Hola! Yo soy Ranmaru y vengo a traerles una historia que me gustó mucho escribir, un InglaterraxLectora que se me ocurrió escuchando la canción "La tésis de un ángel cruel" de Charm, pues... eso, espero les guste
Disclaimer: Los personajes de Hetalia no me pertenecen, le pertenecen a Hidekaz Himaruya, y la canción "La tesis de un ángel cruel" tampoco me pertenece
"No pretendas convertirte en un ángel… si lo logras puede no gustarte…"
Tú y Arthur llevaban ya una par de meses saliendo, a ti te encantaba la forma tan gentil de tu novio de ver el mundo, siempre te intentaba ayudar a pesar de que a veces a él mismo se le hacía difícil, enseñándote de la magia que aguardaba cada rincón sólo a los ojos de los más atentos, tú eras una chica que gustaba de los elementos mágicos e historias fantásticas que Arthur se sabía de memoria y de los que solía presumir junto con Vlad y Lukas, que también son tus amigos. Lo único que tenías en contra de Arthur, era que parecía obsesionado con llegar a ser un ángel en tierra, y, al mismo tiempo, parecía avergonzado de lo mismo, sólo tú conocías su secreto gracias a la buena o mala suerte de haberlo encontrado más de una vez ayudando a quien se le pasara por delante y leyendo la biblia como si se tratara de una chica enamorada leyendo "Romeo y Julieta", así de concentrado estaba en lograr ese extraño deseo de ser un ángel.
Ángel
"Te estremecías de solo pensar en tu novio convertido en un ser de grandes alas blancas y poderes ilimitados, no, él debía quedarse junto a ti, no podía reemplazarte por cumplir un sueño imposible ¿verdad? Él te amaba, te lo había dicho muchas veces, nadie podía obsesionarse tanto como para acabar con meses de romance puro y hermoso para que le crecieran un par de alas ¿no es cierto? De todas formas le temías a esa posibilidad. Y le seguiste temiendo hasta aquél día.
El viento golpeaba las puertas y ventanas con fuerza, mezclándose con el sonido de la lluvia al caer y de los truenos cruzar el cielo después de que los relámpagos les abrieran el paso, no eran más que las siete de la tarde y Arthur estaba en tu casa atrapado por la tormenta, en sus manos una taza de té idéntica a la su novia frente a él, quien le hablaba constantemente para que al menos el ruido sonara por encima de la lluvia para amenizar la velada.
-Hoy me he encontrado con Vlas y Lukas- comenzaste con preocupación- me han dicho que llevan tiempo sin verse… ¿Es cierto?
-Sí, supongo que ya es hora de que el Magic Trio vuelva a las andadas, hace tiempo que no intentamos nuevos hechizos, aunque no es mucho considerando cómo es que están sus familias, aunque la mía no está mucho mejor… quizá debería ayudarles un poco ¿No crees _?/p
-Pienso que deberíamos juntarnos los cuatro y probar con ese hechizo para invocar a un unicornio, ese que me dijiste hace un mes que ibas a intentar para que fuéramos a dar un paseo en su lomo…-dijiste con algo de tristeza.
-Creo que no hay tiempo para eso, hay cosas más importantes en este momento… ¿sabes? Hay un albergue que necesita voluntarios ¿Te apuntas conmigo?
-Arthur… sabes que estas semanas voy estar metida en mis estudios, la semana de finales se acerca….
-En lo que tú estudias, yo me ocuparé del albergue, ya verás que cuando te toquen por fin las vacaciones podremos ir los dos- te comenzó a dar rabia, ¿no podía preocuparse de otra cosa? ¿Pensar un poco en el romance que se supone debían mantener?-O quizá podrías ir a medio tiempo a otro que hay más cerca de tu escuela ¡Podríamos ir los dos! Y…
-Arthur…-Le cortaste-¿Acaso no te importa lo que tenemos? Me prometiste ese paseo hace un mes completo…me dijiste que saldríamos, que te darías tiempo para mí… ¿Cuándo será eso?-el chico enmudeció, extrañaba pasar tiempo contigo, pero la misión angelical que tenía ocupaba más de su tiempo de lo que él desearía, ni caso.- Quiero pasar tiempo contigo, no solo ir a ayudar a todo el mundo, quiero hacer algo romántico, Arthur ¡Hace tanto que ya no somos más que compañeros de campaña!
-Si de mí dependiera, no sería así…
-¡Depende de ti Arthur Kirkland!- le gritaste poniéndote de pie y tirando la taza al suelo, que se rompió en un estrépito- ¡Depende de ti! Depende de ti…-repetiste bajando el tono de voz, casi soltando lágrimas y caminando hacia la cocina para buscar una toalla o algo para limpiar el desastre.
Arthur se levantó y caminó hasta la habitación que a él le correspondía en emergencias como aquella, se quitó la chaqueta que traía, el chaleco y la corbata, escuchó el sonido del viento y la lluvia golpear con fuerza el ventanal, supo que tu corazón sonaría igual en ese momento, un corazón triste agobiado por millares de emociones que lo golpeaban una y otra vez sin dejarlo tranquilo, te amaba, pero las misiones angelicales son algo que no se puede dejar de lado a menos que una fuerza superior te lo permita, de momento no había nada que él pudiera hacer. Te amaba, y lo tenía presente. Pero no podía hacer nada.
Te quedaste en la cocina un rato, te enjuagaste las lágrimas y pensaste un poco, estabas en verdad furiosa con Arthur, pero no podías evitar perdonarlo luego, lo sabías porque esa forma tan extraña de ser que tenía, era también una de las cosa que te encantaban de él. Te encaminaste a la sala para ir pedirle perdón por gritarle, pero él ya no estaba, así que fuiste a su habitación, pero lo que viste te dejó petrificada en la puerta. "No…no está pasando…Arthur es…" no quisiste seguir pensando en lo que pasaría a partir de eso, querías salir pero tus extremidades no te respondían. Arthur se giró, quizá porque te notó o por simple inercia, te miró directo a los ojos, sus hermosos ojos que transmitían tanta inocencia, tantos sentimientos dulces,chocaron con los tuyos color (tu color de ojos), tan tristes y a la vez lleno de deseos, que por un momento se le olvidó que tenía un destino que era ahora tan distinto al tuyo. Arthur ahora tenía puesta una túnica blanca y un halo flotaba por encima de su cabeza, pero lo más vistoso era sin duda que dos grandes alas le habían brotado de la espalda y exhibían majestuosidad divina por cada lado. Arthur era un ángel.
-(TN)...-susurró con voz dulce, algo que quizá no le habías escuchado en meses-¿Ya ves por qué no depende de mí?
-Tú… tú eres un… uno de ellos…-dijiste con un hilillo de voz, temblando de puro terror. Terror a la soledad que se aproximaba. Arthur se acercó a ti con sus hermosas alas blancas abiertas, soltando algunas plumas de paso.
-(TN)... No creas que no quiero, pero no puedo estar contigo, no siempre-te abrazó con sus brazos y alas, brindándote el calor que llevabas esperando tanto tiempo, sin poder creer que eso sería quizá el último gesto romántico que verías en él.-soy un ángel, y no puedo evitar serlo, como verás, aunque la verdad siempre me gustó mucho serlo, eres la única persona por la que lo dejaría, pero no puedo…no depende de mí…
-Arthur… ¿Entiendes para qué son tus alas?-esa pregunta pareció sorprenderle, ya que rió un poco con una adorable sonrisa, esas que solo dan los ángeles
-¡Claro, las alas son para volar!-asentiste llorando, la ingenuidad que presentaba era cautivadora, pero al mismo tiempo dañaba con mucha fuerza.
-Son para volar… volar lejos, Arthur-comenzaste con voz quebrada- lejos, al futuro, tan lejos… lejos del amor puro que tenemos… ¡Lejos de mí, Arthur!-terminaste con un grito y echándote a llorar en su pecho, frustrada, él apretó el abrazo y te acarició el cabello, no quería verte llorar.
-No llores… mis alas son para que vuele a ayudar a quien lo necesite, para que pueda salir por las ventanas y alcanzar las estrellas… un día te llevaré conmigo, te llevaré a lo más alto de la torre Eiffel, a la punta del Big Ben, a las pirámides egipcias, a dónde tú quieras ¡Ya verás que la pasaremos de maravillas cruzando el azul cielo!
-No se puede… tú buscaste convertirte en u ángel, tú elegiste alejarte volando de nuestra venta, abrir las alas y abrazarte al cielo… para dejarme atrás a mí y a todo lo que vale, tus hermanos, tus amigos, todo en nuestra vida.
No te soltó, no pensaba hacerlo, no podía permitirse que una persona llorar, no por él, como ángel que era no podía dejarte con aquella amargura, pero sabía que tampoco podía quedarse contigo por siempre, que algún día tendría que partir muy lejos, que tendría que dejarte para salvar a alguien, que Dios le encomendaría alguna misión en especial y él no podría negarse a cumplirla, nadie podía negarse a la voluntad de Dios, en especial él, que era un ángel. Un ángel que se había enamorado de una humana. De ti.
"Ser humano, demonio cruel o ángel… si lo logras puede no gustarte."
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