Look
Soledad era una palabra que ambos conocían muy bien. Lo era todo y nada al mismo tiempo, pero conseguía que temblaran y lloraran con escuchar la S inicial.
El nombre de él era Naruto Uzumaki. Rubio, de ojos azules era un marginado social. Solo haber sido maldito con algo que jamás debió aparecer en su interior.
Ella era Ariadna. Su pelo era castaño, al igual que los troncos de los árboles, pero sus ojos eran naranjas algo ya no tan normal. Su comportamiento, sus gustos, sus ojos todo influía. Todo era buena razón para apartarla del resto.
Se acababa de mudar, algo que a Ariadna no le hacia mucha gracia. Tendría que volver ha adaptarse, volver a comenzar de cero, cuando en su ciudad natal ya había conseguido amigos, pocos pero era más de lo que tenía allí. Ahora solo estarían sus padres y ella.
La castaña miraba por la ventana maravillada por los árboles y todo el verde que había en aquel lugar desconocido. Pero entre tanto verde hubo algo que le llamó la atención. En un columpio, no muy lejos de allí estaba un chico con la mirada perdida, balanceándose.
Soledad. Lo reconoció en los ojos del chico rubio. Ella sabía que era esa sensación. Sintió lástima, pero no por él muchacho si no por ella. Volvería aquella palabra a escucharse en sus oídos y nada podría evitarlo.
Mientras el rubio observaba la nada, lamentándose de ser diferente no pensar igual que el resto. Mantenía las lágrimas escondidas, pues si lloraba tendría otro motivo para meterse con él.
Miró embelesado una mariposa de color azul que se posaba sobre una flor blanca. "me gustaría ser como ella" pensó "Nadie me diría nada, me observarían y contemplarían mi belleza." Unos niños, que jugaban cerca, atraparon el pequeño insecto y le arrancaron las alas, después cogieron la flor y le fueron arrancando pétalo por pétalo.
"Tal vez sea mejor así". Se levantó del columpio y fue dirección a la silenciosa casa. Rápido, sin detenerse en nada. Corrió por las calles asustado por si aquellos niños podían quitarle su poca libertad.
A mitad de camino se paró en seco. "¿De que estoy huyendo?" Se preguntó "Tengo que seguir adelante, como sea, debo afrontarlo, no huir como un gatito asustadizo" Las dos últimas palabras resonaron en su cabeza como en una cueva. Aquel insulto se lo había dicho Sasuke. Como había acabado refiriéndose a si con tal mote. Hasta tal extremo llegaba su manipulada mente. "Tal vez" fue la contestación.
A lo lejos vió como un coche aparcaba en una casa, no los conocía, debían de ser nuevos en la ciudad "mal lugar para comenzar una nueva vida" Del Peugeot salió primero un hombre con el pelo negro, como las alas de los cuervos y con los ojo naranja. Acto seguido salió una mujer de cabellos castaños y unos ojos verdes con tonalidades azules, como el mar revuelto.
Naruto observó, algo le decía que faltaba alguien por salir de aquel automóvil. Esperó unos segundos hasta que porfin salió una chica castaña de ojos naranja. Descendió la mirada hacia abajo para ver su ropa. Era estilo emo, combinando naranja y negro de una manera un tanto extraña.
Algo curioso, el ojiazul cruzó la calle y se quedó mirando a la chica, absorto en sus pensamientos. A lo mejor ella no le diría nada, tal vez sería su amiga. "Que tonterías digo, en cuanto me conozca se va a reír de mi"
Un encuentro de miradas y Naruto se giró hacia su casa, con sus mejillas rojas, sin saber muy bien el porqué. Se marchó antes de que pensaran que era una delincuente o algo así. No era muy difícil imaginarlo la verdad.
Ariadna lo miró marcharse "es el chico del columpio" pensó. Se le pasó por la cabeza seguirle y hablar con él, pero lo desechó. Nadie quería tener una amiga como ella. Suspiró, era pesimista, demasiado, pero jugueteaba demasiado con las manos de los sueños. La voz de su padre la sacó de su encierro.
Ariadna, ven y ayúdame- Llamó desde dentro de la casa-
¿Ya lo habéis descargado todo? – preguntó ella con curiosidad
Claro, ven rata
Ella hizo caso a su padre y entró. Descubrió al hacerlo un montón de cajas todas apiladas y entre ellas estarían sus cosas. Los muebles grandes vendrían por la tarde así que no podían colocar nada. Su madre salió de la cocina comentando que la casa era grande y la ubicación posterior que tendrían las cosas.
Por orden, sus padres y ella dormirían arriba, en el segundo piso, alado de los baños. Bajo estarían el resto de habitaciones y los libros. La sala de su ordenador no estaba decidida pero conociendo a la señora que la había engendrado estaría alado del salón.
Hay que ir a IKEA
Tsukiko, no pienso ir, te vas tu sola-
Por favor quiero cambiar algunos muebles- dijo suplicando.
En medio de aquella discusión se escuchó una risa. Ambos adultos se giraron hacia ella pensando lo mismo, como si tuvieran telepatía. Aquellos pensamientos eran de cómo torturarla sin tener que manchar la nueva casa.
¿te vienes conmigo? –
No, no y no. Me niego. No seré tu mula mamá- dijo moviendo sus manos- ¿Puedo salir un rato?
Claro, pero no tardes mucho-
Salió de la casa un poco deprisa. Pensó en ir al parque que había visto desde la ventana, pero estaba lejos y seguro que se perdía. La opción mas clara, era dar una vuelta por el nuevo barrio.
Las casas eran todas iguales. Monótonas y aburridas. La gente la miraba extrañada. En uno de los bungalows, una chica salió a recibirla con una sonrisa falsa. Su pelo era rosa y sus ojos verdes. La ropa era lo más horrible que hubiera visto Ariadna, su chaqueta era fucsia, sus pantalones eran verdes y los zapatos azul chillón.
Otra chica extraña salió detrás, su pelo era castaño oscuro al igual que sus ojos. Llevaba una camiseta marrón, los pantalones amarillos y los zapatos blancos como la más hermosa nieve.
Hola ¿Quién eres?- dijo la chica del pelo rosa
Soy Ariadna, me acabo de mudar
Yo soy Sakura, ella es Tenten-
¿Donde está Hinata?- preguntó la castaña
Bah, que no venga, no la soporto –
Se escuchó un gritito y a lo lejos se vieron venir a una chica de cabellos negros con tonos azulados y sus ojos, aún estando lejos, se veían blancos. Su ropa era de color rosa y níveo entrelazando ambos colores. "que mona" pensó la castaña.
Ella debía de ser Hinata, la chica a la que esperaban el resto. Se paró delante de todas y se disculpó con las mejillas sonrojadas. Lo que mas sorprendió a la ojinaranja fue ver como Sakura, que antes la había despreciado, abrazaba a la ojiblanco como si fuera su mejor amiga.
Perdonad – todas se giraron hacia Ariadna – ¿Conocéis a un chico rubio con bigotes?
Si, es el idiota de Naruto- contestó la castaña- Nos vamos, chao
Las dos primeras se fueron parloteando y riéndose de dios sabe quien. Hinata se quedó para decirle quien era el chico. Resultó ser alguien interesante, sin amigos, solo, eso si ella tenía familia, el rubio no.
La palabra resonó en su mente otra vez. Soledad, jamás le volvería a borrar de mente. Nunca lo había conseguido.
La tarde pasó rápido para Ariadna, pero para el ojiazul fue lenta, dolorosa como todas las demás tardes. Ambos pensaron en el día de mañana. En volver a una rutina que para ninguno de los dos era agradable.
La noche calló, silenciosa, arrastrándose sin ser vista entre el día. La luna y estrellas gobernaron el cielo pero no eran vistas ya que las luces cegaban aquel precioso cielo. La gente había olvidado la bóveda de astros que se podía observar en noches de tristeza o de melancolía.
