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•·.·´¯·.·• Kazahaya y los gatos ·.·´¯·.·•

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-Estúpido gato! Estúpido encargo! Estúpido Kakei!

-Es que no vas a parar de despotricar durante toda la tarde?

Kazahaya le miró enfadado.

-Verás, Rikuo... tengo frío, tengo hambre, tengo sueño, y sobre todo tengo ganas de asesinar a Kakei.

-Y eso?

-... Estúpido Rikuo...

Kazahaya se dio media vuelta y comenzó a andar a paso ligero, dejando atrás a Himura. Kakei les había encargado buscar un gato. Color canela, les había dicho. Con los ojos oscuros y una herida en la oreja izquierda. A Kazahaya le había parecido un encargo fácil, es más, anteriormente habían cumplido un trabajo parecido buscando a aquél gatito que después se les había escapado. Pero esta vez era diferente. Tres días. Tres. Tres puñeteros días buscando al puñetero gatito. Y Kazahaya estaba más que harto, porque además hacía un frío que pelaba y encima Rikuo sólo hacía aquello que mejor se le daba hacer: fastidiar(le)

Se dejó caer abatido en el primer banco que encontró, y cerró los ojos. Sintió cómo Rikuo se sentaba a su lado. No pronunciaron palabra durante un largo rato, hasta que Kazahaya volvió a abrir los ojos con cansancio.

-No lo encontraremos nunca- sentenció con la vista al frente.

-Tal vez.

-No crees que lo mejor sería ir a decirle a Kakei que lo dejamos estar?

-Tal vez.

-Mm... pero estará con Saiga.

- Tal vez.

-Qué crees que estará haciendo con Saiga? O qué estará haciendo Saiga con él? Puede que...?

- Tal vez.

-Aaah, ya lo entiendo todo! Nos han mandado a nosotros a buscar algo que en realidad no existe para quedarse ellos dos... solos... haciendo...- en ese momento Kazahaya puso una cara muy extraña, mezcla de asco y sorpresa- ...no puede ser... verdad? T-tú crees que... Kakei y Saiga... Saiga y Kakei...

-...

-...

- Tal vez...

-Podrías dejar de decir "Tal vez"? Me estás poniendo de los nervios, Rikuo!- Rikuo se limitó a dedicarle una de sus mejores miradas asesinas-. Será mejor que volvamos... aunque nos quedemos sin paga, mejor eso a morirnos de frío en el banco de un parque- se levantó sin muchos ánimos-. De todas maneras, jamás encontraremos ese gato...

Se puso en pie, y por poco se cae cuando algo pasó entre sus pies. Trastabilló, pero cayó en los brazos de Rikuo. Alzó la vista esperando encontrarse con la mirada burlona de su compañero, pero Rikuo no le hacía caso. Su mirada estaba fija en el suelo, un poco por delante de donde se encontraban. Kazahaya giró un poco la cabeza, y entonces lo vio.

Un gato. Color canela. Con los ojos oscuros y una herida en la oreja izquierda.

Kazahaya se soltó precipitadamente de los brazos de Rikuo y se agachó delante del animal. Dios, si Kakei no hubiera especificado que lo quería ver vivo, se habría hecho un bolso con él. El gatito dejó de lamerse la pata y le miró a los ojos. Y Kazahaya no pudo apartar la vista de esa mirada.

-Qué pasa con el gato...?- preguntó Rikuo inclinándose sobre su compañero- Es pariente tuyo o algo?

Para su sorpresa, Kazahaya no contestó. Le pasó la mano por delante de los ojos. Le movió un poco del hombro. Le pellizcó una mejilla (sin mucha suavidad). Pero Kazahaya no reaccionaba. Esto ya se pasaba de raro. Miró al gato, también estaba inmóvil. Y entonces el cuerpo de Kazahaya cayó hacia atrás, y Rikuo consiguió sujetarle en el último momento.

-Hey, estúpido, reacciona!

Le miró a los ojos, pero no tenían vida. Comenzó a asustarse de veras, pero en ese momento las pupilas de Kazahaya se alargaron hasta convertirse en dos líneas muy finas y sus ojos se hicieron más rasgados, más alargados, más... felinos.

-Tú, bastardo, suéltame!

Pero Kazahaya no había abierto la boca. Entonces, quién...? Rikuo miró al gato. El gato miró a Rikuo. Y entonces lo entendió todo.

-Ahora sí eres un gatito.

-Cállate! No sé que ha pasado! Qué estás haciendo conmigo? Por qué eres tan grande? Desde cuándo tengo tanto pelo? QUÉ HACES?- Rikuo había dejado el cuerpo de Kazahaya sobre el banco y se había agachado a recoger al gato-. Suéltame, suéltame, suéltame!

-Seguro?- Kazahaya miró hacia abajo desde los brazos de Rikuo.

-Mejor no me sueltes- le clavó las uñas en la camiseta.

-Jeje nunca pensé que pudieras llegar a ser tan mono.

-No soy mono! Soy un gato! Estoy en el cuerpo del maldito gato! Un momento... eso significa que el gato está dentro de mi cuerpo?- Kazahaya (versión gato) trepó hasta el hombro de Rikuo y miró por encima de él. Pero Rikuo se giró hacia el banco y el gatito quedó de espaldas.

-Hey!- Rikuo le cogió entre los brazos con cuidado y lo acomodó lo mejor que supo. Kazahaya le agradeció interiormente el gesto, pero mordió el dedo de Rikuo cuando éste se rió.

-No tiene gracia!

-Sí la tiene, créeme.

En el banco, Kazahaya, o mejor dicho, el gato en el cuerpo de Kazahaya, se lamía la mano derecha tranquilamente, sentado de una manera extraña y balanceando la pierna izquierda. Kazahaya, entre los brazos de Rikuo, notó cómo se le erizaban los pelos de la espalda.

-Eh, tú! Devuélveme mi cuerpo!

El chico dejó de lamerse la mano y miró al gatito a los ojos. Esbozó una sonrisa con burla y siguió con su tarea de asearse.

-Mierda...

Rikuo sonrió y alargó la mano.

-Eh... minino... ven aquí, bonito...

El chico del banco volvió a alzar la vista, pero esta vez se levantó y fue derechito hacia Rikuo. Maulló suavemente y dejó que Rikuo le acariciara la cabeza.

-No hagas eso!- desde los brazos de Rikuo, Kazahaya comenzó a ponerse nervioso. No quería admitirlo, pero no le había gustado que Rikuo le acariciara la cabeza a aquél... gato... y no a él.

-Está bien, está bien... volvamos a la perfumería- dejó a Kazahaya en el suelo con cuidado. Sabrás andar?

-Pues claro!- y se cayó de bruces al suelo.

-Parece que no controlas mucho tu nuevo cuerpo, eh?- tan sólo recibió un gruñido de protesta por parte de Kazahaya-. Anda, ven aquí-. Lo cogió con cuidado y lo acomodó en su pecho. Kazahaya hundió su cara en el cuello de Rikuo y ronroneó un "gracias" muy flojito. Rikuo esbozó una sonrisa y, cargando al gatito con un brazo y cogiendo de una mano al cuerpo de Kazahaya, se dirigió a la perfumería.

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-Saiga, deja de reírte!

-Es que... es que... pff...- y arrancó un nuevo ataque de risa.

-No tiene ninguna gracia!

Por toda respuesta, las carcajadas de Saiga se hicieron aún más estridentes.

-Vamos, Saiga, deja al chaval- Kakei acababa de entrar en la habitación-. Parece ser que os costó bastante encontrara al gatito eh?

-Pues... bastante...- reconoció Rikuo.

-Vaya... pues más os va costar encontrar una forma de que Kazahaya regrese a su cuerpo.

Kazahaya se echó a llorar. Saiga hacía enormes esfuerzos por aguantarse la risa.

-Hasta entonces, Saiga y yo cuidaremos del cuerpo de Kazahaya.

Kazahaya se puso blanco. Saiga puso cara de pervertido. Kazahaya rompió otra vez a llorar. Y Saiga se rió por lo bajo.

-Mejor pensado, YO cuidaré del cuerpo de Kazahaya- Kakei temía por la integridad física del cuerpo del muchacho-. Rikuo-, llamó al chico-, tú te encargarás de cuidar de Kazahaya versión gato ok?

-Está bien...- la verdad es que no le desagradaba en absoluto la idea. Se levantó del sillón- vamos, gatito.

Kazahaya torció el morro, bajó del sofá de un salto y... quedó tumbado en el suelo.

-...

-...

-...

-Muajajajajaaaaa!

-Saiga! Esto no tiene gracia!

Kakei se levantó del sillón y se llevó a Saiga a rastras. Y Kazahaya se quedó allí, tendido en el suelo y escuchando cómo la escalofriante risa de Saiga se perdía por el pasillo.

-Rikuo...

-Mh?

-No me puedo levantar...

-Vaya, vaya, así que el gatito no controla su nuevo cuerpo y no sabe andar...

-...

-Parece ser que me va a tocar enseñarte a caminar...

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-Vamos, Kazahaya, sólo un pasito más!

-No quiero! Me da miedo! Por qué pones esa voz tan rara? Me duelen las patas! No crees que es suficiente por hoy?

-Si no aprendes a andar me tocará cargar contigo hasta que averigüemos la forma de devolverte a tu cuerpo.

-Pues no me importaría...- murmuró mirando hacia el suelo.

Rikuo suspiró y se agachó ante el gatito. Le tomó una pata y con la otra mano le alzó el rostro. Buscó su mirada, pero Kazahaya le evitaba.

-Venga... sólo inténtalo...

-... Está bien...- volvió a ponerse en pie (a cuatro patas XD) e intentó dar un paso. Rikuo sonrió al ver que no se había caído. Kazahaya dio otro paso. Y otro. Y otro más.

-Ves como no era tan difícil?

Kazahaya no contestó, simplemente se alejó de allí trotando hacia las escaleras. Dio un salto y subió el primer escalón de milagro, pero al segundo salto calculó mal las distancias y cayó hasta el suelo. Rikuo le recogió y subió las escaleras con su nueva mascota entre los brazos.

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Rikuo se levantó tarde aquél día. Le dolía mucho la espalda y estaba realmente cansado. Se desperezó y estiró las piernas, y su pie topó con algo suave y blandito. Destapó las sábanas con rapidez y suspiró aliviado al ver a Kazahaya enroscado en sus piernas. Comenzó a acariciarle detrás de las orejas, y el gatito ronroneó suavemente.

-Buenos días...- susurró cuando Kazahaya entreabrió los ojos. El gato se estiró, mostrando las uñas, y bajó de la cama de un salto- qué hacías en mi cama, gatito?

-Dormir- y desapareció por una rendija de la puerta. Himura sonrió y se levantó de la cama. Se dio una ducha rápida, y se puso a preparar el desayuno. El gatito estaba sentado en una de las sillas de la cocina, vigilando todos sus movimientos.

-Me siento observado- dijo Rikuo distraídamente mientras preparaba su desayuno-. Qué quieres para desayunar?

-Mmm... leche?

Rikuo ahogó una risa y sacó un cartón de leche de la nevera. La puso en un plato y Kazahaya bajó de un salto cuando Himura vertió el contenido del cartón en un plato. Desayunaron en silencio.

-Kakei me ha dicho que tengo vacaciones hasta que se solucione todo esto.

-Vale...

-No te alegras?

-De qué?

-De que me quede aquí contigo.

Kazahaya bajó la vista y volvió su atención al plato.

-Sí.

-Mm... creo que lo primero que podríamos hacer sería visitar la casa de donde salió ese gato.

-Ese monstruo salió de algún sitio?

-"Ese monstruo" vivía con su dueña hasta que ella murió. Estaba muy enferma, según me ha contado Kakei, y sólo tenía a su gato... y el gato sólo la tenía a ella. Se ve que cuando se quedó solo, comenzó a desarrollar poderes extraños y a hacer destrozos en su barrio.

-Ah...

-Y ahí fue cuando lo encontramos. En fin... será mejor que nos pongamos en marcha, no crees?

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-Esto está lleno de polvo...

-No te quejes tanto y comienza a buscar algo que nos sea de ayuda.

Estaban en un edificio viejo y desgastado, sucio y lleno de polvo. Kakei les había indicado la dirección, pero no les había advertido de que a aquél lugar le hacía falta una buena limpieza.

Kazahaya iba delante, dando saltitos, y Rikuo iba detrás, palpando las paredes, con miedo de caerse.

-No veo muy bien... Es que nadie se molestó en abrir las cortinas en esta casa? Al menos podría funcionar la instalación eléctrica...

-Rikuo, te vas a chocar con...

Plof! (Rikuo al suelo)

-... ésa cómoda. Estás bien?- saltó sobre la espalda del moreno y se plantó frente a su cara.

-Au... claro, como tú eres un gato y ves bien en la oscuridad, puedes ir alegremente por aquí, pero yo no, sabes?

-Lo siento...- le lamió el rostro. Rikuo se levantó de golpe, tocándose la mejilla con una mano y se dio media vuelta para intentar ocultar un leve sonrojo.

-Voy a abrir las cortinas.

Kazahaya le miró mientras se alejaba, moviendo la cola lentamente.

-Te vas a dar con un sillón- advirtió, y oyó un golpe y un quejido-. Por qué no me haces caso?

-Cállate... los gatos no hablan...

Rikuo llegó hasta las cortinas que colgaban lúgubres en una pared de la habitación y las corrió de un tirón. Comenzó a toser, estaban llenas de polvo, pero al menos había entrado suficiente luz a la estancia.

El gatito se subió a una mesa y comenzó a pasearse por encima. Le vinieron a la mente recuerdos de aquella casa, cuando el gato era el gato y no él, y cuando la mujer que vivía allí todavía vivía. Se sorprendió a sí mismo sintiendo pena por el pobre animal, pero sacudió la cabeza y buscó con la mirada alguna pista. Casi por intuición, bajó de un salto de la mesa y salió del comedor, corriendo por el pasillo. Rikuo le seguía tropezando con los muebles.

-Se puede saber qué mosca te ha picado?- preguntó sobándose el brazo, se acababa de pegar con un reloj de pared.

-No lo sé!- gritó el gato. Giró a la izquierda al final del corredor y entró a una estancia grande, quizá la única bien iluminada de toda la casa. Era un dormitorio decorado en colores claros, y se notaba mucho más cuidado que el resto de la casa. Y a los pies de la cama, había una cesta con un cojín de aspecto cómodo. Y sobre el cojín, un collar de gato de color negro. Parecía bastante antiguo.

-Lo he encontrado! Rikuo, lo he encontrado! Rik...- alguien le cogió por atrás y le tapó la boca con una mano. No era Rikuo. Pero le habían inmovilizado de tal forma que no podía ni girar la cabeza. Intentó morder la mano que le apresaba, pero no pudo, y vio con desesperación cómo le sacaban de allí, lejos del collar, lejos de la casa, lejos de... Rikuo.

-Kazahaya!- entró a la habitación, pero no vio a nadie- Kazahaya? Gato estúpido, dónde estás?- miró debajo de la cama. Se mordió el labio inferior-. Kazahaya, en serio, esto no hace gracia.

Los ojos de Rikuo se toparon con el collar. Lo cogió y supo que era lo que estaban buscando. Pero sin su gatito no serviría de nada. Vio la ventana abierta. "Estará afuera", pensó. Así que se guardó el collar en un bolsillo y salió de la casa precipitadamente. Tenía que encontrar a su gatito.

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19 de junio de 2006

Me alimento de reviews. Dame de comer.