Dissclaimer: Naruto y sus personajes no me pertenecen.

Fanfic ubicado en un Universo paralelo

Hajimete

Por Koraru-san

Capítulo 1: Raíces

El manuscrito sobre la mesa estaba completamente empolvado.

La tenue luz de la antorcha hacía que las sombras bailaran sobre el piso y las paredes, formando infinidad de figuras amorfas por todo el lugar.

Un enorme charco de sangre se escurría poco a poco sobre el suelo, mientras varios cuerpos yacían sin vida en los alrededores, las paredes mostraban jeroglíficos y códigos que no parecían tener sentido, y el silencio del lugar sólo era cortado por el chasquido de la madera mientras se consumía por las llamas.

La persona leyó varias veces el pergamino, intentando memorizar cada palabra y cada símbolo plasmado en él. De entre sus ropas sacó una especie de caja y, con sumo cuidado, tomó el papel para guardarlo.

El sonido de algo rompiéndose puso en alerta a su compañero, quien le hizo una seña para que se diera prisa, inmediatamente escondió la caja y desapareció de aquella habitación cerrada, sin dejar ni una sola pista de que habían estado ahí, junto con una horrible escena de masacre.

Para cuando los guardias llegaron al cuarto, no había absolutamente nada.

– Será mejor que me digas que lo tienes –

La oscuridad del bosque era opacada por la luz de la luna llena.

– Si no lo tuviera, no estaría aquí – contestó de manera segura – Tuve que matar a mucha gente por este pergamino –

– Unas cuantas vidas no son nada –

– Más vale que sea cierto –

Una sonrisa surcó por su cara – Lo vale… créeme, esto vale más que nada –


La imponente montaña que protegía la aldea se dejaba ver esa tarde, pintada de hermosos matices rojos y naranjas.

Suspiró contrariado mientras veía con cierta melancolía las caras de piedra finamente esculpidas en la roca, recordando… sólo recordando.

Desde su posición, y debido a la altura, podía apreciar todo el lugar. Era una escena triste, debía admitir, porque su amada aldea no era ni la mitad de lo que había sido una vez. Destruida casi en su totalidad, los trabajos de reconstrucción estaban tomando tiempo y el avance era lento. Aunque había algo bastante diferente, un aire fresco y un brillo especial que antes no se sentía. Como si muchas barreras hubieran sido derribadas.

Una sonrisa de complicidad se dibujó en sus labios mientras veía el rostro tallado al final del enorme montículo, la cara del más reciente Hokage tenía la expresión más realista de todas, era gracioso pensar que el escultor había podido captar la esencia de su sensei tan bien, siempre con una expresión despreocupada.

Otro suspiro más y se estiró por completo dejándose invadir por la pereza. Tardes como esa no se presentaban todos los días, un momento en el que podía reflexionar y mirar a su alrededor, seguramente antes se la hubiera pasado causando problemas y corriendo como loco por ahí, pero no ahora.

Un punto en la lejanía llamó su atención, la zona donde habían vivido los Uchiha. Como era de esperarse, no había nada, muchas de las zonas de Konoha aún no habían sido reconstruidas. Su expresión cambió a una triste pensando que todo el pasado de esa familia se había perdido para siempre, pero tuvo la sensación de que eso era lo mejor, era mejor olvidar cosas tan oscuras y tristes.

El sol terminó de ocultarse tras el horizonte y las primeras estrellas de la noche comenzaron a aparecer en el firmamento.

Con algo de cansancio se puso de pie y miró como algunas luces comenzaban a encenderse debajo. Seguramente Sakura y Sai estarían esperándolo y no quería que se enfadaran con él por llegar tarde.

Ajustó su konoka a su frente y limpió ligeramente su nariz, mientras sus rubios cabellos se mecían por la brisa nocturna que comenzaba a correr y sus ojos azules observaban por última vez el lugar.

De un salto, Naruto despareció entre la arboleda, hacia la aldea de Konoha.


– Estoy comenzando a pensar que se olvidó de nosotros – dejó salir ese pensamiento con cara de fastidio, mientras jugaba con los dulces en su plato.

Su compañero abandonó la lectura de su interesante libro para dedicarle una mirada inquisitiva, con una expresión indiferente volvió a su lección ignorando el comentario de la chica – Hoy es el día ¿no? – le preguntó con su típica voz sin sentimiento.

– Sí – contestó dejando salir un suspiró, la joven miró con fastidio hacia todos lados – No puedo creer que no le importe –

– Le importa – el pelinegro cerró su libro – Deberías considerarlo un poco –

– Lo dices como si fuera algo sencillo –

– Pero lo es, la persona que lo ha hecho difícil eres tú –

Una venita se formó en su frente – ¿Me estás llamando exagerada? –

El chico le sonrió – No, más bien te estoy llamando dramática, Sakura-san – dijo de manera fresca, ganándose la mirada de asesina-psicópata de la chica.

– ¡Sakura-chan! ¡Sai! – Los gritos del rubio impidieron la escena de homicidio que estaba a punto de suceder. Naruto apareció en la puerta del local agitando sus brazos. Sus compañeros lo dejaron llegar hasta ellos.

Gomenasai (lo siento), perdí la noción del tiempo – Se excusó.

Baka (tonto), sabías bien que hoy no podías llegar tarde – la peli-rosa no parecía contenta.

– Lo sé – Naruto cambió su expresión por una completamente seria, haciendo que Sakura le mirara extrañada para luego bajar su cara, arrepentida.

– ¿Nos vamos ya? – Sai se adelantó al ver que sus compañeros guardaban silencio – Pensé que era un día para celebrar –

Naruto volvió a sonreír y con determinación comenzó a caminar – ¡Ikuso! (Vamos)


La montaña de papeles en el escritorio era tan alta que apenas podía distinguirse la pared de atrás. Cuando Shizune abrió la puerta y encontró el enorme desorden de papeles, tuvo una terrible sensación de déja vù.

A-anno (E-este)… Hokage-sama, ¿está aquí? – preguntó la mujer pelinegra con cierto sigilo.

Algo pareció moverse detrás del montículo, el sonido de varias cosas cayendo y unos ruiditos como de quejas fue lo que Shizune escuchó. Luego un bostezo y unos mechones de cabellos plateados se asomaron con verdadera calma y lentitud.

Hatake Kakashi salió de su escondite con un libro naranja entre sus manos.

– ¡Hokage-sama! –

¡Io! – Saludó el peliblanco, como si nada hubiera pasado – No te fijes en el desorden, Shizune-san, sólo tomaba una siesta –

Una enorme gota rodó por la frente de la pelinegra – Etto (Este)… Hokage-sama, todos esos papeles... ¿no debería…? –

– ¿Ah? ¿Estos?... hehe, la verdad no tuve ganas de revisarlos – contestó el nuevo Kage rascándose la cabeza. Shizune sufrió un tic.

– Señor, si deja que se acumule el papeleo, nunca acabará de revisarlo –

Yare, yare (Anda, anda) – el hombre movió su mano restándole importancia – En cuanto mi asistente esté listo me pondré al día –

Shizune suspiró resignada, pensado en el pobre de Yamato cuando se convirtiera en el asistente del Hokage y agradeció al cielo que ella sólo lo fuera temporalmente. Como una rutina levantó algunos papeles tirados y le entregó a Kakashi unos informes que acababan de llegar. El hombre los leyó con pereza.

– Hokage-sama –

– Dime – respondió Kakashi por inercia, sin apartar su atención de los papeles.

– Sólo le informo que hoy es el día, señor –

El ojinegro le prestó atención de manera inmediata – Vaya, no lo recordaba – dijo sorprendido – Y pensar que ha pasado tanto tiempo –

Shizune bajó la mirada – He dado la orden para que los dejen pasar – miró como Kakashi se sentaba pensativo – ¿Usted irá? –

El hombre negó pesadamente – No por ahora, aún no… Naruto es el más indicado para eso, dudo que él se alegre de verme –

Shizune sonrió con tristeza – Está bien, que pase una buena noche –

La puerta de la oficina se cerró y el lugar quedó en silencio. Kakashi tomó un papel de color azul de entre los demás y caminó hacia una de las ventanas.

Debajo, y en medio de una zona ya reconstruida, observó en la lejanía la cárcel de Konoha. Cerró sus ojos lentamente mientras sostenía el papel, después de un rato los volvió a abrir y regresó a su trabajo.

– Feliz cumpleaños… Sasuke –


Ya había estado allí antes, como cien veces o más, incluso el guardia de la entrada lo saludaba con gusto cuando lo veía.

Él lo entendía, de verdad entendía el por qué tenía que estar ahí, no había opción. Incluso Kakashi había dicho que era la alternativa más benevolente y blanda que jamás se hubiera tomado. Pero él había luchado tanto por ello, había perdido tantas cosas por conseguir que le perdonaran la vida, que aunque no pudiera ser libre todavía, estaba contentó por tenerlo de nuevo en la villa.

Naruto lo tenía muy claro, él probablemente era el único que iba gustoso a una cárcel para visitar a un amigo… a un hermano… porque Sasuke era eso, su hermano.

Nadie más que él o Sakura pisaban esa celda, sólo Sai un par de veces. Aunque le doliera, ninguno de sus amigos, ni Shikamaru ni Kiba ni Choji, nadie lo había perdonado todavía, y no los culpaba por ello. Quizá algún día, y con el tiempo, comprenderían las razones por las que Sasuke había actuado de esa forma. Porque nadie más que Naruto podía entenderlo, aunque sus vidas no hubieran sido iguales.

Cuando el guardia lo vio llegar con sus compañeros, saludó como era costumbre al joven rubio, y como si supiera el camino de memoria, Naruto caminó entre la poca iluminación del pasillo hasta llegar a la última celda.

Aquel lugar era una celda cualquiera.

Sin ningún tipo de seguridad especial ni decenas de guardias vigilándola día y noche. Una celda para una persona normal, no para un ninja, mucho menos para un Uchiha experto en genjutsu y sumamente poderoso.

Naruto sonreía ante eso porque estaba seguro de que, si Sasuke lo quisiera, saldría de ahí sin que nadie lo viera. Pero no lo hacía… él de verdad deseaba pagar sus errores.

Silencio, sólo había silencio ahí.

El hombre tras la puerta jamás hablaba con nadie, jamás decía nada o hacía nada. Sólo esperaba, únicamente aguardaba.

– Sasuke –

La figura inmóvil entre la sombras levantó ligeramente su rostro al escuchar su nombre del otro lado de su celda. Sus sombríos y misteriosos ojos se posaron con tranquilidad en la figura del rubio y por un segundo, sólo por una pequeña fracción, su rostro pareció mostrar una imperceptible sonrisa.

– ¿Qué hay? Uzurotonkachi (Subnormal)

Naruto sonrió como solía hacerlo cuando niño al escuchar su sobrenombre – Temee (Bastardo) – Fingió indignidad por el insulto – ¿No sabes ser cortés con la gente? –

– Yo no veo gente, sólo veo un idiota –

– ¡Aggg! ¡¿Quién es el idiota?! Idiota –

Y comenzaban de nuevo, todas las veces que ella acompañaba a Naruto era lo mismo, como una vieja costumbre entre un par de amigos, Sakura no pudo evitar sonreír con melancolía mientras veía como sus dos personas más queridas discutían de una manera infantil y tonta, como cuando los tres eran un equipo.

Konnichiha (Hola), Sasuke-kun – saludó la muchacha para interrumpir la batalla verbal y de miradas que se estaba llevando a cabo. Sasuke movió su cabeza para responder.

– Buenas noches, Sasuke-san – Sai siempre permanecía en silencio cuando acompañaba a sus compañeros a visitar al ninja, limitándose sólo a saludar.

– Toma – Dijo Naruto lanzando un pequeño paquete a las manos de Sasuke – Feliz cumpleaños, baka (tonto)

El ojinegro lo atrapó en el aire y miró extrañado el pequeño bulto – Vaya, no recordaba que era hoy – dijo de manera fría, restándole importancia al regalo.

– Sí claro, de seguro te morías porque yo me acordara – Naruto se cruzó de brazos.

– Me sorprende que recuerdes algo –

– ¡¿Qué?! –

– Sasuke-kun – Sakura interrumpió de nuevo – Sai y yo también te trajimos un presente – expresó al tiempo que entregaba una caja en las manos del Uchiha.

– Gracias, Sakura – Sasuke tomó con cuidado el regalo y volvió a guardar silencio mientras veía ambos presentes.

La ojiverde suspiró entonces – Anno (Este), Naruto… – habló con un tono bajo – Sai y yo te esperaremos afuera –

El rubio asintió sin mirarla.

– Sasuke-kun, te veré mañana – se despidió con una sonrisa

un (Sí) – le contestó él, de igual manera sin verla.

Sakura bajó la mirada y, sin decir nada más, la joven salió de la celda seguida de un confundido Sai. El pelinegro caminó tras ella en silencio por un rato, hasta que la celda de Sasuke se perdió en la oscuridad.

– Sakura-san, ¿Por qué se va tan pronto? Pensé que quería pasar más tiempo con… –

– Hoy no es posible, Sai, ya no importa… – le cortó ella – Además, el hablar entre ellos los hace sentir mejor, dejémoslos por ahora ¿sí? –

– Está bien… –


Por un largo rato ninguno dijo nada, nunca lo hacían, era como si necesitaran esos momentos de silencio antes de poder entablar una buena conversación, como si necesitaran colar todos los problemas por su cabeza antes de decir una palabra.

– ¿No vas a abrir tus regalos? – Naruto inició la conversación, siempre lo hacía.

Sasuke tomó el que Sakura y Sai le habían dado y lo abrió, era un abrigo de color negro, el muchacho lo miró un rato y lo colocó cuidadosamente en su cama, después tomó el de Naruto y de igual manera lo sacó del empaque con cuidado.

Sus pupilas se contrajeron al verlo.

– ¿Qué es esto? – preguntó un poco sorprendido.

– ¿Cómo que "qué es esto"? – Naruto hizo una mueca – Es tu cinta –

Sasuke le miró directamente, la expresión en su cara era difícil de leer – ¿Por qué me la das? – dijo después de unos minutos.

– Porque es tuya – contestó sin vacilar – Sigues siendo un ninja de Konoha –

– Sólo tú piensas eso –

– Baka, eres uno más de nosotros, te guste o no –

– Yo no he dicho eso – Sasuke miró con profundidad la placa y la insignia – Pero hay cosas que se pierden para siempre –

Naruto frunció su ceño y caminó hasta el pelinegro con una clara expresión de enojo, sin pensarlo y sin ninguna delicadeza, de un puñetazo dejó en el suelo a su amigo.

– ¡¿Es eso lo que piensas?! – Gritó encolerizado – ¡¿O es lo que quieres?! –

Sasuke se incorporó con una mirada fría y molesta – Eso es lo que lo demás quieren –

– Imbécil – Naruto lo tomó de la camisa – Las personas, para quienes eres importante, no piensan así – dijo mientras lo soltaba.

Sasuke bajó la mirada hacia la cinta, observando la línea que cruzaba por en medio la figura de la hoja, aquella que Naruto le hiciera una vez. Se preguntó en ese momento cuándo es que ese chiquillo insolente y tonto se había convertido en una persona madura y fuerte. Quizá siempre lo supo, sabía que Naruto lograría convertirse en lo que era ahora y mucho más. Sonrió, con una sonrisa que sólo ese idiota lograba sacarle.

– Oe – el rubio lo llamó – También traje rameen –

– ¿No te cansas de eso? –

– ¿Y tú no te cansas de respirar? Cállate y ven por tu plato, antes de que me arrepienta y me lo coma yo –

Y así era siempre. Discutir, hablar, pelear, al final terminaban comiendo el amado rameen de Naruto y zanjaban la conversación, que aunque pareciera olvidada, terminaba arreglada y comprendida. Ese era la amistad más extraña… y más sincera del mundo.

Esos eran Naruto y Sasuke.

– A qué fue el mejor cumpleaños de tu vida… –

Uzurotonkachi


La mañana invadió poco a poco la villa de Konoha.

Desde muy temprano los trabajos de reconstrucción despertaban con ruidos de madera siendo cortada o martilleos en las paredes, algunos carpinteros pasaban con enormes troncos en sus hombros y los albañiles atravesaban las calles con sus carretillas llenas de cemento y material.

Como todas las mañanas, Sakura se vistió y guardó en su mochila sus cosas, arregló su cabello y desayunó con su madre, para después salir a toda prisa de su casa rumbo al hospital de la aldea.

Era un verdadero espectáculo cruzar las calles, mientras un desfile de edificios sin terminar, que se disponían uno tras otro por toda la cuadra, la acompañaban. Hombres y mujeres se balanceaban en los tejados terminando de acomodar las tejas y el sonido del barullo en el mercado invadía todos sus sentidos.

Una bonita estampa, pero triste a la vez, porque hacía recordar cómo habían sido las cosas antes de su destrucción.

Ohayou (Buenos días), Sakura –

La muchacha regresó su mente distraída a la tierra con aquel saludo, girándose hacia la joven rubia que la había llamado.

Ohayou (Buenos días), Ino –

– Pareces más distraída de lo normal – Ino le miró con una ceja arriba.

– Sí, es que me quedé pensando, es todo –

– Mmm, ya veo… – La rubia desvió su mirada – Anno… Sakura ¿Cómo está Sasuke-kun? – preguntó con un ligero sonrojo.

Sakura sonrió ante la pregunta – Él está bien, ya sabes, dentro de lo que cabe… supongo que no pasará mucho tiempo para que salga –

– Que bueno… y... ¿Naruto? –

La joven peli-rosa se sorprendió un poco por la pregunta, no supo por qué, pero el escuchar el nombre del rubio le hizo sentir una punzada en el pecho – Bueno… él también se encuentra bien, todos los días visita a Sasuke-kun –

– Ah… – Ino no había mirado a su amiga mientras preguntaba – Y… ¿Sai-san? –

Fue entonces que Sakura cayó en la cuenta de por qué tantas preguntas – Era por él por quien querías preguntar desde el principio, ¿verdad? ¬w¬ –

La cara de Ino se encendió como un tomate – ¡Baka! ¡Por supuesto que no! – Exclamó completamente escandalizada e instantáneamente comenzó a jugar con sus manos – ¿Cómo está él? –

Una gotita rodó por la cabeza de Sakura – Eres extraña –

– ¡Ahaaa! ¡No me digas si no quieres! –

Y la pequeña riña continuó hasta que el hospital estuvo frente a ellas. Ese era uno de los edificios que habían terminado primero debido a su relativa importancia.

Sakura caminó los blancos pasillos hasta llegar a la puerta con el numero 10 remarcado con tinta dorada, tocó con su puño un par de veces antes de escuchar el permiso para su entrada desde el otro lado.

Cuando Sakura giró la perilla y abrió la puerta, pudo observar un enorme escritorio con una elegante silla detrás de él.

– Buenos días –

La silla de piel dio vuelta lentamente – Llegas tarde, Sakura – La penetrante y dura voz de su sensei retumbó por todo el salón, aquella voz que parecía provenir de un veterano General de guerra y que ponía a temblar a cualquiera.

– Lo siento, Tsunade-sama – contestó la joven claramente nerviosa.

– No importa, a trabajar – ordenó la última de los Sannin y Sakura no dudó ni un momento en salir disparada a toda velocidad a cumplir sus labores.

Tsunade era ahora la directora del hospital de la villa, después de ser relevada de su puesto como Hokage. Era un puesto que cumplía con orgullo y que, para el criterio de cualquiera, manejaba mejor que nadie, no podía existir nadie más capacitado que ella. Por lo que Sakura sabía, cuando se le dijo a Tsunade que Kakashi la iba a reemplazar, esta se puso muy feliz.

Las cosas habían cambiado bastante desde entonces, Shizune no trabaja aún con Tsunade porque ayudaba como asistente temporal a Kakashi hasta que Yamato tomara su lugar. Sabía también que Shikamaru se había convertido en el consejero del Hokage debido a sus notables habilidades de análisis. Ino y ella, habían pasado a formar parte del personal del hospital, por supuesto sin descuidar sus misiones y bajo las órdenes de Tsunade. Muchos cambios en poco tiempo.

Pero sin lugar a dudas, el cambio que más le había llamado la atención era la apariencia de su sensei. Tsunade ya no lucía como una joven y hermosa mujer, ahora lucía como en realidad era, una señora de edad, pero sumamente elegante y distinguida. Aún en su vejez, Tsunade no dejaba de ser una persona realmente hermosa.

Sakura recordaba haberle preguntado una vez la razón de aquel cambio, el por qué ya no usaba su técnica para verse joven. En esa ocasión, Tsunade había sonreído de una manera triste y dolorosa y le había dicho que ya no valía la pena, que simplemente no había motivo… porque la persona para quien quería verse bonita ya no estaba.

Aún podía sentir la tristeza invadirla cuando Shizune le contó que esa persona que Tsunade había mencionado era Jiraiya.

Sakura suspiró. No era muy normal en ella ponerse melancólica, supuso que el cumpleaños de Sasuke y el estado de la villa la habían puesto así. Se reprochó su actitud y frunció su ceño, ajustó sus mangas y apretando sus puños se prometió a sí misma el no volver a entristecerse con esos pensamientos.


Se revolvió en su cama varias veces hasta que finalmente fue a dar al suelo.

Itai (Duele) – aún medio dormido, se levantó del piso con movimientos torpes mientras se tallaba la parte de su cuerpo adolorida. Con pocas ganas miró el reloj sólo para darse cuenta de que casi era mediodía. No era muy común que se levantara a esa hora, sin embargo la noche anterior se había acostado bastante tarde.

Naruto se estiró dejándose invadir por la pereza. Miró a su alrededor mientras se rascaba la cabeza y sin pensarlo volvió a tumbarse en su cama. Le parecía estar como en medio de un sueño, y ahora que lo pensaba mejor, todo lo que había pasado en los últimos meses parecía haber sido un sueño.

Desde la muerte de Jiraiya todo había sido completamente diferente, todo en su mundo había cambiado por completo, ahora podía decir con certeza que la pérdida de esa persona tan importante lo había hecho madurar mucho.

Después de todos los problemas con Akaksuki y todo lo que sufrió y perdió para recuperar a Sasuke, todo lo que dejó de lado para que regresara a la villa, incluso apostó su sueño de ser Hokage algún día, todo con tal de salvar a un amigo. Aunque ello también implicara perder para siempre a la persona de la cual se había enamorado.

El rubio se dio una bofetada mental, ya había decidido no pensar más en ello, era un tema pasado, ahora ya no valía la pena pensar tales cosas, porque sólo conseguía sentirse mal, prefería enterrar ese tema.

Aunque le costara trabajo.

El reloj dio un pitido que invadió el cuarto. Era ya medio día y el barullo de las personas llegaba hasta sus oídos. El estómago de Naruto se quejó, señal de que tenía hambre, así que el muchacho se levantó y tomó a Gama-chan para ir a comprar su desayuno.

Bajar de su apartamento y caminar por las calles era uno de los momentos que quizá disfrutaba más en esos días. Todos los aldeanos que le miraban pasar, lo saludaban con verdadera alegría, a él, a Naruto Uzumaki… el héroe de Konoha.

El ojiazul rio, era una verdadera ironía que ahora fuera considerado como tal, debía admitir que sentía una cálida y reconfortante sensación en su pecho cuando alguien lo saludaba y le sonreía, porque por fin se sentía aceptado.

Mientras caminaba hasta "Ichiraku rameen" sus reflexiones continuaron extendiéndose, y fue hasta tropezarse con alguien que dejó de divagar.

– Naruto –

El joven rubio miró un poco extrañado a Shikamaru, quien estaba del otro lado de la calle – Hola –

El pelinegro devolvió el saludo con pocas ganas – ¿A dónde vas? –

– A desayunar –

– ¿Desayunar? Mattaku (Maldición) ¿has visto la hora? –

Naruto se rascó la cabeza mientras reía – Jeje, es que me quedé dormido –

– Mmm, que vida la tuya –

Oe, Shikamaru ¿Qué es lo que llevas ahí? – Señaló un pequeño bulto en las manos del chico – ¿Qué es? –

Shikamaru miró lo que llevaba y se sonrojó un poco – No es nada –

– ¿Es para Kurenai-sensei? –

– No, es para mi alumno –

El ojiazul parpadeó confundido – ¿Eres maestro? –

Baka, por supuesto que no –

– ¿Entonces? –

– Es para el hijo de Asuma-sensei –

Hubo un pequeño e incómodo momento de silencio, Naruto sabía muy bien que hablar del fallecido sensei de Shikamaru era algo difícil para él, así que para aminorar el silencio decidió bromear un poco – Pobre bebe, mira que tener un sensei tan flojo –

Al pelinegro le dio el tic – Mattaku (Maldición)… se lo prometí a Asuma, deja de fastidiar –

Naruto comenzó a reír con ganas mientras Shikamaru enrojecía – Oye ¿sabes qué es lo más extraño de todo esto? – el rubio colocó su mano en el hombro del otro – Que es la primera vez que no te quejas por hacer un trabajo –

– Tienes razón – el pelinegro sonrió ante eso – Pero creo que no lo veo como un trabajo, más bien es un deber… – su semblante cambió a uno más serio – Él no conocerá a su padre… pero yo me encargaré de que sepa quién fue –

El ojiazul sonrió – Sí, lo harás muy bien –

Quizá era porque no había charlado con Shikamaru en esos días o porque no había tenido la oportunidad de ver a Kakashi o a Iruka, pero mientras caminaba de regresó a su casa después de comer, Naruto sintió un poco de soledad.

Definitivamente ese día había amanecido demasiado reflexivo.

Shikamaru le había dicho que el bebe de Kurenai no iba a conocer a su padre pero que él se encargaría de recordárselo. Probablemente su historia y la de ese pequeño no se parecieran mucho, pero tenían algo en común.

A Naruto le hubiese gustado saber un poco más acerca de su padre, no es que no supiera muchas cosas, sabía que había sido un gran ninja y un excelente Hokage, incluso había hablado con él y le había dicho que le tenía confianza.

El saber que tu padre fue un gran hombre era algo increíble, pero le entristecía el no haber crecido a su lado. Sin embargo, no era el tema de su padre el que lo había puesto así, por lo menos sabía quién era y había podido verlo una vez, en realidad, él estaba pensando en… su madre.

Su nombre, su aspecto, su personalidad, de dónde era… no sabía nada, absolutamente nada de ella. Se sentía otra vez como un verdadero huérfano.

Como todo ser humano que creció sin padres, el poder visualizar una figura materna era un deseo normal. Naruto abrió sus ojos azules a más no poder, porque ahora que lo pensaba, jamás había sentido curiosidad por conocer el rostro de su mamá. Por supuesto que había pensado muchas veces en ella, pero jamás en quién había sido.

Naruto se preguntó entonces si alguien de la villa la conoció.

– Saber cómo fue mi madre… – su ceño se frunció – Definitivamente… alguien debió conocerla –

Y con ese único pensamiento, el joven ninja se perdió entre los tejados de la villa.


La luna llena iluminaba lo alto de la delgada torre en medio de silencio y soledad, en aquel abandonado llano donde se había olvidado por completo el sonido de las personas.

El pergamino sobre la mesa parecía estar maltratado de un lado y el papel estaba un poco arrugado en el centro, señal de lo gastado que estaba y de los años que tenía encima, fuera de eso, no parecía haber mayor daño, las palabras y símbolos escritos en él eran inteligibles y se podían apreciar con detalle.

Su ceño se frunció un poco mientras intentaba descifrar el encriptado y complejo código escrito en el papel, después de un rato de leerlo y escribir unas notas decidió que era suficiente por esa noche.

– ¿Cómo le ha ido? –

Con un rápido movimiento miró a la persona que recién había entrado en la habitación y regresó su mirada al documento, no es que le molestara, pero le gustaba estar a solas cuando hacía su trabajo – Es complicado – respondió sin tono alguno.

– ¿Necesitará ayuda? – La mujer recién llegada colocó sobre la mesa varios libros viejos que traía consigo.

Una mueca parecida a una sonrisa se dibujó en su boca, como una burla – No necesito ningún estorbo – respondió con fastidio.

– Está bien – dijo ella consciente de que no la quería ahí – Sólo avísenos si descifra algo, Joven Maestro – y se retiró, cerrando en silencio la puerta.

El muchacho tomó uno de los libros y comenzó a hojearlo con lentitud. Robar el pergamino había tomado más tiempo del que había calculado, por lo tanto, no podía darse el lujo de perder más. Volvió a tomar sus anotaciones y a revisarlo.

Esa noche debía interpretar por lo menos la mitad.


Pasado el mediodía, parecía haber terminado la mayor parte de sus labores. Escribió la receta de su paciente anterior y le dio indicaciones a la enfermera en turno acerca de lo que tenía qué hacer durante el resto de la tarde.

Probablemente ese día iba a ser tan tranquilo como los anteriores, sin ningún problema o alguna misión, las cuales debía admitir, habían disminuido considerablemente, quizá porque Konoha había rechazado varias en vista de su reconstrucción.

Sakura se estiró un poco mientras veía por una de las ventanas del hospital.

– Sakura-san –

La muchacha de ojos verdes se giró un poco sorprendida hacia la persona que la había saludado – Lee-san – parpadeó confundida al ver al joven de grandes cejas parado frente a ella y lleno de vendas – ¿Qué te ha ocurrido? –

Etto (este)… – Rock Lee se sonrojó ligeramente mientras se miraba a sí mismo – Creo que mi cuerpo no resistió otra vez mi entrenamiento – dijo con una gran sonrisa.

A Sakura le dio un tic – Ya… ya veo… –

Los blancos pasillos del hospital fueron perfectos para una pequeña caminata.

Como siempre, y una vez más, Rock Lee había exagerado en su actividad física y había acabado herido, si las cuentas de Sakura no fallaban, Lee visitaba el hospital por lo menos una vez al mes en el último año, sorprendente… pero cierto.

– Sakura-san – El joven pelinegro detuvo a la ojiverde cuando esta ya se iba – ¿Cómo…? ¿Cómo ha estado Sasuke-kun? –

La pregunta pareció tomar por sorpresa a Sakura, en realidad ninguno de los ninjas que habían sido sus compañeros cuando eran niños le preguntaban por Sasuke, sólo Ino, los demás aún no le perdonaban sus errores. Le extrañó que ahora Lee lo hiciera, pero también sintió una gran alegría. – Sasuke-kun está bien – dijo sonriente – Él espera pacientemente… para que la villa vuelva a aceptarlo –

Lee bajó su mirada – Es increíble – su voz era seria – Incluso después de tantas cosas… esperar como si nada encerrado… de verdad que es increíble –

Sakura asintió – Yo también pienso eso – expresó pensativa – Sasuke-kun es una gran persona después de todo –

– Hai – Lee sonrió de nuevo – Tal y como Naruto-kun nos decía –

La muchacha volvió a asentir, esta vez sin decir nada.

– Sakura-san… – Lee se dispuso a entrar a su habitación – Admiro lo que ese par ha hecho, me refiero a Naruto-kun y a Sasuke-kun… quizá no sea pronto, pero… algún día los demás entenderán lo difícil que ha sido para ellos todo esto –

– Espero que así sea, Lee-san –


Kakashi sí que era un verdadero imprudente.

O al menos eso era lo que Naruto pensaba, porque precisamente lo había asignado a una misión un día después de que había decidido investigar sobre su madre. Bien, no podía quejarse, cumplir misiones era parte de su deber después de todo, y al menos no había sido durante el cumpleaños del idiota de Sasuke.

Solamente el entrar a la oficina del Hokage, le hacía sentir un aura de verdadera pereza.

Oi, Kakashi-sensei, ya he venido – El joven rubio buscó con la mirada al hombre peliblanco, topándose con una montaña de papeles, seguramente trabajo acumulado. Típico, Naruto ya se había imaginado eso, su sensei era demasiado flojo.

– ¡Io, Naruto! – El nuevo Hokage apareció de entre los papeles – Disculpa el desorden, apenas me estoy acostumbrado –

– Naruto-kun, has llegado rápido – Shizune entró a la oficina seguida de Ton-Ton – Kakashi-sama, creí haberle dicho que terminara de revisar esos papeles –

– Jeje, ya voy, es que un gato negro entró por la ventana y se llevó el sello, así que tuve que ir a recuperarlo –

– Mentiroso ¬ ¬ –

– Kakashi-sensei, ¿Por qué tengo que ir yo precisamente hoy a una misión? – Naruto no estaba ahí para escuchar las excusas de su sensei – Tengo algo importante que hacer –

– Lo siento – Kakashi se puso serio – Pero estoy un poco corto de personal, no hay muchos ninjas disponibles – dijo al tiempo que tomaba la orden de la misión a la que iría Naruto – ¿Qué es tan importante que te pones así? –

Naruto se revolvió su cabello – Es que… estoy investigando unas cosas –

– Bien, pues tendrá que esperar un poco, Sai y tú no tardarán mucho en resolver esto – el nuevo Hokage comenzó a revisar sus papeles.

– ¿Cómo? ¿Sakura-chan no vendrá? – preguntó el ojiazul confundido.

– No, ustedes dos bastan, además ella tiene trabajo con Tsunade-sama –

Naruto parecía un poco decepcionado pero en seguida una sonrisa se formó en el rostro del muchacho rubio – ¡Ok! – Dijo con ánimo – ¡Dime de qué se trata, dattebayo! –


– Este es el último escrito que decía algo importante – dijo mientras ponía a un lado el libro que llevaba horas leyendo – No está muy claro, pero al menos he descifrado lo esencial del texto –

– Vaya, tenemos un líder bastante testarudo –

– ¿Testarudo? Yo diría que es un genio –

– Ya conocen al jefe, nada es imposible para él –

– Cállense todos, si los dejé entrar aquí era para que se enteraran al menos un poco de lo qué vamos a hacer, el Joven Maestro no necesita halagos innecesarios – la única chica del grupo se puso de pie bastante molesta.

– No discutan entre ustedes, saben que no me gusta – la voz del que llamaban líder llamó la atención de los presentes, nadie se atrevía a desobedecerle nunca – Nagayi, siéntate por favor – se dirigió a la muchacha y esta rápidamente regresó a su sitio.

Sentados sobre el suelo y formando un circulo, los tres hombres y la mujer escuchaban atentamente al joven muchacho que encabezaba la reunión.

– Escuchen con atención, no pienso repetir nada… esto es lo que descifre… – señaló el centro del papel donde estaba dibujado un hombre sobre una especia de bestia – Este es el Sennin Rukudo y está sobre un Bijuu –

– ¿Se refiere al Dios del mundo ninja? –

– Sí… originalmente, la bestia que él había derrotado para salvar al mundo era un monstruo de diez colas llamado Juubi – continuó explicando – Al dividirse esta bestia y formar los demás bijuus el poder de este se dividió en nueve –

La mano del joven se movió para señalar el primer símbolo del pergamino – Esto es un Jinchuuriki – reafirmó su dedo – La creencia general dice que, mientras el portador de un bijuu permanezca con vida, el poder de este será inmenso, pero no comparado con el original – su mirada se clavó en los presentes – Pero todos sabemos la verdad –

Todos lo miraron asintiendo.

– Por fin, señores, hemos recuperado el pergamino que tiene inscrita la técnica necesaria para eliminar por completo el poder que por años hemos estado buscando –


Comenzaba a atardecer.

Sakura se despidió de Ino y caminó rumbo a su casa para descansar un rato, ya que tal vez Tsunade la llamaría para tomar el turno nocturno, lo mejor sería que durmiera un rato para tener energía.

Sumida en sus cavilaciones, la joven de cabellos rosas no notó al muchacho que la miraba desde uno de los tejados más adelante. El chico ojiazul esperó a que se acercara otro poco antes de saludarla.

– ¡Hey! ¡Sakura-chan! – gritó a todo pulmón, con una enorme sonrisa en su cara.

Los ojos esmeraldas de la chica se abrieron más de lo normal cuando escuchó su nombre, y sus rodillas temblaron al encontrarse a Naruto saludándola como hacía mucho tiempo había dejado de hacerlo.

Simplemente… las palabras se fueron de su boca.

– ¿Cómo te fue hoy? – El muchacho dio un ágil salto desde donde estaba, aterrizando frente a la pasmada muchacha – Hola –

– Na… Naruto – atinó a decir, había olvidado por completo aquella cálida familiaridad con la que el muchacho la trataba.

La expresión en el rostro de Naruto se ensombreció un poco – Sakura-chan… ¿puedo hablar contigo? –

El cielo de esa tarde estaba inusualmente más naranja de lo normal. En realidad no podía compararlo con otros cielos, porque jamás había visto uno por tanto tiempo, así que no podía saber si estaba más naranja o no. Aunque si lo pensaba mejor, el naranja no era el mejor color en el que pensar en esos momentos, él siempre vestía de naranja.

Sakura tuvo ganas de darse un buen golpe en la frente, ¿Por qué demonios pensaba en tantas idioteces ahora? ¡Por todos los jutsus! ¡Cómo si nunca hubiera caminado con él para platicar de algo! ¡Sólo era Naruto! Su… amigo…

La muchacha ojiverde apretó con fuerza el pequeño bolso que llevaba en sus manos, preguntándose desde cuándo se había vuelto tan difícil estar simplemente a unos metros del chico rubio.

– Hacía mucho que no caminábamos juntos ¿verdad? –

Sakura sintió que los músculos de su cuerpo se tensaban un poco. Naruto tenía razón, ellos no habían hablado mucho desde… desde que ella le había dicho que… La sola idea consiguió que se sonrojara un poco, y además, que le doliera el pecho – ¿De qué…? – Dijo con un poco de dificultad – ¿De qué querías hablar? – preguntó rápidamente al sentir que en su garganta comenzaba a formarse un nudo.

Naruto le miró, la chica no dejaba de ver el cielo. Cuando Sakura sintió la mirada azul sobre ella sintió que sus pasos pesaban más.

– Es que quería pedirte un favor – expresó un poco decepcionado por la prisa de la muchacha, había pensado que quizá platicarían de otras cosas antes de que él le dijera lo que quería. Se rió de sí mismo por tener tan estúpidas esperanzas.

– ¿Un favor? – La chica notó que la voz del joven se había apagado.

El ojiazul intentó recuperar una sonrisa y asintió – Kakashi-sensei nos ha enviado a una misión a Sai y a mí –

– ¿Cómo? ¿Y yo? – parpadeó un par de veces.

– Sólo Sai y yo – contestó mirando también las nubes.

El par de muchachos caminó un poco más en silencio, quizá no más de un minuto, pero ese minuto pareció infinito para la joven kunoichi.

– Naruto… –

– Mira – el rubio la interrumpió – ¿Podemos sentarnos ahí? – señaló una pequeña banca.

La ojiverde le miró confundida y, con un poco de duda, asintió.

– Sakura-chan, ¿Cómo es tu madre? – Naruto cuestionó después de un rato de haberse sentado, pensó que lo más seguro era que Sakura creyera que era una tonta pregunta.

– ¿Por qué lo preguntas? – le contestó más confundida todavía, ese no era un tema que alguna vez hubiese tratado con él. Quizá había sonado un poco dura al responder, pero si antes estaba nerviosa, ahora que estaba sentada a su lado le temblaban las manos.

Naruto sonrió con una triste mueca – Es sólo que jamás me has platicado nada de ella, debe quererte mucho –

Sakura entendió un poco de lo que se trataba el asunto – Bueno, es muy gritona a veces y aún me trata como a una niña, pero… ¿Qué madre no trata así a sus hijos? – intentó sonar natural y lo había conseguido, logró observar una expresión divertida en el rostro de Naruto cuando terminó.

– Ayer decidí que quería saber cómo fue mi madre –

Sus ojos verdes se abrieron totalmente ante lo que había escuchado, Sakura miró como Naruto escondía su rostro girándolo hacia el lado contrario – ¿Te refieres a…? –

– Es que es gracioso – lo escuchó reír – Durante toda mi vida siempre pensé en ella… pero jamás tuve curiosidad por saber cómo y quién fue –

– Naruto… – Sakura se entristeció un poco, no se había puesto a pensar en cómo se sentiría él con aquellas ideas.

– Quería investigar un poco – siguió mirando la nada – Pero mientras esté fuera me será imposible hacerlo – de pronto se levantó – Además no soy para nada bueno en esas cosas – dijo mirándola finalmente, mientras sonreía y se rascaba la cabeza.

Sakura seguía sorprendida.

– Si tú pudieras ayudarme con esto… – Naruto bajó la cabeza y se puso serio – Sólo mientras regreso de la misión –

La joven peli-rosa presionó con más fuerza sus propias manos – Naruto… –

– ¡Por favor! – dijo con fuerza, mientras juntaba las palmas de sus manos frente a su cara como señal de súplica y cerraba sus ojos – Yo soy muy torpe y no creo avanzar mucho sin ayuda, de verdad quiero encontrarla, no sabes lo que significaría para mí, tal vez la vieja Tsunade sepa algo, si me ayudas te prometo… –

Y la interminable sarta de palabras se extendió por un rato. Sakura permanecía en silencio mientras veía el suelo. No es que no estuviera escuchando al chico frente a ella, era que apenas estaba entendiendo el tamaño de ese favor.

Él le había pedido algo sumamente importante… le había pedido encontrar algo sobre su madre… a ella… a la chica que le había rotó el corazón… Unas terribles ganas de llorar la invadieron de repente, haciendo que sus ojos se cristalizaran sin poder evitarlo.

– ¿Cuánto tiempo? – Naruto enmudeció de repente y la miró – ¿Cuánto tiempo les tomará la misión? – preguntó ella.

– Una semana, quizás menos – contestó él.

La chica se puso de pie también y le miró directamente a los ojos.

– ¿Sakura-chan? – no pudo evitar sentir que sus mejillas se encendían.

– No te prometo mucho – dijo ella con determinación – Pero haré lo que pueda –

El rostro de Naruto se iluminó con aquella respuesta. Y, dedicándole una cálida sonrisa, le agradeció – ¡Arigatou, Sakura-chan! –

Sakura sintió sus piernas temblar y su cara enrojecer. Por un segundo perdió todo el aire, pero haciendo gala de su temperamento escondió sus nervios.

– ¡Baka! – Gritó – ¡Lárgate ya a esa misión antes de que me arrepienta! – y como si hubiera regresado el tiempo, para cuando se dio cuenta su puño estaba incrustado en el rostro de Naruto, haciéndolo volar unos cuantos metros, igual que antes cuando la hacía enojar por alguna estupidez.

Naruto se levantó tallándose la parte adolorida – Sakura-chan ¿y eso por qué fue? –

– ¡¿Qué no piensas largarte?! –

¡HAI! (Sí)– el muchacho dijo asustado, se puso de pie para luego alejarse a toda velocidad.

Sakura no lo notó, pero en el rostro de Naruto había una expresión llena de melancolía.


Los últimos reflejos del sol se colaron tenuemente por las rendijas de la pequeña ventana, aquella pequeña abertura que era su único contacto con el mundo. Curioso, él jamás se acercaba a ver a través de ella.

Mientras permanecía sentado en aquella oscura celda, el silencio era su único compañero. Al menos hasta que su celda fuera invadida por la irritante voz del rubio, pero él jamás admitiría que ese idiota era la única razón por la que aguantaba esa soledad. No se quejaría, nunca lo haría, porque ese era el camino que había escogido.

Su mano derecha presionó con fuerza el objeto que sostenía, la cinta resbaló de entre sus dedos y se meció suavemente por unos segundos. Sasuke cerró sus ojos y se dejó llevar por la silenciosa oscuridad que lo rodeaba, los días que venían serían completamente aburridos, Naruto no iba a ir a visitarlo mientras no regresara de la misión.


Había sido tan extraño, no terminaba de entenderse a sí misma. Mientras se despedía de él agitando su mano, muchos pensamientos abarrotaron su mente, entre ellos uno que llevaba en su conciencia desde hacía tiempo.

– Lo haré la próxima vez – susurró para ella una vez que el muchacho había desaparecido de su vista.

Observó cómo se acababa la tarde y se dejó caer en la banca de nuevo, mientras una lágrima traicionera rodaba por su mejilla, el nudo en su garganta por fin se había formado después de haberlo estado evitando todo ese tiempo. Tapó su rostro y lloró en silencio por un rato, maldiciéndose una y otra vez.

Si ya tenía a las personas que más quería a su lado ¿Por qué sentía que aún no era feliz? ¿Por qué seguía sin poder mirarlos a la cara? La respuesta era simple y a la vez difícil. Fue en ese momento, a solas, que comprendió qué era lo que le pasaba.

Lo decidió entonces… Sus orbes verdes miraron las primeras estrellas, se levantó y secó las lágrimas que aún le quedaban, su ceño se frunció y su cara se tornó seria.

– Ya no voy a decepcionarte más… Naruto – Y con paso firme la muchacha caminó hacia su casa con una clara y firme idea, completamente llena de determinación.

Porque la próxima vez que lo viera iba a hacerlo… la próxima vez que Naruto estuviera frente a ella le pediría disculpas… mil veces si era necesario.

おわり…

Fin del capítulo 1

Gracias por leer.