Capítulo 1 – Una chica perdida

Parte 1

Si supieras que existe una casa lleno de chicas, ¿Qué pensarías?

Algunos probablemente dirán 'afortunado el que pueda estar rodeado de tantas mujeres'.

Algunas lo admirarían como el mejor ejemplo de una utopía.

En general, muchos lo verían como un lugar donde el rosa es el color que domina, donde las fiestas de té con pastel nunca faltan y la atmósfera está rebosante de risas y flores.

Pero para mí, la realidad de esto ha sido más cruel conmigo.

No hay un solo color que domine, la casa siempre ha sido pintada con diversos colores desde el momento en que papá y mamá se mudaron aquí, las risas vienen acompañados con gritos, ruido y a veces explosiones, las fiestas de té son sólo peleas para tener el derecho de comer la última rebanada de pizza o simplemente peleas con la misma comida.

Si piensas que puedes entrar a esta casa y ser recibido con una sonrisa, te sugiero que vuelvas por donde viniste; y si decides regresar, hazlo usando un equipo protector… y unos guantes de látex, no querrás que lo primero que te ocurra sea electrocutarte al tocar el timbre.

El vivir con diez hermanas puede tener muchos inconvenientes, sobre todo si eres el que está en medio de todo.

Ninguna es un ángel y admito que yo tampoco, he tenido tantos momentos egoístas como los de ellas, pero a pesar de todas las dificultades siempre he tenido el corazón para admitir que amo a mi familia, que jamás la cambiaría por nada y podía asegurar por completo que pensaban lo mismo de mí.

Siempre creí que aquello era una verdad que duraría toda nuestra vida.


Parte 2

-"Lo siento, pero por el bien de la familia es mejor que te quedes fuera de la casa"

No entendía que estaba sucediendo, todo esto había sido tan repentino.

-"Pe… pero papá"

-"Nada de peros. Sabes muy bien porque estamos haciendo esto, además más vale prevenir que lamentar"

¿De verdad todo esto estaba ocurriendo?

-"Lo lamento cielo, pero esto es para proteger a tus hermanas"

Decía su madre con una mirada de tristeza mientras extendía una manta y la colocaba sobre sus hombros.

-"En unos días iremos todos a la playa y no queremos que algo malo suceda"

'¿Por qué creía que echarme de la casa evitaría que algo malo sucediese?'

Finalmente la respuesta llego a su cabeza, fue hace algunos días.

'Después de que Lynn perdiera su partido, me culpo de mala suerte y me prohibió asistir a otros más de sus juegos, pensé que esta era mi oportunidad y le di crédito a su mentira, dejé que todas mis hermanas lo creyeran y no me importo las consecuencias que pudieran ocurrir. Ahora no sólo ellas lo creen, también mis padres.'

Dándose cuenta de la verdad, comenzó a llorar.

-"¡No por favor! ¡Mamá, papá!"

Lágrimas se desbordaron de sus ojos y su voz se volvió más desesperada.

-"¡No es cierto, juro que no tengo mala suerte"

-"Pero tú lo admitiste"

-"¡Sólo fue una mentira! …'sob'… castíguenme si quieren, ¡pero no me hagan esto!"

Extendió sus manos para aferrarse al suéter de su padre, pero este sólo respondió cerrando la puerta de la casa.

El tiempo se detuvo, no pudo procesar lo que ocurrió. Había visto este tipo de casos en la televisión, de gente siendo capaz de hacer esta clase de cosas a otros, pero obviamente no lo creía porque era eso, algo que sólo ocurría en la tele.

No podía imaginarse los pensamientos ni las emociones que atravesaban sus mentes al hacer aquellas cosas.

Esto le hizo preguntarse si de verdad hay padres y madres que abandonaban a sus hijos e hijas de esta manera. Que si lo hacen por las mismas razones.

De inmediato su mente regresó a la realidad.

-"¡No me hagan esto, Por favor no lo hagan!"

Gritó a todo el pulmón, esperando que el mensaje llegara hasta sus oídos.

Pero sólo recibió silencio.

-"¡Fue mi culpa… 'hic'… Perdón, lo siento…!"

Recargo su frente sobre la puerta, esperando que esta cediera y al abrirse encontraría a sus padres con los brazos abiertos.

Pero nada ocurrió, solo su llanto era lo único que rompía el silencio.

Al alzar su mirada vio que la sala estaba a oscuras y observando a través del cristal notó que las luces del segundo piso iban apagándose de una en una.

Ya no podía más, su último gramo de fuerza había desaparecido.

La noche fue el único testigo de su doloroso alarido.


Parte 3

No supo cuánto tiempo había pasado. Minutos. Horas. Ya no importaba.

Su mente era un desastre pero no tanto como su corazón.

Todo en lo que había creído, todo el amor que había atesorado sólo se convirtieron en una ilusión. Su decepción era tan grande como la de encontrar un diamante en medio del desierto y al instante este sólo se convierta en arena y cayera de sus manos.

La noche comenzaba a hacerse más fría y una simple manta no ayudaría mucho, se giró para buscar un lugar donde resguardarse y lo único que vio era la casa donde se supone debería dormir el perro.

Camino con pasos lentos hacia la pequeña estructura e hizo todo lo posible por acomodarse.

'Charles debe estar durmiendo cómodamente sobre una cama y yo aquí…'

Pensaba con tristeza e ira.

Tal vez por la resignación o el cansancio de tanto llorar, empezó a entrecerrar los ojos y cuando estuvo a punto de quedar inconsciente, lo escuchó.

Ese sonido, no había duda, eran pisadas que se acercaban lentamente a donde estaba.

'¿Quién será?'

Sus padres o alguna de sus hermanas. No importaba, una sonrisa creció en su cara creyendo que alguien por fin se había dado cuenta de lo que en realidad estaba pasando.

Dicho jubilo no duro mucho tiempo, ya que al enfocarse mejor se dio cuenta de que el sonido no provenía desde su casa, sino del lado opuesto. La calle.

El miedo se apoderó de su mente, probablemente aquel era una persona que había presenciado todo lo ocurrido y sabía muy bien que estaba ahí.

Al mirar noto una silueta parada a unos metros de donde estaba, ahora no hacía ningún movimiento y parecía consciente de que estaba siendo observado. Debido a que no había mucha luz, le era muy difícil distinguir sus características.

Repentinamente comenzó a moverse, caminando hacia su dirección.

-"¡No te acerques, aléjate de mí!"

Gritó para intimidarlo y funciono, ahora sólo se movía de manera lenta y cautelosa.

Intentó volver a gritar pero el terror impidió que su voz saliera.

No podía hacer nada; cerrando los ojos espero a que el momento llegara.

-'...'

-"¿Te encuentras bien?"

Volvió a abrir los ojos, ahora teniendo a la figura sentado en frente de la pequeña casa. Al parecer no tenía intenciones de hacerle daño, incluso pregunto si se encontraba bien.

'Por su voz, parece ser más un niño que un adulto.'

¿Pero qué niño estaría afuera tan tarde, y sobre todo por aquí?

Aquel extraño sacó lo que le parecía ser un celular de su bolsa del pantalón, lo prendió y apunto la luz hacia el mismo.

Era un muchacho joven posiblemente de su edad llevando puesto una playera polo de color naranja; pero los rasgos más prominentes eran las pecas en sus mejillas, un diente astillado y su pelo, tan blanco como la nieve.

Con total desconcierto, sólo preguntó. –"¿Quién eres tú?"

-"Soy Lincoln… Lincoln Loud" Contesto con una sonrisa. –"¿Y tú?"

Ahora apuntándole con la luz del celular.

Cabello blanco como el del chico pero más largo, con rasgos faciales más delicados en comparación a los de él, un cuerpo delgado y pequeño a juzgar por el relieve de la manta.

-"…Linka …Loud"


¿Qué les pareció?

¿Los tome por sorpresa?

Saludos lectores, espero que les haya gustado esta historia que lleva tanto tiempo en mi cabeza y que por fin la puedo presentar ante ustedes.

Como verán, soy nuevo en esto de escribir historias y si mi redacción se les hace tediosa o confusa, una disculpa.

Este proyecto lo inicié simplemente como un hobby, ya que ser escritor no es exactamente mi vocación. Pero al descubrir este mundo de los fanfic y de los numerosos grandes trabajos que ofrecen diversos autores me dije: 'Por qué no', y decidí aventurarme.

Si están ansiosos por el siguiente capítulo debo pedirles que sean pacientes conmigo, ya que como mencioné, escribir no es mi vocación por lo que la mayor parte de mi tiempo es prioritario para mi trabajo, pero eso no significa que tengo intenciones de dejarlo hasta llegar a su conclusión.

Sin más que decir, gracias.