Era una escena increíble, podía ver a nieve, blanca y fría, cayendo sobre Halloween Town. Todos los habitantes miraban hacia el cielo atónitos pues éste era un espectáculo nunca antes visto en la tierra de todo lo macabro y horrible. Un trineo tirado por renos cruzaba el cielo.

La sorpresa pronto dejó paso a la dicha entre los habitantes que con curiosidad comenzaron a interactuar con esa extraña capa de algodón que cubría todo, el suelo, las copas de los árboles, los techos de las casas y el cementerio. Se veían sonrisas por doquier, niños tirándose bolas de nieve, vampiros jugando con una calabaza, monstruos haciendo "ángeles de nieve", etc. Pero había alguien que no sonreía.

Una joven con un vestido hecho de retazos de ropa se alejaba de la diversión. El viento hacía ondear su cabello pelirrojo mientras pasa a través de los barrotes de una reja para entrar al cementerio. Esta acción no pasó desapercibida por cierto esqueleto haciendo que su sonrisa se disolviera al verla irse.

Ese esqueleto era nada más y nada menos que Jack Skellington, el rey calabaza que había tratado de darles la felicidad y la alegría de la navidad a los aldeanos de Halloween Town, pero nada había salido como él había esperado. Oogie Boogie, un saco lleno de bichos había tratado de eliminar a Santa Atroz, el jefe de la navidad para proclamar su propia festividad llamándola El Día de los Bichos, pero su plan había fallado y había desaparecido.

El rey Calabaza no lo hubiera logrado sin la ayuda de la chica pelirroja que había arriesgado su vida para salvar la vida del hombre de la barba blanca y el traje rojo. Jack necesitaba agradecerle su indispensable ayuda por lo que no dudó en seguirla rumbo al cementerio.

La joven de cabellos rojos se llamaba Sally y estaba subiendo una colina llena de nieve en el centro del cementerio. Hacía girar en sus pequeñas manos azules una flor marchita antes de arrodillarse en la cima de la columna. Una pequeña sonrisa danzaba en sus labios rojos conforme arrancaba pétalo tras pétalo de la flor. No se había dado cuenta que el esqueleto trajeado la había seguido y se debatía entre hablar o no con ella.

Finalmente decidió hacerlo cuando ella estaba a punto de arrancar el último pétalo, sin embargo, lo que salió de la boca del muerto viviente no fueron palabras en sí, fue una canción. Una canción suave y quizás algo tímida, después de todo, confesar lo que uno siente, incluso para alguien que no tiene corazón, es complicado.

El macabro monarca subía la colina lentamente al ritmo de su canción y no pudo evitar sonreír cuando Sally comenzó a cantar con él. El mágico dueto que hicieron flotaba a su alrededor alejándolos del mundo. Las manos huesudas de él rodearon las pequeñas manos ajenas quedando uno frente al otro.

La canción llegaba a su fin pero eso no significaba que el mágico momento terminara pues Jack se inclinó hacia la joven hasta juntar su boca con la de ella en un tierno beso. Las manos se separan pero solo para que Sally enrede las suyas en el huesudo cuello del esqueleto mientras él la atrae con las suyas en su cintura.

Los alientos de ambos se vuelven uno como sus sentimientos. El beso parece durar una eternidad pero tal pareciera que una voz lo rompe demasiado rápido.

-¡Jack!-era el alcalde, un hombre de baja estatura pero alto sombrero de copa negro a juego con su traje. Sus pequeñas piernas se movían lo más rápido que podían y su cara, generalmente sonrosada y con una amplia sonrisa, se encontraba blanca y angustiada-Te llegó una carta de Easter Town.

La confusión se refleja en el rostro del hombre trajeado. No era común que las festividades tuvieran contacto unas con otras y quizás había roto alguna regla cuando entró a Christmas Town. El rey calabaza comenzó a caminar hacia el alcalde después de tomar la mano de Sally, tirando de ella suavemente para que lo siguiera colina abajo. Con la mano libre, tomó la carta y la leyó.

-¿Qué es lo que dice la carta?-preguntó el alcalde preocupado tratando de ver el contenido de la misma

-Es del Conejo de Pascua-la voz del esqueleto extrañó a los presentes-Dice que quiere hablar conmigo. Vendrá con una comitiva en un par de horas-Jack trataba de pensar que hacer, nunca había hablado o visto al rey de la Pascua pero si venía a verlo, debía ser importante- Necesito que preparen un banquete para el rey y sus súbditos. Debemos causar una buena impresión.

El hombre angustiado asintió y se retiró corriendo tan rápido como le daban sus cortas piernas. La joven pelirroja miró al monarca preocupada por su expresión así como por la próxima venida del rey de tan extraña celebración como lo era el esconder huevos decorados.

-¿Qué crees que vaya a decirte, Jack?-le preguntó con voz dulce

-No lo sé, quizás me vaya a reclamar por haber secuestrado a su conejo-Comentó el muerto viviente recordando cómo, por un malentendido, los tres niños traviesos del pueblo se habían equivocado de puerta y habían secuestrado a un conejo rosa con una canasta en lugar de secuestrar al hombre bonachón de la navidad- Esos niños tuvieron la culpa y ahora yo debo pagar el error.

Mientras conversaban acerca de las posibles razones del rey Conejo para ir a Halloween Town, caminaban hacia la casa del hombre trajeado. La estructura no era diferente a las demás, todas eran alargadas, negras y tétricas por lo que no resaltaba mucho.

Sally nunca había estado en la casa del Rey calabaza por lo que curiosa miró a su alrededor en cuanto puso un pie en el interior. Había libros por doquier así como un árbol reseco y varias decoraciones navideñas, una silla eléctrica adornaba un rincón mientras unas angostas escaleras en forma de caracol guiaban al piso superior.

El anfitrión caminaba nervioso de un lado al otro mientras ella trataba de calmarlo. El monarca decidió que los niños culpables debían estar presentes en la reunión por lo que mandó a su fiel perro fantasma, llamado Zero a buscarlos. Jack se dejó caer en una silla, confundido y algo preocupado por la próxima reunión pues no sabía que esperar.

La chica se acercó a él tímidamente y comenzó a masajear su cuello huesudo así como sus clavículas buscando relajarlo con palabras de aliento.

-Deja de preocuparte antes de tiempo, Jack-le dijo suavemente sin dejar de mover sus manos

-Gracias Sally, eres buena ami…-pero el esqueleto dudó al final. No sabía si debía seguir considerándola amiga puesto que se habían besado y habían compartido una emotiva canción. Todo era nuevo para el rey Calabaza que se preguntaba si ese beso los volvía pareja o debía pedírselo formalmente. Quizás debería decirle también al creador de la chica, el Dr. Finckerstein, un hombre inválido que se movía en una silla de ruedas pero sumamente inteligente- Sally… tú y yo… ¿qué somos?

-Ehm…-la pregunta tomó por sorpresa a la pelirroja que comenzó a entrelazar sus pequeñas manos como lo hacía siempre que se ponía nerviosa- bueno… creo que…

Pero antes de que ella pudiera terminar, tocaron la puerta apresuradamente. Era el alcalde quien parecía tener una habilidad innata para arruinar las pláticas y los momentos importantes de los dos amantes. Sin embargo, era importante pues les anunció que el Rey de Easter Town había llegado y estaba cruzando el bosque rumbo a la ciudad. Había llegado el momento.


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