Hola!
Estoy aquí de vuelta con una nueva historia...si ya se que debo terminar las otras dos pero esque me he obligado a comenzar otra, ya saben tengo que vaciar ideas de mi mente.
Esta historia esta sacada (no estrictamente) de un foro de rol sobre Harry Potter que cree y la historia entre Severus Snape y el presonaje chica (que aun voy a dejar en suspense) me encantó, asi como todo lo que rodea a la Universidad de Jagdish.
Espero que os guste y tened la mente abierta ya que esta historia no se ciñe a los libros de JK, digamos que es un mundo paralelo.
CAPITULO 1: Conociendo Jagdish
Hay veces que cuando cambias de trabajo lo peor el comenzar, trabajar de maestro es fácil cuando tu fama provoca respeto y miedo en tus alumnos pero todo se acaba cuando eres despedido. Los chicos ya no te miran igual cuando te encuentran en la calle, toda tu vida empieza a cambiar, sobretodo cuando el dinero comienza a escasear.
Es en esos momentos en los que estas tirado en cualquier esquina del Callejón Knocturn cuando aceptas la ayuda de la primera persona amiga que te ofrece un trabajo, aunque sea en el otro lado del mundo. Aunque sea en la India.
Severus cambió de nuevo de postura en su cama, incapaz de dormirse pese a que su cuerpo estaba cansado por el viaje. Odiaba los barcos, le ponían enfermo y apenas era capaz de tomar bocado. El viaje había sido duro pero más duro había sido aprenderse cada rincón del nuevo castillo, llevaba más de una semana allí y aún se perdía de camino a su laboratorio.
Al menos aquí las escaleras no cambian de lugar
Estaba comenzando a dormirse cuando un golpe en la puerta lo sobresaltó. Cogió su bata y su varita y se encaminó allí, abrió la puerta y resopló.
"Yo también me alegro de verte, Sev" dijo una voz con marcado acento árabe.
"Son las 2 de la mañana, Ly, no pretendas que te reciba con los brazos abiertos" gruñó Severus mirando a su nueva directora. Lygia Nirek, era heredera directa de la fundadora de la universidad Sadma Jagdish y como todas las mujeres de su línea de sangre había heredado el puesto de directora. Personalmente, a Severus no le desagradaba del todo, era igual de entrometida o más que Albus pero era realmente hermosa y estaba completamente encaprichada con él.
En un principio pensó que nunca volvería a la Orden cuando Albus fue destituido del puesto por defenderlo y él fue expulsado de su puesto de trabajo y de la Orden. Vivió de sus ahorros hasta que se terminaron, hizo pociones ilegales pero no le daban suficiente dinero y se arriesgaba demasiado, su vida cayó en picado llegando hasta a estar meses sin probar bocado hasta que un día ella llamó a su puerta. Y le ofreció su puesto actual y de nuevo su puesto de espía en la Orden, a desagrado de la mayoría.
No estaba descontento, pero le desagradaba enseñar a mocosos descerebrados, comenzar en un sitio nuevo, nuevos profesores, nuevos alumnos...Odiaba los cambios y por mucho que lo negara, echaba de menos al viejo Dumbledore. También echaba de menos Inglaterra, Londres, Hogsmeade. El pueblo de allí, Bihar, era... diferente.
"Severus ¿piensas dejarme toda la noche en medio del pasillo?" La voz de ella lo sacó de sus pensamientos, miro a sus ojos verdes y le cedió paso. Ella caminó hacia su cama y se sentó en el borde, en ese momento Severus supo que esa noche no solo iban a hablar.
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La irritante luz del sol penetraba por la ventana clavándose en sus ojos, su expresión, antes calmada, ahora se contraía a causa de los rayos solares en su rostro. Sus párpados no tardaron mucho en revolotear abiertos, su boca soltó el primer gruñido del día. Odiaba su nuevo cuarto. En ese castillos los profesores tenían una sala común para los profesores, no era como en Hogwarts que cada uno tenía su pequeño apartamento en cada rincón del castillo.
Como la mayoría de las salas comunes estaba en una torre, con ventanas en cada cuarto, Severus odiaba las ventanas. Él era una rata de laboratorio, el murciélago de los calabozos, y como tal no estaba acostumbrado a tanta claridad por las mañanas. Su mal humor aumentaba con cada rayo de sol que se colaba por la ventana, otra cosa que echaba de menos era su pequeño apartamento en las mazmorras. Allí la sala común casi siempre estaba llena, era como volver a su vida de estudiante en Hogwarts, y no había nada que más odiase que encontrarse con los nuevos miembros del personal o con Lygia.
Al mencionarla en sus pensamientos recordó la noche de ayer, en la que habían comenzado a hablar y habían acabado en la cama, como siempre. ¿Estaría ella a su lado? Conociendo la respuesta se giro para comprobar que, efectivamente, se había ido. Como siempre.
Aun no comprendía la relación que tenía con ella, todo había comenzado un día al terminar una reunión en Grimmauld Place, ambos tomaron demasiado vino de elfo y acabaron, sin saber como, juntos en una cama. Se aclararon que no volvería a pasar pero no tardó mucho en acabar de nuevo en sus brazos. Y entonces todo comenzó, se veían de vez en cuando pero solo para desahogarse, luego a la mañana siguiente ambos se levantaban solos.
De repente su estomago rugió hambriento ¿cuantos días llevaba sin comer bien? Levantándose y vistiéndose con rapidez se dirigió al Gran Comedor antes de que se pasara la hora.
Al llegar allí pocos alumnos quedaban ya y algunos profesores, entre los que se incluía Lygia. Con su típico paso deslizante y apuesto camino entre las mesas redondas de los estudiantes de camino a la mesa de profesores. Allí se sentó tras murmurar un casto "Buenos días" y sin siquiera mirar a ninguno de los presentes.
Sus nuevos compañeros eran desconocidos para él, exceptuando algunos rostros como el de Selecto Carrows, hijo de Amycus Carrows y profesor de Artes Oscuras. Severus sonrió de lado, tan típico de él. El chico apenas tenia 25 y estaba seguro que sabía más Artes Oscura que cualquiera de los de su edad, incluso más que sus propios compañeros. Al menos al parecer era un buen chico, no como su padre.
También estaba allí Kevin Mcleed, profesor de Historia y Mitología y de Duelo. Sus clases solían llenarse hasta los topes de adolescentes hembras, el chico era apuesto y nunca desperdiciaba la oportunidad de tirarse a alguna de ellas. No tenía ninguna relación con él salvo las pociones matalobo que preparaba cada mes para él. También tenía el vago recuerdo de haberlo visto en alguna reunión de la Orden.
La mesa la completaban Ginevra Lovett y Eileen Malfoy, Aritmacia y Encantamientos, respectivamente. A cada cual más excéntrica y presuntuosa. Aún no comprendía como Lygia las había contratado, debían tener algo más que serrín en esas cabezas suyas o quizás algunas monedas de oro habían estado presente junto a sus curriculums.
Severus terminó su desayuno no sin antes comprobar de nuevo una de las mesas de alumnos, concretamente los de la Hermandad Balamrit. En aquella hermandad estaban aquellos que no eran humanos, vampiros, hombre lobo y, muy ocasionalmente, veelas. Según decían hay veces en las humanos eran enviados allí y acababan convirtiéndose en uno de ellos, misteriosamente.
Las demás hermandades eran menos conflictivas, quizás exceptuando a Kodhastra la Hermandad de aquellos adictos a la lucha, los que dominaban el arte del duelo ya sea con o sin varita, con o sin espada. La Hermandad Samahjaguni era la hermandad de los "cerebritos", como comúnmente era llamada entre los estudiantes, allí no solo estaba los dotados de gran inteligencia sino también aquellos que tuvieran el don de la adivinación o de la dominación de alguno de los elementos (tierra, aire, fuego o agua). Por ultimo estaba la Hermandad Gendakhela, hermandad llena de jugadores de Quidditch y de adolescentes descerebrados algo deportistas.
A Severus les había costado aprender cada uno de los nombres árabes de cada una de las Hermandades y prefería conocer a sus alumnos por las carreras que estudiaban: Magisterio, Empresariales, Periodismo, Medimagia, Auror o Jugador de Quidditch.
Mirando la mesa Balamrit dos personas captaron su atención. Una de ellas era Belu Malfoy, mortifaga consagrada, vampiro. Nunca se había llevado muy bien con ella, como con la mayoría de los Malfoys sus manías y su actitud le sacaban de quicio. La otra persona era Megan Lioncourt, otra mortífaga y también vampiro, ella le llamaba la atención, su familia se acababan de unir a los seguidores de Lord Voldemort. De repente ella desvió su mirada hacia él, que no se molestó en quitar la vista de ella, con descaro ella le sonrió, Severus la miro divertido antes de levantarse y salir de allí.
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La noche había caído, unos pasos se escucharon en el cementerio dentro de los terrenos de la Universidad. Solo dos personas estaban allí, una de ella acababa de llegar, gimiendo dolorido y agarrándose el muslo derecho. Sus ropas eran negras y en su capa llevaba el broche de los mortífagos.
De repente la otra persona allí se giró al escuchar los ruidos provenientes del nuevo visitante, caminó hacia él, preocupada. El hombre de nuevo gimió dolorido y pudo reconocer su voz, mas sus ropas no cuadraban con él.
"Pro-profesor?" tartamudeó la chica con cierta duda, repentinamente la cabeza de su profesor se elevó y la miró. Ella jadeó al ver su rostro, las ojeras se marcaban casi completamente moradas en su rostro pálido y extremadamente demacrado. Sus ojos la miraban como si no la reconocieran.
"Dame tu varita" exigió extendiendo la mano hacia ella, su voz estaba ronca. Ella con cierta duda se la dio y él más bien se la arrebató con rapidez. Ante sus ojos y sin ningún miramiento se rajó parte del pantalón mostrando un amplio corte que cruzaba todo su muslo y del que brotaba gran cantidad de sangre que manchaba todo su pierna.
"¡Profesor! ¿Qué le ha ocurrido?" jadeó ella casi al borde del desmayo, él se limitó a comenzar a curar su herida, qué en cinco minutos había dejado de sangrar y estaba cerrada.
"Dejará cicatriz" murmuró su profesor, de nuevo desvió la mirada hacia ella pero esta vez pareció reconocerla "Gracias, Srta Jane"
Rebuscando entre los bolsillos de la túnica de mortífago encontró una poción de color rojo oscuro, regeneradora de sangre de su propia cosecha, algo más efectiva que la normal. De un solo trago se la tomó y casi al instante comenzó a sentirse mejor, algo más cuerdo alzó la mirada a su alumna y la miró.
"¿Qué hacía aquí tan tarde?" dijo en un gruñido.
"Solo paseaba" dijo encogiéndose de hombros, Severus la miró con detenimiento. La chica estaba en Balamrit lo que significaba que no era humana. Que estuviera en el cementerio le hacía pensar que era una vampiro, pero había algo que lo hacia dudar.
"Esta fuera del toque de queda" gruñó levantándose, apenas podían verse los rasgos de ambas personas debido a que el cielo estaba encapotado de nubes, cosa que agradecía Snape ya que así sus ropas de mortífago no se apreciaban.
"Aún no comenzaron las clases así que las reglas no se aplican aún" respondió ella con la cabeza alta. Snape fue a comentar algo cuando notó como algo de luz se colaba entre algunas nubes, fue a tapar su emblema en la túnica cuando escuchó el grito ahogado de su alumna "¿Qué día es hoy?"
"miércoles, 15" dijo algo confuso, Snape levantó la mirada al tiempo que veía como el rostro de la chica se giraba hacia la luna llena que mostraba el cielo ahora más despejado.
"Profesor, yo...creo que usted no sabe algo de mi" dijo ella mirándolo ahora, sus ojos se volvieron amarillos. Snape comprendió al instante.
"Dígame que se tomó la poción" rogó él justo en el momento en el que ella comenzó a transformarse en un enorme lobo que al minuto estaba frente a él, mirándolo furioso y hambriento. Severus por instinto elevó su varita apuntándolo, era inútil correr ahora. El lobo comenzó a caminar hacía él mientras éste daba pasos lentos hacia atrás sin bajar la varita.
De repente una lápida lo hizo chocarse y caer, haciéndole dejar caer su varita que se perdió por la oscuridad. El lobo viendo su oportunidad se abalanzó hacia él y de un zarpazo rasgo sus túnicas y de otro arañó su rostro no muy profundamente, con otro golpe lo mando lejos. Severus jadeó dolorido, sin embargo divisó su varita no muy lejos. Levantándose corrió hacia ella.
El lobo al verlo correr corrió tras él a gran velocidad, alcanzándole y de nuevo cogiéndolo por la túnica lo lanzo contra una lápida. Severus cayó deslizándose por ella y notó como el lobo lo miraba fijo. Aprovechándose de eso entro con facilidad en su mente y proyectó el aullido de un lobo, esperanzado porque el licántropo creyera que era la llamada de su manada. El licántropo actuó como él quiso y con furia salió corriendo perdiéndose en el bosque.
Severus suspiró tranquilo y se levantó con dificultad, debía curarse para comenzar a hacer su trabajo como profesor de Pociones, comenzando por dos pociones Matalobos ya que al parecer el profesor Mcleed no era el único lobito suelto en el castillo.
