A veces se levanta con tiempo, prepara la ducha, enciende la cafetera y se dedica algo de tiempo frente al espejo. Se toma un par de tostadas y enciende la radio, un deje de irónica sorpresa le obliga a fruncir el ceño cuando se da cuenta de que aun recuerda como funciona el mundo, es en esos momentos cuando le gusta ser más rápida que su cinismo y murmura un "Ya se veía venir" o un "¿Qué le vamos a hacer?" – Jamás fue muy amiga de la ingenuidad pero al menos disfrutaba en la ignorancia, ahora solo encuentra el equilibrio en la sorna, justo en esos momentos donde cree que su capacidad racional la abandona, donde ya no sabe cual mundo, si el ingenuo o el ignorado, le aterroriza más, nota como una fiebre Hydeiana la paraliza de vuelta a casa y no tiene más remedio que dar media vuelta y seguirle.

Se ríe de su indiferencia… de sus respuestas para todo, del toque desenfadado y libertino que le lleva a caminar resuelto con su media sonrisa de ojos vivos y hambrientos, de su orgullo que consigue hacer de los temas más frívolos las conversaciones más intensas que jamás haya tenido y definitivamente su personalidad retorcida de medico aburrido, llena de sátira y rencor.

Era entonces cuando la inocencia tomaba forma de impulso que le hacia mover la mano y encontrar la suya, siempre de manera frugal, casi por error, intentando quitarla rápidamente para que él no sintiera el suspiro de seguridad que le producía aquel ligero contacto tan lejos de lo que ambos describirían como algo más profundo.

Ese era el límite que ella les permitía.

Pero era entonces cuando él, producto de su cabezonería, daba el primer paso y retenía su mano con aspereza rompiendo la inocencia del gesto, intimidándola, la conversación cesaba… la seguridad se perdía y volvía al estado de locura transitoria que le hacia dar media vuelta y volver a casa aterrada.

A veces se levantaba con tiempo, las noticias de la mañana sonaban como un eco desde la cocina, sentada en el sofá murmuraba lo mal que iba el mundo, mientras el café se enfriaba y las circunstancias no parecían las de ayer