Fuego. era lo único que sentía mi cuerpo ,que parecía arder en llamas, hasta que este dolor tan fuerte se trasladara a mi corazón para latir lo más rápido que pudo hasta dar ese último latido y así acabar con el dolor más intenso que había sufrido que hasta te hacia desear la muerte antes de seguir viviendo.
Mientras el dolor se acababa podía escuchar todos y cada uno de los sonidos del lugar donde estaba; escuchaba el canto de un pájaro, como el viento rozaba la maleza y las hojas de los árboles y también el ruido que hacían unos animales al moverse en el pasto. No recordaba haber oído esto antes, ni aunque todo estuviese en silencio, nunca llegaba a escuchar con tanta claridad los sonidos.
Sentí la necesidad de abrir los ojos para conocer el entorno en el que me encontraba, pero me sorprendió ver todo con tanta resolución, podía ver todas y cada una de las partículas de polvo que me rodeaban, las diferentes y coloridas flores de los arbustos con sus motas de polen, podía ver toda la claridad del mundo las grietas de las hojas de los arboles. Parecía que había estado ciega toda mi vida.
Pero yo casi no recordaba que era de mi "vida", apenas si recordaba que me llamaba Isabella Swan y que vivía con mis padres Charlie y Renee una vida modesta pero con mucho amor. Tampoco recordaba cómo es que había llegado hasta este lugar, ni que día era, ni siquiera en qué país o estado me encontraba. Cuando intentaba recordar y forzar a mis recuerdos a que salieran a flote una extraña y demasiado molesta sensación en mi garganta me distrajo.
Tenía sed; pero no era una sed normal, era como si hubiera pasado una semana en un desierto sin beber nada de agua. Inmediatamente me fui a un pequeño lago que estaba cerca y bebí un sorbo de agua; pero era asquerosa, en lugar de que acabara con mi sed, la hacía más intensa. Pero un olor delicioso hizo que centrara todos mis pensamientos en el, se escuchaban los latidos de dos corazones bombeando litros de sangre que olían muy rico. No lo pensé dos veces y corrí a una velocidad inhumana hacia donde se encontraba ese dulce olor y vi ante mis ojos a dos excursionistas que estaban en el lugar equivocado y me abalance sobre ellos directo a su yugular. Bebí hasta la última gota de sangre de esos humanos hasta que mi sed se apaciguó un poco y fue entonces donde caí en cuenta.
Yo no era una humana, acababa de beberme la sangre de aquel los excursionistas, corría a una velocidad impresionante y todos mis sentidos estaban muy desarrollados. Tenía tantas preguntas en mi cabeza (que por cierto ahora trabajaba más rápido) hasta que pise un charco de agua y aproveche para ver mi reflejo. Esa no era Bella Swan la persona en el charco era mucho más bonita, con los rasgos más finos y unos impresionantes ojos rojos que parecían inyectados en sangre. Mi propio reflejo me daba miedo a mí principalmente con esos atemorizantes ojos carmesí, yo no quería esta vida, ahora me daba cuenta de que tendría que matar a inocentes humanos para poder vivir y tendría que aprender a soportar esta molesta sed.
Pero tenía que aceptarlo, yo ya no era la Bella de antes, ahora yo era un vampiro.
