Extracto del Secreto Diario de Vida de Rosalie
Desde que la vi… la aborrecí. En mí, su sangre dulce causaba dolor, un efecto radicalmente opuesto al que producía en Edward. Para él, su marca perfecta de heroína, para mí, la marca perfecta de veneno que mataba las pocas raíces que me unían a él.
Mi ilusión de conquistar a Edward, se fue por la borda cuando ella apareció. Aunque yo estaba con Emmett, amaba a Edward. Él nunca me miro con ojos distintos, más bien me ignoraba, pero con la compañía incondicional de Emmett, ya me había acostumbrado a su indiferencia, sin embargo, este último tiempo nos habíamos acercado más y había logrado alcanzar, al menos un pedacito de su corazón abstracto.
Amo sus manos, perfectas, elegantes y fuertes, su cabello broncíneo y desordenado, tejido con hebras de oro y cobre. Lo amé desde la primera vez que lo oí. Una distancia prudente nos dividía, pero su voz me cautivó, aterciopelada y seductora, varonil y dulce. En ese momento, Carlisle y Edward, conversaban sobre mi conversión, a la que él se oponía determinantemente. Su rechazó debilitó aún más mi corazón, que en esos instantes latiría sólo por unos momentos más. No bastaba el flagelo físico que me causaba la ponzoña, además, recordaba mis tristes e indignos últimos momentos de vida entre pasajes de sombras oscuras y brumosas.
Sabía que, quizás, nunca estaríamos juntos… Yo estaba con Emmett, y lo quería, no iba a dejarlo por nada en el mundo, era mi gran compañero. Lo encontré en su lecho de muerte y recorrí kilómetros con él a cuestas. Quería que Carlisle lo salvara para mí, para ver si su probable amor –porque tampoco sabía con exactitud cómo se comportaría de neófito- me liberaba de la pasión dolorosa y no correspondida que sentía por Edward.
Aunque no dejaría a mi querido Emmett, jamás renunciaría a Edward. Estaba resignada a quererle a la distancia, pero nunca –ni siquiera había barajado esa posibilidad- aceptaría verlo con otra ¡menos con ella! Una humana torpe y peligrosa, que parecía atraer la desgracia y llevar a manos de la muerte a mi adorado verdadero amor.
Sé que Esme estaba en desacuerdo conmigo –ella conocía mi secreto- pero no podía evitarlo ¡No podría aceptarla jamás! Y sí, creo que la llegué a odiar ¡Me quitó al hombre que yo amaba desde siempre! Carlisle me creo para que lo acompañara, pero él no quiso aceptarlo y me corrió a un lado sin razón.
Los pocos lazos que logré que me unieran con Edward, se desvanecieron cuando llegó esa niña, que tan sólo con existir, cortó todo los hilos entre nosotros, definitivamente.
No la odio, pero nunca, jamás llegaré a quererla, sólo me limitare a ignorarla, corriendo el riesgo de que Edward me recrimine. Prefiero su antipatía a la indiferencia eterna.
Rosalie
