Prólogo

-Nueva Vestroia-

Los seis soldados rodeaban al núcleo perfecto, observando atentamente el extraño "comportamiento" que éste había desarrollado en los últimos días. Aunque lo normal era poder observar los seis orbes, correspondientes a los seis atributos, flotar en el interior del translúcido núcleo, desde hacía un tiempo solo se podía ver una especie de batalla entre dos energías.

Una de ellas era oscura y densa; tenía un movimiento lento y pausado, pero muy potente. La otra, que desprendía una luz blanca cegadora, era ligera y rápida en sus movimientos, pero se podía apreciar que era mucho más frágil y débil que su enemiga. Ambas mantenían una intensa guerra, posiblemente por el control del núcleo.

-Tenemos que arreglar esto - Dijo, enfáticamente, Apollonir - Nueva Vestroia no aguantará mucho más esta situación...

-Han aparecido dos nuevas fisuras dimensionales – Añadió Exedra – Es posible que lo que quiera que esté pasando sea causado por la conexión a esos nuevos mundos.

-Entiendo... - Reflexionó Apollonir – ¿Se os ocurre algo para solucionar este grave problema?

-Podríamos intentar extraer o expulsar esas dos energías del núcleo perfecto – propuso Lars Lion – Con eso podríamos ganar algo de tiempo.

-Pero... ¿Que pasará cuando esas dos energías estén libre? - preguntó Oberus - ¿Qué haremos con ellas?

Este interrogante generó un silencio que se extendió durante varios minutos, en los que solo se oían el pequeño ruido producido por aquella batalla que se estaba librando en el interior del núcleo perfecto. Finalmente, Frosch tomó la palabra:

-Creo que tengo la solución... A lo largo de la historia de Nueva Vestroia hemos podido comprobar lo útiles que resultan unos peleadores bakugan en los momentos críticos, tienen mucho más valor y llegan mucho más lejos de lo que nosotros tan siquiera aspiramos a imaginar. Propongo que, usando esas dos energías, y el poder de nuestros atributos, creemos unos bakugan para entregárselos a unos humanos, ellos seguro que encontrarán la manera de solucionar esto.

-Bien pensado, Frosch – dijo Clayf, felicitándolo.

-¿Estamos todos de acuerdo? - Preguntó Apollonir.

Los otros cinco soldados asintieron y, acto seguido, comenzaron a manipular el núcleo perfecto.

-Mientras tanto, en otra dimensión diferente...-

Era una agradable noche de verano allí, en Hispania; un país del Planeta Gea. Corría una agradable brisa por todo el país y los grillos la acompañaban melodiosamente con sus relajantes chirridos. La falta total de nubes permitía ver, en lugares con poca contaminación lumínica, el mapa astral al completo. Sin duda era una noche apacible y maravillosa, menos para siete chicos.

Estos se retorcían en sus camas, con una terrible "pesadilla", es decir, si se la podía llamar así. Observaban, sin poder evitarlo, como numerosos animales fantásticos morían, algunos sepultados por la lava, otros ahogados en el mar, otros aplastados por rocas... Era un autentico Apocalipsis.

Esta horrible imagen se mantuvo durante unos minutos, aunque para aquellos chicos podían haber sido días, y paso a ser sustituida por un espacio totalmente negro. Ante ellos aparecieron, entonces, seis figuras gigantes e imponentes.

-Nosotros somos los seis antiguos soldados de vestroia - Hablaron al unísono aquellas figuras, seguramente usando telepatía – os hemos elegido para pediros ayuda, vestroia, nuestra dimensión, se halla en un grave peligro, mucho más grande que otros a los que anteriormente ha logrado sobreponerse, pero nos tememos que, si no nos ayudáis, todo lo que visteis anteriormente se hará realidad. Por favor, nuestro futuro y el de todos los bakugan está en vuestras manos.

Luego, las figuras se alejaron y se desvanecieron entre la densa oscuridad del entorno.