30 de julio, todo está tranquilo y apacible en Privet Drive, o al menos eso parece, ya que en el nº 4 de esa misma calle no todo es normal, aunque la familia que vive allí lleva años intentando disimular la "anormalidad" que vive con ellos cada verano.
Allí, en su pequeño cuarto se encuentra Harry Potter, recogiendo sus cosas, sus objetos mágicos, aunque sabe que no los necesitará todos, pero no quiere dejar nada en casa de sus tíos muggles.
-¡Por fin!. Pensó Harry. ¡Por fin me voy de esta odiosa casa y espero no tener que volver!- Aunque en realidad sentía algo de pena por dejar la casa, pues a pesar de que le habían tratado como a un elfo doméstico (o peor), ese había sido su "hogar" y había vivido allí desde pequeño.
-A fin de cuentas, tampoco me han tratado tan mal... pero, ¿¡Qué estoy diciendo?- exclamó Harry.
-Mañana cumplo 17 años, la mayoría de edad, y vendrá a recogerme el profesor Lupin para llevarme a La Madriguera, según ponía en la carta que le entregó una oscura lechuza. En la carta también decía que tengo que decidir donde voy a vivir cuando acabe el último curso en Hogwarts, que al final va a permanecer abierto para los alumnos que quieran seguir cursando allí sus estudios mágicos, reflexionó Harry en voz alta.
Hedwig también le había llevado otra carta, ésta también incluía una invitación a la boda de Bill y Fleur. En la carta le decían que la boda había cambiado de día, pues la que tenían prevista no podía ser porque había luna llena, por lo que ni Bill ni Lupin iban a poder asistir, y obviamente, sin Bill no habría boda.
Harry pensó que el cambio de fecha le perjudicaba bastante, llevaba desde que recibió la carta reestructurando su plan, pues tenía pensado marcharse de La Madriguera la noche de bodas. Harry no tenía intención de volver a Hogwarts, no hasta que no hubiese acabado con Voldemort y sus mortífagos.
Había otra razón por la que Harry no quería volver a Hogwarts, pero esa no la iba a reconocer delante de nadie, como mucho ante su querida Ginny, esa razón era, por supuesto, los recuerdos que el colegio le iba a traer... Dumbledore muerto... no podría soportarlo. Llevaba todas las vacaciones reviviendo los últimos acontecimientos que habían sucedido en Hogwarts, estaba desolado, se sentía más sólo que nunca, triste, amargado...
- No puedo amar, se decía Harry. No me está permitido, todas las personas a las que he querido y han estado unidas a mí han muerto, han sufrido o han sido heridas por esa razón. No voy a permitir que esto continúe, quiero estar con Ginny, ver a Lupin, a los Weasly, a Hermione, a Hagrid... y saber que no les ocurrirá nada.
Pero antes, tendría que encontrar los horrocruxes y destruirlos, para después poder eliminar a Voldemort, no iba a permitir que este acabase con él, ante la perspectiva de ser víctima o verdugo, tenía muy claro que sería lo segundo.
Harry bajó a cenar y, por primera vez, durante la cena hablaron un poco con él. Incluso parecía que a su Tía Petunia le daba pena que se fuera, pero si así era no lo dijo.
-¡Bueno muchacho, al fin te vas de esta casa! Deseaba que llegara este día, ¿cómo dices que vendrán a recogerte?- preguntó tío Vernon.
-A las 8 de la mañana vendrá a por mí el profesor Lupin, pero no me ha dicho que medio utilizará... supongo que se aparecerá por aquí cerca. Donde no le puedan ver –aclaró Harry al ver la cara que ponía su tío- lo que no sé es como nos iremos, todavía no tengo el permiso para la aparición...
- A mí eso ya me da igual, ya no vivirás aquí, ¡qué gran noticia!
Tras la cena, Harry se fue a su cuarto a ultimar detalles, escuchó a sus tíos y a Dudley irse a la cama, pero justo cuando alguien pasaba por su cuarto le pasaron una nota bajo su puerta. Harry la cogió y reconoció la letra, era de Dudley:
Harry, ahora que te vas y tras los comentarios que ha hecho mi padre, me he dado cuenta de cómo te hemos tratado. No eres "anormal" pero si diferente a nosotros, perteneces a otro mundo, pero aún así, quiero que sepas que te compensaré por como te he tratado... aún recuerdo como me salvaste del "demención" o como se diga...; quiero que sepas que siempre que necesites algo, puedes pedírmelo, pero que no se enteren mis padres, sobretodo papá.
Siento haber sido tan desagradable estos años.
Dudley
Harry se sorprendió mucho con la nota, no lo podía creer, ¡Dudley le estaba pidiendo perdón y le ofrecía su ayuda! Jamás lo habría imaginado. Se dispuso a contestarle:
Gracias Dudley, lo comprendo, me has tratado como te han enseñado a tratarme. No tienes que disculparte, no te guardo rencor. Gracias por ofrecerme tu ayuda. Me mantendré en contacto contigo, a no ser que no quieras. Tranquilo lo haré por correo normal.
Harry
Como Harry estaba encerrado en su cuarto, pues su tío seguía sin fiarse de él, le dio la nota a Hedwig para que se la diera a su primo.
Pero no habían acabado las sorpresas para Harry esa noche, pues muy de madrugada, se despertó al oir que alguien abría su puerta, era su tía Petunia, Harry al verla se hizo el dormido y ésta se sentó al borde de su cama.
-¡Harry, ¡Harry despierta!- Le susurró Petunia.
-¿Qué ocurre?- le preguntó Harry.
-Harry, ahora que te vas y que tu tío está durmiendo he pensado que deberías tener unas cosas que eran... eran de Lily –dijo esto con los ojos llorosos – ven, tenemos que ir al trastero.
Se dirigieron hacia allí sin hacer ruido por temor a que Vernon despertara. Una vez allí, Petunia encendió la luz y se puso a buscar en las cajas, hasta que encontró una en la que estaban escritas las iniciales L.E., la cogió y se la dio a Harry.
-Harry, todo lo que hay en esta caja son cosas de tu madre, ahora son tuyas. Te ruego que no las mires ahora, no quiero que se despierte ni tu tío ni tu primo. Llévatela contigo y mírala cuando ya no estés aquí. Pero deja que me quede una cosa, como recuerdo, al fin y al cabo era mi hermana.
-Claro, dijo Harry. Gracias Tía Petunia, pero ¿porqué no me lo dijiste antes?
-Porque tu tío no lo habría permitido.
-Gracias tía Petunia, ¿qué te quieres quedar?. Preguntó Harry mirando lo que había en la caja.
-Esta foto, es de cuando éramos pequeñas, nos la hicieron tus abuelos, espero que no te importe.
-Claro que no, ¿puedo verla?
-¡Por supuesto!
-Es muy bonita, ¿podrías ponerla en el salón? Si quieres, claro. Lo digo porque es bonita y es un recuerdo, es mejor que este a la vista, si te preguntan no tienes porque decirle a nadie que la otra niña era tu hermana.
-Tienes razón, Harry. Creo que sí que la pondré, y no tengo porque mentir sobre quien es la niña. Ahora vámonos a la cama. Buenas noches.
-Buenas noches.
Harry se despertó pocas horas después, junto al amanecer. Ya lo tenía todo preparado para irse, incluyó la caja con las iniciales L.E, en el equipaje y se fue a la ducha, pues a su tía se le "olvidó" volver a encerrarle, aunque él ya podía hacer magia. Cuando salió de la ducha todavía dormían todos, desayunó alguna cosa y se quedo esperando la llegada de Lupin con nerviosismo.
Cuando este llegó, extrañamente aún dormían los Dursley, así que Harry les dejó una nota diciéndoles que ya se había ido y agradeciéndoles que le hubieran permitido vivir allí esos años.
-¡Cuánto has crecido en un mes, Harry! –Se sorprendió Lupin. ¡Se te ve más fuerte y musculoso!
-Es que ya que no podía hacer nada aquí, decidí mejorar mi físico, me he ayudado con alguna poción aparte del ejercicio que he realizado, también es importante, todo lo que sea mejorar en algún sentido es importante, estamos en guerra, ¿no? –Dijo harry comenzando a sonrojarse.
-Sí, Harry, sí. Espero que no te importe que pasemos antes por mi casa a recoger unas cosas antes de ir a La Madriguera...
-Claro que no profesor. Pero, ¿cómo vamos a ir? Todavía no he hecho el examen de aparición.
-Harry, ya no soy tu profesor y en cuanto a cómo iremos, haremos la aparición conjunta, sabes lo que es, verdad? Cógete a mi brazo y nos apareceremos juntos.
-Vale. –Dijo Harry apenado, pues eso le había hecho recordar a Dumbledore.
