Saludos! No estaba muy segura acerca de subir este fic ya que se trata de baile y pensé que nadie se interesaría pero debe haber por ahí alguna otra bailarina/twilighter como yo. (:

Espero que lo disfruten.

Los personajes son de Stephenie Meyer


Capítulo 1: Talento

La suave canción de piano comenzó. Tomé un hondo respiro y me adentré al escenario. Cinco...seis...siete...ocho... Quinta posición, Changement, Changement, Changement, Pas de Bourree, Pirouette. Doy un vistazo y me percato de que el teatro está repleto. No permito que los nervios me traicionen y continúo. Ejecuto cinco Fouettes perfectamente y cierro con doble Piruettes. Doy varios pasos Chassé y Grand Jeté. Sonrío al público y salgo del escenario victoriosa.

"Buen trabajo." Me felicitó mi profesora.

Yo solo sonreí amablemente y continué mi camino hacia el camerino. Cuando me vieron entrar todas las chicas se emocionaron y salieron corriendo pues era su turno. Ellas son bendecidas al no tener que hacer solos como yo. Ellas bailan juntas así que si se equivocan nadie se da cuenta. Por que me escogen a mí para bailar sola? Odio tener tanto talento.

"Bella, ya quita esa cara." Dijo Alice.

"Hay! Me asustaste. No escuché cuando entraste."

"Amiga, anímate. Tu solo salió a la perfección. Todas las chicas de la academia desearían tener tu talento." Dijo Alice intentando mejorar mi estado de ánimo.

"Me siento culpable por esto. Ellas deberían tener mi talento, no yo." Murmuré cabizbaja.

"Bueno, ya no quiero que estes triste. Terminaste tu participación?" Preguntó.

"Sí, mi último número fue el solo."

"Pues que esperas? Levántate de ahí y cámbiate. Es hora de irnos." Me animó.

Comenzé por quitarme las puntas. Gemí del dolor al ver mis pies. Tenía dos uñas partidas y estaba realmente lastimada. Intenté ignorar mis pies y me cambié el resto del atuendo. Alice casi se desmaya al ver mis heridas.

"Bella Swan! Por el amor de Dios! Qué te ocurrió?" Preguntó sorprendida. "Eso te pasa por no tomar las debidas precauciones". Me reprendió. "Si mi madre te ve no la pasarás muy bien." Alice es la hija de la maestra Esme, la dueña de la academia, y tenía razón. Si la maestra me pilla con los pies así no me irá nada bien.

"Lo siento, llegué tarde y no tuve tiempo." Me escusé. Era increible que mi mejor amiga me estuviera regañando.

"La próxima vez llegarás dos horas antes." Bromeó.

Salimos del camerino antes de que todas las demás bailarinas llegaran corriendo como locas. Al parecer piensan que están en el hipódromo. Estoy totalmente segura de que la maestra Esme las regañará cuando se entere del escándalo que estan haciendo.

"Mi niña! El recital estuvo hermoso." Escuché la voz chillona de mi madre. Me giré y puse la mejor sonrisa que pude.

"Gracias mama."

"Has mejorado mucho desde la última vez pero aún quiero tu Grand Jeté más alto. Además hiciste muy pocos Fouettes. Cinco son muy pocos para demostrar tu potencial..." Me coloqué mis audífonos sin que se diera cuenta y finjí que la escuchaba. No me interesa escuchar sus críticas acerca del recital.

Llegamos a casa y cuando me quité los audífonos me frustré al escuchar que mi madre aún seguía dando sus críticas. Es cierto que ella sabe muchísimo acerca del ballet pero debería irse a hablar a otra parte. Al parecer le agrada agobiarme con sus cosas.

"La próxima vez me quejaré con la maestra Esme. No saliste en el baile final."

"Mamá, salí en todos los bailes desde el principio." Participé en todas y cada una de las coreografías y mi madre se enoja porque no salí en el cierre. De todas maneras el cierre tuvo una breve duración de treinta segundos apróximadamente.

"Pero..." Intentó proseguir.

"Olvídalo mamá." La interrumpí.

"Estoy muy agotada. Me iré a dormir." Dije con fastidio dándole a entender que no me interesaba entablar una conversación con ella en estos momentos.

Llegué a mi habitación y rápidamente me tiré a la cama. No tenía sueño así que me dediqué a reflexionar un poco. Ya tengo diecisiete años. La vida se me ha ido. No tuve infancia. Desde los dos años estoy tomando estrictas clases de ballet día a día. Casi nunca pude salir a jugar con mis amiguitos porque según mi madre no podía lastimarme. Mi cuerpo debería estar perfectamente preparado para el ballet y no podía tener ni la más mínima raspadura. Mi infancia estuvo llena de mucho dolor y sufrimiento. Los fuertes entrenamientos a los que era sometida podrían considerarse como inhumanos. Además de tener que tomar clases todos los días, mi madre me entrenaba en casa. Me pusieron en puntas a los seis años cuando a las demás bailarinas las ponen a los doce o trece. Tengo un talento extraordinario pero hay un pequeño detalle...no me gusta bailar.


Espero que hayan disfrutado este primer capítulo. Si tienen dudas acerca de algún paso pueden preguntarme o buscarlo en internet.

Que dicen? Lo continúo?