Edward/Bella. Y POV de Edward del final del capítulo "Juegos Malabares" de Crepúsculo.
Edward lo sabe, el sol es su enemigo hoy.
Tiempo
De reojo la ves caminar a tu lado, demasiado concentrada tal vez en no caer como para mirarte de vuelta. No te molesta tener que esperarle, tener que andar a paso humano cuando sencillamente podrías subirla a tu espalda y correr con su peso de pluma encima de ti; tampoco te molesta tener que extender la tortura de su aroma en tu garganta, más cuando parece estarse poniendo nerviosa, inconscientemente logrando que el bombeo de su sangre se haga más rápido. Si te preguntan, tampoco te molesta el silencio que cae entre los dos, porque eso sólo ayuda a que sus latidos se escuchen con más fuerza. Como tu melodía.
Lo que verdaderamente te molesta, es que el tiempo se te esté acabando.
Y te cabrea más que cualquier cosa porque tú te lo buscaste.
¿Quién te mandó a invitarla a pasear contigo al prado con el sol arriba? ¿Para qué forzar el desastre? No necesitabas ser noble, los monstruos no son nobles. No te costaba nada ocultarlela verdad para prolongar un poco más tu propio sueño, tu propia luz en tu vida de oscuridad.
Pero no, querías que Isabella Swan te conociera por completo. Querías —muy en el fondo— ser lo suficientemente bueno para que ese angelito se diera cuenta de su error al confiar en ti y saliera corriendo despavorido.
Su seguridad estaba por sobre tu felicidad.
Lentamente (tal vez así te parece porque quieres que el tiempo se extienda) escuchas como el sol llena de vida el trozo de bosque a espaldas de ambos, amenazando con alcanzarles en cualquier momento y arrebatar tus cortos segundos de plenitud. La luz amarilla del prado a pocos metros de distancia es fiel muestra de ello. Instantes después te percatas de Bella sintiendo el cambio cuando sus inexpertos ojos observan maravillados como las tonalidades de las hojas se hacen más verdes y el entorno a su alrededor cambia; también —para tu pesar— notas que ha recordado tu promesa y su corazón se salta un latido para luego comenzar una loca carrera, haciendo que su pequeño cuerpo se estremezca.
«Tiene miedo» Es lo único que puedes pensar en un primer momento.
«Ella me tiene miedo»
Pero luego —como siempre—, hace lo que menos esperas que haga.
— ¿Aún no hemos llegado? — Le miras de inmediato y notas que te frunce el ceño con falsedad, lo único que puedes captar en sus ojos es impaciencia y curiosidad. Ni un rastro de miedo.
—Casi —le respondes, y no puedes evitar sonreírle tan solo por el alivio—. ¿Ves ese fulgor de ahí adelante?
—Humm —Reprimes una risita ante su rostro concentrado, es tan adorable—. ¿Debería verlo?
Ahora sí que no puedes evitar sonreírle con burla sólo para ver su reacción.
—Puede que sea un poco pronto para tus ojos.
Y de verdad —de verdad—, esperas que sus ojos nunca puedan captar la antinatural luz que tendrá que ver. Esperas que sus ojos se queden contemplando por siempre la paz antes de la tormenta.
