SOY TAN REAL COMO TÚ

Todos los personajes pertenecen a Masashi Kishimoto, yo no me he inventado ninguno.


Ep. 1: La llegada

Sasori se dejó iluminar (o más bien, atravesar) por el rayo de sol que se colaba por los envejecidos tablones que bloqueaban la ventana, y observó. Había ruido afuera, y eso era algo que no pasaba todos los días... de hecho, era la primera vez en casi cuarenta años. Una mansión abandonada en medio del desierto de Suna no era lo que los turistas solían visitar de camino a lugares más interesantes, sobre todo si era imposible encontrar otra alma viviente en más de veinte kilómetros a la redonda.

Volviendo al tema, el ruido que había estimulado su curiosidad provenía de un coche, uno de esos extraños y veloces carruajes sin caballos que alguien inventó en el siglo XIX. Había levantado una polvareda considerable al detenerse a unos metros de la imponente entrada de la mansión, en el terroso camino que más mal que bien, atravesaba el desierto hasta unirse en cierto punto con la carretera fronteriza del País del Río. Y teniendo en cuenta lo que estaba tardando su ocupante en bajarse del vehículo, Sasori dedujo que precisamente estaba esperando a que la arena se asentase.

Cuando eso por fin ocurrió, ambas puertas delanteras se abrieron y se apearon dos personas, una mujer de extravagante cabello rosa por el lado del volante, vestida con unos shorts vaqueros y una camiseta roja, y un hombre maduro con un maletín por el del copiloto, con el traje típico de Suna. Intercambiaron unas pocas palabras antes de dirigirse a la desgastada verja, la cual el hombre abrió sacando una gran llave de su maletín, y ambos se adentraron en el terreno propiamente dicho de la mansión.

- Qué lamentable falta de modales - pensó Sasori disgustado - No le ha cedido el paso a la dama.

Al irse acercando, Sasori pudo observar a los visitantes más detalladamente. El hombre tenía la mitad de la cara vendada de manera peculiar, sujetándose las vendas a la cabeza con uno de esos típicos gorros del desierto, y la otra mejilla con dos rastros rojos que parecían quemaduras. La mujer (o más bien la chica, pues parecía estar a principios de la veintena) tenía un rostro perfecto en su opinión, de tez blanca y suave, contorno ovalado y frescos ojos de jade verde; tampoco su figura era nada desdeñable, con las piernas delgadas, cintura estrecha y senos pequeños pero firmes. De haberla conocido en uno de los salones de su época, sin lugar a dudas Sasori la habría cortejado.

- Como puede ver, Haruno-san - oyó la voz del hombre al entrar por la puerta - la casa está en un estado bastante lamentable...

- Después de estar casi doscientos años soportando los rigores del desierto, no esperará que parezca recién construida - pensó Sasori con ironía, apartándose de la ventana tapiada y dando unos pasos hacia los visitantes.

- Sí, Gaara ya me lo había advertido - la joven no estaba impresionada por el abandono y decadencia del lugar - Aun así, mi oferta sigue en pie.

- Debo insistirle una vez más en que no compre esta casa - dijo el hombre con una mueca - Actualmente es inhabitable, y reformarla le costará tanto o más que la compra. Mi compañía incluso ha presentado una petición al Kazekage para derruirla. Por favor, elija uno de los chalets que las afueras de la capital... o si lo prefiere, tenemos también unos dúplex a estrenar en la zona costera del país...

- Baki-san, le agradezco su preocupación y todo lo demás - le interrumpió ella con hastío, dando a entender que el hombre ya llevaba mucho tiempo tratando de convencerla - pero estoy TOTAL, COMPLETA y ABSOLUTAMENTE decidida a comprar esta casa, renovarla y ¿qué le parece?, hasta vivir en ella. Por otra parte, dudo mucho que el Kazekage les conceda permiso para el derribo, siendo que la casa es una antigua y valiosa propiedad de su familia.

- ¡¿Cómo?! - se exaltó Sasori - ¿Ella piensa comprar mi casa y vivir aquí? ¿A quién le ha pedido permiso? Espera, que yo ya estoy muerto... soy un fantasma, un mero espíritu, eso significa que no puedo quejarme. Y parece que el actual propietario, alguno de mis familiares, ya la ha autorizado. Conque Kazekage, ¿no? Eso me enorgullece, yo también fui uno de los mejores ninjas de mi tiempo.

- Pero... ¿por qué? No hay nada más que dunas en varios kilómetros. No hay tiendas ni comercios donde proveerse de lo que necesite, tendrá que viajar en coche constantemente. Tampoco tiene vecinos a quienes pedir ayuda en caso de necesidad, ni técnicos que le solucionen posibles averías. ¿Y si cae enferma, Haruno-san? El hospital más cercano está en Suna, la capital... Usted, como médico, debería prestar más atención a su salud.

- ¿Ella, médico? - se dijo Sasori escéptico - ¿Desde cuándo las mujeres saben lo suficiente de medicina como para ser más que enfermeras?

- Baki-san, teniendo en cuenta que me gradué con honores en la universidad de Konoha, estoy segura de saber perfectamente lo que hago o dejo de hacer con mi salud - replicó ella, molesta por la ofensa - De modo que le agradecería no cuestionar mis conocimientos sobre el tema.

- Tiene carácter - sonrió el fantasma - Eso está bien, nunca me han gustado las mujeres sosas. Y si piensa vivir conmigo, por lo menos que resulte interesante. Doscientos años de muerto pueden aburrir a cualquiera...

- ¿Qué hay de sus ahorros? Se gastará todo lo que tenga en esta mansión decrépita, y será dinero perdido.

- ¡Eh! - protestó Sasori indignado, aunque ellos no pudieran oírle - Admito que la casa está vieja y descuidada, pero en su momento fue la envidia de todos los jounin en el País del Viento.

- Si es el dinero lo que le preocupa, puedo mostrarle en el momento que desee un informe de mi banco, dando fe de que dispongo de ingresos más que suficientes para afrontar el pago. ¿Acaso temía que fuese insolvente?

- No se trata de eso, Haruno-san... - el hombre frunció el ceño, al haberse quedado sin argumentos, y suspiró dándose por vencido - Está bien, veo que no hay manera de disuadirla. Que conste que en mi opinión, comete un gran error - abriendo su maletín, sacó unos papeles y le ofreció un bolígrafo a la joven de cabello rosa - Firme aquí, por favor. Aquí también... y aquí. Ya está, a partir de este mismo momento, usted pasa a ser oficialmente la propietaria de la mansión Akasuna.

- Gracias por todo, Baki-san - le sonrió ella feliz, antes de estrecharle la mano al hombre.

- Me marcho, para que vaya familiarizándose con el entorno - dijo el hombre tras guardar los documentos en su maletín y salir por la puerta - Ante cualquier cosa, no dude en llamarme. Si ve que en realidad esto la supera, todavía tiene dos días para revertir la venta sin costes añadidos. Pero si llama, tenga paciencia, porque tampoco las líneas de comunicación son demasiado buenas por aquí...

- No se preocupe, sabré apañármelas - se despidió la chica.

Al cerrar la puerta, se dio la vuelta y apoyó la espalda contra ésta, dando un amplio vistazo a su alrededor. Había polvo a montones, y también la oscuridad era bastante notoria al estar las ventanas tapadas con tablas. El hall en el que encontraba pedía a gritos un buen pulido de suelo, o más bien un suelo nuevo, lo mismo que la barandilla de la elegante escalera central. Un hondo suspiro escapó de su garganta, pero no era un suspiro de arrepentimiento sino de ilusión, de expectativa, de planes futuros. Sí, esto era lo que necesitaba, algo grande e importante con lo que ocupar tanto su mente como sus manos, y olvidarse de... lo "otro" grande e importante que la había arrastrado hasta allí.

- Bien, Sakura Haruno - se dio ánimos en voz alta - Es hora de ponerse a trabajar.

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

- Sakura Haruno... es un nombre lindo, le queda muy bien - pensó Sasori, acostumbrándose ya a la idea de tenerla como inquilina, aunque en realidad fuese la nueva dueña de la mansión - ¿Qué tendrá pensado hacer exactamente?

La miró interesado. Sakura salió al exterior y se dirigió a la ventana más cercana, la misma desde la que él había estado mirando antes, y agarró fuertemente uno de los tablones que bloqueaban la luz. Dando un leve tirón, el tablón se desprendió sin problemas.

- Justo como pensaba - se dijo Sakura a sí misma en voz baja, pero Sasori a su lado la oyó - Toda la madera debe estar podrida y carcomida, ni siquiera he necesitado utilizar chakra.

Uno a uno, Sakura arrancó todos los tablones de la ventana, e hizo lo mismo con las demás de la planta baja. Para las dos plantas superiores, sin embargo, necesitaría una escalera.

- Bien, hora de hacer inventario - y entrando de nuevo, sacó una libreta con lápiz del bolsillo trasero de sus vaqueros - Lo primero, una escalera plegable de aproximadamente... 15m. Lo demás tendrá que ser mano de obra: arquitecto, carpintero, cristalero, forjador, jardinero... quiero tener un jardín, aunque sea nada más para cultivar cactus; albañil, fontanero, electricista, tejador, técnico de teléfono...

Y así continuó recitando un obrero tras otro de los que supuestamente iba a necesitar, dejando pasmado a Sasori, que desconocía lo que significaban casi la mitad de esos términos o la supuesta función de la que se encargaban. ¿Para qué necesitaba a todas esas personas? Comprendía que no podía reformar la casa de arriba abajo ella sola, pero ¿realmente hacían falta? ¿O pensaba convertir su casa en un... un holete, hotole, hotel... sí, hotel? Por un momento, casi estuvo de acuerdo con ese hombre que insistía en que remodelar la mansión le costaría a la joven otro tanto de lo que se había gastado en la compra.

- Sin duda, debe provenir de una familia rica - le habló Sasori a unos metros de ella, apoyado contra la barandilla de la escalera - Porque de otro modo, no podría estar haciendo todos esos planes tan a la ligera. ¿No cree... Sakura-sama?

Justo al pronunciar su nombre, Sakura se dio la vuelta en su dirección y le miró fijamente, con el ceño fruncido. Sasori le devolvió la mirada, extrañado. De no saber con seguridad que era imposible, habría jurado que le miraba... que le miraba a él, un fantasma, un ser invisible e incorpóreo.

- No pienses tonterías, Sakura - se recriminó ella con indulgencia, volviendo a su libreta - Es el viento del desierto que se ha colado por las ventanas, ahora que has quitado los tablones. Nadie te ha llamado.

La expresión de sorpresa de Sasori no tenía precio. ¿Le había oído llamarla, aunque fuese levemente? ¡Era algo extraordinario! Desde su muerte y conversión en espíritu, nunca nadie se había percatado de su presencia, por más que él lo intentase en un principio. ¿Sería que su nueva inquilina tenía un sexto sentido mucho más desarrollado? Valía la pena descubrirlo.

- Esto no podía ser mejor - pensó, y sonrió con picardía - Sin duda alguna, sí será interesante tenerla aquí, señorita Haruno.


Que conste que soy una absoluta defensora del SasoDei, pero el SasoSaku simplemente tiene algo... un no-sé-qué, muy excitante e irresistible para mí. ¡Espero que disfrutéis de mi primer fanfic SasoSaku! ^o^