Disclaimer: Shingeki No Kyojin, junto con todos sus personajes pertenecen a Hijame Isayama, yo sólo tomos prestados sus personajes para (in)sana diversión.


Prólogo.

Eran apenas las diecinueve horas cuando Eren ingresó al local, que a esa hora a pesar de estar abierto, apenas tenía gente. Un grupo pequeño conformado por tres personas se hallaba al fondo. Eren los identificó rápidamente porque siempre estaban ahí, se trataba de una pandilla de la cual sabía poco más que los nombres. Más personas, a quienes no conocía también ocupaban discretos lugares. Sin perder más tiempo, se fue tras el mesón dejando algunas bolsas.

- Hey Eren, ¿Trajiste lo que te pedí? - Una voz conocida con tono molesto apareció detrás de él.

- Sí, limones, menta y jengibre, ¿No? - Contestó con una sonrisa calma a su mejor amigo, Jean, a lo que este asintió desempacando la mercadería con ayuda del ojiverde.

-Esos bastardos esperan que preparemos tragos toda la noche, pero siempre se olvidan de comprar toda esta mierda, ¿No? - Con una expresión de fastidio, Jean se arremangó la camisa roja que hacía parte de su uniforme de barman, con la intención de comenzar a cortar limones y dejarlos listos para futuros tragos.

-A la próxima vez que vayan ellos a comprar. - Añadió con falsa molestia, para luego dejar escapar una risilla, porque sabía que nunca se atreverían a decirle algo así a sus jefes, a quienes en realidad no temían, pero si respetaban.

Outlaws era un bar que hacía bastante honor a su nombre, quienes frecuentaban el lugar eran en mayoría forajidos, pandilleros, narcotraficantes, o por ponerlo de otro modo, enemigos de la ley. Pixis, quien manejaban el bar, no siempre se mantenía al margen de lo que sucedía ahí, muchas veces participaba en los negocios que creía serían beneficiosos para su propia economía y para la de sus socios. De esta forma, se había ganado el respeto de todos quienes frecuentaban el lugar, o al menos así parecía, nadie se atrevía a causarle problemas, mucho menos Eren, quien se esforzaba al máximo para ganar la simpatía de la clientela junto con su propina, con el fin de pagar sus estudios. Jean era un caso diferente; reconocía la autoridad de Pixis, pero eso no le impedía ser un rebelde, cuestionando cosas, causando alboroto o haciendo migas con varios pandilleros de la zona e involucrándose más allá de su trabajo con ellos.

A ojos de Eren, el trabajo era mejor de lo que parecía. Tanto su hermana Mikasa como Armin, un amigo de toda la vida, estaban en contra de ese trabajo, sacando a relucir todas las desventajas, por no decir los peligros que conllevaba el ambiente, pero él era terco, y donde sus cercanos veían peligro, él veía la oportunidad de salir adelante, fue esta la razón de que cuando Jean le había propuesto conseguirle un lugar ahí, él no lo había pensado dos veces. Eso era mucho mejor que trabajar a medio tiempo en un PizzaHut, o hacer de mozo en un restaurant común. Mucho más peligroso pero mejor pagado, esa era la lógica del joven Jaeger.

El trabajo de ambos, quienes en la práctica atendían casi todo el lugar ellos solos, era servir tanto a los clientes, como mediar algunas peleas que entre borrachos pudieran darse, lo que comúnmente arreglaba Jean. Parte de tu trabajo también era limpiar el local, e si era necesario, debían de servir de meseros. Era frecuente la idea de que necesitaban una tercera parte que los ayudara a servir en las mesas y a limpiar, o a comprar, o en general.

- Eren, una Gin Tonic y dos vodkas. - Había pasado ya un buen rato y el lugar se encontraba más lleno cuando Reiner, un cliente frecuente, parte del grupo del fondo que estaba desde temprano, se había acercado del otro lado del mesón para hacer el tercer pedido de la tarde.

- Andando. - Como siempre, Eren atendía con eficacia y una muy buen puesta sonrisa en los labios. Rápidamente hizo aparecer en la barra los tragos pedidos por el hombre, quien en su calidad de cliente frecuente ni se molestó en preguntar cuando salía, sólo dejó los billetes encima, dejándole la diferencia como propina.

Reiner volvió a su mesa del fondo con los tragos, dándole un vodka a Annie, una joven rubia se expresión seria, y el Gin Tonic a un hombre alto, quien si Eren no mal recordaba, su nombre era Berthold, quedándose él con el segundo vodka. El barman no conocía la clase de grupo a la que pertenecían o a qué se dedicaban, pero su presencia pasaba tan desapercibida ahí, en el fondo del bar, que a nadie parecía importarles que hicieran.

A su vez, Jean atendía a un hombre bajo de ceño fruncido. Él era uno de los clientes más antiguos del lugar, claro, él y todo su grupo, aunque no siempre venía el grupo completo. La mayoría de las veces venía sólo, o con una mujer escandalosa de acompañante aunque esta no era la ocasión. Solía pedir Whisky, y sólo por casualidad, siempre era Jean el responsable de servirle la bebida, porque justo cuando él llegaba, Eren estaba ocupado con algo más. Sólo casualidad.. A veces Eren lo miraba, y su sola presencia lo intimidaba, encontrándose afortunado de nunca haber tenido que atenderlo.

-Ugh, servir a Rivaille siempre es horrible. Nunca deja propina y tiene un carácter de los mil demonios. - Comentó en voz baja Jean a Eren, una vez que el hombre se hubo retirado de la barra para pasar a sentarse a una mesa con otro cliente, probablemente para hablar de negocios. - Nunca te atrevas a servirle en un vaso que no esté reluciente, o es capaz de rompértelo ahí mismo. - Rodó los ojos con fastidio para luego mirar aún más fastidiado a Eren. - ¿Cómo es que nunca te ha tocado servirle? Tienes una suerte de puta madre, amigo. - El castaño le dio una palmada en la espalda antes de volver a su labor limpiando vasos.

- Supongo...- Suspiró profundamente, apoyándose con aburrimiento en la barra. Tal vez por ser jueves, el lugar no tenía mucho movimiento. Eren posó la vista en Rivaille. Se habían cruzado por meses en el mismo lugar y aún así nunca habían hablado. Una suerte de puta madre, se repitió en la cabeza. Escuchaba tantas cosas de tantos clientes, que le era imposible acordarse de todo y de todos, pero el grupo de Rivaille era inolvidable, especialmente porque eran viejos amigos de Pixis, he ahí el motivo de que fueran también los clientes más antiguos.

Según sabía Eren, era un grupo que se caracterizaba por tener un montón de cuentas bancarias en las Islas Caimán, por mover dinero entre muchas personas, y por jalar de los hilos de muchas personas importantes. También eran conocidos por la considerable propina que dejaban, a excepción de Rivaille. A veces, según veía, también tenían mercancías que alertarían a cualquier aduana, y que no tenía ni la menor idea de cómo ingresaban al país, pero él prefería mantenerse ajeno al tema.
Por supuesto, Rivaille no era el líder del grupo, pero si era el miembro que pasaba más tiempo ahí, tal vez porque era el más solitario de todos, o porque disfrutaba beber más que los otros, eso Eren lo desconocía.
Parte de ese grupo era también la mujer escandalosa, que respondía al nombre de Hanji, y según sabía, tenía relación con el tráfico ilegal de drogas médicas o medicinas aún no en fase de prueba. A ella sí la conocía, la había atendido varias veces cuando venía el grupo entero y necesitaban de más de un barman.

El resto del grupo, lo conformaban dos o tres hombres más, incluyendo al lider, un hombre alto, rubio y de aspecto serio, llamado Irvin Smith. Él se presentaba pocas veces, y siempre que lo hacía, era en compañía de toda la banda.

Así era como con el correr del tiempo, Eren se había acostumbrado a las personas que visitaban el lugar, especialmente a las pandillas frecuentes, a pesar de que esa noche habían más independientes, o personas a las que vagamente recordaba haber visto antes.

Entre copas, tragos y mucho alcohol terminó su turno el estudiante cerca de las tres de la mañana. Se despidió de Jean, dándole uno de esos choques de manos típicos de los amigos, antes de recoger sus cosas y largarse.

Al día siguiente, cuando hacía poco había comenzado su turno, Eren descubrió a alguien que lucía muy fuera de lugar entrando al local, pero a quien no dudó en recibir con una cálida sonrisa.

-¿Vienes a ver a Jean? – Fue su saludo, dibujando una amplia sonrisa, dándole una mirada divertida a su amigo de reojo, quien servía licor a un hombre de terno y corbata,

-Y-yo sólo pasaba a saludar. - Marco ofreció una sonrisa tímida al verse descubierto, con un rubor que se esparcía por entre sus pecas en sus mejillas.

- No te preocupes. ¿Quieres algo por mientras? - Sin esperar una respuesta, ya había sacado un vaso al que pasó un paño rápidamente en lo que el otro tomaba asiento en la barra.

- ¿Una coca-cola? - Arqueó una ceja el moreno, manteniendo una sonrisa en los labios.

- Que no sepa el jefe que he servido algo sin alcohol, me mataría. - Rodó los ojos antes de reír, para dirigirse a la máquina expendedora de gaseosa.

Marco era un estudiante, que daba la casualidad era compañero de Eren en la universidad, aunque no cursaban la misma profesión, si coincidían en algunas clases, pero el no supo eso hasta que Jean le había comentado el asunto, y no fue hasta después de conocer a Marco en el bar, que habían comenzado a hablar en algunas clases. Marco Bolt tenía la piel blanca, el pelo negro y muchas, muchas pecas, además, estaba enamorado de Jean.

- ¡Hey! - Esa había sido la voz de Jean quien hasta ahora, no había notado a Marco. Eren dejó la bebida frente al amigo cliente.

- Esta va del sueldo de Jean, no la pagues. - Mencionó recibiendo un golpe sin daño alguno en la cabeza por parte del mencionado. El causante del alboroto sólo rió con jovialidad, antes de dar un sorbo a la bebida. Para él, resultaba agradable visitar el Outlaws, a pesar de la gente y que él fuera alguien completamente ajeno a ese turbio mundo, pues su único motivo de ir era ver a Jean, aunque este parecía ser el único que no se daba cuenta de ello.

-No te preocupes Jean, voy a pagarla. - Le dedicó una de esas miradas que delataban su enamoramiento adolescente hacia el castaño claro, quien por supuesto, no se daba por aludido.

- No, no, está bien, yo invito. - Eren reía mentalmente, porque veía el sonrojo en las mejillas de su compañero de trabajo. Fue entonces cuando una cuarta voz, interrumpió a los jóvenes.

- ¿Es que ninguno de ustedes mocosos va a atender? No recordaba tan mal servicio.- Eren y Jean se miraron a los ojos, el segundo suspiró y con tal de darle la oportunidad a su amigo, se acercó al dueño de tan mal carácter.

-¿Qué desea beber, señor? - Con una sonrisa nerviosa, intento poner su mejor cara. Al parecer, su buena suerte la había roto él mismo, y la intimidante mirada de un Rivaille que parecía más molesto de lo común no ayudaba.

-¿Es que eres nuevo acaso?- Rivaille miró de arriba a abajo al menor, deteniéndose un momento en sus grandes ojos verdes. No pudo evitar pensar en un gran par de esmeraldas. Entonces hizo una mueca de desagrado.- Whisky, mocoso.

-De inmediato…- Intentando retener toda su torpeza que solía salir a flote en momentos así, Eren buscó en las repisas el licor indicado con apresuramiento. Asegurándose de que el vaso estuviera limpio, colocó algunos hielos antes de servirle. - Aquí está señor. - Ofreció la mejor sonrisa que pudo dar bajo presión.

Rivaille inspeccionó el vaso tomándolo entre el índice y el pulgar. Tras unos segundos, asintió levemente y dio un sorbo. Eren se quedó esperando tanto el dinero como algún comentario, pero lo que obtuvo le sorprendió.

-¿Qué me miras tanto? ¿Esperas propina? - Alzó una ceja desafiante. Eren negó rápidamente.- Me parece. - Con la mirada en alto, Rivaille se dio vuelta para ir a sentarse con la mujer de siempre que lo esperaba en una mesa.

- Pero no ha pagado… - Eren había alzado la voz y fue lentamente reduciendo el volumen hasta que simplemente su voz fue un murmullo, porque Rivaille le estaba dando una mirada que mataría a cualquiera de ser posible. Eren frunció el ceño cuando el otro dejó de mirarle, molesto de que personas como él abusaran de su autoridad.

Mientras, en la mesa, la mujer de siempre esperaba. Hanji iba vestida casualmente, de pantalones negros y chaqueta de cuero café oscuro. Apenas su acompañante se sentó, ella comenzó a hablar.

-¿Por qué has sido tan duro con Eren? El chico es un amor. – La mujer sonrió ampliamente, indicando a penas con el mentón al chico quien continuaba en la barra con una expresión de fastidio.

-¿El de la barra? – Rivaille arqueó una ceja, frunciendo más el ceño.- Porque se me dio la gana. Además, ¿Cómo sabes que se llama Eren?

-¿Cómo que cómo se? ¿Tan viejo te estás poniendo que no te acuerdas, Levi? -

-¿De qué estás hablando?

-Siempre que venimos con Irvin y los demás es él quien nos sirve. – La mujer rodó los ojos para tomar el vaso del contrario y llevárselo a los labios. Rivaille hizo una mueca de asco y se levantó para ir a buscar otro trago, detestaba compartir vaso con otros, así se transmitían los gérmenes de la saliva, y quien sabía por donde había estado la boca de la otra mujer.

-¡No te olvides de darle propina, amargado! –La mujer rió satisfecha al lograrse lo que proponía, aunque dudaba de que el otro le hiciera caso, Rivaille era sumamente terco y vivía de mal humor, como si no fuera capaz de soportar otro estado de ánimo.

En la barra, Jean continuaba limpiando vasos, a la vez que continuaba hablando con Marco, a veces reían, a veces se sonrojaban, y Eren podían oler el romance a kilómetros aunque ellos lo negaran. A eso estaba dedicado el joven Jaeger cuando la misma voz intimidante de antes se volvió a aparecer por el mismo lugar. Esta vez no puso su mejor sonrisa, si no que simplemente se acercó a él.

-¿Viene a pagar el Whisky? – Eren lo enfrentó inmediatamente, con determinación. No iba a dejar que un enano con cara de pocos amigos lo intimidara y se negara a pagarle. El hombre levantó ambas cejas, sorprendido. Nunca un niñato le había levantado la voz así.

-Dame otro whisky, mocoso. – Anunció desafiante, mirándolo directamente a los ojos verde esmeralda. Eren frunció el ceño y negó con la cabeza.

-No hasta que le pague el anterior. – Rivaille rodó los ojos con molestia. Dios, el chico sí que era persistente. ¿Por qué no podía ser como los otros, que simplemente le dejaban ser? Sacó si billetera, de la cual tomó un billete grande y lo dejó encima del mostrador.

-¿Ahora me dará mi whisky? – Levantó una ceja, en gesto de que quería su trago rápido. Eren sonrió triunfante y tomó el billete para guardarlo. Entonces no tardó el buscar la botella, y al igual que antes, servirle otro vaso.

-Aquí tiene, señor. – Ahora Eren sí sonreía, contento de que las cosas se lograran a su manera. Antes de irse, el hombre le habló.

-Quédate con el cambio. – Entonces, volvió a su mesa con la mujer que lo recibió con una gran risa. Por su lado, Eren estaba confuso.

-Jean, ¿No dijiste que Rivaille nunca dejaba propina? – Se acercó Eren con el billete en la mano. Jean lo miró, y asintió.

-Así es. – Sin esperar algo más, cogió el billete y lo miró a contra luz, para entonces comenzar a reír estruendosamente. Ante la mirada de duda de Eren, le devolvió el dinero.

-Es falso, Eren.- La mirada desencajada de Eren no tuvo precio.


Okay, este el el capítulo cero, prólogo, capítulo de prueba, como quieran llamarle.(?)
Dependerá de como reciban este capítulo si lo sigo publicando o no, so, los comentarios son siempre bien recibidos. :