DECLARO: Que los personajes y la historia pertenece al mundo de The Hunger Games y son de propiedad de Suzanne Collins, su adaptación presentada a continuación es mía. todo sin fines de lucro.
Buenas, buenas! Soy Javiera para los que no me conocen y soy de Chile.
Nueva Historia! Tengo un maldito placer culpable con Finnick y Johanna, juro que cuando leí los libro se me vino a la cabeza que estos tenían más que una amistad y me hizo aflorar más esa sensación con la película, aún cuando él amaba a Annie, pero bue, me decidí y escribir esto. Acá sale una adaptación ubicada al final de Sinsajo, muchos cambios y centrada en ellos. Espero les guste.
Capitulo Uno: Mentalmente Incapacitada.
El sonido desgarrador de un grito irrumpió en mis sueños llegando hasta mis oídos y sólo el dolor que siento en la garganta hace que me dé cuenta de que el grito ha sido mío. El aire sale y entra de mis pulmones quemando en el proceso y siento las lágrimas correr silenciosas por mis mejillas. Otra vez una pesadilla. Cuando has ganado los juegos, llevas tanto tiempo perteneciendo a los famosos del Capitolio, fuiste torturada, rescatada e ignorada por la Revolución, pareciera ser una obligación que te acostumbres a las pesadillas, pero no, todavía no lo hago. Ojalá pudiese tener a alguien como Katniss tiene a Peeta. No, creo que es un pésimo ejemplo, él ahora no la reconoce del todo y aunque se haga la dura, he visto por las noches como besa esa perla, creo que de una u otra forma la tranquiliza del horror que es perderlo cada vez que le da un ataque. Cuando volvieron de la misión en el Capitolio, Katniss fue la que se perdió en alguna parte de sí misma, llena de quemaduras y con la muerte de Prim a rastras, la captura de Snow y la desesperación de Peeta de, esta vez, él ser quien no pude hacer nada para hacerla volver con él. Peeta sigue perdiendo la cordura a momentos, pero está trabajando en ello con los doctores del Trece y con las órdenes que la pequeña Prim dejó. Mientras tanto, Katniss sólo canta sin poder hablar por el dolor de la pérdida de todo en su vida y, finalmente, está Finnick. Creo que la muerte de Annie y el que no lo hayan dejado participar de la guerra como a mí, hace que no sea capaz de lidiar con el dolor de sentirse inútil.
Esta vez, la pesadilla fue acerca de los Segundos Juegos, la Segunda Arena, donde, aún confundida después de que la Curnocopia girara desorientándonos, estaba ubicada en la zona de la ola en el momento en que su maldad soltaba el agua arrasando con todo a su paso, incluso conmigo. El agua rodeándome, el agua entrándome por los oídos, la garganta, los poros, siempre entrando. Lo único que me salvó de ello fue mi propio grito. Sé que no podré dormir más de lo que ya he logrado dormir de corrido y la cama del hospital es tan incómoda que no quiero seguir metida aquí sintiéndome una puta demente. Saco un pie tras otro de la cama y toco el piso helado con los pies desnudos, siento cómo la habitación me da vueltas, la falta de morflina se nota momentos, pero me obligo a ponerme de pie, porque si quiero salir de este hospital de mierda tengo que sobrevivir sin ella.
Logro levantarme y sorprendentemente, me siento menos pesada que hace muchos días, donde parecía que todo mi peso sí que tiraba hacia abajo. Salgo del espacio que está delimitado para mi cama por cortinas y comienzo a avanzar por el pasillo hacia la puerta del baño.
- ¿Otra vez pesadillas? –me susurra una voz que me hace saltar y veo a Finnick correr la cortina del espacio delimitado para él.
- Siento despertaste – digo intentando mostrar mi cara de arrepentimiento, pero me sale como una mueca de ironía. Me cuesta controlar mis expresiones- Digo, siento lo del grito – me encojo de hombros, trago e intento seguir caminando hacia el baño-.
- No te preocupes, había despertado sudando hace una hora, así que tu grito no despertó a nadie ya que sólo quedamos nosotros acá- se encoge de hombros-
- ¿Dieron de alta a la chica de las convulsiones? –pregunto molesta llegando hasta el espacio delimitado a un costado del de Finnick, tiro de la cortina con fuerza y el colchón está vacío con las sábanas perfectamente estirada- ¡No puede ser! –grito sintiendo como mi sangre bombea por mi cuerpo con fuerza y rabia- ¡La chica llegó después que tú y yo! – comienzo a hiperventilar y Finnick llega hasta mi intentando tomarme del brazo- ¡No me toques! –grito- La chica esa botaba espuma por la boca ¿y la dan de alta? – digo dirigiendo mi rabia hacia la cama, tomo de las mantas y la almohada y tiro todo al suelo con ferocidad. ¡No puede ser más injusto! – llevo semanas en este lugar de mierda… -susurro y los ojos me arden, pero sería muy estúpido si comienzan a correrme las lágrimas, así que me contengo todo lo que puedo.
- Tranquilízate, Johanna- escucho a Finnick susurrarme para luego abrazarme. Mi cuerpo reacciona con hostilidad intentando soltarse de él, pero Finnick no se aparta, y me aferra a su cuerpo. De pronto, descubro que yazco en el suelo tiritando por la contención de las lágrimas y la rabia- Respira, vamos, respira- me susurra sentándose conmigo en los helados azulejos-
- Me quiero largar de este lugar, Finnick- le digo cerrando los ojos con fuerza y dejando que su calor entibie mi cuerpo congelado en el suelo- ¿Por qué no dejan que me largue al Siete? ¿Para qué me quieren aquí? ¿Para seguir ignorándome? – le digo levantando la vista para mirarlo y veo su preocupación en el rostro, pero es demasiado afectiva su mirada como para creérmelo-.
-No lo sé- dice negando con la cabeza y encogiéndose de hombros- Supongo que porque somos parte de la revolución o algo parecido-
-¡Yo ya no quiero ser parte de ninguna mierda! –y en vez de salir como un grito agudo propio de mi voz, se escucha un sonido ronco y mi cuerpo comienza a convulsionar, como cuando comenzaré a llorar, pero vuelvo a cerrar los ojos para concentrarme en no hacerlo- Por lo menos quiero largarme de este hospital-.
- Lo sé, yo también me quiero largar- dice pegando la nuca a los azulejos que se encuentran a su espalda en el muro y acurruca mi cuerpo junto con el suyo-Pero no podemos…
- Porque estos bastardos no entienden que hay personas que preferimos vivir solas… -suspiro rindiéndome y dejando que mi cuerpo se relaje junto al de él- ¿Cómo puedes soportar todo esto? –le pregunto separando mi cabeza de su pecho para pegarla al muro a mi espalda al igual que él- Finn, yo ya casi no puedo hacerlo, si sigo metida en este lugar voy a volverme loca de verdad…
- No es que estés muy cuerda tampoco- suelta con un casi imperceptible deje de broma y antes de reconocerlo me descubro sonriéndole moviendo la cabeza, sin despegarla del muro y sonriéndole- No lo sé, ya no lo sé. – yo suspiro y pienso en cuan rotos nos ha dejado por dentro y por fuera la revolución- Tú por lo menos tienes a Katniss… - dice encogiéndose de hombros-
- ¿A Katniss? –le digo alzando una ceja y me mofo de su afirmación- yo estoy tan sola como tú, Finnick. –niego con la cabeza- Además, aunque así fuese, ella está tan rota y perdida como nosotros dos.
- Entonces, eso significa que nos quedaremos encerrados en este hospital hasta que se les ocurra dejarnos volver a nuestros Distritos, porque solos no nos dejaran obtener nunca un compartimento- dice botando el aire de los pulmones y vuelve a pegar la cabeza al muro cerrando los ojos- Me siento agotado-.
- Somos dos… -susurro. De pronto, me toco el brazalete de la muñeca que dice que estoy incapacitada mentalmente- Y esto no le ayuda a mi autoestima- gruño tirando del brazalete plástico que sólo puede ser arrancado con una tijera, por lo que sólo logro hacerme daño en la muñeca-
- Basta, te lastimarás- me dice Finnick con poco ánimo, mientras me quita la mano de la pulsera plástica. Yo quedo mirando cómo sus dedos comienzan a masajear mi muñeca irritada y una sensación incómoda se me aloja en la boca del estómago-
- C-creo que mejor me voy al baño- digo aclarándome la voz y retirando mi mano de la suya- Yo-yo voy, digo, yo iba al baño antes de… -digo levantándome y mirando al desastre que he dejado con la cama de la chica dada de alta-
- No te preocupes, si cerramos las cortinas de seguro nadie nota nada- dice poniéndose de pie y en alguna parte de su rostro encuentro el resto de una sonrisa- ¿Qué pasa? – me pregunta entrecerrando los ojos y me doy cuenta de que me he quedado mirando sus ojos verde mar, las amplias ojeras bajo sus ojos y las casi imperceptibles manchas del sol bajo sus mejillas que al parecer son pecas anaranjadas que ahora se ven pálidas sobre su piel enferma- ¿Johanna? – vuelve a preguntarme y pestañeo con fuerza-
- Lo siento, de seguro la falta de las drogas me hacen perder la concentración en imbecilidades- digo sin importancia-
- De seguro es eso – sonríe y me obligo a sonreír y salgo del espacio con rapidez, evitando volver a tener contacto con él y no sé cómo, llego al baño sin interrupciones de por medio-
Me miro al espejo horizontal largo que hay en el baño comunitario y veo las ojeras no muy distintas a las de Finnick bajo mis ojos, tengo la piel blanca que antes brillaba, opaca y muerta. Por lo menos, tengo el pelo negro más largo. Como el Capitolio ha sido derrotado, algunos de los médicos que se oponían en silencio al Gobierno han decidido ayudar en el Trece, que es donde hoy se centra toda la fuerza del Gobierno, por lo tanto, al ver la asquerosidad de mi pelo, o más bien, la ausencia de él, determinaron con mi doctor de la cabeza que eso me hacía sentir humillada o algo por el estilo, haciendo que la recuperación sea más lenta cada vez que me miro al espejo, así que ordenaron a traer unas medicinas del capitolio para acelerar el crecimiento de este. Y ahora, gracias a ello, luzco más decente con el pelo hasta los hombros, pero igual de perdida y loca.
Miro con duda la zona de las duchas que está en frente de mí, llevo días en la tercera fase de la famosa terapia a la que me someten, debería ser capaz de meterme al agua, obviamente después de dudarlo mucho, después de pelear conmigo misma para hacerlo y después de recordar todos los episodios de la tortura en mi cabeza. Hoy, antes de llegar a lo último, pienso en la chica a la que han dado de alta, así que no me permito pensar en mis temores. "Estás a salvo" dice mi cabeza, es lo que Aurelius me ha dicho que repita en mi cabeza cuando me sienta insegura dentro del Trece. "Estoy a salvo", y abro la cortina y doy el agua de la llave. "Estaré a salvo", aun cuando el agua caiga por mi cuerpo, así que empiezo a desvestirme del pijama del hospital, porque por lo menos se han dignado a darme un pijama en vez de la bata que me hace sentir más enferma y vulnerable aún.
- Mientras más rápido lo hagas, Johanna, más rápido te secarás y saldrás de este mierda de hospital- me digo en voz alta para tranquilizarme-.
Entro en la zona pero me mantengo lo más alejada que puedo del agua, así que cuando tomo el aire suficiente, cierro los ojos con fuerza y me mojo con el agua helada. Un suspiro se me escapa de los labios, no por la temperatura del agua, sino por la sensación del cuerpo mojado, rápidamente tomo el jabón y lo paso por mi cuerpo intentando ser lo más veloz posible "Ya pasará" me susurra una vocecita en mi cabeza. Luego me acerco al shampoo y lo paso por mi cabeza, no soy capaz de abrir los ojos más que para ver que la botella es la correcta y siento la mandíbula tensa por la presión que ejercen mis dientes uno contra el otro. Cuando ya me he enjuagado el pelo y el cuerpo cierro la llave con fuerza y me quedo ahí, con la cabeza pegada al muro respirando con dificultad, hiperventilando y tiritando. Mentalmente, tomo los trozos de mí que hay repartidos por el suelo de la ducha y me armo de nuevo. Tomo la toalla que cuelga de un perchero y me seco con rapidez, la envuelvo alrededor de mi cuerpo y sintiéndome débil me acerco a una de las puertas que da a los inodoros, entro en una de ellas y me siento a recuperar la tranquilidad y la calma cerrando la puerta detrás de mí. Me permito un momento de debilidad, y apoyo la cabeza a un costado dejando que las lágrimas caigan por mis mejillas silenciosas. Es la rabia, el dolor, la vergüenza, el olvido. Después de unos minutos, en que siento que los sollozos silenciados se comienzan a apagar, la puerta de entrada se abre estrepitosamente y oigo pasos descalzos y torpes entrar. Mi cuerpo se pone alerta e irrumpe el sonido de una voz.
- ¿Johanna? – es Finnick, otra vez, Finnick – Jo, ¿estás aquí? –pregunta abriendo la puerta del baño a mi lado y la siguiente hasta llegar a la mía donde, claramente está trabajada con el pestillo-¿Johanna estás bien? –pregunto golpeando la puerta- Ábreme- insiste-.
- Finnick, déjame sola por favor- susurro y mi voz sale menos agresiva de lo que me gustaría-
- Ábreme, por favor- algo en su voz me llama la atención y su insistencia me está sacando de quicio, por lo que sin levantarme de mi asiento, abro la puerta quedándome en la misma posición junto a la muralla- Me tenías preocupado, llevas casi una hora encerrada acá, pensé que te habías desmallado o algo por el estilo- dice Finnick con las mejillas rosadas- ¿estás mojada? –me pregunta confundido-
- Bueno, ya viste que estoy bien, ahora lárgate- le espeto intentando cerrar la puerta nuevamente-
- Jo, estás mojada y tienes los ojos rojos. Haz estado llorando- cierro los ojos con fuerza y bufo- Vamos, debes cambiarte, te enfermarás si sigues sólo en esa toalla- explica ofreciendo su mano para que me levante y yo sólo me dedico a mirarla sin decir nada- ¿Johanna? – me pregunta-
- Vamos… -susurro levantándome, sé que no lograré nada discutiendo con él y dentro de todo tiene razón, no lograré nada más que pescar un resfriado- ¿Sabes? Se me ocurrió una idea- me explica cuando paso junto a él sin tomar en cuenta su mano- Se supone que la única forma de que nos den un compartimento es que no sea sólo, ¿verdad? – me pregunta con voz pausada y yo asiento sin interés- ¿Qué tal si pedimos que nos den una habitación a los dos? –y yo me paro justo a la salida del baño para mirarlo incrédula- Tú no tienes a nadie, yo tampoco y dentro de todo, éramos amigos. Podríamos preguntar si es que hay posibilidad de que nos den una habitación a los dos-.
- ¿Ha ambos? ¿Juntos? – digo alzando una ceja, este hombre se tiene que haber tomado alguna medicina de más. Finnick asiente- ¿Dos enfermos? ¿Dos incapacitados mentalmente? –pregunto incrédula- De seguro que nos dejan… -digo rodando los ojos para seguir caminando con la toalla aferrada al cuerpo-
¿¡QUE LES PARECIO!? Bueno, es muy temerario escribir esta historia, porque muy pocas personas son fans de estos dos, pero bueno, tenía ganas de escribirlo y es lo importante no?
La historia no será muy larga o por lo menos, eso pretendo ya que con Aprendiendo a Vivir estoy un poco a full, pero si la trama y los comentarios alientan a más, de seguro sigo.
Saludos para todos! Javiera (Javi).
