Summary: AU. Lily ha vuelto a casa de su madre después de ocho años, convenciéndose a sí misma que ha dejado de amar a James, sin embargo, las cosas han cambiado… y mucho ¿qué pasará ahora? ¿podrán al fin estar juntos? Por supuesto si no se matan en el intento...\CONTINUACIÓN DE MY LIFE WITH JAMES/
Disclaimer: Algunos de los personajes pertenecen a Jo Rowling y otros son de mi autoría. Todo lo que puedan reconocer no me pertenece.
Hi everyone!
Ya volví con la continuación de My Life With James, gracias a los que me han seguido desde el inicio y bienvenidos a los nuevos lectores, aunque tengo que aclarar que para comprender este fic es TOTALMENTE NECESARIO QUE LEAN LA PRIMERA PARTE pueden arriesgarse si gustan pero se detendran al no comprender lo que sucede, yo sugiero antes leer la primera parte. No prometo tener muy pronto el segundo capítulo porque sigo pensando en la trama, quiero hacerla lo menos aburrida posible y que no sientan que es repetitivo con la primera parte. Si tienen alguna sugerencia con respecto a la trama, redacción, o algunos personajes o eventos que se podrían presentar, solamente manden review y como siempre serán tomados en cuenta. Sin más, ¡A leer!
In Love With James
Capítulo 1: "Bienvenida a casa"
Permanecía sentada en una silla forrada con una tela dorada escandalosa, demasiado escandalosa para el lugar en el que me encuentro. Moví los dedos de mis pies dentro de los zapatos de tacones altos, me alisé la falda con las manos y me saqué los guantes de las manos para después volver a ponérmelos. No pude apartar la mirada de mis manos, sentí frío en todo mi cuerpo. Me sentía tan sola. Sentí como si los minutos pasaran lentamente y me torturaba cada segundo que estaba en este lugar. Todos vestíamos de negro para la ocasión.
Mi madre estaba parada junto a la puerta recibiendo a las personas que llegan, con los ojos hinchados de tanto llorar, yo ya no lloraba, no me quedan más lagrimas por derramar, pero a pesar de no soltar una sola gota sentía el mismo dolor. Me apretaba el pecho y me dejaba sin respiración. Mi padre estaba justamente al frente mío, inmóvil, con la piel más pálida que de costumbre y los labios de un color ligeramente azul. Hacía mucho frío, me cerré la chaqueta y volví a colocarme los guantes.
Una pequeña chica de 14 años se sienta a mi lado, con el cabello negro como la noche y un bonito rostro de mejillas rosadas. Llevaba un vestido a media pierna que se ajusta de su apenas abultado pecho. Me tomó la mano y siento su calidez a pesar de la tela de los guantes.
-Lo siento mucho, Lily- me dice Emily.
Miré sus ojos castaños y lloré de nuevo. No creí que pudiera volver a hacerlo, pero lloré, sollocé, mientras dejé que Emily me abrazara.
-Deberías ir a descansar- escuché la voz de mi padrastro hablar detrás de mí.
-No quiero irme de aquí- dije entre sollozos.
Lo que sucedió después fue demasiado rápido, recuerdo haberme quedado dormida recargada en la silla unos minutos y cuando abrí los ojos el cuerpo de mi padre no estaba frente a mí. Comencé a gritar y a continuación llegó mi madre tomándome de la mano, guiándome hacia el carro de su marido.
-Ya lo llevan al cementerio- me había dicho.
Entre lagrimas y gritos de dolor, me despedí de mi padre para siempre, quizá lo vería en mi próxima vida pero por ahora lo único que podía hacer era despedirme y desear algún día encontrarme con un hombre como él. Poco después de eso, tomé un avión junto a Emily, Charlus y mamá que me llevaría de regreso a Londres, una ciudad donde no había estado en los pasados ocho últimos años. Habia estado viviendo con mi padre en Suiza, en una casa pequeña pero encantadora en un pueblo donde hacía mucho frío. Con él no me faltaba nada, había terminado la escuela superior en ese pueblo, para después terminar mis estudios en la universidad de Zurich, en ciencias políticas, había hecho buenos amigos, continué mis clases de danza y comencé a disfrutar la vida en ese lugar.
Un día cuando yo estaba tomando mis clases particulares de Jazz por las tardes, mi padre iba a recogerme, pero ese día estaba helando y él decidió que era mejor ir antes por mí, porque podía caer una tormenta, en camino a la escuela de danza un loco se pasó un alto y con el desliz del piso mojado mi padre fue a volcarse en el auto. Cuando recibí la noticia, dijeron que estaba muy grave en el hospital. A las dos horas falleció.
A las pocas horas el avión ya estaba aterrizando en el aeropuerto internacional de Londres, aún vestía de negro pero con ropa más ligera, ya que en este lugar no hace tanto frío como en Suiza. Insistí en quedarme a vivir en la casa de mi padre, pero mamá no me dejó, dijo que necesitaría compañía y que debía regresar a Inglaterra con ella. Quería tenerme a su lado el tiempo que le restaba, ya que no había ido una sola vez a Londres desde mi partida, había visto a mi madre porque había volado sólo para verme, pero desde entonces no había visto a ningún integrante de la familia Potter.
Emily estaba tan grande y tan bonita, su figura se había estilizado y formado un bonito cuerpo aunque sólo tuviera catorce años, y su rostro se había vuelto como el de una muñeca. Charlus estaba perdiendo cabello y se llenaba de canas su cabeza, mientras que mi madre a pesar de lucir más robusta seguía conservando su piel lisa, sólo habían aparecido unas ojeras debajo de sus ojos por las largas noches de desvelo mientras velábamos a mi padre. Todos nosotros las teníamos. No me molestaba volver a Londres, incluso recuerdo que el tiempo que viví allí fui feliz. Lo que realmente me molestaba era tener que volver a convivir con el mayor de los Potter.
Había podido superarlo meses después de mi partida, incluso había tenido un par de novios, y había asegurado no tener que volvérmelo a encontrar. Lo vería, hoy lo vería, justamente hoy, en sólo unos pocos minutos, después de recoger el equipaje. No, él no fue a Suiza al funeral de mi padre, se había quedado a cuidar al pequeño Mike. Mamá me había llenado la cabeza de anécdotas de su pequeño hijo, iba a cumplir 8 años en poco tiempo y yo apenas lo conocería. Conocería a mi hermano que compartía con los Potter. Me habían asegurado que era un ser travieso e inteligente, aunque un poco caprichoso y llorón. Lógico, siendo el más pequeño de la casa.
Charlus me ayudó a cargar mis maletas, ya que eran bastantes porque quise traer casi todas mis cosas de Suiza, incluso algunas cosas llegarían por paquetería días después. Iba caminando mirando al suelo cuando vi un pequeño niño correr a mi lado, en menos de lo que canta un gallo estaba abrazado de una de las piernas de Charlus.
-Hola, papi- dijo mirando hacia arriba.
Tenia grandes ojos azules, y un cabello muy negro y alborotado, todo un Potter.
-Hola, campeón- sonrió Charlus alzándolo en brazos. Lo abrazó por el cuello y se lo pasó a los brazos de mamá.
-Mike, ella es tu hermana mayor, Lily- le dijo al pequeño hablándole con voz pausada, él me miró con grandes ojos y me alzó la manita aún en brazos de mi madre.
Era una monada.
-Hola, chiquito- le dije sonriendo, y abrí mis brazos haber si quería venir conmigo, rápidamente me los alzó también, abracé su pequeño cuerpecito feliz de que al fin conocía a mi nuevo hermano.- ¿Cómo te llamas?- le pregunté.
-Mike, y tengo siete años- me dijo alzando ocho deditos.
-Uy, ¿tantos?
-Sip.
Estaba tan fascinada con mi pequeño hermanito, que perdí de vista a mi familia por un momento, pero cuando los pude identificar por todos ir vestidos de negro, visualicé a una persona más. Allí estaba él, sabía que era él, pero sólo el hecho de saberlo me hacia sentir una presión en el hígado, tomé con fuerza a Mike y con toda mi fuerza de voluntad caminé hacia el grupo. Sólo llegué todos los integrantes me voltearon a ver. Traté de no mirar su rostro, así que estaba viendo su pecho, que llevaba también una playera negra y lo notaba más ancho y alto de lo que lo recordaba, también más musculoso.
-Siento mucho lo de tu padre- me dijo, seguramente estaba mirando mi rostro, pero yo sólo subí la mirada a su cuello, su cuello exquisitamente blanco, y asentí con la cabeza.
Salimos del lugar yo aún con Mike en brazos, y entonces me animé a mirarlo caminar de espaldas, iba varios pasos por delante de mí. Definitivamente estaba más alto, quizá un palmo, tenía la espalda más ancha y se notaba en todo su cuerpo más masa muscular, no quería apartar la vista de ese trasero que me había encantado por tanto tiempo, pero mejor escudriñé su cabeza, tenía el cabello igual de negro e igual de alborotado, pero más corto, ahora lucía un corte más varonil, corto de la nuca y un poco más largo de la coronilla, irrevocablemente alborotado, seguramente de frente se vería muy bien.
Subimos las maletas al auto que al parecer era de él, y después nos montamos en él. Le di Mike a mamá mientras nos subíamos al coche, quedé justamente en el medio entre mamá y Emily, mientras él manejaba y Charlus iba de copiloto. En todo el trayecto, permanecimos callados, no eran circunstancias muy agradables, pero sentí la mirada de mi hermanastro por el espejo retrovisor. Cuando llegamos a casa, era justamente como la recordaba, sólo que las paredes del frente estaban pintada de un azul eléctrico, y había otro carro en la cochera.
Fui la primera en entrar a la casa después de Charlus y admiré la sala, había nuevos muebles, no los viejos que tenían los Potter por muchos años antes de que nosotras fuéramos a vivir allí, aunque tenía la misma organización; sala, comedor, cocina, escaleras y cuarto de lavado. Incluso habían remplazado la alfombra por duela.
-Se mira muy bien- dije a mamá que pasaba a mi lado en ese momento.
-Gracias, Lily- sonrió- querida, lo siento, pero tu habitación fue temporalmente la de Mike, así que le pedí a James sacara las cosas del niño, pero no estoy segura de que lo haya hecho.
En ese momento James iba pasando con una maleta en cada mano, pero al escuchar su nombre se dio la vuelta.
-¿Pusiste el colchón que te pedí en la habitación de Lily?- le preguntó.
-Sí, sí lo puse- respondió con la misma voz que yo recordaba- sólo que no me dio tiempo de vaciar el armario.
Mamá volteó los ojos, seguramente iba a estar muy ocupado, sonrió y lanzándome una mirada fugaz subió las escaleras dejándome la piel como de gallina. Definitivamente estaba más atractivo que nunca, tenía los mismos rasgos, pero notaba su piel con un ligero color gris causado por la barba que ahora poseía, sus rasgos más afilados. Y no sé porque su blanca sonrisa me hizo descubrir la misma mirada picara y burlesca. Odiaba a este hombre.
Toqué la mano de mamá, que enseguida comprendió el mensaje de que quería estar sola en mi habitación, así que subió las escaleras por delante de mí y abrió la puerta que estaba más cerca de las escaleras. Las paredes estaban pintadas de un color azul cielo y tenía una cenefa de ositos con balones de futbol, había algunos rallones de crayón en las paredes pero la habitación estaba limpia, tenía los mismos muebles blancos que antes habían sido míos sólo que ese blanco se había tornado un poco amarillo, estaba distribuidos de diferente manera la cama estaba del lado contrario y todos los muebles estaban en posición contraria.
Mamá sacó unas sabanas del armario y le ayude a tender la cama, sabana, edredón, y ponerle la funda a las almohadas. Rápidamente me acosté sobre la cama y cerré los ojos con fuerza.
-Lily, sé que duele- me dijo mi madre sentándose a mi lado- pero tú eres una persona muy fuerte y sé que podrás salir adelante. No es nada fácil perder a nuestro padre, incluso a mí me costó años superarlo, pero mira a esta familia, estos chicos perdieron a su madre y ahora pueden vivir con ello. Yo sé que tú también podrás, mi cielo- me dio un beso en la frente y salió de la habitación.
Me acosté bocarriba y miré el techo, era blanco, pero se veía la pintura cuarteada, traté de dibujar figuras con las grietas. Cuando encontré la forma de un caballo, alguien tocó mi puerta, estaba abierta, no entendía porque tocaban. Giré mi cabeza y James estaba en la entrada, sentí mis tripas dar un vuelco pero volví a mirar al techo.
-Me pidieron que trajera tus maletas- me dijo.
Asentí con la cabeza, no me dijo más, sólo entró y fue dejando una a una a un lado del armario, salió y entró varias veces pero ninguna de ellas lo miré, seguía formando figuras en el techo. Sentí una lagrima deslizarme por mi mejilla cuando entre esas figuras pude visualizar el perfil de mi padre. En ese momento James entró, se quedó paralizado unos segundos en la puerta, pero no dijo nada, dejó la última maleta y salió cerrando la puerta.
No supe en que momento me quedé dormida, pero para entonces ya estaba oscuro y no podía mirar nada, encendí una lámpara que estaba al lado de mi cama, me quise morir cuando un buzz lightyear iluminó la habitación. No podía creer que James no hubiera sacado las cosas de Mike. Mejor encendí la luz y tomé la lámpara antes de salir de la habitación, aún estaban despiertos pues todas las luces estaban encendidas, caminé a la habitación de mamá y me detuve en el marco de la puerta que permanecía abierta. Estaba la luz apagada pero con la tele encendida, un Charlus acostado en la cama en pijama con el control en mano y a su lado el pequeño Mike dormido, mamá estaba en bata de dormir desmaquillándose en el tocador. Cuando me miró en el reflejo del espejo se dio la vuelta.
-Lily, ¿estás bien?- me preguntó.
Yo sólo señalé la lámpara en mi mano y mamá rió suavemente.
-Lo siento, querida, mañana nos encargaremos de vaciar tu habitación. Querido, ¿Emily ya se durmió?- preguntó.
-Desde hace una hora, está muy cansada mi pequeña- sonrió Charlus.
Mamá me miró, seguramente se estaba preguntando porque seguía en la habitación si ya había dejado la lámpara.
-¿Puedes dormir conmigo, mamá?- pregunté. Sé que soy patética, que tengo 23 años, que ya terminé de estudiar, estoy en planes de buscar trabajo, y quiero dormir con mi madre, pero es que me siento tan mal.
-Por supuesto, cariño- me dijo con voz suave y con una pequeña sonrisa- en un momento voy.
Caminé hacia mi habitación arrastrando los pies y en el trayecto la puerta del baño se abrió. Era James, me miró caminar como zombi y aunque me siguió con la mirada hasta que cerré la puerta de mi habitación yo no giré siquiera mi cabeza. Me puse pijama, salí al baño a lavarme los dientes y la cara, después de unos minutos acostada, llegó mamá. Apagó la luz y se acostó a mi lado. Me pegué a ella y la abracé.
-Que tengas dulces sueños, mi niña- me dijo, me dio un último beso y caí en un profundo sueño.
A la mañana siguiente, mamá ya no estaba a mi lado pero me sentía con energía y amanecí con ánimos de salir de la cama. Me lavé los dientes en el baño y después de hacer pipí, bajé a la cocina, debían ser alrededor de las nueve. Me sorprendió descubrir que la casa estaba sola, no se escuchaba ni un zumbido, ni siquiera pasos. Tenía casi 24 horas sin probar alimento, quizá más, así que traté de encontrar algo en la alacena o en el refrigerador, pero parecía que no habían hecho las compras desde hacia algunas semanas. Encontré un poco de cereal y leche en el refrigerador, definitivamente eso nunca faltaría en esta casa.
Mientras comía escuché que la puerta de la entrada se habría, no me molesté en ver de quien se trataba, la verdad es que me importaba poco si había entrado un ladrón. Seguí desayunando sin levantar la vista, hasta que la persona dejó caer una bolsa de algo en el desayunador. Se trataba de James, traía bolsas de mandado, ni siquiera me miró cuando regresó sobre sus pasos, y apenas un momento después dejó más bolsas en la barra.
Era mediodía y estaba aburrida como ostra acostada en el sillón de la sala viendo la televisión, ya había visto tres películas enteras y tenía tan pocos animos de hacer algo, que ni siquiera me había molestado en quitarme la pijama, sabía que tenía que ir sacando las cosas de Mike de mi habitación, pero escuchaba que James hacía tanto ruido en el piso superior que no me había molestado en mover un solo dedo, ni para guardar las compras, ni para limpiar mi habitación. Todo lo estaba haciendo James y no me molestaba en lo absoluto. Por primera vez lo veía hacer algo de provecho, a como lo recordaba era un vago rebelde que no hacía nada por nadie, ni siquiera por sí mismo, y ahora había comprobado que por lo menos ayudaba a sus padres.
Eran cerca de las dos de la tarde cuando escuché bajar a James las escaleras, lo ignoré por completo viendo la televisión aún, creí que saldría o algo así, pero se plantó frente mío delante de la televisión, sin poder evitarlo miré su rostro aunque tratando de mostrar ninguna expresión.
-¿No piensas hacer nada?- preguntó con un tono que conocía muy bien, cerré los ojos y giré mi cabeza para el lado contrario- si no vas a ayudar a limpiar tu propia habitación, por lo menos has la comida para antes de que llegue Helen y papá.
-¿Dónde están?- pregunté sin girar mi cabeza.
-Trabajando, Emily y Mike en la escuela- no lo veía, pero lo imagine con los brazos cruzados a la altura del pecho. Al igual que yo, James ya había terminado la escuela y seguramente estaba trabajando lo que no entendía era porque estaba aquí en lugar de su empleo.- Si no vas a hacer nada de lo que estoy diciendo, entonces ve a comprar comida.
-Ve tú- respondí enojada, y me puse de pie, grave error, me hacía sentir aún más pequeña pues James era aún más alto de lo que antes era.
-¿Qué dijiste?- preguntó entre dientes y sujetándome del brazo- No creas que sentiré pena por ti sólo porque tu padre falleció, esa no es ninguna excusa para que estés con la actitud que estás.
-¡Me estás lastimando!- grité.
-Haz lo que te digo- me jaló del brazo y me empujó hasta el pie de la escalera.
-No sé manejar- respondí fríamente.
-Ve en taxi- dijo simplemente pasando a mi lado para subir las escaleras.
-¿Y si no, qué?- lo reté cruzando los brazos y sin moverme de mi lugar.
-Atente a las consecuencias- me dijo acercándose a mí.
Lo miré directamente a los ojos, observando el color miel de sus iris, detecté una pequeña arruga en su nariz. Estaba furioso, sus ojos chispeaban de ira. Le dediqué una pequeña sonrisa, me di la vuelta y regresé al sillón donde me acosté a continuar viendo la televisión. Escuché a James subir las escaleras y azotar la puerta de una habitación, seguramente era la de él.
La cuarta película que vi, ya había terminado, eran cerca de las tres de la tarde, me dolía la cabeza de ver la televisión y me sentía tan sucia que decidí que era momento de tomar un baño. James ya había sacado todas las cosas de Mike, tanto el closet como los cajones estaban vacíos, por lo que pude ir guardando mis cosas conforme las sacaba de las maletas. El agua tibia recorrió mi cuerpo y me hizo sentir un bienestar que desde mi llegada no lo había sentido, postergué lo más que pude mi salida de la ducha, pero cuando el agua se volvió fría no me quedó más que admitir que hice todo lo que pude. Me puse ropa cómoda y salí del baño con la toalla como turbante.
Me cepillé el cabello y dejándolo que se secara al natural, bajé a hacer algo de comida antes de que James me matara. Estaba partiendo las verduras cuando escuché la puerta principal abrirse, seguí haciendo mi labor a pesar de que escuche que se trataba de mamá con los niños.
-Hola, querida- me saludó mamá- ¿cómo te sientes?
-Perfectamente bien- sonreí- ¿se les antoja lasagna?
-Se escucha y huele delicioso- dijo Emily entrando a la cocina.
No pude evitar notar que traía el mismo uniforme que yo había usado al estar en la secundaria aquí en Londres, lo cual me hizo recordar que tenía años sin saber nada de mis antiguas amigas. Por un tiempo me comuniqué por teléfono y email con Clarisse y Lauren, pero al poco tiempo ambas dejaron de mandarme mensajes, al entrar a la universidad me mantenía demasiado ocupada como para mandarlos yo, por lo que me olvidé por un tiempo de esas personitas que fueron un pilar en mi vida.
Decidida a terminar la comida y echar un vistazo a mi correo para avisarles que estaba en la ciudad, Emily se ofreció a ayudarme para terminar más rápido y entre las dos logramos hacer una deliciosa lasagna. Hasta entonces no había descubierto los dotes culinarios que poseía mi hermanastra, pensé que sería de gran ayuda.
-¿Y James?- preguntó mamá mientras comíamos en el comedor.
Me encogí de hombros y continúe revolviendo la comida, después de terminarla el hambre se me había quitado.
-Debió haber ido al despacho, según Charlus están hasta el tope de trabajo.
-¿Despacho?- me sorprendí.
-Así es, ¿recuerdas que hace tiempo te dije que Charlus había decidido por fin separarse de esos abogados mediocres y poner su propio despacho?- sonrió mamá orgullosa de los logros de su marido.
-Recuerdo que lo mencionaste hace algunos años- descubrí al escarbar en mi memoria.
-Hasta entonces ha tenido bastante éxito, Charlus se encargada de él mientras James terminaba la escuela entonces parecía que el bufete se iba a derrumbar, pero en cuanto James terminó de estudiar se adentró en los asuntos del negocio pudo lograr que saliera de las tinieblas. Ahora es un despacho reconocido estatalmente, a pesar de que hace sólo dos años que esta apoderado James, debe haber cerca de veinte abogados tratando diferentes asuntos fiscales- suspiró- si no hubiera sido por la moderna visión de James, el despacho no hubiera podido salir adelante. Aunque Charlus es el dueño, todos los asuntos de la empresa van a manos de James, él sólo se encarga de los casos más difíciles, además de los clientes más importantes.
Así que James es prácticamente el apoderado legal del bufete de abogados, no puedo creer que mi madre sea tan despistada para no haberlo mencionado nunca, ¿qué no recuerda que estudie ciencias políticas? Me pregunto si alguna vez habrá pensando en decirle a James que me diera trabajo, me evitaría la pena de andar por las calles repartiendo solicitudes de trabajo.
-Mamá, ¿si le pidiera trabajo a Charlus crees que aceptaría contratarme?- pregunté insegura.
Mamá rió.
-Mi niña, por supuesto que sí, sólo tienes que decirle a James.
¡Demonios! ¿Tenía que pedirle trabajo a James? Maldita sea la hora en que decidió estudiar política, era una carrera demasiado estresante, por supuesto que tiene excelente paga, lo que no entendía era porque a pesar de tener una empresa exitosa seguían viviendo en ese lugar. Seguramente Emily y James no se quería separar del hogar donde había vivido su madre, sin embargo, era necesario pues hacían falta habitaciones, yo no pensaba compartir con nadie mi habitación. Tenía que esperar a ver hasta qué momento mamá y Charlus se enfadaran de tener a Mike durmiendo en su casa, sin tener la privacidad de una pareja.
Cuando ya habíamos terminado de comer y después de lavar los trastes, Mike subió a tomar una siesta, Emily dijo hacer tareas y mamá simplemente se puso a ver la televisión, yo elegí ordenar por fin mis cosas en el armario, puse música para relajarme y mientras bailaba iba separado las cosas, para tener una buena organización. Habia cosas que definitivamente nunca cambiaban. Después no supe que hacer, ya había organizado todo, limpie a fondo la habitación y no tenía nada de ganas de continuar viendo la televisión, sobre todo no quería hacer nada para no seguir recordando a mi padre y deprimirme.
Recordé haber dicho que entraría a mi correo para avisar a las chicas que andaba por aquí. Mi computadora estaba dentro de las cosas que llegaría por paquetería días después, así que no me quedaba más remedio que usar la de James; sabía que no debía de entrar a su habitación, pues siempre había sido un peligro ese lugar, sobre todo para mí, pero él no estaba y sobre todo no tenía por qué molestarse, solamente usaría el correo.
Su habitación estaba justo como la recordaba, incluso tenía el mismo color rojo oscuro en las paredes, sin embargo se notaba que había sido pintada más de una vez en los ocho años que estuve ausente, tenía edredones oscuros de negro con tinto y la alfombra era la misma. Los mismos estantes, los mismos cuadros, el mismo armario, aunque diferente computadora, una más moderna. Me senté en la silla frente al escritorio y la encendí, entré rápidamente al chat y no encontré ni a Clarisse ni a Lauren en línea, así que me dediqué a redactar una carta para ambas, explicándoles los últimos sucesos.
Ya estaba cerrando las ventanas cuando vi a James recargado en el marco de la puerta con los brazos cruzados con una pose tan masculina, como un tigre hambriento, un tigre que en cualquier momento iba a saltar.
-Hay mañas que nunca se te quitan ¿verdad?- me preguntó atravesándome con unos ojos chispeantes de furia.
-Solamente mandé un correo, te recuerdo que aún no llegan la mayoría de mis cosas- respondí a la defensiva poniéndome de pie.
-No entres a mi habitación- susurró, despacio, separando cada silaba.
-No lo haré si me das trabajo- ataqué.
-No me condiciones, Lily, no necesitas atacarme con eso- respondió enfadado- el trabajo es tuyo, Helen me pidió cuando se fue a Suiza que dejara la vacante, ya que estaba realizando entrevistas de trabajo. Tú tomarás ese puesto.
Tenía ganas de sonreír, pero hacerlo sería como darle las gracias y por supuesto, nunca lo haría, sobretodo porque él no se lo ofreció, ni siquiera lo hacía por mí, solamente por mi madre. Aunque no me quejé, tampoco era motivo de agradecimiento.
