Capítulo 1. La maldición de vivir.
¡Camina sangre sucia!...
Un empujón, dos empujones, necesitaba calmarse, sabía que todo aquello iba a ser difícil y por Merlín que confiaba en que, no fuera más allá de malos tratos físicos. Había escuchado historias de mujeres, sangres sucias, que no solo eran esclavas, también eran las "putas" de los malditos mortífagos.
Frente a ella una gran puerta negra se alzaba imponente, uno de sus captores la abrió, mientras el otro volvía a empujarla como señal para avanzar. Allí lo primero que su vista enfocó, fue la asquerosa serpiente, arrastrándose por el piso y posicionándose a un lado de una silla en el fondo de la habitación.
Estaba sudando frío, no sabía qué iba a ser de ella, era verdad que estaba determinada a no mostrar miedo alguno, pero por dentro, cada partícula de su ser temblaba.
"cálmate Hermione, no puedes temerle al nombre, ni al hombre", ella insistía en repetirse eso, como un mantra, sin embargo, toda su discusión interna cesó, cuando vio al monstruo artífice de todo el caos que rondaba en el mundo mágico, lo que, sin embargo, la dejó helada – sin siquiera podía temblar – fue el personaje que entraba tras Voldemort.
Draco Malfoy, el hurón, no lo había visto desde su último año en Hogwarts, incluso muchos pensaban que había muerto como su padre, pero allí frente a sus ojos, vivito y coleando se alzaba su figura, mucho más dura, mucho menos humano, con mucho menos miedo y definitivamente, parecía carecer de alma. Sus ojos eran más fríos y déspotas de lo que recordaba, su rostro, no mostraba nada, ni siquiera el asco de antaño. Aquello le recordó su propia existencia.
-Vaya, hemos atrapado a la Sangre sucia más valiosa- sintió un empujón que la hizo caer al piso, y luego como se acercaba a ella sus uñas enterrándose en su tierna carne, no mostro nada en su rostro, no se iba a permitir debilidad alguna – ahora, como sabrás, lo que te hace tan valiosa es la información en tu cabecita, podemos hacer esto muy fácil, hablas ahora y tienes una muerte rápida o no lo haces y me encargaré de que ruegues morir.
- aunque aceptara su oferta, no tengo nada que decirle, no sé dónde está Harry, tampoco sé la ubicación de la orden, pero imagino que desea averiguarlo por sí mismo, así qué adelante.
Estaba mirándolo a los ojos y por ningún motivo iba a bajar la vista, jamás se mostraría débil, incluso si su vida tenía que acabar por ello.
Muy bien, querido Draco, has los honores- el rubio se acercó a ella, su mirada seguía siendo dura, dos pozos grises de nada.
¡CRUCIO! – ahí estaba, el dolor colándose por cada rincón de su cuerpo, se mantuvo estoica, con su vista fija en aquel gris, apretó sus manos contra el helado mármol del suelo. Por un momento aquel dolor se detuvo.
Él se encontraba allí, viéndola, parecía pensar, vio como levanto la varita de nuevo y sin emitir palabra alguna, un rayo azul salió despedido hacia ella.
Jamás había sentido algo así, cayó al suelo no solo era un dolor físico, en su mente una reproducción sucesiva de todos aquellos recuerdos tristes apareció, rasgando su cordura y permitiendo que el dolor penetrara en su ser, bajando cada una de sus defensas. Gritó, en su mente veía una y otra vez a sus padres, en el suelo, sin vida, vio a Fred siendo golpeado por aquel rayo verde y caer a su lado muerto, grito de nuevo, el dolor era insoportable, sentía como una y otra vez fracturaban sus huesos, como si desprendieran su piel de su cuerpo, como si la quemaran viva una y otra vez. Lagrimas surcaban sus mejillas, sabía que estaba golpeando el piso con sus puños, luego no sintió nada, solo el frio piso y sus lágrimas rodar por sus mejillas, a su lado la figura de Malfoy, su respiración se sentía muy cerca.
Legeremens – sintió la invasión a su mente, como navegaba entre sus recueros, deteniéndose en el día que dijo adiós a su mejor amigo, ella no mintió, no sabía dónde estaba Harry, aquello se había vuelto un secreto para ella y lo agradeció, prefería no saberlo, no le importaba saberlo. El hombre siguió en su mente, revisó cada rincón, para cuando salió, ella no podía moverse y su respiración era casi imperceptible, deseo morir, deseo dejarse ir, sus ojos se cerraban, todo a su alrededor parecía un eco muy lejano.
No sabe nada mi señor, parece que Potter decidió huir, es tan inútil como cualquier prisionero, su vida ahora vale tanto o menos que la de cualquier otro Sangre sucia.
Pensó que todo había terminado, pensó que su dolor iba a acabar, pensó que iba a morir sin ver caer aquel régimen de terror.
Querido Draco, esta sangre sucia ha sido un gran dolor de cabeza, no voy a permitir que solo muera, será mi regalo para mi mejor soldado, tómala, sé qué vas a saber divertirte con ella.
Para ese momento ya no escuchaba nada, estaba completamente ida, vio como él se agachaba frente a ella y la tomaba del pelo para levantar su rostro, fijo su vista en el rostro de él, tan blanco y perfecto, tan falto de emociones.
No eres más que un maldito estorbo- luego sintió su rostro estampándose contra el suelo – llévenla a las mazmorras de Malfoy Manor.
Luego todo fue negro, todo a su alrededor se apagó.
Abrió los ojos, a su alrededor solo veía paredes mohosas, era un lugar húmedo, oscuro. Se intento poner de pie y fue inútil, sus fuerzas solo alcanzaron para sentarse recostada contra la pared. Le dolía cada rincón de su cuerpo, vio sus manos, estaban hinchadas y con sangre seca sobre ellas, recordó que había golpeado el piso mientras había sido torturada. Se sentía terriblemente adolorida y sedienta, pero pensó en que no sería tan terrible dejarse morir de hambre.
Apenas estaba acostumbrando sus ojos a la oscuridad cuando la puerta se abrió, automáticamente su cuerpo se tensó, sabía que tenía miedo, pero también estaba determinada a controlarlo. Cuando sus ojos enfocaron la figura, supo que aquel cuerpo grueso y alto no podía pertenecer a otro que a Draco Malfoy.
El hombre avanzo al interior de la celda cerrando la puerta tras de sí, la miro desde su altura sin decir nada, ella era incapaz de desviar su vista. Aquel hombre, que alguna vez había sido su compañero de colegio, parecía ser otro, ya no se sentía como alguien escondido a las espaldas de sus padres, ahora tenía un aire de peligrosidad que helaba la sangre de quien tuviera la desgracia de tenerlo de frente.
Hasta que despertaste sangre sucia- él la rodeo mientras se agachaba a su altura, Hermione seguía su vista determinada a no amedrentarse con la presencia del rubio.- creo que ya tengo tarea para ti-
Podrías matarme, dejaría de hacerte estorbo- replico la castaña viéndolo de manera desafiante.
Sí, podría, puedo hacer lo que se me venga en gana contigo Granger, pero, no sería divertido. No olvido nuestros "tropiezos en Hogwarts" y ahora puedo cobrarlos todos- dijo mientras su boca se torcía de medio lado en una mueca burlona que de ningún modo llegaba a ser una sonrisa.
Si por tropiezos te refieres al puñetazo que te di con mucho, mucho placer, valdrá la pena lo que sea que vas a hacerme a cambio de ese recuerdo- en sus ojos se plantó una mueca burlona, pero sin embargo sus palabras no tuvieron ningún tipo de efecto en el rubio.
Bien Granger, te encargarás de todas mis necesidades, alimentos, aposentos y todo lo que te pida y más te vale hacerlo bien o no dudaré en plasmar en tu mente recuerdos más miserables de lo que imaginas.
Luego de eso simplemente se dio media vuelta y la puerta volvió a cerrarse frente a ella.
No supo cuánto tiempo estuvo allí luego de que el rubio se fue, solo sabía que se sentía débil, un elfo la dirigió a la cocina y sirvieron para ella agua y una ración de pan, ella tomó el agua y la bebió con rapidez, se sentía sedienta, el pan por su parte no le apeteció.
Con las fuerzas que le quedaban fue conducida a una sala enorme donde, paso todo el día fregando el piso.
El ruido de la puerta abriéndose hizo que levantara su vista del suelo de manera automática. Allí parado estaba Malfoy, se detuvo frente a ella mientras se quitaba la capa negra que cubría su cuerpo, notó de inmediato su ropa llena de sangre, se miraron fijamente en un duelo, sabían que ninguno bajaría la mirada, hacerlo significaría mostrar derrota, sin embargo, estaba totalmente segura de que ella perdería y no por falta de valentía, simplemente allí siempre perdería. Lo vio acercarse y sintió una gran falta de aire en su vientre, calló en el frío suelo, intentó respirar, pero hacerlo era increíblemente doloroso, antes de poder siquiera recuperarse, sintió como tomaba su antebrazo y la elevaba, apenas podía pensar y seguir sus pasos, de repente su cuerpo choco contra una pared y luego sus piernas simplemente cedieron a su peso.
La bruja mas inteligente de su generación ¡eh! – otro golpe se estampo en su cuerpo, le era imposible decir nada. – tan poderosa que no puede siquiera emitir una palabra – su burla vino acompañada de un jalón hacía arriba, estaba a su altura, pero cada vez el aire se hacía más escaso.
¡Suéltame! – fue la única palabra entre cortada que logró salir de su boca mientras con su mano derecha golpeaba ínfimamente la de él que se encontraba enrollada en su cuello.
Que pasa Granger, ¿no puedes respirar? – sintió como el agarre se llenaba más de ira y como su vida salía de su cuerpo – estoy esperando que me supliques por tu vida asquerosa – su cerebro reaccionó y por un momento una fuerza desconocida la hizo levantar sus ojos para mirar los de él tan bastos y fríos.
¡MÁTAME! – fuerte, claro, a modo de reto, a modo de súplica. Inevitablemente una media sonrisa de formo en sus labios, era gracioso que quizá fuera la última. Sintió su cuerpo estrellarse contra algo duro y un hilo de sangre descender por su cabeza, en cualquier momento perdería el conocimiento, estaba totalmente segura.
Aún no término de divertirme contigo – lo vio a escasos centímetros, su torso estaba desnudo y vio grandes cardenales sobre sus costillas y algunas cortadas en su pecho, al parecer tampoco había tenido un buen día, algo en común, sonrío y luego todo se volvió negro.
Sus ojos se abrieron, estaba endemoniadamente adolorida, trató de enfocar su vista y lo vio, estaba calmo sobre el alféizar de la ventana, tenía un libro en sus manos y parecía concentrado en su lectura, notó que sus cortadas ya no estaban abiertas. Pensó que si no se movía el pensaría que seguía inconsciente y no arremetería de nuevo contra ella, sin embargo, se equivocó.
Para ser la bruja más inteligente de tu generación, eres bastante estúpida – el seguía concentrado en el libro en sus manos y sin mirarla, pero aun así totalmente enterado de que ella ya no era un saco en el suelo – Granger, la batalla de enseña a desarrollar tus sentidos, no siempre se puede ver, así que hay que aprender a oír.
Era extraño parecía calmado y ella sabía que tenía razón, la guerra desarrollaba tus sentidos.
Aunque, si estás aquí, en este momento, es probable que los tuyos aún no se hayan desarrollado – su vista seguía fija en el libro y escucho el sonido de una página al pasarse. Intentó moverse, primero sus dedos, tenía calambres, sacó fuerzas de algún lugar recogido y se incorporó, se sentía mareada, era probable que aquello fuera una mezcla de inanición y el golpe en la cabeza. Toco su frente y sintió sus dedos húmedos y pegajosos, cuando puso su mano a la vista confirmó sus sospechas. Aún estaba brotando sangre.
¿Tu plan es que muera desangrada? – parecía una broma, pero en el estado que se encontraba, ello podría pasar, no ahora, pero si en unos cuantos días, oyó el libro cerrarse y como sus pasos se acercaban y luego estaba allí a su altura, viéndola.
No, resultas un buen saco para desquitar las frustraciones – así que todo se debía a algún fallo en el plan – y, para que seas efectiva, tienes que estar viva, no es divertido patear un cadáver, aunque sea el tuyo.
Sintió la varita de él cerrando la herida de su cabeza y luego presionando sus costillas, luego un crack y un fuerte dolor, vaya tenía una costilla rota, eso explicaba su dificultad al respirar, debía haber perforado su pulmón.
Aprovechó y dio una gran bocanada de aire, nunca sabía cuándo podía ser la última y estaba decidida a apreciar aquellos pequeños detalles. Decidió mirarlo, él seguía allí con la varita en su mano, alzo la mano y la rozó, él la miró, sabía que no iba a intentar quitársela, no tenía la energía y el contacto con aquel trozo de madera le recordó como perdió la suya antes de ser llevada allí.
Él no impidió el roce de sus dedos sobre su varita, su mirada seguía fija sobre la de ella, luego vio como simplemente su mano caía como un peso muerto a uno de sus lados, ella seguía siendo impetuosa, pero sabía que no tenía ningún chace de salir de allí, estaba preparada para su final y sabía que no iba a ser rápido, aun así, en aquel pequeño cuerpo había mucho más valor del que recordaba.
Ayer me di cuenta de que tú serás muy valiosa para mí - "ayer", llevaba al menos 12 horas desmayada, eso explicaba su sed y su debilidad – eres una buena fuente para descargar mis malos días – lo vio acercarse a una mesa y servir un vaso de agua y luego extenderlo a ella- así que decidí que no saldrás de estás paredes, comerás y estarás limpia, detesto los malos olores.
Una vez terminó de tomar el agua, fue levantada del suelo como una muñeca de trapo y llevada a tropiezos al baño, allí sintió como la desnudaba sin delicadeza alguna y la empujaba a la ducha que había sido previamente abierta, de forma precaria logro sostenerse y el contacto del agua caliente sobre su piel la alivió. Él seguía viéndola, ella no era capaz de tener ningún pudor a pesar de estar desnuda, entendió que aquello era simplemente estúpido dada su situación.
Usa el jabón Asquerosa, y lávate el pelo, hueles a sangre sucia seca – obedeció, era la orden que más gustosamente seguiría, aquello era un gran bálsamo para ella, una vez terminó cerro la llave del agua y abrió la puerta de la ducha.
Necesito una toalla, o algo con que secarme - vio como le extendía una toalla y la tomó enrollándose en ella. – ahora que sigue, ¿estaré desnuda? – era una duda legítima y, no le interesaba mucho en aquel momento si su cuerpo iba o no a estar en la intemperie, su mayor preocupación era morir congelada.
No Granger, tu cuerpo no es del tipo que me apetece ver desnudo, solo es entretenido ver los golpes, vio cuando se acercó y le quito la toalla, su mirada viaja por los cardenales que sus golpes había producido, parecía hipnotizado viendo una obra de arte, sintió sus yemas frías rozar aquellas manchas moradas sobre su piel y simplemente no tuvo energía para decir nada, acto seguido le arrojó una camisa blanca, entendió que aquello era lo que quería se pusiera.
De vuelta en la fría alcoba, vio como un elfo traía una bandeja con comida, y la posaba en la mesa, entendió que debía comerla, no serviría de saco de boxeo si no se alimentaba. Vio al rubio poniéndose su capa negra y entendió que saldría de nuevo, probablemente a otra misión, luego, la puerta se cerró detrás de él dejándola sola.
