Disclaimer: Fairy Tail y sus personajes son propiedad de Hiro Mashima, la historia a continuación es totalmente de mi imaginación y sucede dentro del universo de mi otro fic Don´t stop the music.


BEFORE THE MUSIC…..

Capítulo 1. Oscuridad

Sintió como aquel líquido blanquecino de esa enorme aguja corría por sus venas, la sangre comenzó a fusionarse con aquella droga y a surtir efecto en su cuerpo.

Nuevamente sentía la fuerza correr por sus venas, abrazándola con aquella cálida sensación de consuelo que en cuanto terminaran con ella volvería a su celda y se encontraría con él.

-No aguantara otra dosis, tendremos que sacarla de ahí antes que muera- escucho hablar a uno de ellos a través de la bocina pegada al único vidrio dentro de esa celda blanca.

-¿Crees que me importa acaso? Necesitamos reforzar la nueva droga, y para ello tenemos que encontrar la cantidad exacta para que funcione al cien por ciento rápidamente, fíjate en sus músculos, siguen contraídos, está conteniéndose-

-Pero es uno de los sujetos de pruebas más fuertes que hemos encontrado, si nos deshacemos de ella así como así el doctor se pondrá furioso-

-Puede que sí, pero si encontramos la dosis correcta nos elogiara y recompensara por ello, piénsalo, el todo por el todo-

La conversación entre ellos había parado así que dedujo que habían tomado una decisión.

En el momento que sintió nuevamente la aguja atravesar su delicada piel y el líquido volver a correr por sus venas supo que había estado en lo correcto, estaban arriesgándose a asesinarla.

Lucho con todas sus fuerzas profiriendo gritos de dolor y agonía mientras se decía a si misma que sobreviviría, tenía que hacerlo, sabía que lo haría, un último pensamiento cruzó su mente antes de perderse en el limbo de la densa oscuridad que la asechaba. Un nombre para ser más específicos. El nombre de su salvador.

Jellal


Erza era una niña de apenas siete años recién cumplidos, la vida misma le sonreía maravillosamente con una hermosa familia a la cual amaba con todo su corazón, vivía en Rosemary, un pequeño y hermoso pueblo muy alejado de la ciudad, tenía unos maravillosos amigos con los cuales le gustaba compartir juegos e historias que su madre le contaba a ella, jugaba todos los días con su pequeño gatito Spider, alimentaba a las vacas y daba de beber al demás ganado de la familia, en fin, era una vida perfecta la de esa pequeña pelirroja y su hermosa familia. O eso era lo que recordaba, ya que como dicen, no todo lo bueno dura para siempre.

La tragedia llegó a Rosemary; era de noche cuando Erza escucho los gritos de terror de sus padres, se levantó asustada para salir corriendo de su habitación y entrar literalmente a las llamas del infierno.

Lo primero que sintió fue el calor abrazador del fuego que se colaba por su sala hasta casi llegar a su recámara, gritó desesperadamente para tratar de alcanzar el cuarto de sus padres pero entonces observo impactada como este era devorado por el fuego.

Para Erza fueron horas, incluso días los que pasaron antes que pudiera reaccionar, ya no podía hacer nada por ellos. Salió por su ventana, la cual daba a las calles principales del centro del pueblo solo para observar como el pueblo entero se hundía en colosales y ardientes llamas.

Camino anonadada por el incendio y la tragedia que tuvo que presenciar, trato de llegar con sus vecinos más cercanos, Simon y Kagura pero antes de poder siquiera acercarse a tocar desesperadamente la puerta esta se abrió estrepitosamente dejando ver un hombre usando un casco y uniforme con un símbolo extraño tatuado en el pecho, el hecho de que tratara de cogerla no fue lo que la impulso a actuar si no el hecho de ver a ese tipo arrastrar por el suelo a sus dos amigos fue lo que la hiso saltar y golpear con todas sus fuerzas al enorme tipo en la rodilla.

Ya libres, los tres corrieron alejándose de cada hombre con uniforme ya que sus intenciones eran muy claras, ellos iban a capturar a los niños y eliminar a los adultos junto con el pueblo.

Abatidos por el dolor de sus pérdidas y cansados de tanto correr supieron que no importaba cuanto huyeran, los encontrarían en cualquier momento así que cuando unos tipos cogieron a su amigo Simon supo que no había esperanza. Dio un giro en una calle demasiado angosta para un adulto y entro a un pequeño escondite que había encontrado hace unos años junto con Spider, el simple recuerdo del minino la hiso lagrimear, pero debía ser valiente, debía lograr que al menos alguien se salvara, así que con sumo cuidado y despidiéndose con una brillante sonrisa y recitando la palabra "vive" con voluntad, escondió a su pequeña vecina Kagura en ese diminuto espacio y salió de aquel escondite para enfrentarse a la cruda realidad.


Pasaron horas para que pudiese recobrar la conciencia. ¿Cuánto tiempo la habían tenido esta vez en el laboratorio?

-¡Erza! ¡Erza respóndeme por el amor de Dios!-

Esa voz.

-¿Jellal?-

-El mismo, ¿Cómo te sientes?- cuando abrió los ojos se encontró con el dueño de esa voz, su salvador de cabello azulado y tatuaje rojo en el rostro.

Su nombre era Jellal Fernández, ese pequeño niño de apenas siete años y medio había sido su salvavidas en ese mar de sufrimiento que ella estaba atravesando. Erza llevaba ya casi tres meses dentro de aquel infierno, Jellal estaba a punto de cumplir el año.

Luego de la tragedia de Rosemary se vio envuelta en un mundo lleno de miseria, al parecer la gente quien la había secuestrado junto a sus amigos estaba buscando de nuevas ratas de laboratorio para experimentar unas nuevas sustancias peligrosas para los seres humanos, eran seguidores de un demonio cuyo nombre jamás lo supo, parecían una secta religiosa cuyo líder tampoco sabían su nombre, lo único que sabían es que le llamaban "Doctor" o Doc para abreviar, su propósito era el de encontrar nuevas formas en la medicina para que el cuerpo humano se adapte y sobreviva a su nuevo ambiente transformándolo en alguien son fuerza sobrehumana y características salvajes pero mente controlada.

Al principio pensó que fácilmente ella sería de las primeras en irse así como muchos otros niños que había conocido en su celda y no habían vuelto de sus "pruebas" pero luego, durante un cambio de compañero (ya que el anterior había muerto) conoció a un niño de casi su misma edad llamado Jellal Fernández, desde el principio pudo ver amabilidad y bondad en sus ojos, era alguien honesto y valiente, digno de admirar a ojos de cualquiera, se llevaron bien al instante e incluso le asigno un apellido a pesar de revelar con vergüenza que ella no recordaba el suyo.

"Scarlett, como el color de tu cabello"

Sonrió por el lindo recuerdo, desde que llegó a ese lugar muchas de sus memorias se habían perdido junto con las cenizas de Rosemary, Erza llego a pensar que quizá algo había hecho mal en el pasado para estar recibiendo aquel castigo, pero gracias a Jellal su fe era reconstruida cada día pensando en salir de ese infierno por el que estaban pasando algún día, pero los días pasaban y con ellos distintas y más feroces pruebas tenían que ser superadas, justo como la de hace apenas unos momentos atrás.

-¿Volvieron a intentar lavarte el cerebro? Esos malditos- el chico la ayudaba a levantarse mientras miraba con odio a sus carceleros.

- Estoy bien tranquilo, fue solo una prueba con su nueva droga, aumentaron la dosis al parecer y me encuentro algo mareada-

- Tomare tu lugar el día de hoy en la prueba, necesitas descansar y esa maldita cosa que te inyectaron solo hará que vomites y te pongas morada como la última vez-

Recordaba eso, al parecer para lograr hacer a sus "súper-humanos" esas personas tenían que adaptar sus pequeños e infantiles cuerpos para que cuando crecieran desarrollaran esas nuevas habilidades y pudieran transmitirse de generación en generación, pero para lograr eso antes debían pasar por una sola prueba, el salto de fe. Los hacían luchar entre ellos.

-¿Jellal esa es Erza?, oh mi pequeña ¿Por qué tú de todas las personas?- el que había hablado era un hombre a quien la nueva y recién nombrada Scarlett le había cogido un tremendo cariño rápidamente, era un hombre mayor y sabio quien ayudaba a los pequeños a seguir adelante, su única labor era la de vigilar y cuidar a las "ratas de laboratorio", era el único adulto en ese sitio, al parecer había uno por cada celda, era un esclavo.

-Tranquilo abuelo Rob, tú y Jellal se preocupan demasiado por mí, estaré bien, aún faltan un par de horas para que salga a hacer la prueba, estaré en condiciones para entonces-

-¡No lo permitiré! ¡No esta vez!- saltó el pequeño a defenderla pero ella lo detuvo con una mirada.

-No está a discusión, hoy no te inyectaron a ti por lo que si te toca pelear contra un contrincante al que si inyectaron sería tu fin- habló con decisión la pequeña.

-Eso no me importa, no estás en condiciones para salir y te lo repito, no lo permitiré-

-Me quieren a mí, no a ti, no está en discusión Jellal-

-Dejen a un lado esta discusión de enamorados, ahora mismo Er-chan debe descansar, ella es fuerte y lograra vencer a cualquiera Jellal-nya- habló otra persona saliendo de la oscuridad, era otra niña un poco más pequeña que Erza, su nombre era Milliana y era una admiradora de los felinos, desgraciadamente eso lo usaron aquellos científicos en su contra. Hicieron experimentos durante semanas para transferirle habilidades felinas pero lo único que lograron en la inocente niña fue concebirle una apariencia gatuna de ojos rasgados y orejas grandes y peludas, aún recordaba el día que se la ganó como fiel amiga, ella hiso transformo su pan con un cuchillo en un pequeño y adorable gato y se lo regalo a pesar de ser su única comida, a partir de ahí no se separó de ella.

-No somos enamorados- susurró con el rostro del mismo color que su cabello.

-Todos son imposibles, lo que deberíamos hacer es dormir mientras podamos, al menos hoy no nos han hecho hacer trabajo forzado- Simon su amigo-vecino también estaba en la celda con ellos, la presencia de todos hacían feliz a la pelirroja, ellos eran su razón de vivir y rezar para tener un mejor futuro, uno donde fueran libres de aquella densa oscuridad.

Estuvieron unos minutos más conversando hasta que escucharon el sonido de la reja abrirse, todos se hicieron para atrás asustados temiendo que les tocara su turno de experimentar con ellos pero al ver a la persona atravesar la celda giraron a ver con pena y temor a la pelirroja.

-Bien pequeña, es tu turno de demostrarnos nuevamente lo que puedes hacer, acércate no tengas miedo, sigues siendo mi favorita- habló una voz mientras salía de entre las sombras, cuando su rostro alcanzó la luz, Erza pudo observar su tez un poco más pálida pero igual de sombría, ese hombre era el líder de ahí, él era el "Doc", nadie sabía su verdadero nombre pero lo que si sabían era que el como jefe de su nombrada "Torre del cielo" era quien daba el visto bueno de todos los experimentos ahí realizados, por lo que Jellal le había contado habían pausado el principal proyecto para dar continuidad a uno más importante para ellos, la salud de ese hombre había empeorado con el paso de los días, al parecer había contraído una extraña enfermedad a causa de la exposición nuclear a algunos elementos para sus creaciones, lo que ahora estaba haciendo con ellos era tratar de encontrar una cura para sí mismo, claro que por su apariencia y el supuesto avance de las investigaciones, Erza dudaba seriamente si el Doc sobreviviría antes de encontrar una cura para su enfermedad.

-¡Déjala en paz! ¡Qué ni se te ocurra tocarla maldito enfermo! ¡Llévame a mí a la arena!- rápidamente Jellal alcanzó su cuerpo y actuó como escudo para ella, aunque sabía que de todas maneras no serviría de nada el gesto le dio la fuerza suficiente para salir de aquel campo de protección y caminar hacia ese hombre. Al instante que se acercó a su lado Fernández trato de correr pero un par de soldados le impidieron dar un solo paso golpeándolo fuertemente en el estómago dejándolo inconsciente en el suelo.

-¡Jellal!- olvidándose de su supuesta obligación Erza trato de socorrerlo, pero el hombre a su lado la tomo del brazo y arrastro fuera de su celda en dirección contraria a su indefenso amigo.

-¡Déjenme ir! ¡Jellal! ¡No por favor! – sabía que los gritos eran inútiles pero era lo único que podía hacer para tratar de alcanzarlo, se sentía cada vez más lejos.

La arrastraron por un camino lleno de grava, sus pies descalzos y piernas descubiertas terminaron más sucias y arañadas de lo que ya estaban gracias al sencillo y roto vestido que la hacían usar todos los días.

Al llegar a la arena la arrojaron sobre aquel piso de metal que reflejaba el calor del sol artificial lastimando un poco sus ojos pero siendo un alivio para sus pies quemados por la fricción. Alzó un poco más la vista solo para ubicar nuevamente la ventana de cristal del balcón por la que sus doctores y científicos la observaban, el lugar era como una cúpula gigante según recordaba, nada alrededor y una sola puerta de entrada y salida por la cual ingresaban a sus experimentos, la última vez que había estado ahí había sido hace casi un mes según podía recordar, esa vez había estado demasiado asustada para poder darles a sus espectadores lo que ellos pedían así que solamente se dedicó a recibir golpes, lo cual solo hiso que sus apostadores se enfadaran y la dejaran sin comer durante una semana, si, al parecer a esos malditos bastardos les encantada apostar por ver cuál de sus experimentos era exitoso como en la maldita Grecia.

-Cuando estés lista pequeña-

Esa era la señal que necesitaba para entender que no estaba sola, su espalda se tensó de los nervios y sus ojos trataron de enfocar todos los lugares dentro de la cúpula, Dios ahora mismo el lugar parecía un enorme campo minado.

Por más que giraba la vista y miraba a todas partes jamás encontró a otro niño dentro hasta que sintió el fatal golpe en su espalda, trato de levantarse para enfrentar a su oponente pero no podía, sentía su cuerpo demasiado pesado.

Logró ver unos pies frente a ella, eran pequeños e igual de sucios y heridos que los suyos, ¿Por qué no dejaba de impresionarse por aquello? Todos estaban en las mismas condiciones ahí dentro, cuando enfoco su mirada vio que aquel niño o niña trataba de agacharse para observarla.

Era un niño igual que ella, su cabello era blanco y sus ojos de un gris oscuro fascinante, se preguntó por un instante si sería natural o a causa de los experimentos, no alcanzó a procesar bien la información cuando el mismo niño la cogió del cabello jalándolo con fuerza para levantarla del suelo.

Aullando del dolor Erza cerró sus ojos fuertemente y trató de enterrarle sus uñas en el brazo para que la soltara, pero al parecer sus esfuerzos eran inútiles.

-Lo lamento, pero no he comido en semanas, ésta es mi última oportunidad para sobrevivir, me han amenazado que me matarían si volvía a perder, lo lamento mucho pelirroja- habló aquel albino con tristeza en su mirada.

Eso hiso reaccionar a Scarlett, ¿A tanto habían llegado?, ella sabía que muchos niños morían ahí dentro, para ellos solo eran unas viles ratas de laboratorio, incluso peor que eso, carne para ganado, basura descompuesta, eran escoria y no valían nada para esos bastardos.

Sus ojos se enfocaron ahora hacia el balcón cubierto por la cual los observaban pelear, increíblemente ahora podía verlos sentados cómodamente en un enorme sofá color rojo escarlata, comiendo y bebiendo de una enorme barra buffet cualquier antojo que quisieran, charlando y burlándose animadamente de ellos quienes luchaban por sobrevivir.

Apretó sus dientes con fuerza y golpeo el brazo del niño directo en el codo para apartarlo y soltarse de su agarre. Luego de recuperarse corrió hacía aquella ventanilla que estaba a unos cinco metros sobre ella y saltó tomando como impulso el cuerpo de su contrincante para agarrarse a un costado del cristal y escalar hasta alcanzar a apoyarse completamente y pararse frente a ellos.

Su mirada taladraba a cada uno de esos cerdos quienes ahora la miraban con miedo y asombro, ¿Querían diversión? Pues bien, ella se las daría.

Pateo con fuerza el vidrio para tratar de atravesarlo pero al parecer era un poco grueso, la magulladura y el dolor punzante en su rodilla no la detuvo hasta lograr que el vidrio cediera y estallara con fuerza abriendo un pequeño espacio para que pudiera entrar.

Al atravesarlo se maravilló con las asustadas miradas de cada uno de ellos, pero el único que parecía estar tranquilo y disfrutando del espectáculo era el siempre maravilloso Doc. Sintió más furia al enfrentar su mirada, así que levantó rápidamente un pedazo de vidrio del suelo y corrió hacía el con todas sus fuerzas.

Lo último que vio entonces fue a unos soldados entrar por la puerta del balcón y dispararle un par de dardos.

Luego todo se volvió negro.

La oscuridad la engullía nuevamente.


CONTINUARÁ…

Lady-werempire, lo prometido es deuda, me ha encantado tu idea y gracias a ello me da más energía a continuar Don´t stop the music, eres mi salvadora.

Bueno antes que nada debo aclarar que esta será su precuela, por lo tanto no será song-fic, otra cosa que me gustaría aclarar es que no será tan larga, los capítulos si pero la historia terminará en cuanto Erza entre a Fairy Tail, no quisiera agregar lo de Phantom Lord ya que eso lo explicare dentro de mi otro fic, por lo demás si algún lector gusta agregar algo es libre de hacerlo y estoy abierta a sugerencias ya que sigo siendo una peque en este enorme mundo.

Muchas gracias a todos y espero poder contar con sus lecturas y reviews. Os veo a la próxima.