Hola a todos, en fin, solamente quería aclarar que esta historia va a hacer narrada desde mi punto de vista y lo más probable es que tenga varías faltas de ortografía.
Y después de haber dicho esto, espero que les agrade esta historia y me digan que tal les pareció. En fin, vamos con la historia. :3
~ La boda ~
Capítulo I
La boda.
Levantó la vista, mirando encantada la iglesia donde su "primo" tenia planeado llevar acabo su casamiento. Pensar que aquel chiquillo llorón y miedoso que había crecido con ella desde niños se había convertido en un adulto que estaba a punto de casarse con la chica de sus sueños. La novia de su primo y también la futura esposa de este, era una mujer hermosa y bella con rasgos extranjeros y una actitud del infierno. Ella, como mujer, envidiada el tipo de mujer que era ella, al igual que todas las que pudieran si quiera observarla de reojo, ella era una mujer hermosa y extraordinaria en cualquier sentido, aunque también estaba la pequeña diferencia de edades que su primo y su novia compartían.
Les deseaba a ambos sus mayores deseos de felicidad, pues todos sabían por lo que ambos habían pasado para terminar juntos, ambos eran, completamente celosos con el otro y también eran como unos niños que más que por una pelea infantil entre ambos casi siempre estaban a apunto de terminar su relación, vaya par de novios tan poco peculiares.
Se acercó a su primo con paso lento, sintiéndose encantanda por el sonido que sus tacones de aguja de tacón blancos pronuncian al chocar con el mármol de la iglesia. Se sentía como una pequeña novia con ese vestido blanco, corto y con un enorme moño rosa en la parte de atrás. Su peinado estaba hecho de un improvisado moño, al cual se le caían unos que otros mechones cortos acompañados de algunas flores pequeñas como decoración.
Su primo se balanceaba con las puntas de sus zapatos negros, su traje negro de cortaba verde y su pelo peinado hacia atrás. Los rastros del niño que alguna vez había sido se habían esfumado como por arte de magia a acepción de su rebelde cabello castaño y ojos verdes. El era un imán para las chicas, vaya en lo que se había convertido aquel chico llorón y quejumbroso.
—¿Nervioso, primito? —pregunto con cierta burla en su tono de voz, mientras una sonrisa se dibuja en su rostro al ver como el negaba con la cabeza rápida y repetidas veces. —¿Enserio?, pues deberías estarlo. Imaginate que ella se arrepienta a media boda y salga corriendo, ¡oh, peor aún! ¡que ella no se presente a la boda! ¿puedes imaginartelo, primito?
Trago en seco, a veces su mejor amiga de la infancia, casi su hermana. Era capaz de ponerlo de las puntas del miedo y los nervios.
—Eres un infierno de persona, Hinamori Amu. —gruñó, sintiendo como los nervios eran reemplazados por el temor de que Uta, su novia, se arrepentirá de pasar el resto de su vida pegado a una persona tan molesta como el. Vaya, Amu había logrado su cometido; ponerle los pelos de punta. —Para que tengas ya, 15 años. Te sigues comportando como cuando éramos unos niños, Amu, te gusta molestarme.
—Es un placer hacerlo, querido. —lanzó un beso, mostrando que sus labios están pintados de rojo, al igual que toda su cara que se encontraba perfectamente maquillada. Debía admitir que su madre maquillaba genial. —Por cierto, tu no eres quien para decirme como comportarme. Has de tener 20 años, pero para Uta y para todos solamente serás un chiquillo llorón y miedoso, al cual es completamente fácil ponerle de los nervios, y eso que solamente Uta te lleva dos años, querido.
—Callate la boca de una vez Amu.—se frotó las cien, sintiendo el estrés invadiendo su cuerpo, combinandose con los nervios y el miedo de la boda. —Y mejor vete a lanzar flores que ya va a empezar la boda y tu madre ya lleva rato llamandote con señas, yo qué tu, ya me voy, florista.
Frunció el ceño e hincho las mejillas, por culpa de su querido primito tenia que ser la niña de las flores y eso no era lo peor. El vestido añiñado que usaba era lo peor del caso.
—Es tu culpa que tenga que ser la niña de las flores y aparte tenga que usar este asco de vestido de niñas pequeñas. —gruñó, sintiendo como la situación se torneaba contraria. Ella quería molestarlo a el, nunca pensó que la situación se fuera a voltear y ella terminará siendo la molestada. —Eres un infierno de amigo, Kukai. Ojalá Uta te termine dejando plantando en la boda, por añiñado.
—No me heches mala sal, Amu. —murmuró por la bajo antes de que una sonrisa se dibujara en sus labios, quitando un poco de estrés. —Te vez bien con ese vestido, te pareces más a Ami con esa vestimenta.
—Muérete, primito. —escupió con odio para después levantar su pie y golpearlo en la plantilla de la rodilla, disfrutando de la cara de dolor que este ponía. —Ahora si, buena suerte en tu boda primito. Me voy, tengo que posicionarme para guiar a la novia al altar con mis flores. Adiós, querido primo y suerte.
Salio corriendo, teniendo cuidado de no romperse algún pie con las enormes zapatillas que traia puestas.
—Hola Uta, ¿cómo te encuentras? —cuestionó mientras se ponía adelante de todas y estiraba sus manos, recibiendo el canasto de flores que le estaban dando.
—¿La verdad?, me hayo que me arranco el cabello. —la miro, sintiéndose de repente nostálgica, ya no podría estar con sus dos mejores amigos haciendo vagancias y jugando juegos sin sentido alguno. Uta, se había maquillando, dejando como única diferencia ante Amu, que se había pintado la boca rosa y había agarrado su pelo en dos coletas altas como cuando eran unos niños.
—Les deseo suerte en su matrimonio a los dos. —sonrió, sintiendo sus ojos humedecer se, al igual que los de Uta. —Y por cierto dejen sus riñas infantiles de una vez, ya se van a casar y van a estar juntos para toda la vida. Par de tortorlos.
—¡Oh, Amu! —la abrazo, dejando a la mayoría sorprendidas. —¡Perdónanos por haberte hecho la niña de las flores y no haber hecho boda doble como teníamos planeado de niñas! ¡y por estar dejándote atrás! ¡oh, cuanto te quiero amiga! ¡y gracias por estar aquí, en nuestro momento más especial!
Ambas estaban apunto de llorar, lo cual no era una buena noticia si no querían salir con el maquillaje todo arruinado.
—Oye, calmate. —la separó de ella. —Seguiremos haciendo travesuras todavía los tres juntos, y sobre esto, no te preocupes. Se las voy a cobrar a sus hijos, así que denme sobrinos pronto.
Ambas se empezaron a reír. Por lo mínimo no habían llorado.
Su hermana pequeña, Ami. Iba al frente de ella, siendo ella las primeras en salir por varios minutos, tirando flores por todo el mármol.
Rosa, rojo, azul, amarillo e incluso verde, eran los colores de los pétalos que caían de manera delicada hacia al suelo, haciendo una pequeña danza en el aire antes de tocar el suelo.
Uta, literalmente estaba destrozando el ramo de rosas, su hermano se estaba tardando en llegar para que ella pudiera ir al altar, por lo cual las damas de honor ya se estaba empezando a preocupar por no estar avanzando. ¿acaso la novia no se pensaba casar?, porque de ser así, ellas encantadas iban y tomaban su lugar para casarse con ese hombre de ensueño.
—Uta, calmate. De seguro ya está por llegar. —dijo su madre con toda la intención de tranquilizarla, puesto ya se le hacía que el ramo iba a morir antes de que ella lo lanzará.
—Mamá, pero ¿porqué todavía no llega? —empezó a caminar en pequeños círculos alrededor de su eje, mientras esperaba que su hermano llegará lo más pronto posible.
—Relajate Uta, es normal que estés más nerviosa de lo usual, al fin y al cabo es tu boda.
—Pero, mamá.
—¡Ya llegue! —todas las damas de honor se giraron para ver quien había sido el que había dicho eso.
Zapatos negros, relucientes, un traje negro hermoso y una camisa blanca. Un pelo negro alborotado y unos hipnotisantes ojos azules como el fondo del mar, acompañados de una sonrisa ladina, dejando ver unos relucientes y perfectos dientes blancos. ¡Por dios! ¡vaya chico!
Aseguraban que iban a hacer lo imposible por estar con uno de los dos hombres que se encontraban aquí. No podían creer que la rubia, la cual parecía extranjera, estuviera rodeada de dos hombres tan candentes que parecían hechos por los mismos dioses. ¡Que envidia le tenían a la bella rubia!
—Vamos, Uta. No ahí tiempo que perder. —le ofreció su brazo, para sentir como su hermana lo rodeaba con una mano y la melodía de un piano se empezaba a oír. Era momento se que ellos avanzarán al altar.
Todos estaban preocupados, la novia no había avanzado, ni tampoco las damas de honor ¿y si se había arrepentido?, Kukai odiaba esto, pero tal vez Amu tenia razón y Uta se hubiera arrepentido justo en el momento de empezar la ceremonia.
La melodía empezó a sonar y entonces supo que la boda iba a proseguir, suspiro aliviado al ver como su novia era entregada por su hermano menor. Lo más probable es que el hubiera llegado tarde por su cara agitada.
La boda estaba dando inicio, y ni el hermano de Uta y la amiga de ambos, le estaban prestando atención a esta. Cada uno estaban tan absorto en sus pensamientos que apenas se dieron cuenta cuando el padre dijo;
—Yo los declaró marido y mujer, puede besar a la novia.
Kukai, la tomo de la cintura atrayendola a el, mientras ella rodeaba con sus manos el cuello de este. Como siempre solían hacerlo y se fundieron en un beso lleno de romance y ternura, apartir de ahora, nada o nadie podrían separarlos por el resto de sus vidas.
~ La boda ~
