REEDITADO

Disclamirer: Harry Potter y sus personajes no son de mi propiedad, le pertenecen a JK Rowling. Historia original escrita por mí.

Genero: romance / drama / angustia / tragedia

Sumary: Tú y yo somos iguales. Amantes solitarios, buscando en el dolor el placer de estar vivos.

Sinopsis: Amar… es pecar, soñar… es desear… Y morir, es vivir por ti. Contigo estoy probando la fruta prohibida, la imperfección de la entrega total y el precio de caer.

Nota: palabras en cursiva, memorias del pasado de cada uno de los personajes.


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Simpatía por el Diablo

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Por Ireth I. Nainieum

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Capítulo I

Quemándote con fuego

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"Nada parece tan verdadero que no pueda parecer falso."

– Michel Eyquem de Montaigne

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—Todas las historias de amor —ríe con desprecio a su oyente— tienen un bello inicio —medita— o al menos así deberían ser. Pero la mía o en mi caso, no fue de esa forma —cavilo—. Ahora que lo pienso, no puedo determinar a ciencia cierta que fue lo que me orillo a sentir esta extraña mezcla de sensaciones en mi interior. Siempre era lo mismo, —le informa— una llamada o una nota bastaban para hacerme caer ante la tentación de tenerla en mis brazos, de sentirla y porque no —sonríe—, de poseerla como nadie más lo había hecho.

Descargó con frustración esos pensamientos y luego, bebió rápidamente el contenido de su bebida alcohólica. Ambos individuos parecían pasar un rato agradable en el pequeño pub en la capital londinense, ese día a finales de Julio. Fuera en las calles caía fuertemente una gran tormenta, misma que impedía el caminar por la banqueta sin mojarse. Se perdió al contemplar el cristal vacío, paseándolo suavemente entre sus dedos. Ignorando ahora el porque estaba en ese lugar y precisamente con él, de entre todas las personas a quienes pudo encontrarse. Que inverosímil es la vida.

—¿Lo crees? —musita suavemente el invitado.

—La ley de la vida nos obliga siempre a comenzar y al mismo tiempo a terminar —susurra el primero.

Alza su rostro con lentitud, observa con satisfacción como el ser frente a él arruga una de sus cejas con curiosidad, para luego beber un poco de su propio licor. Él sonríe gustoso, finalmente ha captado toda su atención.

—Te lo contaré —le informo desosegado— pero… —aclaro— al final deberás de retribuírmelo —le alza el vaso al mesero—. Esta es la historia donde una mujer sin gracia ni sublime belleza, fue capaz de controlar todo con tan solo desearlo —lo miro—. Un cuento donde el final feliz no existió ni existirá —le entrega el mozo su copa y este, la contempla serenamente—. Porque en esta novela… todos somos seres humanos…

La lluvia continuo cayendo con fuerza, hasta el final de aquella triste historia.

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Un hombre rubio alto y lascivo recorría las calles del callejón Diagon, mirando sin ningún interés en particular las tiendas a su alrededor. Suspiró con disgusto. Con el pasar de los años todo se volvía una simple rutina y eso era lo que él más detestaba, el hacer las cosas sin una razón que las justificase. Caminaba sin importarle nada, empujando a diestra y siniestra a cuanta persona se le atravesaba en su camino; y no osaban apartarse ante el paso de un Malfoy. Estaba molesto, ya que tuvo una fuerte discusión con su padre, mismo que empezaba a forzarlo a tomar las riendas de la fortuna de su familia.

Las obligaciones de un Malfoy conllevan a más que únicamente divertirte como tú lo haces —le informo— hemos sobrevivido gracias a nuestra sagacidad e inteligencia, piensa en eso Draco —expreso duramente su padre.

—¡Tonterías! exclama hastiado—. ¡Tenemos oro suficiente para obtener lo que deseemos y, aún así se atreve a decirme esas cosas! —aprieta su puños— . ¡Soy un Malfoy —se detiene— y con tan solo tronar mis dedos puedo tener todo aquello que desee sin siquiera esforzarme un poco! —esboza una sonrisa peligrosa, de aquellas palabras tan ciertas.

Comentó para sí mismo el joven de veintiún años y miembro de la elite del mundo mágico. Por el simple hecho de haber nacido en la cuna de los Malfoy tenía acceso a un sin fin de lujos y privilegios que muchos otros tan solo podían soñar. Con el pasar de los años y por supuesto al finalizar sus estudios, emprendió una carrera que le permitiese controlar mejor lo que algún día sería su fortuna. Dejo crecer sus cabellos hasta la altura de sus hombros, su figura de niño adquirió la apariencia de un hombre. Pero, ahora lo más distintivo era que sus ojos grises se habían tornado fríos e inexpresivos.

Es entonces, cuando su vista divisa a un par de metros una pequeña diversión. Se ufana de su buena suerte, finalmente tenía algo con que desquitar su mal humor. Ondea con elegancia y preponderancia sus costosas ropas negras, una fina capa que le hace adquirir una peligrosidad que nunca antes mostró. Una perfección irreal, para un simple mortal. Se acerca lentamente, mientras su mente trabaja con rapidez en una frase lo suficientemente hiriente y más que nada que no sea capaz de responderle, para bajar su vista avergonzada hacia el suelo. Sin embargo, la postura de ella es algo extraña. Se muestra recargada contra una parad sucia, muy cercana al callejón Knockturn; mientras su cabello enmarañado cubre con descuido su rostro, observa como su pecho se mueve rápidamente.

¿Pero eso a él que le importa?.

—Vaya, vaya Granger —chasca su lengua divertido, llegando hasta donde estaba ella—. ¿Y qué haces aquí, tan cercana al callejón maldito? —mira a los lados, como buscando algo que él sabía que no estaba—. ¿Dónde has dejado a tus amantes de la sangre sucia? —sisea divertido— . ¡Merlín —exclama mosqueado— no me digas que finalmente entraron en razón y te han abandonado! —suelta una gran carcajada—pasó algún tiempo y no sucedió nada. Por primera vez en su vida la contempla con sorpresa. Estaba a la espera de su lengua mordaz y rápida, acciones comunes en ella. Sin embargo, el silencio es lo único que hay entre ellos, no obstante a su alrededor el barullo del callejón Diagon esta en su límite—. Granger ¿es que el ratón te ha comido la lengua? —se mofa cruelmente.

Hay otra afonía. Y eso, es más de lo que él puede soportar. La miro brevemente, trae puesta una túnica verde oliva, misma que trae abierta; mientras él puede contemplar el blanco vestido que usa. Sencillo y sin grandes adornos, pero, el cual muestra la piel de su cuello y parte de de su pecho.

Pasea su lengua por sobre sus labios deleitándose ¿quién diría que la sangre sucia cambiaría para bien?.

Entonces ella da un paso al frente, tomando a Draco por sorpresa, pierde el control de su cuerpo y se sujeta con fuerza al de él. Por primera vez se siente impotente antes las acciones que ella ha hecho, su mente le dice que la empuje con fuerza por su osadía. No obstante, es incapaz de mover su cuerpo. Ella lo abraza para no caer al suelo. Él por primera vez en su vida se siente asustado e indefenso ante aquella mujer llamada, Hermione Granter. Ella se ha sujetado con más determinación a él, sus ropas brunas ayudan a no ceder ante la gravedad. Levanta suavemente su rostro y con delicadeza lo dirige lentamente hacia el odio izquierdo de él, mientras le susurra un par de palabras. Finalmente con algo de dificultad lo suelta y muy lentamente se aleja él, dando pasos lentos y cabizbajos.

—Granger… —susurra aterrado.

Se gira con rapidez, pero solo la observa mientras camina torpemente perdiéndose entre la multitud en el callejón Diagon. Por primera vez ella le ha dejado completamente indefenso, finalmente un Malfoy ha caído ante una mujer.

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—¿Qué fue lo que te dijo? —comenta intrigado el misterioso invitado—. ¿Acaso fue eso lo que dio inició a todo esto? —especula.

El blondo contempla las gotas de agua que resbalan por las ventanas del pub. Cierra sus ojos con dolor e infortunio antes de susurrar sin hablar, tan solo moviendo sus labios suavemente.

—…


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Capitulo II

Dulce pecado

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Notas de la autora:

+ Bueno, una disculpa de antemano por el tiempo tardado para finalizar esta historia. He decidido cerrar el capítulo de Harry Potter y dejar atrás esta maravillosa sección, donde conocí a infinidad de gente extraordinaria. Gracias a todos ustedes, por motivarme a darle una conclusión como lo merece esta narración. He decidido editarla y hacerle correcciones necesarias, así que si la leen por segunda ocasión encontraran detalles para su mejora.


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Nos vemos

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