Disclaimer: Los personajes no son mios, son de la Fox. Tampoco la historia es mia, es una TRADUCCIÓN. Pero le puse mucho cariño y me costó mucho esfuerzo, así que igualmente espero que os guste y disfruteis ^^


Autor Original: PlainJane1

Título Original: To Live Without You

Apoyó sus temblorosas manos en el blanco mármol de la encimera mientras contemplaba su reflejo en el espejo. Después de un largo minuto escuchó a Will en el dormitorio, sacando la ropa ese día: camisa, corbata, pantalones... abriendo y cerrando cajones, y silbando algo entre dientes. ¿Una canción? ¿Una melodía?

Sin pensar, cerró la puerta del baño con rapidez y firmeza –click. Se recostó contra ella, deslizándose hasta quedar sentada en el suelo con las rodillas bajo la barbilla.

-¿Emma? –oyó desde fuera. No estaba sorprendida de que hubiera notado el portazo. Will lo notaba todo últimamente. Cada suspiro, cada bostezo, cada movimiento era visto y analizado.

Ella permaneció en silencio.

-Em, ¿estás bien? –su voz era más alta esta vez, casi asustada. Estaba intranquilo. Era muy dulce por su parte, pero a veces su preocupación la agotaba.

-Estoy bien –masculló con la barbilla todavía descansando sobre las rodillas. Su voz sonaba suave y ligera, tal y como se sentía: pequeña, ligera, transparente… Will estaba en silencio y ella sabía que estaba esperando a que le abriera la puerta, pero Emma permaneció inmóvil sin decir nada.

Le oyó limpiarse la garganta después de un momento.

-¿Puedo… podría entrar? –preguntó pausadamente. Emma sacudió la cabeza en silencio, diciendo "No" terminantemente. Una sílaba sin más elaboración.

-Vale… Hazme saber cuando hayas terminado –dijo Will al final con voz baja y silenciosa.

Notó como se deslizaba hasta sentarse al otro lado de la puerta. Incluso su voz estaba con ella, incluso en el pomo de la puerta. Él no se movió, ella tampoco.

Ambos sentados con una barrera de madera entre ambos y un silencio en stand-off. Las piernas de Emma empezaron a sentirse entumecidas, así que se movió un poco, estirando una frente a ella. Tenía las uñas de los pies pintadas de un pálido color rosa. Se las miró mientras movia el pulgar hacia delante y hacia atrás.

-Se me acaba de caer un mechón de pelo -comentó suavemente, pero de manera casual. Will guardó silencio - No me había dado cuenta que empezaba a caerse tan rápido -susurró más para ella misma que para él.

-Em, recuerda que ellos dijeron que se te podría caer un poco, no del todo.

-Will –le interrumpió, su paciencia instantáneamente colapsada- ¿Sabes, por una vez podrías no ser de tan maldito apoyo? –su silencio la espoleó- Quiero decir, solamente por una vez, me gustaría oírte decir "Vaya mierda, Emma. Es una mierda que vayas a perder el pelo, y que todo el mundo vaya a fijarse en ti, y que eso será humillante… y que está bien sentirse como una mierda"… ¿sabes? –terminó débilmente.

Después de un minuto, Will dijo:

-Tienes razón. Lo siento. Esto es una mierda. Y está bien sentirse como una mierda.

-Gracias –contestó débil y sinceramente- Hay tantas cosas sobre las que me gustaría hablar contigo…

-Emma, me puedes contar cualquier cosa –dijo con voz ronca.

-No, no… no puedo… -murmuró con la frente descansado pacíficamente sobre la puerta- No puedo contarte lo que pienso sobre la muerte, y que me asusta tanto que no consigo respirar… o que a veces levanto por la noche pensando cómo será tu vida cuando yo ya no esté en ella…

-Emma, no… no… -suspiró contra la puerta, su voz temblando de la emoción.

-¿Ves? –lloró Emma dejando escapar un suspiro de frustración- Te quiero, Will, pero no puedo hablar contigo sobre esto. No me dejas. Entiendo que quieres que nos enfoquemos en lo positivo, pero es tan poco realista. ¿No puedes verlo?

Will calló durante un momento, y Emma corrió el dedo por el borde de su camisón, siguiendo la línea de volantes.

-Yo… –empezó Will, pero se paró- Yo no estoy seguro de qué es lo quieres de mi, Em.

-Simplemente quiero que seas sincero, y me cuentes como te sientes –suspiró fuertemente.

Will se rió entre dientes, sin alegría.

-Así que, ¿se supone que tengo que contarte como me quedo despierto, mirándote, preocupado porque tú te vas a…? -su voz se rompió y un enorme sollozo se llevó su respiración. A través de la puerta, Emma podía oírle ahogar sus lágrimas, pero cuando habló de nuevo su tono era burlón y resentido- ¿Se supone que tengo que volver del trabajo como si nada y contarte que cancelé el ensayo de Glee del martes porque estaba encerrado en mi despacho y no podía parar de llorar?

-Sí, Finn me habló sobre eso –murmuró malhumorada, aunque esto solo alimentaba más el enfado de Will. Le sintió golpear con el codo la puerta en señal de frustración y luego guardó silencio por un largo rato. Cuando volvió a hablar, lo hizo con voz baja y llena de tristeza.

-Quiero estar aquí para ti, Emma, pero soy egoísta. Si tú te mueres, me quiero morir yo también –la última parte la dijo suave y con vergüenza- Lo siento –comenzó a llorar- Soy un cobarde.

-No, Will –le llamó, moviendo las rodillas para abrir la puerta al fin. Las lágrimas se agolpaban en sus ojos. Entonces, le acercó ella y él continuó sollozando en su cuello. Le acunó sus rizos con las manos- No eres egoísta ni cobarde. Simplemente eres humano. Quiero decir, sería un poco raro si no nos sintiéramos así a veces, ¿no?

-Te quiero tanto… no puedo vivir sin ti –lloró Will contra su cuello. Su respiración entrecortada se estremecía.

-Sí, puedes –respondió ella suavemente sobre sus rizos, con la punta del dedo trazando la curva de su oreja apaciblemente- Al igual que me gustaría seguir viviendo sin ti si mañana al salir a la puerta te atropella un autobús.

-Bien… -hipó contra su hombro, y Emma enterró la cara en su pelo y sonrió, inhalando su perfume.

-Te quiero mucho, Will. Y sé que quieres ayudarme. Pero lo mejor que puedes hacer por mí es ser sincero, ¿vale? No necesito una animadora, o un doctor, o un nutricionista. Sólo te necesito a ti.

Él levantó la cabeza y ahuecó su cara amablemente en las manos para besar sus labios castamente con la boca cerrada. Ella se alejó y sonrió con timidez.

-Oh, y quizá necesite un estilista. Aunque no creo que pueda librarme del look Don Limpio – dijo Emma con nuevas lágrimas llenando sus ojos.

Will besó la esquina de su ojo, capturando una lágrima antes de caer.

-Pero a mí me encanta Don Limpio – bromeó haciéndola reír y llorar al mismo tiempo. La atrajo hacia abajo y la sentó en su regazo, sosteniéndola contra su pecho.

-Está bien estar triste –susurró Will contra su frente mientras que con la yema del pulgar frotaba su mejilla con suavidad una y otra vez- Está bien… está bien… -repitió, y pronto la tristeza de Emma se había marchado, solo por un rato, mientras se hundía en la piscina reconfortante de su abrazo.