Disclaimer; Los personajes de esta historia no me pertenecen, si no a su creador; Masashi Kishimoto. Yo solo los uso con propósitos de entretener, de fans para fans.

Notas de autor: Antes de empezar con esta historia quiero dejar en claro, que será un NaruSara o NarutoxSadara. Si les desagrada esta pareja, por favor, absténganse de leer. Esta no es de mi mis "favoritas", simplemente, creo que puede darse una historia interesante de ella. La veo como una pareja bizarra y completamente crack.

Aclaración:

Es importante aclarar que Sarada no es una niña en esta historia, actualmente tiene dieciocho años y diecisiete al iniciar la relación con Naruto. Puede que se gente cierta confusión debido a que, si mi memoria no me falla, sólo se mencionó este detalle una vez en todo el fanfiction de manera breve. Por si la dudas, lo aclaro.

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Capítulo uno: Doble vida.

—Bien, pueden retirarse. —Concedió Naruto, el séptimo hokage, al Equipo Konohamaru, luego de que estos le entregaran el reporte de su más reciente misión en Suna.

—Sí, Hokage-sama. —respondieron Sarada y Mitsuki al mismo tiempo, asintiendo con la cabeza. Bolt solo se limitó a suspirar con cansancio en su lugar, a pesar del tiempo aun no llegaba a respetar completamente a su padre, ya no lo llamaba "viejo estúpido" al referirse a él. Pero sí que le guardaba algo de resentimiento por las escasas veces que pasaba tiempo con él, Himawari o su madre, Hinata. De pequeño pensaba que Naruto prefería su a trabajo antes que a ellos, ahora le daba igual si era o no así, solo se amargaba cuando pensaba en el asunto. Nunca podría cambiar el hecho de que su padre se había perdido muchos momentos importantes de su vida y la de su hermana.

Mitsuki salió por la puerta del despacho, una vez que el hokage les indicó qué podían irse. Bolt lo siguió más lento debido al cansancio y Sarada también. El séptimo carraspeó y apiló unos cuántos empaque vacíos de ramen instantáneo de su escritorio.

— ¿Podrías quedarte un momento…—Bolt se detuvo en seco, pensando en que tal vez, su padre quería hablar de algo con él. Preguntarle qué tal había estado la misión en la calurosa aldea de Suna. Toda esperanza de recibir un poco de trato paternal murió cuando otro nombre salió de su boca—…, Sarada? —no había sido su nombre.

Se sintió un poco molesto y estúpido por haber deseado un poco de atención de su padre, sin embargo, no dijo absolutamente nada y salió de ahí oyendo como Naruto le decía a Sarada lo que el tanto había deseado; "Cuéntame que tal estuvo la misión". Contrario a lo que el Bolt de doce años habría hecho, solo se marchó muy decepcionado a casa.

—Cuéntame que tal estuvo la misión—pidió Naruto a Sarada con una sonrisa dibujada en sus labios. Estaba feliz de ver a la chica de nuevo, hacia dos meses que ella y el equipo Konohamaru, junto a otros más, habían partido a la aldea de Suna para ayudar en la construcción de un nuevo hospital. Debido al crecimiento de la aldea de la arena, el antiguo hospital resultaba pequeño.

Eso había supuesto dos meses sin verla, dos meses que a Naruto se le hicieron eternos. Dos horribles y aburridos meses llenos de trabajo, con el papeleo hasta el cuello, donde no vio a su querida Sarada. Hacia un año atrás cuando él y la joven Uchiha mantenían una relación en la clandestinidad, habían pasado 365 días desde que ambos decidieron que podían permitirse sentir algo más que un amor fraternal por el otro. En las memorias de ambos, yacía muy presente el hermoso recuerdo de aquel día como si hubiera sido ayer… ese día había marcado sus destinos para bien o para mal.

Naruto aun recordaba ese instante. Era un recuerdo tan nítido para ellos, era especial. Todo había empezado luego de que Sasuke abandonase la aldea en otra de sus largas misiones por los alrededores, las cuales solían durar varios meses. Ella, a pesar de tener diecisiete anos ya cumplidos, seguía sintiéndose decaída al ver a su padre atravesar la gran puerta de la aldea, lo extrañaba, casi tanto como lo hacía su madre. Ese día por alguna razón se sintió más deprimida que de costumbre, y como era habitual, el séptimo siempre acudía a consolarla. Todo paso tan rápido a partir de ahí, sus miradas se cruzaron sintiendo una chispa encenderse en ambos, desembocando en un beso dulce lleno de ternura y una confesión tímida de amor.

Por el momento llevaban su relación en la clandestinidad, ninguno de los dos planeaba decírselo a nadie en un tiempo. Todo estaba funcionado de maravilla hasta ahora y no buscaban estresarse con el drama que podría devenir de hacerla pública. Claro estaba que tanto Naruto como Sarada deseaban poder algún día poder caminar juntos por el mercado de Konoha o tomarse de las manos bajo la luz del día, más ninguno de los dos había dicho nada al respecto.

—Fue agotadora… y te extrañé mucho—Admitió ella con un leve rubor en sus mejillas sin moverse de su lugar frente al escritorio de la oficina del Hokage. Naruto sonrió nuevamente y se levantó de la cómoda silla, extendió los brazos y atrajo a la joven hacia él. Sarada correspondió al abrazo, se aferró a él, feliz de verlo de nuevo. —. Realmente te extrañé.

—Y yo a ti, Sarada.

Cuando se separaron, Naruto volvió a su asiento sin antes darle un suave beso en la frente a la chica sin borrar su cálida sonrisa. Junto a él, Sarada se sentía amada y querida, el séptimo había estado ahí en sus perores momentos. Siempre apoyándola y secando sus lágrimas, siendo un hombro para llorar si era necesario u oír lo que pensaba. La admiración que sentía en el pasado hacia aquel hombre rubio de brillantes ojos azules se había transformado lenta pero progresivamente en amor. Estaba segura de que sus sentimientos por el Hokage eran más que admiración y respeto. Lo amaba.

— ¿Cuándo podremos vernos? —Pregunto de repente Naruto, interrumpiendo los pensamientos de la Uchiha. Ella se sorprendió, estaba por preguntar lo mismo. Dos meses era mucho tiempo sin verse, ambos ansiaban pasar tiempo con el otro desde hace semanas.

—Tal vez el viernes. Mama hará guardia por la noche en el hospital, papa no está por lo que no habrá nadie en mi casa que note mi ausencia. —respondió Sarada con cierto emoción. Los siguientes tres días serían eternos para ella, ya ansiaba estar entre sus brazos y contarle cada detalle de la misión.

Naruto acomodó unos cuantos papeles más, dedicándole una radiante sonrisa solo a ella.

—Entonces nos vemos en el mismo lugar de siempre. Hasta el viernes—repuso radiante y con la mirada iluminada que contagió a Sarada.

—Hasta el viernes—Repitió la muchacha pelinegra emocionada, se dio media vuelta y salió de la oficina del Hokage dejando a Naruto sonriendo para sí mismo, cosa que extrañó enormemente a Shikamaru cuando entró a la habitación para anunciar que había terminado y se iba a casa. Bufó con cansancio restándole importancia pasando de largo sin preguntarse que podría haber dejado a Naruto así, sin pensárselo demasiado se lo adjudicó a que Bolt había vuelto a Konoha. Era lo más lógico y probable.

Ni siquiera imaginada la verdadera razón de la felicidad de Naruto, razón que no tenía absolutamente nada que ver con Bolt.