Hola! Aquí estoy, lista para un nuevo fic!

Primero que nada, muchas gracias por estar aquí y darle una oportunidad a este primer capítulo. Segundo, quiero agradecer a todos los que hayan leído "Por instinto" y, como siempre, dedicarles el primer capítulo de esta nueva aventura que estoy emprendiendo n.n

Este fic está inspirado en 2 cosas: primero, la canción "Feel Good Inc." de Gorillaz. Soy fan, y siempre había querido escribir un fic basado en una canción de ellos, son tan geniales *-* "Feel Good Inc." simplemente es LA canción. Y segundo, el libro "Farenheit 451" de Ray Bradbury. Es un libro muy bueno, una obra maestra de la ciencia ficción, cien por ciento recomendable para los amantes del género y para la población en general. Tanto la canción como el libro tienen la temática que quiero manejar en este fic: la sociedad perfecta que oculta algo oscuro y los personajes que tratan de liberarse de ella.

De ahí salió la idea, y de hecho el título del fic es una pequeña referencia al título de Feel Good Inc... según yo. Saben que no soy buena poniendo títulos :c . También quiero hacer algo más que había tratado desde hace tiempo, incluir una o dos subtramas que no solo involucren a la pareja central (Zoro y Robin). En este caso, quiero meter más a Luffy y su historia con Ace y otros personajes que no he incluido mucho en otras historias. Simplemente quiero que mi escritura abarque más. Creo que es el reto más alto que me he impuesto hasta ahora, así que espero que me deseen suerte n.n

Bueno, basta ya de mis comentarios sosos. Como de costumbre, los personajes de One Piece no son de mi propiedad sino del gran mangaka Oda sama (*-*) Yo solo poseo la trama del fic.

Por el momento no hay advertencias, puede que haya algo de violencia, malas palabras y escenas fuertes en un futuro.

Ahora, los invito cordialmente a leer n.n!

Free World Now

Capítulo 1: Habitación 6-18

La sonrisa que mantenía en su rostro se ensanchó, y las pecas que cubrían sus mejillas parecieron iluminarse ante las inocentes respuestas de su hermano a todas las preguntas que él le hacía sobre su vida desde la última vez que se habían visto. Claro que la felicidad solo era momentánea dadas las circunstancias. Cada vez que Luffy terminaba otro de sus fantásticos relatos llenos de emoción y aventuras (en su mayoría pequeñas travesuras magnificadas por su mente de niño), se volvía a sentir triste y desmotivado, lo cual hacía entristecer también bastante a Ace.

-Luffy…

-¡Lo siento, Ace!- Luffy se limpió las mejillas a toda carrera, temeroso de hacer enojar a su hermano- no lo volveré a hacer. De verdad…

-No seas torpe, Luffy.

Ace bajó la mirada a la mesa y luego volvió a levantarla para ver a su hermano, sonriéndole lo más tranquilo que podía.

Era difícil tratar de darle algo de paz, habiendo un vidrio de entre tres y cinco centímetros de ancho entre ellos y como única posibilidad de hablar una bocina y un micrófono que sonaban de un lado y otro de dicho vidrio.

Ace hubiera dado lo que fuera por estrechar a su hermanito y limpiar las lágrimas que se escapaban de sus ojos y resbalaban pesadamente por sus mejillas, pero dos cosas se lo impedían: uno, su hermano era ya todo un hombre (20 años muy bien cumplidos) y dos, ese maldito, detestable y asqueroso vidrio.

-No me voy a enojar, además, ¿qué podría hacerte estando aquí?- preguntó, medio en broma, pero solo consiguió que él hinchara las mejillas con disgusto. Suspiró-, ¿has recibido noticias de tu papá?

Luffy cambió su expresión por completo. Negó con la cabeza. Casi todo lo que tenía que ver con su padre era un misterio para él. Y aunque llevaba una vida que no le permitía pensar mucho al respecto, lo cierto era que de vez en cuando acudía a su mente la idea de su padre, ¿dónde estaría? ¿Qué estaría haciendo? Vaya, si ni siquiera lo conocía en persona, al muy bastardo.

-La verdad es que no. Me mandó una carta por medio del abuelo hace unos meses, pero eso ya te lo había contado- recordó- ¿tú tienes alguna idea?

Ace lo miró fijamente un segundo. Luego bajó la vista otra vez, y habló en voz normal para que el guardia que vigilaba la visita no viera ninguna actitud sospechosa en lo que planeaba decirle.

-Aquí dentro no he sabido nada de él- sonrió, y añadió en tono de broma- por ahí dicen que se ha escapado.

Luego de esto soltó una carcajada que le salió tan natural que a él mismo le sorprendió. Luffy también rio un poco del otro lado del vidrio.

-Ace, haré lo que pueda por sacarte de aquí.

Habían pasado los veinte minutos de la entrevista, y los últimos cinco habían transcurrido con comentarios muy banales, pero el último de Luffy realmente tocó el corazón de su hermano mayor. Ace entonces le sonrió cariñosamente, pero en el fondo sabía que no debía de guardar demasiadas esperanzas, por mucho que confiara en su pequeño Luffy.

-Lo sé, Luffy. Y ahora, lo de siempre- se estiró un poco, desperezándose- Cuídate mucho, ¿me oyes?

Se aseguró de que su hermano lo mirara fijamente a través del vidrio. Luffy no se atrevió a despegar sus ojos de él.

-No te metas en problemas y deja de preocuparme por una vez en la vida, ¿de acuerdo?- a cada palabra de Ace, Luffy sentía el corazón un poco más comprimido, pero encontró la fuerza que necesitaba para asentir. Su hermano sonrió con orgullo.

-Y Luffy, cuida ese sombrero ahora más que nunca. Pase lo que pase, ¿me entiendes?

Luffy abrió mucho sus ojos. Sus labios temblaron un poco cuando sujetó el sombrero con ambas manos y asintió.

-Zoro, asegúrate de cuidar a este pequeño desastre- finalizó, con una sonrisa socarrona- y dale un par de golpes de mi parte cuando no se comporte.

Luffy no hubiera recordado que su amigo estaba allí acompañándolo si Ace no lo hubiera mencionado. Zoro se había mantenido callado y ajeno a la conversación, y tomó esta última oportunidad para hablar.

-No te preocupes, siempre lo tengo en mente.

Ace dejó salir una última carcajada al ver la cara de su hermanito ante esta declaración de Zoro. Zoro por su parte también rio aunque de una manera un tanto más discreta, pero mostrando la misma intención burlona que Ace. Luffy le dio un pisotón por debajo dela mesa, y él estuvo a punto de golpearlo también pero en ese momento sonó la alarma que marcaba definitivamente el final de la visita. Ace de hecho sabía que ya se había pasado bastante, así que sin agregar nada más se puso de pie y se despidió respetuosamente. Miró a su hermano de una forma que evidenciaba que, de haber podido, lo hubiera abrazado con todas sus fuerzas, y luego salió seguido por el guardia.

A Zoro y a Luffy, por otra parte, los escoltaron afuera de la construcción.

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Caminaron en silencio por un rato. Lo que acababa de acontecer allí era algo importante. Indirectamente Ace le había pasado a Luffy el completo mando sobre una de las divisiones principales de la organización, que habían estado dirigiendo juntos en compañía de otros compañeros desde que todos eran casi unos niños. Y Luffy, siendo el más joven, cabeza hueca, loco, desatado e impredecible de ese grupo de críos, pasaba a ser ahora el único posible líder de lo que fueran a hacer a continuación.

Lo veían venir desde la captura de Ace, medio año atrás. Desde entonces, Luffy había tomado el mando de una manera (quién lo diría) bastante sabia y responsable.

Nadie sospechaba de él entre las autoridades. Sabían que era hermano de Ace pero por ser menor lo consideraban poco peligroso. No demostraba tener demasiadas luces y siempre se le veía por las calles con sus amigos de una manera muy despreocupada. Igualmente, ninguna de las acciones de Ace antes de ser capturado lo había involucrado de manera alguna. De modo que hasta donde ellos sabían lo más probable era que el joven, que todos los días iba a sus clases y trabajaba un par de horas como mesero, ni siquiera estuviera enterado de todo lo que hacía su hermano antes de ser llevado con la "justicia".

A decir verdad, lo habían subestimado. También a Ace y a toda la organización.

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"Los revolucionarios" eran un grupo de rebeldes que se habían comenzado a reunir con el fin de hacer toda una serie de planes que culminarían con un golpe directo contra el gobierno.

Luffy sabía que su padre era el líder supremo de todo el movimiento, que había evolucionado ya tanto que era difícil definir sus límites. Luffy había crecido creyendo en los principios de todo aquello a pesar de los intentos de su abuelo por mantenerlo alejado, y junto con Ace se unió a los esfuerzos de su padre desde muy pequeño.

Si bien era bastante idiota para algunas cosas, pronto se descubrió que tenía cierta intuición acerca de lo que se tenía que hacer, y un indiscutible poder de mando y de convocatoria. Maldición, el chico era magnético, tenía carisma y era justo. Justo lo que hacía falta.

Antes de cantar victoria, Luffy sabía que Ace tenía muchas cosas que él no. Era mucho más responsable y tenía una idea mucho más clara de su posición en el mundo. Ace era capaz de pensar fríamente en las implicaciones de las situaciones antes de decidir. Ace era poderoso, buen estratega y pacífico a pesar de su natural pasión y desenfreno.

De hecho el único motivo por el que había sido capturado fue porque actuó sin pensar, por una vez, se le salió de las manos y tenía que admitirlo, había sido una estupidez pero en el fondo creía firmemente que había valido la pena por completo.

Ahora Luffy tomaba su lugar, y los planes iban ya tomando forma aunque noticias de su padre no había habido demasiadas últimamente y esto siempre era poco alentador.

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Tanto Luffy como Zoro sabían que Ace había estado hablando en clave durante toda la visita, tal como lo había hecho en otras ocasiones. Hizo un comentario acerca de la ubicación de unas cartas que había guardado que eran para el abuelo; se trataba más bien de un conjunto de mapas de la ciudad que sabía que les serían útiles en lo sucesivo. Había hablado de los "dulces" preferidos de Luffy y de la tienda donde los podían conseguir, hablaban más bien de armamento y cosas por el estilo.

Cuando le había recomendado cuidar el sombrero había sido su forma de decirle que ahora todo era su responsabilidad. Cuando le había pedido no meterse en problemas ni preocuparlo más de verdad había querido decir eso, porque lo amaba y se preocupaba por él pero en el fondo también había querido decir que si quería poner el mundo de cabeza y si podría de verdad hacerlo, adelante, que lo hiciera, porque él sabía que su pequeño hermano era capaz de eso y mucho más.

Lo de Zoro lo había dicho completamente en serio, aunque tenía que ver con esa nueva responsabilidad para Luffy. Zoro siempre había sido algo así como su mano derecha, su compañero, su protector. Ahora más que nunca, Luffy iba a necesitar de él y eso era algo que el joven espadachín tenía más que claro.

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Para cuando llegaron a la casa la tarde comenzaba a caer.

Se trataba de una construcción de dos pisos que compartían con unos amigos que por supuesto también formaban parte de la división Mugiwara, así llamados por el característico sombrero de paja de uno de sus jóvenes líderes, Luffy, por supuesto.

Zoro deslizó su tarjeta en el identificador para abrir la puerta e introdujo una contraseña. La pesada puerta de metal hizo un ruido como de vacío y se abrió sin mayor problema.

Luffy, que se había mantenido inusualmente callado durante el trayecto, se lanzó alegremente a ver algún programa de televisión mientras Zoro entraba en la cocina para tomar una cerveza.

Para cuando Zoro salió de la cocina y se asomó al cuarto de la tv, Luffy estaba tirado en uno de los sillones profundamente dormido.

Zoro negó con la cabeza, sintiéndose un poco triste por él. Se encontraba tan cansado, y nunca lo demostraba ni se quejaba.

Solo en momentos como ese, Zoro se daba cuenta como si fuera algo realmente increíble, de que su "capitán", como le gustaba llamarlo, era de hecho un ser humano.

Le palpó la frente, un poco preocupado de que pudiera estar enfermo pues se había estado malpasando bastante los últimos días, pero se encontraba bien. Alcanzó una manta que estaba en el sillón contiguo y lo cubrió con ella. Le alborotó el cabello con suavidad y apagó la televisión.

Se acercó a una de las paredes y ajustó el termostato a una temperatura un poco más cálida, y finalmente salió de allí sin olvidarse, claro, de recoger su cerveza de la mesita donde la había dejado al entrar allí.

Cerró la puerta de la pequeña habitación tras él y comenzó a caminar por el pasillo sin ventanas. Abrió la puerta de su habitación, pero en seguida la de la habitación que estaba enfrente se abrió también, y el ruido lo obligó a voltear. Franky estaba asomado a la puerta y al parecer estaba contento de verlo.

-¡Zoro, que bueno que llegas!

Zoro se dio la vuelta completamente hacia él.

-Franky- saludó- ¿ocurre algo?

-Sí, será mejor que vengas- le indicó él abriendo ampliamente la puerta de su habitación. Zoro cerró la suya y fue hacia él.

Entraron ambos en la habitación.

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Para Zoro, entrar en la habitación de Franky era como entrar en un videojuego extraño lleno de pantallas y luces. Debía tener el control de las cámaras de toda la ciudad y algunas cosas ciertamente eran incómodas de ver. También había un tablero con miles de controles que no tenía idea de qué hacían, pero que para su amigo eran como juguetes; tecleaba un poco allí y un poco allá, jalaba algunas palancas y de pronto las pantallas hacían zoom in o zoom out, o enfocaban todas a algún punto en específico pero en diferentes ángulos, o por otro lado, mostraban programas de computadora que arrojaban datos e información en ocasiones muy difíciles de descifrar. Parecía que estaban todo el tiempo encendidas pero en realidad él las apagaba antes de ir a dormir (un par de horas al día, solamente) y casi no gastaban energía eléctrica porque Franky, que era mitad ciborg, utilizaba como fuente de poder lo mismo que usaba para funcionar él mismo: refresco de cola.

-¿Dónde está Luffy?

Zoro dejó escapar un pequeño suspiro.

-Duerme en la sala de la televisión. La visita a Ace fue algo más… - buscó una palabra adecuada. Se rascó la cabeza. No la encontró-, significativa que en otras ocasiones.

-¿Sí?- Franky se acercó a una de las pantallas y buscó el acceso a su correo electrónico-, casi siento lástima por el pequeño. La vida no se ha portado muy bien con él; primero Dragon, luego Sabo y ahora Ace…

-Estará bien. Es fuerte- suspiró, su mano se había quedado en su nuca que ahora masajeaba, dándose cuenta en realidad de lo preocupado que estaba por él-. Pero está empeñado con la idea de sacar a Ace de allí de algún modo.

Al escuchar esto, Franky torció los labios en una mueca de escepticismo. Zoro se encogió de hombros.

-Nadie que entra de allí sale vivo- suspiró Franky, poniendo atención una vez más en la pantalla. Su tono sombrío inquietó a Zoro, quien se apresuró a cambiar el tema.

-¿Para qué me querías aquí?

-Me llegó por correo un mensaje en clave- explicó mientras Zoro trataba de sacudirse ese aturdimiento que le llegaba cuando entraba allí. Cada vez.

-¿Necesitas ayuda para descifrarlo?

-No, ya lo hice. Se trata de aquellas chicas que se metieron cuando tratamos de robar las bases de datos del registro, ¿recuerdas?

Zoro asintió.

-Al parecer están considerando lo que Luffy les dijo aquella vez sobre unirse a nosotros, pero la líder quiere concretar una entrevista con él por medio de dos intermediarios, uno nuestro, y uno de ellas.

-Ah…

-La cita es esta noche, y tenemos que mandar a alguien. No quería mandar a Ussop ni a Chopper porque…bueno…- le mostró el mensaje descifrado en la pantalla de la computadora y a Zoro se le cayó prácticamente la quijada cuando se fijó en el lugar donde había sido planteada la cita-, entenderás que tampoco pueda mandar a Sanji o a Brook.

-Bien, sí, es que… ¡Espera un segundo! ¿¡Estás sugiriendo que yo vaya!?...¡¿A ese lugar?!- agregó, apuntando hacia la pantalla con los ojos fuera de su órbita.

Franky le sonrió.

-¿Esperas que mande a Luffy?- preguntó levantando una ceja. Zoro negó, todavía algo escandalizado-¿O pretendes aprenderte en veinte minutos cómo funcionan estas cosas para que vaya yo? Ten en cuenta que a quien mandemos tendremos que mantenerlo vigilado.

Zoro volvió a negar, comprendiendo que estaba completamente atrapado. No había modo de que se librara del compromiso ya que, tal y como Franky lo sugería, él era el único posible candidato a llevar a cabo esa misión.

-Dime, ¿has visto a alguna mujer últimamente?

Zoro negó, un tanto nervioso.

-Pff. Entonces puede que estés en problemas.

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Cuando termine la cena te llamaremos un taxi que te lleve hasta las puertas del edificio. Una vez allí sube hasta la habitación 618 y espera un momento en la puerta. Cuenta cinco segundos y toca dos veces, como normalmente lo harías. Luego espera tres segundos más y vuelve a tocar dos veces, pero un poco más despacio, esa es la clave. Ella te abrirá la puerta y luego no sé qué esperan que hagas, solo advierten que sigas instrucciones y no hagas muchas preguntas. ¿Alguna duda?

En realidad no, todo había quedado más que claro, pero ciertamente, esa no era una situación cómoda para Zoro en ningún sentido. Después de todo el lugar al que se dirigía no era el más discreto ni inocente tampoco.

Una vez que se encontró frente al lugar, tuvo que respirar profundo y recomponerse lo mejor que pudo antes de entrar. Tal como Franky le había indicado entró al elevador y subió al sexto piso, una vez ahí caminó hacia el número de habitación indicado. Le costó un poco de trabajo pero finalmente se encontró frente a la puerta que buscaba.

Después de comprobar el número de la puerta con el que llevaba anotado en un papel, esperó cinco segundos y tocó dos veces a la puerta lo más firmemente que pudo. A pesar de que temblaba, esperó otros tres segundos y volvió a tocar dos veces con un poco de suavidad, y esperó.

En los siguientes segundos, esperó, tragando saliva, sintiendo como sus mejillas se enrojecían al paso de su sangre agolpándose en su rostro, como sus manos se ponían cada vez más trémulas en medio de su ansia, repasando varias veces el papel que llevaba, preguntándose si tal vez no se había equivocado de hora, o de día –rogando porque así fuera.

Pero la puerta se abrió y fue como si un huracán lo envolviera y lo jalara al interior. Sintió claramente ese par de manos que se sujetaron de su ropa y lo jalaron por la habitación blanca y fría para caer finalmente de espaldas sobre una cama. La puerta se cerró por sí misma y a continuación el cuerpo de la mujer ya estaba encima del suyo.

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-¡Espera! ¿Qué…?

-Shhh- los ojos azules lo miraron tan elocuentemente que todas las ideas que tenía en la mente en ese instante se evaporaron, salieron volando lejos de su alcance. Lo único que atinó a hacer fue mantener el contacto visual, aún nervioso, esperando.

Mientras ella gateaba sobre él, él se fue arrastrando hacia atrás, sintiéndose acechado e inseguro. Se fueron metiendo con lentitud entre las sábanas, hasta que éstas los cubrieron completamente. Ella le sonrió mientras le acariciaba el rostro y bajaba hacia él; estaba ahora sentada a horcajadas sobre su cintura y Zoro apenas podía moverse por el aturdimiento que sentía, ¿cómo demonios había terminado así?

Sintió una enorme inquietud cuando los dedos se movieron por su rostro y se posaron en sus labios, acariciándolos. Luego ella descendió hacia su oído, movió un poco la cadera contra la de él provocando que comenzara a respirar con pesadez. El aire en la habitación se sentía denso, frío y cada vez más amenazador.

-Relájate un poco, no pasará nada- susurró la voz en su oído. Era una voz preciosa, femenina, capaz de penetrar en su mente como ninguna otra voz lo había hecho antes. Diablos, se sentía asustado, tan malditamente asustado que ni siquiera sabía cómo defenderse, y se sentía estúpido, por el infierno, ¿cómo le estaba pasando esto?

-¿Qué no pasará nada?- preguntó, casi gritando- ¿Qué estás haciendo?

-Shhh- lo volvió a callar, y sin que él pudiera seguir preguntando, movió su cadera contra la suya de nuevo y dejó ir un suave quejido que hizo que la sangre le corriera más rápido por todo el cuerpo. La sintió agolpándose en cierta zona y un sudor frío comenzó a bajar por sus sienes al tiempo que sentía la piel de su nuca erizarse.

-Parece que tienes un oído muy sensible- comentó ella entre suaves y traviesas risas, demasiado cerca de su oreja. Zoro se estaba desesperando, sobre todo porque quedaba por demás evidenciado ante ella.

-¡Cállate y quítate de encima, mujer!

-Oh, vamos, tenemos mucho de qué hablar.

A partir de ese momento, no se movió mucho más. Siguió sentada sobre él, recostada sobre su pecho y con los labios muy cerca de su oído, tanto que él apenas podía soportar semejante cercanía. Era perturbador sentir tan pegadas a su piel las generosas formas de su cuerpo, y tan cercanas sus caderas, y tan cerca de su oído esos labios extraños.

-Tendrás que perdonarme pero este es el único modo seguro de hablar- murmuró contra su oído- hay micrófonos y cámaras en todas partes.

-¡¿Qué?!

-Baja la voz- volvió a susurrar. Levantó su cara un poco, lo miró por un momento y le dio un rápido beso en los labios, solo los labios, que fue más que suficiente para dejarlo helado donde estaba, ya completamente descolocado. Ella por su parte, volvió a su posición anterior luego de sonreír con altanería-. Tienen cierto respeto por la intimidad, por eso aquí solo hay una cámara, solo que no sé en dónde exactamente. Tienen unos pocos micrófonos pero no son tan sensibles, si nos hablamos así no se enterarán de nada.

Zoro comprendió –o al menos eso creía en su estado tembloroso de exaltación –, pues sus labios quedaban también muy cerca del oído de la mujer y creía saber qué era lo que esperaba de él en ese momento.

-De…de acuerdo.

-Entonces, ayúdame un poco, ¿quieres?

Dicho esto, se incorporó y empezó a sacarse la blusa.

-¡¿Qué rayos haces?!

-Shhh- lo calló por tercera vez- hay cosas de las que no estoy segura así que hay que actuar un poco.

Empezó a respirar cada vez más rápido. Zoro también aunque a diferencia de ella, no estaba actuando. La visión de la piel hermosa, morena y suave, lo exaltó mucho más que cualquier cosa hasta el momento. Una necesidad ridícula por tocar esa piel (con sus manos, con su boca) lo asaltó de una manera casi insoportable, pero encontró fuerzas en su interior, nunca sabría de donde, para contenerse.

Lo que no esperaba era que a continuación ella se inclinó hacia él y le comenzó a jalonear la camiseta para quitársela.

Forcejeó, rehusándose, pero ella siguió jalando y ante su insistencia de gemir tan cerca de su oído para exaltarlo tuvo que rendirse. Se incorporó de golpe y se quitó la camiseta él mismo, solo que cuando lo hizo, algo lo detuvo dentro de su mente y ya no tuvo idea de qué más podía hacer. Antes de que se lo pudiera preguntar seriamente ella lo empujó de vuelta a la cama y le dio pequeñas mordidas en el cuello, que fueron más que suficientes para que él empezara a removerse desesperadamente.

Cuando la piel del pecho desnudo de la mujer tocó la suya, sintió una poderosa descarga eléctrica extenderse por todo su cuerpo, haciéndolo dejar ir un gemido de verdad.

Después de esto, ella se quedó quieta, inmóvil, encima de él.

-Tranquilo,- volvió a susurrar en su oído- lo lamento, no debería estar haciendo esto pero ya te lo dije, es por seguridad. Ahora sí, escúchame. Mi líder quiere hablar con el tuyo pero necesitamos un lugar donde podamos reunir a ambos grupos y tener una conversación abierta y sincera, ¿comprendes?

Zoro asintió nerviosamente, entrecerrando sus ojos con fuerza porque tenía la sensación de que a cada movimiento que hacía, ella o él, se sentía más y más perturbado (y bastante excitado, a decir verdad).

-Tenemos un lugar- deslizó en sus manos un papel-, uno de tus compañeros… tengo entendido que sabrá descifrarlo. Podemos ir allí, es un punto ciego en la ciudad. Puede registrarlo las veces que quiera, seguro cuentan con mapas.

Zoro atinó a guardar el papel en un bolsillo mientras intentaba procesar y comprender bien todo lo que ella le decía.

-S…sí…

¿Cómo podía estar tan tranquila y hablar con tal frialdad en su voz dada la situación? No era algo normal lo que estaba sucediendo allí entre ellos. No es lo más común acostarse y compartir tal intimidad con alguien a quien apenas has visto.

-Muy bien. Mañana a las ocho de la noche es cuando podemos ir allí. ¿Ustedes tienen alguna condición?

-No que yo sepa.

-Bien. Estaremos allí a esa hora. Si no aparecen después de treinta minutos nos iremos, daremos por olvidado este asunto y continuaremos trabajando como hasta ahora, ¿comprendes? así que es de gran importancia que le des este mensaje a tus compañeros y que sigan las indicaciones al pie de la letra si están interesados en que nos unamos a su causa.

Zoro volvió a asentir mientras cerraba los ojos, tratando por todos los medios mantenerse tranquilo.

Ella no dijo nada más. Se quedó recostada sobre él, respirando sobre su cuello.

-Date la vuelta-, le susurró de pronto, en un tono muy distinto que había utilizado para darle las indicaciones de unos momentos antes. Le sonaba a que estaba algo más tranquila, relajada, y hasta sonaba un tanto tierna.

No supo exactamente qué esperaba de él hasta que sintió que giraba sobre su espalda y lo jalaba, de modo que él quedó recostado encima de ella.

-¿Estás mejor así? te noté muy nervioso. Lo siento.

Zoro trató de incorporarse.

-Si no tienes nada más qué decirme me tengo que ir de aquí.

-Las puertas no abren de nuevo hasta la mañana. No podrás salir de aquí, así que sugeriría que te quedaras justo donde estás.

Zoro sintió cómo se sonrojaba de nuevo, por enésima vez en esa noche, mientras ella reía, burlándose de él.

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-Me llamo Robin. Supongo que tú eres Zoro, he oído de ti.

Demonios, era jodidamente absurdo lo que estaba pasando. ¿Cómo explicar algo así? Estar acostado con alguien a quien apenas había conocido, de cuyo nombre apenas se enteraba, y además de todo estar sirviéndole de almohada cuando pudo simplemente haberse bajado de la cama y tirado en el suelo a pasar el resto de la noche… era de lejos la cosa más ridícula que recordaba que alguna vez le había sucedido.

No había podido bajarse de la cama por la sencilla razón de que algo dentro de él le dijo que de hacerlo la mujer podría enojarse con él, lo cual solo haría su estancia allí, a la que faltaban algunas horas, mucho más incómoda. Además, si de verdad los vigilaban con cámaras, supuso que se vería sospechosa su actitud.

A final de cuentas, ¿qué podía hacer? Robin una mujer muy bella y la verdad era que no era tan incómodo estar a su lado. Transmitía cierto calor con su cuerpo. Había pasado mucho tiempo desde que Zoro, por unas o por otras razones, estuviera con una mujer.

Y aunque a final de cuentas no habían hecho nada, sentía que el poco contacto que habían mantenido le había hecho algún bien. No tardó en darse cuenta de lo bien que se sentía abrazarla y tener su cabeza recostada sobre su pecho.

-Me gusta cómo late tu corazón- le dijo ella entonces, como si estuviera escuchando sus pensamientos- es muy fuerte.

Zoro la miró con una enorme interrogante en su cabeza.

-La verdad es que me gustaste mucho, Zoro- sonrió ella, entonces, levantando su rostro hacia él-, me estaba preguntando si sería posible que saliéramos…pero sin involucrar ninguna otra cosa por supuesto, solo tú y yo.

Sus dedos delgados y suaves hacían pequeños círculos en el pecho de Zoro, que respiró profundamente y luego lanzó un suspiro.

-Supongo que estaría bien….también…también me gustaste.

Ella rio, y Zoro sintió algo verdaderamente extraño en el pecho. ¿Qué demonios estaba haciendo? Pero en fin. Considerando la situación supuso que aceptar verla de nuevo y tener una cita de verdad no era algo demasiado extraño.

-He de confesar- murmuró ella después de unos pocos minutos-, esto también fue una especie de prueba.

Zoro hizo un gruñido que sonaba interrogatorio, así que ella levantó un poco la cabeza hacia él, manteniendo su expresión relajada.

-Déjame explicar. Quería comprobar que son personas confiables, después de todo, si vamos a hacernos sus aliadas tenemos que tener cierta seguridad. Si fueras un pervertido te hubieras lanzado encima de mí a la primera provocación, ¿no es cierto?

-¡¿Lo hiciste a propósito?! ¿No era para confundir...?

-Shhh- ella le puso los dedos sobre los labios, para que se calmara y guardara silencio. A Zoro no le quedó alternativa que rodar los ojos, suspirar y callarse-, era un plan doble. Y ves que funcionó. Quién lo diría, pero me demostraste que eres respetuoso y un caballero. A final de cuentas parecía que era yo quien quería violarte- Zoro se tensó ante esta afirmación y se removió algo incómodo, enseñando los dientes, seguro de que ella había notado que por enésima vez se sonrojaba-. No te enojes, como dije…realmente me gustaste mucho. Tal vez demasiado.

Dicho esto, comenzó a trepar por su pecho hasta que alcanzó sus labios, y lo besó. Zoro se relajó y se dejó hacer, ¿qué diablos? podía ser la cosa más absurda que pasara en su vida pero se sentía perfecto. Lo primero que ella hizo fue acariciarle los labios con los suyos, tan suavemente que lo hizo relajarse y casi caer deliciosamente dormido bajo sus labios. Después lo fue instando a que los abriera y él lo hizo, poco a poco, disfrutando el beso como no recordaba que lo hubiera hecho antes alguna vez.

La sujetó de la cintura, clavándole los dedos en la piel y disfrutando cómo por primera vez en el par de horas que llevaban allí era ella quien se erizaba y se sonrojaba, y no él.

Zoro comprendió que acababan de iniciar algo. No sabía qué era, pero al parecer le iba a gustar, y mucho.

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Escuchó la regadera que estaba en el baño contiguo a la habitación. Se levantó de la cama y alcanzó su camisa que estaba tirada en el suelo. Se acercó a la única y simple ventana que había en la pared a lado de la cama y echó un vistazo por entre las persianas. Estaba amaneciendo.

Para cuando ella salió del baño él entró, complacido de comprobar que ya le habían mandado un cambio de ropa limpia y un par de toallas. Tomó un baño rápido con agua caliente y se vistió.

Cuando salió del baño, ella lo esperaba sentada a la orilla de la cama, que ya estaba hecha con admirable perfección.

-Hacen muy bien las cosas aquí, ¿no te parece?- preguntó Robin, pasando la mano por encima de las sábanas lisas.

Bajaron juntos a la calle, y una vez allí, ella llamó un taxi.

-Iré a trabajar, pero supongo que nos veremos en la noche, ¿está bien?

-Dependiendo de lo que digan mis compañeros.

Se regañó por usar siempre ese tono tan seco, pero a ella no pareció molestarle. En cambio le sonrió mientras el taxi se detenía junto a ella.

-Estoy segura de que los veremos allí. ¿Tienes el papel que te di?

Zoro lo sacó de su bolsillo y se lo enseñó.

Ella subió al taxi, haciéndole una seña a modo de despedida, y fue entonces que Zoro se dio cuenta de que en el reverso del papel había una nota que no estaba en clave. Era el nombre de Robin junto a un número de teléfono, y supuso que aquello era por si no hacían la alianza finalmente…volverse a ver.

Este pensamiento lo llenó de pronto de una incertidumbre extraña. ¿Debía llamarla?

Quizás primero debían esperar a ver qué sucedía en la noche. Tenía que llevar ese mensaje a sus amigos y hablar con ellos, pero sobre todo con Luffy, acerca de lo que debían hacer y cómo deberían de comportarse con ellas.

Comenzó a caminar de regreso, buscando con la vista si había un taxi o pensando que quizás debía de tomar el subterráneo, cuando escuchó su celular sonando con el tono monótono que había tenido desde siempre. Lo sacó de su bolsillo, aceptó la llamada y se lo acercó al oído.

-Diga.

-Marimo idiota, ¿Dónde estás?- la voz de Sanji se escuchaba más molesta y acelerada que de costumbre, y aunque esto llamó su atención decidió no darse aún por aludido. Aunque no era normal, para nada, que él le estuviera llamando solo para preguntarle dónde estaba.

-Voy de regreso, ¿qué demonios quieres, cejillas?

-Tienes que llegar pronto, Luffy está fuera de control.

El corazón de Zoro se detuvo por un instante. Aún con el celular en la oreja, miró a su alrededor con ansias. Luego comenzó a correr, decidido a tomar el subterráneo y se lanzó escaleras abajo por la primera entrada que encontró. Corrió con todas sus fuerzas hasta la entrada y buscó con la vista el precio del boleto en los letreros que había en la pared.

-¿Qué demonios pasó?- preguntó, recordando que Sanji seguía en la línea mientras sacaba cambio de sus bolsillos.

-No estamos seguros- susurró Sanji y Zoro tuvo la sensación de verlo mesándose los cabellos con desesperación mientras fumaba-, pero parece que le han dado a Ace pena de muerte.

Continuará…

Espero que les haya gustado este primer capítulo y se animen a decirme qué les pareció. Sé que no fue un capítulo muy largo, pero me di cuenta de que he estado haciendo las cosas muy forzadas últimamente. No quiero ponerme a echar rollo sin sustancia, así que iré escribiendo lo que crea que debe durar el capítulo, tal y como venga, ¿O qué opinan?

Bueno, muchos besos y hasta la próxima.

Los quiero :')

Atte.

Aoshika October