Los personajes que aparecen en esta historia le pertenecen a Rumiko Takahashi
El lado oscuro de la luna
Capítulo 1
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Un gruñido bestial emanó de su garganta, y lanzando un último resoplido de aire, se echó hacia un lado, mirando arriba. Sólo en ese momento, pareció que su alma volvía dentro de su cuerpo. No comprendía, en lo absoluto, qué estaba pasando. Podía reconocer el techo de su habitación a pesar de estar casi en penumbras, pero no recordaba el momento exacto en el que se fuera a acostar, y mucho menos, la razón de la respiración tan entrecortada y del corazón latiendo como si quisiera salirse de su pecho.
"Tal vez fue una pesadilla", pensó
—Er-eres…eres un maldito bastardo—. La voz llorosa de Akane interrumpió sus pensamientos al instante, y le hicieron virar la cabeza a su derecha para encontrarse con el cuerpo desnudo y sudoroso de ella, echa un ovillo junto a la pared.
—¿Ak-Akane…qu…qué haces aquí?—. Ranma se incorporó asustado, mientras que una mueca de dolor aparecía en su rostro. Los músculos respingaron adoloridos con el movimiento, y echando un rápido vistazo a su cuerpo, confirmó que lucía la misma escasez de prendas que ella. El sonrojo se adueño de sus mejillas con todo el pudor del que pudo hacer gala y tanteó hasta que recogió una de las sábanas del futón, enredándosela alrededor de la cintura.
—¿Cómo…cómo pudiste hacerme esto?—. "¿Hacer qué? No podía comprender nada. Tenía demasiado embotado el cerebro para saber de qué hablaba su prometida. Intentó ponerse de pie para ir con Akane, sin embargo, la cabeza la daba vueltas y el llanto constante de la chica tampoco lo tranquilizaba. Sólo nacía en él, la leve impresión de que, fuera lo que fuera, le había hecho algo… algo muy grave.
Tomó una de las cobijas esparcidas por la duela, tragando duro cuando también visualizó la ropa de los dos hecha jirones por todo el piso y los rastros de sangre que adornaban el centro del futón.
Se acercó a ella gateando, mientras que la chica instintivamente trató de retroceder por cada avance de él, sin lograr nada.
—Oye, ¿qu-qué demonios fue lo que sucedió aquí?—. La chica le miró asqueada, transmitiéndole todo su odio a través de su cara y el sonido de sus dientes crujiendo de la impotencia y el coraje del sinvergüenza que se postraba frente a ella. El agua salada y cristalina seguía brotando de sus ojos chocolates, oscurecidos hasta casi volverse totalmente negros.
—¡Eres un estúpido! ¡Un idiota! ¡¿Cómo puedes atreverte a preguntarme eso?—. Akane ignoró por completo la cobija ofrecida por el ojiazul y se lanzó contra su pecho, golpeándolo con las pocas fuerzas que le quedaban, gimiendo de dolor y la impotencia de no lograr hacerle ni un maldito rasguño. Mientras, un atribulado chico intentaba detenerla.
—Oye, cálmate, ¿quieres? —Él por fin logró asirla de las manos y clavó sus ojos en ella, implorando a través de sus pupilas por una bendita explicación—. S-si te estoy preguntando es p…
—¡Anda, maldito animal! ¡¿No quedaste conforme con una sola vez, que quieres volver a forzarme?—. La frase de Akane, cargada de total amargura, le cayó a Ranma como un baldazo de agua helada. Sus manos inmediatamente la soltaron de su agarre y se dejó caer sentado de la impresión.
—¿Forzarte? —La palabra se negó a tomar un significado coherente en la cabeza del pelinegro, o al menos, no era lo que él creía que podía ser—. ¿Forzarte como...
Y justo en ese instante, los recuerdos volvieron a él.
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Había vuelto a casa ya muy entrada la noche, y su prometida se encontraba viendo una de esas películas terroríficas en el televisor de la sala. Él se sentó junto con ella y no se fueron a acostar hasta que hubo terminado. Aunque en realidad, poco se entretuvieron con la cinta, eran los únicos en la vivienda, y tenían que disfrutar de los pocos momentos que podían compartir sin el atosigamiento de ambas familias.
Pero esta vez, él se sentía muy extraño; con un calor inexplicable haciendo explosión en su interior cada vez que se rozaban los labios o las manos indiscretas se perdían en la cintura y en la espalda del otro.
No supo cómo, pero su mente se fue transformando sin que se diera cuenta. Las imágenes de la chica envolviéndolo en tiernos besos y abrazos, se fueron difuminando hasta volverse unas secuencias de tomas bizarras y obscenas en las que ellos eran los protagonistas
Su corazón ardía en deseo, algo que estuvo tratando de callar desde la noche en que confesaran sus sentimientos, unos cuantos meses atrás. Que moría de ganas por hacerla suya y que, casi a diario, se soñaba amaneciendo con ella retozando sobre su cuerpo. Era innegable, era un chico, pero también continuaba siendo el muchacho tímido que jamás se atrevería a hacerle daño.
…Hasta esa ocasión.
Las caricias habían venido en un aumento paulatino, siendo esta noche, cuando por fin entraron en la habitación del muchacho. El arrebato los llevó al futón del pelinegro, y él, a pesar de las súplicas de ella porque se detuviera cuando la ropa empezó a desaparecer y sus intimidades se vieron expuestas, no lo hizo.
La retuvo a la fuerza entre sus brazos y no la soltó hasta que hubo satisfecho hasta el más bajo de sus deseos…Sólo entonces dejó que se atrincherara como un animalito asustado en un oscuro rincón: arrastrándose con un cuerpo convulsionado, en medio de lágrimas de dolor y con las huellas endebles de sus manos marcadas por toda su piel
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"¡Oh, por dios!" La cara de Ranma pasó por la incredulidad, el miedo y la repugnancia consigo mismo. Un nudo se agolpó en la boca de su estómago sin dejarlo articular palabra alguna. Queriendo pedir explicaciones, ansiando pedir perdón por cada vez que entre sueños le escuchaba susurrar que parara, deseaba decirle que si consideraba tomar su vida para remediar su honor deshecho podía hacerlo sin dudarlo.
—Ak-Akane y-yo…—Su mano se posó sobre la de ella, y por primera vez, dejó que salieran un par de lágrimas llenas de rabia contenida—. No sé c-cómo me atreví...
—¡No quiero que vuelvas a tocarme!…—Akane lanzó su mano apenas rozó su piel y su palma resonó con todo su dolor y coraje en la mejilla de él—. ¡No quiero que vuelvas a verme, no quiero saber nada de ti!…¡te odio, Ranma!
Continuará
