Fandom: Fringe.
Disclaimer: nada me pertenece y todo esto lo hago sin ánimo de lucro blabla.
Pairing: Olivia y Jones.
Spoilers: no hay.
Comentarios: drabble realizado para uno de los retos de la comunidad de Fringe en español del LJ. Siento no recordar de quiénes eran los retos.
No tengo el reto literal, pero recuerdo que pedía una escena entre Jones y Olivia. Y a mí me salió esto... xDDDD
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NatY
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CONTRA LA PARED
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Sentía el aliento del idiota número dos golpear el nudo del trapo que tapaba sus ojos. Disimuladamente, intentó una vez más quitarse las esposas que la mantenían inmovilizada y contra la pared, pero, de nuevo, fue incapaz. Cuando giró un poco el cuello, dolorida por aquella postura, el idiota número uno la agarró del pelo y le dijo en un tono que no admitía réplica que se quedase quietecita.
-Suéltame el pelo –bufó ella moviendo ligeramente la cabeza.
-Te suelto el pelo si me dejas agarrarte otra cosa –propuso el primer idiota, haciendo reír al segundo.
-Te ha dicho que la sueltes –oyó decir a una voz muy conocida.
-¿Jones? –lo llamó.
Nadie contestó, pero un vago olor a venda y a podrido contestaron por él. Liv soltó un leve suspiro de alivio al reconocer por fin a alguien, pero la alegría duró poco, ya que percibió un nuevo aliento detrás de ella.
-¿Se encuentra bien, Srta Dunham? –susurró Jones en su oído izquierdo.
-Estaría mejor si me soltasen –respondió intentando aguantar las nauseas que le producía tenerlo tan cerca.
-Me temo –replicó él, cambiando de oído- que eso no va a ser posible. Pero si promete portarse bien, le quitaré la venda.
-Está bien –claudicó, dispuesta a ganarse la libertad a cualquier precio de promesa.
-No se dé la vuelta –ordenó Jones.
Percibió como desanudaban con pasmosa calma el pañuelo de seda que le impedía la visión. No pudo evitar notar el matiz erótico de aquel gesto cuando, en vez de quitárselo por encima, lo dejó resbalar por su cuello, por su espalda y por sus manos, hasta que no tuvo más camino para recorrer.
-Gracias –le dijo a Jones, al que podía ver si miraba de reojo.
-Gracias a usted por no girarse –contestó él pegándose un poco más a ella y colocándole tras la oreja un mechón que se le había escapado.
-¿Podría, por favor, quitarme también las esposas? –pidió ella, intentando librarse de su roce.
La mano que Jones acababa de usar para colocarle el pelo, bajó poco a poco trazando el mismo camino que segundos antes había hecho el pañuelo. Cuello. Hombros. Espalda. Cerró los ojos, temerosa a lo que pudiese llegar, pero comprobó con tranquilidad como se detenía al llegar al punto en el que se encontraban sus manos atadas. Con un dedo –podría jurar que el corazón-, recorrió el contorno que producían las esposas en sus muñecas. Primero la mano derecha. Luego la mano izquierda. Y después, posó la palma de su mano entre ambas, haciéndola estremecerse al sentir el tacto de las vendas usadas.
Escuchó –y sintió- detrás de ella un suspiro de resignación y supo la respuesta antes de oírla.
-Me temo, Srta Dunham, que eso no se lo puedo conceder –declaró Jones justo antes de alejarse.
Oyó como los pasos de aquel hombre se alejaban y cerró los ojos de nuevo, dispuesta a mentalizarse para aguantar lo que estaba a punto de llegar. Quizás por eso –por los ojos cerrados- la sorprendió tanto el disparo.
Puso todos los sentidos en averiguar algo de lo que estaba ocurriendo a pesar de estar mirando a la pared y, primero, consiguió sentir una fuerte vibración en los pies descalzos, que indicaba que alguien había caído contra el suelo.
-Pero señor… -masculló el idiota número dos a unos 3 metros de ella.
-Y a ti, lo mismo te digo –avisó Jones, usando aquel tono de voz que lo caracterizaba: lento, suave, relajante y terrorífico.
Definitivamente, le quedaba mucho por soportar.
