertida por las vergonzosas fotos de él, donde curiosamente Lisanna siempre salía de por medio apenándolo con un comentario poco apropiado para una niña de su edad, como «¿puedo ser tu esposa?» mientras Natsu lentamente se fue encogiendo en su asiento de la barra, casi humeando por la pena.

Estaba a nada de escabullirse e ir directo con Reedus a reclamarle un par de cosas cuando Lucy volvió a hablar.

— No conocía esta faceta tuya, Natsu —comentó casual, pero con un deje de diversión—. Me gusta.

Otra vez, Natsu la miró escéptico. Sin comprender la razón que le impedía protestar con ella para que no insinuara que era monísimo, como haría con cualquier otro. Pero en lugar de hacer un berrinche y confirmar las palabras de Lucy, optó por quedarse callado, fruncir el ceño y maldecir de vez en cuando. Acompañado de las risas de la rubia y sus «Oh dios, ¡eres tsundere!»

Porque discutir con ella era inútil, y por razones inexplicables una pequeña —mínima— parte de él se regocijaba con cada halago de su parte, se enorgullecía de ser el chico tierno de Lucy en lugar de otro como Gray o Loke.

Porque Lucy era tierna, y si requería de la ternura para estar a su lado, tierno iba a ser él.