Tres años --- By Lorien3

¡Aquí tenéis el fanfic que anuncié que comenzaría a publicar! Es un Roy & Riza pero también aparecerán otras parejas y habrá otros temas, aunque el principal será la relación entre el Coronel y la Teniente. ¡Espero que lo disfrutéis!

Capítulo 1 --- Tras la caída del Führer

- ¡Coronel! – exclamó Riza, arrodillada junto al cuerpo de Roy Mustang - ¡Coronel! – repitió - ¡CORONEL! – sollozó brevemente - ¡ROY MUSTANG! – gritó, desesperada.

Lentamente, dejó reposar su cuerpo sobre el de Mustang, llorando sin tregua.

Un grito desgarrador rompió el silencio de la noche. Expresaba dolor, tristeza profundos. Significaba impotencia, rabia.

Un grito que encerraba en sí todo el amor que Riza sentía por el coronel...

Permaneció unos minutos así, dejando escapar a través de ella todo el dolor de su interior. De pronto, se levantó, con los ojos totalmente rojos.

Acercó su mano a la muñeca del coronel. Nunca olvidaría lo que sintió entonces.

- Late... está... está vivo... – sonrió débilmente. No era momento de pararse, si no se daba prisa no aguantaría mucho más.

Con una fuerza y una determinación sobrehumanas, cargó con el cuerpo del coronel y, antes de partir al hospital más cercano, reparó en Salim, el hijo del Fuhrer.

Sólo estaba dormido.

- Luego volveré a por ti... – susurró – Ahora tengo que salvar a quien más amo.

Y se perdió en la noche.

Edward tenía miedo, miedo de lo que pudiese pasar. Miedo de morir, de desaparecer. De no volver a ver a los suyos nunca.

Pero Alphonse se había sacrificado por él y, en comparación, se sentía infinitamente pequeño.

- Si lo que me dijo mi padre es cierto, el cuerpo y el alma de Al estarán todavía en la puerta. No puedo ofrecer nada salvo mi propia vida. Puede que esto no sirva de nada... Pero, no dejaré que desaparezcas. Vuelve, Al.

Dio una palmada y acercó las manos a su pecho. Sintió cómo el poder de la Alquimia recorría todo su interior...

... y desapareció a través de la Puerta.

Una Puerta que poco antes se había cerrado con la desaparición de Envy.

El teniente Jean Havoc se sentía inquieto. No sabía cuánto tiempo llevaba ya en aquella habitación, sin poder llevarse un pitillo a la boca.

Pero tenía que permanecer ahí, junto a su coronel, que llevaba inconsciente tres días. Con lo cual, se conformó con sacar un palito de regaliz negro y comenzar a morderlo.

A pesar de que en un principio todo el cuartel se había conmocionado con lo sucedido con el coronel Mustang, la mayoría de la gente estaba más preocupada por la misteriosa desaparición del Führer Bradley y por la muerte de Frank Archer.

Havoc dirigió una mirada de soslayo a Mustang, aburrido. Otros días había estado con Fuery, Farman y Breda, pero aquél tenían misiones que hacer. Con lo cual, estaba solo...

... bueno, solo no. Riza Hawkeye llevaba ahí los tres días enteros. No había salido de la habitación más que para ir al lavabo. Havoc estaba sorprendido y admirado por la conducta de la teniente.

En aquellos instantes, Riza se hallaba sentada en la cama, sujetando la mano izquierda de Mustang fuertemente. Se había quedado dormida.

Havoc resopló, no podía soportarlo más: Riza tenía que irse a su casa a descansar ya. Desde que había llegado al hospital militar con Mustang en brazos y se había desplomado en el suelo, no había salido de ahí a pesar de lo tremendamente agotada que estaba.

Se levantó y acercó su mano a la de Riza, para intentar apartarla del coronel.

Fue automático, la mujer abrió los ojos y dijo:

- No me separes de él.

- Riza... – suspiró – Oye, a él no creo que le gustase que estuvieses todo el rato aquí... ¿por qué no te vas a descansar a casa y vuelves mañana?

- No – sentenció -. No pienso alejarme de él, sobre todo porque está así por mi culpa.

- ¿Por qué?

- Llegué tarde.

- ... teniente... – dijo. Meneó la cabeza y añadió -. No sé si tendrás razón, pero si él sigue vivo es gracias a ti.

- Puede... pero... pero... – se llevó una mano a la frente. Segundos después volvió a dormirse. Havoc la sujetó para que no se hiciese daño.

- Ay... ¿qué hago ahora?

Una enfermera entró en aquel momento. Miró a la teniente, miró a Havoc y dijo:

- ¿Has vuelto a intentar que se fuera, no?

- Sí... a ver cuándo demonios se le ocurre despertar al coronel.

- Bueno, eso nunca se puede saber...

Ambos observaron a Mustang, tratando de percibir algún signo de consciencia en él...

... y no pudieron creer lo que vieron en ese momento.

Había abierto el ojo derecho, el izquierdo estaba tapado por un parche.

- ¡Coronel! – exclamó Havoc, emocionado.

Roy Mustang se incorporó, confuso y se sentó.

- ¿Havoc? – dijo - ¿Qué... qué ha pasado?

- ¡Coronel¿Estás bien?

- Sí... eso creo... ¿dónde estoy?

- Estás en el hospital militar, la teniente Hawkeye te encontró y te trajo aquí.

- ¿Qué Riza me trajo? – se sorprendió – Ay... me encuentro débil...

- Voy a llamar al médico – dijo la enfermera.

- Bien... – sonrió Havoc.

- ¡Riza! – exclamó Mustang, observando a la mujer, preocupado - ¿Pero qué...

Riza despertó en aquel momento y miró al coronel, tratando de creer lo que estaba viendo...

- Coronel... ¡Roy! – exclamó, con los ojos llenos de lágrimas. Se abrazó fuertemente al cuerpo de Mustang, el cual, no sin cierta sorpresa, estrechaba también a Riza.

- Riza... ¿cuánto tiempo llevas aquí? Pareces agotada...

- Desde que te traje... – respondió, desviando la mirada – No me he ido desde entonces.

- ¿Qué¡Havoc! – exclamó.

- ¡Coronel, he intentado llevarla a casa, pero no me dejaba! – exclamó.

- ¿Cómo que no te dejaba?

- Roy... yo no quería... no quería separarme de ti... – dijo, fuertemente sonrojada - Sobre todo porque has perdido un ojo por mi culpa.

- ¿Qué? – dijo Roy.

No había reparado en aquello hasta aquel instante. Pero era verdad: había perdido uno de sus ojos.

- Bueno... no me importa – sonrió - ¿Tú estás bien?

- Sí...

- Entonces vete a casa – dijo, acariciando su cabello rubio -. Que te acompañe Havoc.

- ¡Pero quiero seguir aq...

Roy selló los labios de Riza con los dedos. Sonrió y dijo:

- Es una orden. Vete a casa.

La mujer hizo una mueca de desacuerdo. Suspiró y se levantó. Se tambaleó un poco: estaba débil.

- No me digas que tampoco has comido...

- Bueno, un poco... – sonrió.

- Ay... – suspiró Mustang – Venga, vete ya, que estás que te caes. Y cuando los dos estemos bien, te invitaré una noche a cenar ¿vale? Prometido – guiñó el ojo.

- Bien – sonrió ella, a quien parecía haberle gustado mucho la idea.

Apoyada en Havoc, y con una sonrisa en los labios, Riza abandonó la habitación tras aquellos largos días.

La chica rubia de quince años cruzó la puerta de su casa y se sentó en las escaleras, con expresión melancólica. Nunca olvidaría la emoción que sintió cuando vio de nuevo a Al, acompañado por Roze, que lo había hallado en un extraño edificio a punto de derrumbarse.

Y no era el Al armadura. No. Aquél era de carne y hueso.

La parte triste era que había olvidado todo lo sucedido desde que él y Ed habían intentado resucitar a Trisha, su madre. Winry se sentía apenada por ello...

Tembló y sollozó ligeramente. Había recuperado a Al, el cual, de todos modos, nunca se había ido realmente.

Pero¿qué había sido de Ed¿Adónde había ido?

Izumi, que había llegado el día anterior, había empezado a explicar algo muy extraño, algo en lo que la palabra "Puerta" aparecía por todas partes.

A Winry no le importaban aquellas explicaciones. Ella solo deseaba tener a Edward de nuevo a su lado.

- Winry-san... ¿qué te pasa? – dijo una voz a su lado. La chica rubia levantó la cabeza.

- Nada – sonrió, secándose las lágrimas.

- ¿Seguro? – Alphonse se sentó a su lado.

- Bueno... – dijo, con voz muy suave – es solo que... la vida es dura a veces ¿no?

- Sí... pero es así, no nos queda otro remedio que vivirla.

- Tienes razón – sonrió. Revolvió cariñosamente el cabello de Al y dijo -. Cómo me alegro de que estés aquí.

- Pero... tú preferirías que estuviese mi hermano¿no, Winry?

- ¿Ed? – dijo – Pues... – se sonrojó.

- Winry, yo sé que siempre has estado enamorada de Ed – declaró -. Y ahora, que te veo siempre aquí, triste... estoy más seguro que nunca – sonrió.

La adolescente le observó. Contempló sus ojos... su mirada, tan sincera, tan pura... No pudo aguantar más, todo su cuerpo se convulsionó y rompió a llorar, enterrando la cabeza entre sus brazos.

- Ed... es idiota... ¡ha vuelto a dejarme sola!

Alphonse la observaba, preocupado. No sabía qué hacer en aquel momento. Había hecho que su mejor amiga se entristeciera...

- Winry... – comenzó, tímidamente – Él volverá, volverá a verte.

- No... no volverá. Nunca... – gimió.

- Sí que lo hará – dijo, acariciando la espalda de Winry -. Porque él, mi hermano, te quiere mucho – sonrió.

- ... Alphonse – levantó la cabeza y contempló de nuevo la sonrisa limpia del chico - ¡Al! – exclamó, abrazándose fuertemente a él.

La pena le embargaba, profundamente, recorría todo su cuerpo. Sin embargo... seguía teniendo gente en quien apoyarse.

"El mundo no es perfecto. Por eso es bello." Roy también tenía momentos filosóficos, pensaba Riza en aquel momento. Estaba dando de comer a Roy una manzana recién partida... y no hacía apenas unos segundos que se había sonrojado fuertemente por un gesto de cariño que había tenido hacia ella. Había tomado un mechón de su pelo y le había sonreído, con una ternura que hacía que toda ella se derritiese.

- Riza... – dijo Roy en aquel momento, tras tragar un trozo de manzana – me gustaría ir a Rizenbul algún día. Tengo ganas de ver a Alphonse... y a Acero, por supuesto... ¿irás conmigo? – pidió.

- Por supuesto – sonrió Riza -. Claro que iremos...

- ¿Crees que Acero estará bien? – preguntó, preocupado – Desde que me despedí de él... no he sabido nada.

- Acero es fuerte, seguro que está bien – sonrió.

- No sé... tengo un mal presentimiento – contestó -. Bueno – añadió, meneando la cabeza -, ya nos enteraremos.

- Sí.

Se quedaron en silencio un rato. Riza seguía dando de comer a Roy, mientras quedaba de nuevo inmersa en sus pensamientos. A pesar de que él dijera que no importaba... ella se sentía profundamente culpable por lo que su coronel había tenido que pasar.

"Debería haber llegado antes... Debería haberle ayudado a enfrentarse a Bradley... Es cierto que llegué a tiempo de salvarle la vida, pero... si hubiese tardado un poco más..."

El plato se cayó y se hizo añicos contra el suelo. Riza se sobresaltó y dijo:

- Vaya... lo siento, coronel – se disculpó, agachándose para recoger los trozos – Lo siento mucho...

- Déjalo, luego lo recogerá alguien – sonrió -. No te molestes.

- Pero... se ha roto por mi culpa – dijo, cabizbaja.

- Es sólo un plato – respondió Roy. Riza se levantó.

- Últimamente no hago más que hacer las cosas mal... – se lamentó.

- ¿Cómo que... ¿De qué hablas?

- Sé que a ti no te importa... Sé que es posible que no tenga tanta culpa... Pero, aun así, me siento mal... Yo quería protegerte y, en vez de eso...

Roy salió de la cama y se puso de pie junto a Riza. La contempló durante unos instantes, vio la tristeza reflejada en sus ojos. Tomó su rostro entre las manos y lo acarició con ternura.

- ¿Y cómo debería sentirme yo¿Yo, que he hecho que pierdas la sonrisa?

- Coronel... – murmuró.

- No quiero que me llames así fuera del trabajo. Ya tenemos la suficiente confianza como para que me llames Roy.

- Roy... yo... estoy triste porque... porque tú me importas mucho – se sonrojó.

- ¿Y cuánto te crees que me importas tú a mi? – respondió, algo dolido - ¿Acaso piensas que sólo eres mi teniente?

- Supongo... que no¿verdad? – sonrió.

En aquel momento, ambos se miraron intensamente. Deseaban acercarse más el uno al otro... pero tenían miedo. Sin embargo, Roy decidió dejar de temer por unos instantes. Se acercó más a Riza y la estrechó fuertemente contra él. Ella dejándose llevar, comenzó a acariciar su espalda.

- Me alegro tanto de que todo haya salido bien – susurró Mustang, acariciando la cintura de ella.

- Yo me alegro de que sigas vivo – respondió, apoyando su cabeza en el hombro del coronel.

Estaban muy cerca, más cerca que nunca. Pero también estaban más a gusto que nunca.

- Riza... – dijo el coronel - ¿Te parece bien si vamos a cenar hoy?

- ¿Te encuentras mejor?

- Puedo estar de pie sin marearme... además, siempre puedo apoyarme en ti¿no? Como ahora... – dijo, apretando más a Riza contra él.

- Está bien. Después de todo me lo prometiste – sonrió.

Decidió disfrutar un poco más de aquel momento con el hombre que amaba. Él estaba acariciando suavemente su figura, con inmenso cariño. Fue entonces cuando Riza pensó, con una sonrisa:

"Tal vez... tal vez sí que tenga alguna posibilidad, después de todo."

Se separaron y volvieron a mirarse durante unos segundos.

- Eh... bueno – dijo ella -. Son las ocho... ¿te parece bien si voy a cambiarme y vengo aquí a las nueve?

- Me parece estupendo – respondió el coronel.

- De acuerdo. Hasta luego – sonrió.

Roy Mustang la vio desaparecer a través de la puerta. Había estado pensando mucho últimamente en ella y en él. En lo que sentía. Con todos los acontecimientos que habían tenido lugar últimamente, era un milagro que ambos siguiesen vivos.

Tal vez había llegado el momento de dar un paso más...

Continuará

Bueno, pues aquí habéis tenido el primer capítulo. En el próximo... la cita de Roy y Riza. ¿Tendrá valor Mustang para decir algo?

Y, por favor¡dejad vuestra opinión en una review! Ayudará a que el fanfic mejore y os guste más. ¡Y, por supuesto, admito sugerencias!

Lorien3