Prólogo
Mensaje de las Autoras:Hola, ¿qué tal?, el siguiente prólogo, marca el inicio de la historia de nuestra querida Leah, empezando por cómo sucedió su nacimiento, como ya dijimos, esta historia será el principio de una nueva generación protagonizada por Leah, mi amiga Tinyfillyderpy y yo esperamos que les guste, gracias a los que les ha gustado nuestro fic tipo piloto para este gran proyecto, bueno, ha llegado el momento de dejarlos disfrutar de este capítulo convertido en prólogo, les deseamos a todos un feliz día.
Sofia The First no nos pertenece.
Los aires fríos de el invierno se podían sentir en el reino de Albuquerque, muy frío para algunos pero para otros significaba el inicio de una temporada llena de diversión sobre hielo, precisamente en el palacio se podía sentir la alegría en el aire.
Un Hugo adulto estaba disfrutando de cada uno de los giros y volteretas que realizaba gracias a su amor al baile sobre hielo pero este ya no era un príncipe y su amor ya no era sólo para aquel artístico deporte, ahora era el rey de Enchancia y su gran amor, su esposa, es nada más y nada menos que aquella pequeña niña que le había enseñado el trabajo en equipo y la importancia de alcanzar tus sueños sin importar lo que digan los demás, esa misma, que ahora era toda una mujer de 22 años y con la cual era muy feliz, era sin duda el amor de su vida.
Pero cabe destacar que no estaban solos, si bien, sus familias estaban con ellos pero había alguien en particular que estaba por llegar, un miembro tan especial que sin aún haber llegado, se ha ganado el amor eterno de su amada Sofia y él.
Por lo general disfrutaba de dicho baile con su reina pero no podía debido a su condición, así es, la ahora reina Sofía de Enchancia, estaba embarazada de 8 meses, después de un año de casados habían recibido la hermosa noticia de que serían padres.
No podrían ser más felices, a pesar de que Sofía había estado difícil estos 8 meces.
Muchas veces Hugo tenía que pararse en medio de la noche a buscar algún antojo que ella quería y no se hallaba en el castillo, sus cambios de humor casi lo vuelven loco pero sabía que todo esto era normal en una mujer en su estado por no decir que muchas veces la autoestima de su mujer bajaba cada vez que lo veía con princesas delgadas y voluptuosas, haciendo que llegara a pensar que le avergonzaba y que los dejaría a ella y a su bebé pero siempre le calmaba diciéndole que es hermosa y que nada hará que se alejase de su lado, la amaba a ella y a su hijo o hija y nadie cambiaría eso, nunca.
Justamente, la joven reina, se encontraba viéndolo patinar, sentada en una manta de picknick con algunos alimentos y chocolate caliente, quería poder acompañar a su esposo pero su doctora le prohibió hacer baile sobre hielo hasta después de tener al bebé, por lo que solo podría observarlo disfrutar de aquella danza que hacía.
Se sentía feliz de verlo disfrutar el deslizarse y volar mágicamente con aquellos patines encantados sobre el hielo de aquel lago, en esta época congelado, frente al castillo, como cuando era un niño temeroso de que sus amigos se burlaran de él y que su padre se enojara y se lo prohibiese pero que al final pudo vencer sus miedos y hacer lo que más quería, demostrándole a todos que tenía el talento nato para aquel baile que decían era solo para niñas pero que ahora muchos niños tomaban con la esperanza de llegar a ser tan buenos como el mismo Hugo.
Sus familias y ellos estaban en el palacio de Albuquerque para celebrar el aniversario del reino, Axel era ahora el rey y estaba casado con la hermana mayor de Hildegard, Astrid, tenían dos niñas, gemelas, de un año, la mayor se llamaba Abigayl y la menor Elisabeth, los habían invitado además que Hugo era su hermano, ellos se encontraban dentro del castillo arreglando todo lo que se necesitaba para la fiesta pero su esposo y ella habían querido pasar un tiempo a solas, mejor dicho, los tres, sin embargo él parecía algo..extraño, estos últimos días y ella esperaba que estas festividades lo alegrarán.
De hecho, parecía distraído mientras desarrollaba su danza sobre hielo, en medio de un giro pudo ver que perdió el equilibrio y se tambaleó hasta caer de trasero en el hielo, se preocupó al oírlo quejarse y luego ir hacia dónde estaba ella.
"¿Hugo, te encuentras bien?" - le preguntó mientras este se sentaba a su lado con el sueño fruncido.
Su voz parecía haberlo sacado de algún tipo de transe, al principio se sorprendió pero al ver su hermoso rostro lleno de preocupación le dolió saber que él tenía la culpa de su angustia, así que le dedico la sonrisa más tierna que pudo, ella era su vida y por nada en el mundo quería verla triste, ni siquiera por él mismo.
Se le acerco, tomó su rostro entre sus manos y le beso con mucho amor, cosa que ella correspondió de la misma manera, no lo negaría, era una adicta al sabor de sus besos, adoraba sentirse amada por él pero debía admitir que un presentimiento le decía que lo hacía para no decirle la verdad. Al separarse le sonrió.
"No te preocupes mi amor, estoy bien...solo perdí la concentración por un segundo, tú belleza me distrae mucho, ¿sabes?" - dijo con su típica sonrisa juguetona, a la cual ella sonriendo volteo los ojos, algunas cosas nunca cambian.
"Sabes que puedes decirme lo que sea" - de verdad estaba preocupada, lo conocía mejor que nadie y sabía que era muy difícil que él se equivocara en su rutina de baile, solo podría significar que algo le estaba molestando y lo que fuera estaría allí para ayudarle, como siempre lo hacían, incluso antes de ser novios y ahora esposos, siempre que uno de los dos necesitaba ayuda el otro estaba ahí para apoyarlo, al principio fue por amistad pero luego eso se convirtió en amor.
"Está bien, te lo diré" - dijo algo serio después de un profundo suspiro - "lo que pasa es que..."
"¡Sofía, Hugo!" - Ese era el grito de Amber, interrumpiéndolos y a pesar de que no le gustaba que los molestaran cuando intentaban estar a solas, esta vez lo agradecía ya que así podría evitar tener que decirle la verdad a su esposa.
"¿Amber?, ¿que sucede?" - preguntó Sofía al ver a su hermana tan apurada.
"Oh, Sofía, necesito que me ayudes a escoger el vestido del baile de esta noche, por favor" - a pesar de los años, Amber nunca cambiaría, aunque era un poco más madura su gusto por la moda y los lujos no la abandonaba, sin embargo, su pasión por las estrellas la ayudaron a ser la primera princesa en estudiar astronomía y su estrella, Amberina Mayor, era una de las más apreciadas por poetas e historiadores.
La reina Amber, del reino de Satin, era ahora la esposa del rey Desmond, ambos tenían un hijo de la misma edad que las hijas de Astrid y Axel, llamado Andrew, estaban en el castillo de Albuquerque debido a que el reino de su esposo es socio comercial de este.
Hugo rodó los ojos, nunca entendería esa preocupación de las mujeres por su aspecto y vestimenta, agradecía que Sofía y Amber eran muy distintas, mientras a su cuñada le gustaba que todo fuera mucho más grande, su esposa era feliz hasta con lo más pequeño, siempre se lo decía, lo más valioso para ella era su familia, una de las cosas que más le fascinaban de su forma de ser.
"Bueno..." - A Sofía le gustaba ayudar a su hermana, cada vez que podía pero sabía que su esposo también la necesitaba.
"Está bien, Sofí, ve con ella, te necesita, yo debo ir a ver a mi hermano" - Decidió aprovechar la distracción de Amber para evitar que Sofía siguiera indagando en la fuente de su molestia.
Le dio un rápido beso en los labios y otro en su abultado vientre para después ayudarle a recoger todo y dejarla ir con su hermana.
Se sentía mal por mentirle pero no quería que se preocupara, menos en su estado, sin embargo, tarde o temprano tendría que decirle, solo esperaba que no fuese muy pronto, decidió quedarse otro rato y tratar de distraerse bailando un poco más.
La noche llego y el baile empezó, sin demoras ni contratiempos, se prometió a sí mismo distraerse, olvidarse de sus miedos y enfocarse en su esposa, la cual no podía verse más hermosa en su vestido blanco y azul y su hermoso cabello adornado por la corona de reina heredada por su madre, ahora veía que era cierto lo que Desmond le había dicho, eso de que las mujeres embarazadas eran tan sensuales como cuando no lo estaban, porque no pensaba en nada más en que el baile se acabara y poder ir a su recámara y llenar a su mujer de besos y caricias, Dios, todo el baile se le había pasado devorándola con la mirada y besarla cada vez que podía, aunque rápidamente se reprochaba el ser tan hambriento, en momentos como estos maldecía el hecho de que su doctora había dictaminado que se les estaba prohibido tener relaciones hasta después de que nazca el bebé y Sofía se recuperase pero se dijo que tenía que ser paciente, ya después podría disfrutar del cuerpo de su esposa al máximo, ella era la mujer más hermosa que sus ojos hayan visto y era toda suya además en su vientre llevaba al fruto de su amor y no podría estar más feliz con ello.
Durante todo el baile pudo notar las miradas de muchos hombres sobre ella, solo les faltaba babear, si, estaba celoso, ¿quien podría culparlo?, solo estaba protegiendo lo que es suyo, esos hombres no sabían con quien se metían, pasó el resto de la velada pegado a ella con su mano entrelazada a su brazo y al terminar todos regresaron a sus habitaciones y antes de entrar a la suya la cargo al estilo novia, como en su noche de bodas y la recostó sobre la cama, sabía que no podían tener relaciones pero eso no quitaba que pudiera mimarla a ella y a su bebé.
"Hugo, tengo que cambiarme" - le decía ella en medio de la risa, le gustaba lo romántico que era.
"¿Te he dicho lo hermosa y sexi que te ves embarazada, mi reina?" - esto hizo enrojecer a Sofía, se odiaba por ser tan débil ante esa sonrisa galante suya.
"Hugo, recuerda que no podemos..." - él se adelantó y la beso para después juntar su rostro con el de ella.
"Lo sé, lo sé...sé que no podemos hacer nada aún pero eso no quiere decir que no te diga cuánto te amo y bese tus labios" - le decía en un susurro - "Oh, Sofía, no sé...que haría sin ti"
"Hugo" - presentía que más por demostrar su amor, lo decía por miedo o tristeza.
"Por favor, prométeme...que no me dejaras solo...por favor" - Con una gran cara de preocupación y tristeza, se aferró al cuerpo de su sorprendida y preocupada esposa, acomodo su cabeza en su pecho, donde estaba su corazón, como si buscara asegurarse de que este siguiera latiendo.
Sofía sentía que se le rompía el alma de ver así a el hombre que amaba, el padre del bebe que estaba creciendo dentro de ella. Con amor y ternura enterró sus dedos en el cabello negro como la noche y comenzó a acariciarlo y funcionaba, Hugo sonrío.
"Siempre estaremos juntos Hugo, te amo" - le susurró con ternura y de repente sintieron algo proveniente del vientre de Sofía, tal parecía que el bebé también quería animar a papá porque en ese momento pudieron sentir unas pataditas haciéndolos sonreír.
Después de un rato se cambiaron y se fueron a dormir, bueno, más bien, la dormida era Sofía, él no podía hacerlo, cada vez que cerraba los ojos aquel terrible recuerdo inundaba su mente, esto era lo que le molestaba, ayer por la noche tuvo una horrible pesadilla.
Sofía estaba dando a luz y después de que el bebe nacía le decía la felicidad que la embargaba pero luego gritaba de dolor y se asusto, de repente le pedía que buscase el amuleto y se lo diera a su hijo, no sabía a qué se refería pero él prometía que lo haría, cuando le preguntaba porque de un momento a otro le decía "Hugo, te... amo" para luego cerrar sus ojos, la pequeña mano femenina parecía que perdía peso y sentía como si su cuerpo comenzará a enfriarse.
Desesperado la llamaba y la volvía a llamar pero ella no habría sus ojos y por lo que se veía, nunca más lo haría, solo podía significar que su esposa...había muerto, presa del pánico y la desesperanza aprieta el frágil cuerpo de su amada contra el suyo como si así la reviviera y evitará que la apartaran de su lado, aprieta sus dientes con rabia y mientras lágrimas de dolor corren por sus ojos lanza un grito que bien podría mover hasta los confirmes más oscuros de la tierra y allí es cuando despertó, respirando con dificultad y con miedo la busco y el alivio le llegó al cuerpo al verla profundamente dormida junto a él.
Ese era el gran miedo que tenía y ¿si ese sueño se volvía realidad?, indagando un poco más en su memoria dedujo que se debía a que eso mismo le pasó a su madre.
La antigua reina de Albuquerque, su mamá, había muerto después de que él naciera, los doctores decían que el parto había sido difícil, antes de morir ella fue la que le había dado el nombre de Hugo, su padre no se atrevió a contradecirla, varias veces se culpó por ello pero su padre y hermano le decían que era algo natural, tarde o temprano todos tendríamos que irnos para siempre a pesar de dejar muchas cosas y seres queridos atrás pero sinceramente no podría vivir sin esa luz que ella proyectaba y que día a día lo llenaba de felicidad, ella era su vida, su mundo, tendría a su bebé pero y ella?, no había que malinterpretado, adoraba a ese pequeño ser que juntos crearon, era parte de ambos pero la amaba con toda su alma y nunca se resignaría a vivir sin ella, si fuese por él iría hasta el mismo infierno para buscarla, por lo que le pedía y rogaba a Dios que eso no se volviera realidad y que estuviesen juntos y felices por toda la eternidad, lo que es, incluso, más allá de la muerte.
Y así pasó la noche, perdido en sus pensamientos y cuando menos lo espero ya había amanecido, hoy sería el festival.
Cuando comían el desayuno, le pareció un poco gracioso ver la cara que todos ponían al mirar cuanta comida estaba comiendo su esposa, este era su tercer plato, ante el asombro del resto de los hombres, exceptuando a su padre, hermano, Desmond y su suegro, James no lo comprendía del todo ya que su esposa Vivian apenas empezaba su embarazo, los demás ya lo habían vivido y de por sí sabían que nunca debías bromearle sobre su peso a una mujer, menos a una embarazada, eso ya lo había aprendido a la mala, Sofía lo había castigado mandándolo a dormir en una de las demás habitaciones del palacio.
"Wooo, hermana, ¿no crees que ya es mucha comida?, vas a engordar" – se rio, todos se le quedaron viendo a James como si le dieran el pésame, mientras Sofía le dirigía la mirada más fría que tenía, esto le dio un escalofrío al pobre rubio.
"¿Que fue lo que dijiste?" - le siseo ella, con aquella mirada que podría quebrantar el valor del caballero más valiente.
"No,..n..nada..no..no dije..na..nada" - estaba que se moría del miedo, hasta Vivian estaba asustada, si su esposo no tenia cuidado con su boca pronto podría seria viuda.
"Así está bien, hermanito" - le sonrió como si nada para luego regresar a la mirada de fulminante de hace unos minutos atrás - "pero la próxima, piensa antes de hablar"
"Si" - el peli rubio estaba sudando frío y tragando duro, al ver que su hermana se volvió a concentrarse en su comida, se acerco sigiloso a Hugo para susurrarle - "tú eres muy valiente"
Ciertamente le dio un poco de risa que su cuñado tuviera miedo del mal humor de su esposa y que la de este lo regañara por su atrevimiento, le hubiera respondido de no ser porque se sentía muy cansado, debido a su insomnio. Tanto era su agotamiento que no noto la mirada sería de su padre sobre él, lo conocía y sabía que algo le preocupaba.
"Oye, campeón" - le llamo, usando el apodo que siempre le daba cuando era niño - "me gustaría que pasaras por el despacho antes de irnos a la feria, necesito hablar contigo" - Hugo lo miro extrañado, ¿que querría su padre?
"De acuerdo, papá" - Con eso trato de volver a su desayuno aunque en realidad su cuerpo cansado y soñoliento deseaba dormir y dormir todo el día, la cuestión era que cada vez que se quedaba dormido su pesadilla con su esposa regresaba, haciéndole pasar muy mal sueño.
Más tarde se dirigió al antiguo despacho de su padre, toco la puerta y este lo invito a pasar, al entrar puedo ver la mirada sería que su progenitor reflejaba.
"¿De qué querías hablarme papá?" - preguntó al momento que se sentaba en una de las sillas frente al escritorio.
"Hijo, algo te molesta y quiero saber que es" - le preguntó yendo directo al grano.
Esto lo tomó por sorpresa, su padre era muy perseverante y sabía que podía leer sus mentiras, al verse atrapado no tuvo más opción que decir la verdad.
"Papá...no he dormido bien...desde hace dos días" - el antiguo rey de Albuquerque se alarmó y se le acerco para ver su rostro con detenimiento, eran pequeñas pero se podían notar las bolsas negras debajo de los oscuros verdes ojos.
"Pero ¿cómo es eso?, ¿por qué no has dormido?, ¿acaso Sofia y tú discutieron, se pelearon? - miles de preguntas surgieron, para que tal situación le pasara tenía que ser algo grande.
"No, papá, no es eso, más bien...Sofia no sabe nada...yo no sé lo he dicho" - le estaba costando mucho pero se dijo que su padre sería el único además de su mujer que podría escúchele y ayudarle.
"¡¿Qué?! Y... ¡¿por qué?!" - no entendía porque su hijo le ocultaba algo tan grave a su esposa.
"Porque no quiero preocuparla, ella está embarazada, no quiero que la preocupación pueda hacerle daño"- Hugo no miraba a su padre mientras hablaba de hecho, tenía sus ojos fijos en el suelo.
"Es sobre ella, ¿verdad?" - sabía que lo que a él más le importaba en esta vida era su esposa, algo fuerte tenía que pasarle a Sofía para que estuviese así, suspiro profundamente buscando las palabras correctas - "sabes que puedes confiar en mí, anda, dime que te preocupa"
Guiado por el apoyo que su progenitor siempre le brindaba, cambio su vista hacia el rostro de este viendo que sus palabras eran acompañadas por una afable sonrisa, esa que solo tenía para las personas de su familia, incluidas su cuñada y su esposa, las quería como sus hijas.
Flashback
Por su mente pasó el recuerdo de cuando era un niño de tan solo 2 años, merodeando por los grandes y largos pasillos del castillo buscando a su madre, era un bebé, aún no entendía que ella no estaba, al no encontrarla hizo lo único que un niño de su edad podría hacer, llorar, lloro y lloro desconsoladamente en aquel pasillo oscuro hasta que por fin alguien fue en su ayuda, era su padre muy sorprendido de verlo fuera de su habitación, al saber el porqué no pudo más que cargarlo y abrazarlo con fuerza.
"tranquilo, campeón, papá está aquí, no importa que, donde o cuando, sabes que siempre estaré allí para ti" - aquellas palabras estaban cargadas de sentimiento, porque si, su padre estaba llorando con él en ese momento, le dolía ver sus hijos sufrir por la pérdida de su madre, Axel con 5 años apenas lo comprendía, sin embargo, sabía que le afectaba pero Hugo, a él era el que más le había golpeado no tener a su progenitora para cuidarlo y llenarlo de amor, pero se prometió a si mismo ser un mejor padre cada día, mostrarles que siempre podían contar con él en las buenas y en las malas.
Fin del Flashback
Regresando a la realidad, nota que su padre lo espera con los brazos abiertos, como si hubiera leído su mente, como si el mismo recuerdo hubiera pasado por su cabeza, no puede más y corre a esos brazos que de niño siempre lo calmaban y le brindaban calor, dejando que ríos de lagrimas escapasen de sus ya de por sí hinchados ojos.
Garrick, abrazo con fuerza a su pequeño campeón, no importaba que ya sea un adulto, estuviese casado y fuera el rey de otro reino, siempre sería su pequeño hijo.
Mientras lloraba empezó a soltar lo que le acomplejaba.
"¡Soñé...que Sofía...moría...papá!" - los ojos del viejo hombre se abrieron desmesuradamente, eso sí que era horrible, ya entendía la angustia que tenía.
Se separó de su padre para explicarle mejor, poco a poco le contó la pesadilla completa, ahora podía comprender porque no había podido pegar un ojo en dos noches seguidas.
"¿Lo entiendes papá?, por eso...no quiero decirle a Sofía, se asustaría, no quiero que nada, nada malo les pase a ninguno de los dos" - le dijo aún llorando, refiriéndose a su bebe, mientras tapaba su rostro con ambas manos en señal de frustración - "¡tengo tanto miedo de que esto...se haga realidad y la pierda...la pierda para siempre!"
Pudo notar la angustia en las palabras de su hijo, se veía fatal.
"Hugo, es solo mal sueño, no pasara, tú madre tuvo que irse porque era su momento, dudo mucho que después de todo lo que atravesaron Sofía y tú para estar juntos llegue a sucederles algo como eso" - le aseguro tratando de que con sus palabras él consiguiera relajarse - "necesitas hablar con Sofía, ella entenderá"
"No, estaré mejor, tienes razón, solo debo dejar de pensar en ello, le diré cuando lleguemos a casa" - su padre no estaba de acuerdo pero sabía que no podía intervenir.
"Está bien pero promete que se lo dirás tan pronto lleguen" - En verdad no quería decirle pero sabía que tarde o temprano tenía que hacerlo, le prometió que le contaría todo a su esposa.
El festival estuvo excelente, a pesar de que había señales de que se avecinaba una fuerte tormenta de nieve, eso no los desanimo, se divirtieron con los juegos y con los diferentes antojos que el bebe le pedía a mamá, la casa de los sustos fue la atracción preferida de Hugo, porque Sofía lo abrazaba cada vez que se asustaba, mientras paseaban por los diferentes juegos miraba como su pequeña esposa disfrutaba del estar juntos, aferrada a su brazo y con los ojos acompañados por esa sonrisa llena de amor y entonces cayó en cuenta de que se había pasado todos estos días tan preocupado por el futuro que no le prestó atención al aquí y el ahora, estaba con su mujer, disfrutando de una tarde de juegos y risas, este era su presente y no lo cambiaría por nada del mundo.
Detuvo su paso sin previo aviso, lo cual extraño a Sofía.
"Hugo, que..." - no pudo terminar ya que este la estaba besando con amor y marcada pasión, no sabía él porque de ese beso pero no le importo y le respondió con la misma intensidad.
Al separase, beso su frente con dulzura mientras la envolvió con sus fuertes brazos poniendo su barbilla en su cabello y cerraba sus ojos permitiendo que su nariz aspirará un poco de el aroma a fresas del cabello femenino, sabía que ella podía darle toda la fuerza que necesitaba para salir adelante.
"Sofía...mi amor...eres lo que más amo en este...te amo, te adoro...por favor...nunca lo olvides" - se dio cuenta de que su voz sonaba quebrantada.
"Oh, Hugo, también te amo, últimamente te he notado angustiado y distraído, ¿qué sucede?, ¿estás bien?" - él le sonrió muy feliz, si, ahora sí estaba bien, todavía tenía miedo de que su pesadilla se hiciera realidad pero el sentirla en sus brazos, su calidez y escuchar su voz lo hacían olvidarse de todo mal.
"Ahora sí, Sofia, mi Sofia" - la volvió a besar para luego poner su mano en su vientre - "ya falta poco para que estés con nosotros bebe, ¿sabes?, pensaba que si es una niña la llamemos... Leah, ¿estás de acuerdo?"
"Por supuesto que sí mi vida" - y de nuevo la beso, no sabía que lo había mantenido preocupado estos días pero ya no importaba el brillo de aquellos hermosos ojos verdes oscuro habían regresado y se le notaba su felicidad ya podía estar más tranquila.
Así continuaron paseando un rato más hasta que llegó la noche y regresaron al castillo, algunas nubes de tormenta invernal se avecinaban pero no les importó, cuando se fueron a dormir por primera vez en dos días Hugo pudo dormir, sin embargo, exceptuando al inicio el resto del día la había pasado excelente con su amada esposa, así que se dijo que nada malo podría suceder, lamentablemente el destino les tenía una sorpresa preparada.
Todos en el castillo estaban durmiendo, no había ni un solo ruido, Hugo estaba acostado de espaldas a Sofía, afuera la tormenta de nieve había empezado pero dentro del castillo todo era tranquilidad,...hasta ahora.
Sofía comenzó a moverse inquieta, de pronto sintió como un retortijón muy fuerte en la parte baja de el abdomen pensó que tendría necesidad de usar el baño pero al tocar la cama de su lado la sintió húmeda, se asusto, ¿que podría estar pasando?, entonces volvió a sentir aquel horrible dolor y esta vez más fuerte parecía que se intensificaba a cada minuto, entonces a su memoria llego lo que su doctora les había explicado sobre lo que sucedía para que una mujer diera a luz y fue cuando cayó en cuenta, ¡había roto fuente!, ¡los dolores eran contracciones!, pero ¿cómo?, si apenas tenía 8 meses de embarazo y ¿si su bebé pudiera correr peligro porque el parto se adelantó?.
Asustada intento despertar a su esposo, lo zarandeo y llamó desesperada y luego de unos minutos por fin reaccionó, un poco adormilado pero reaccionó.
"Mmm..Sofía, ¿que pasa? - le dijo bostezando debido a la somnolencia que tenía.
"¡Hugo!, ¡Hugo!, ¡rompí fuentes!" - le gritó explicándole pero parecía que él aún no entendía.
"¿Fuentes?, ¿de que hablas? Y ¿porque estas tan alterada?" - obviamente aún estaba dormido, Sofía no tenía paciencia en estos momentos, las contracciones se hacían cada vez más fuertes y dolorosas, así que hizo lo que toda mujer en su lugar haría, lo tomo del cuello de su ropa de dormir y le grito a todo pulmón.
"¡ROMPÍ FUENTE, SIGNIFICA QUE ESTOY EN ENTRANDO EN TRBAJO DE PARTO, EL BEBE YA VIENE! ¡AAAAAAHHHH!" - empezó a hiperventilar por el esfuerzo.
Hugo quedó atónito, no, no podía suceder, no ahora, ¿que iba a hacer?, no sabía nada de traer bebes al mundo, lo que sí sabía es que había una tormenta de nieve, no podrían llegar con el médico en esas condiciones y cuando por fin reaccionó el pánico se apoderó de él.
"¡¿Qué?, ¿cómo? No es posible!" - parecía que su mente quería negarlo pero Sofía estaba allí, gritando de dolor, rogando por que hiciera algo.
"¡HUGO!" - Sentía como si un cuchillo caliente la estuviera partiendo en dos, no resistiría por mucho tiempo.
"¡¿Qué hago?!... ¿te traigo agua?, heee... ¿busco a tu mamá?, ¿te llevo con ella?, ¡¿QUE HAGO?! - como todo padre primerizo estaba siendo presa de los nervios mientras daba vueltas y se pasaba las manos por el pelo despeinándolo.
"¡Hugo!, busca...a mí mamá...¡BÚSCALAAAAAAA!" - Sofía no podía soportar más, las contracciones eran cada ve más repetitivas y insoportable.
Sin pensarlo mucho corrió casi como una bala humana hasta la habitación de los padres de su esposa y una Miranda muy preocupada salió de esta seguida de un Roland extrañado por tal alboroto causado por su nuero.
Casi no podía respirar, había tenido que correr tres pisos más arriba de donde estaba su habitación con Sofía.
"¿Hugo?, ¿qué pasa?, ¿por qué estás así?" - Miranda estaba asombrada nunca había visto al esposo de su hija de esta forma.
"Sofía...va...a tener...al...bebe...ya..." - y así cayó de rodillas por el esfuerzo, a pesar de que era muy atlético el nerviosismo le había jugado una mala pasada y lo había cansado.
"¡¿QUE?! - habían dicho los antiguos reyes, causando que los demos salieran de sus habitaciones alarmados.
Axel corrió hacia su hermano para ayudarle a levantarse seguido de su esposa y su padre. - "Hermanito, ¿que pasa?, ¿por qué estás tan alterado?, ¿qué les pasó a los padres de Sofia?"
"¡Es Sofia, va a dar a Luz!" - eso dejo a todos sorprendidos, Amber dejó a su hijo en brazos de su esposo y se fue corriendo detrás de sus padres seguida de James y Vivían, luego de Astrid y por último Desmond con el bebe en brazos.
Axel y su padre se miraron preocupados, ¿sería posible que la historia se repitiera?, comenzaron a pedirle a Dios porque no.
Tan pronto como sus piernas recuperaron su movilidad salió disparado de regreso a su habitación, esa misma en la cual su mujer estaba gritando de dolor.
Ya en la habitación, Miranda, una temerosa Vivian y Amber evaluaron la situación viendo a su hija, amiga y hermanita toda sudorosa y gritando del increíble dolor que sentía.
"¡Sofía!" - Entro casi deslizándose por el piso como lo hacía por el hielo.
"¡Debemos buscar al médico!" - Sugirió James un poco sorprendido de ver a una de sus hermanas en ese tipo de precariedad, oh, lo que le esperaba cuando su bebé naciera.
"¿Pero cómo?, ¡afuera hay una tormenta invernal, nadie puede salir así y si viniera tardaría horas!" - contestó el antiguo rey de Albuquerque conociendo el tipo de clima que hacía en esta época en su reino.
"¡Pero papá, Sofía no puede esperar! No se...¡NO SE QUE HACER!" - estaba desesperado, de repente y sin previo aviso pudo sentir una mano que le volteó el rostro de una sola cachetada, por un segundo quedo estático pero luego se recuperó para ver a su cuñada viéndolo con molestia, iba a preguntar el porqué de aquella osadía pero la chica fue más rápida y lo agarro por el cuello dejando a todos asombrados, todos menos su pobre agonizante mujer esperaban que la rubia no lo matara.
"¡ESCÚCHAME BIEN HUGO, SOFÍA ESTÁ EN TRTABAJO DE PARTO Y TE NECESITA CUERDO, CON LOS SINCO SENTIDOS SOBRE LA TIERRA, ASÍ QUE DEJA DE ACTUAR COMO IDIOTA Y AYÚDALA, NO QUE ELLA TENGA QUE AYUDARTE A TI!" - y con eso lo soltó, dejando a todos sin aliento y esperando que su terapia de shock sirviera para hacerlo aterrizar a tierra.
Si, Amber tenía razón, Sofía y su bebé lo necesitaban ahora más que nunca, desesperarse no era una opción, con una mirada decidida asintió y se acerco a su esposa y la beso en la frente mientras está se sostenía de sus hombros con ambas manos presa de otra contracción.
"Sofía, el bebe va a tener que nacer aquí pero sé que lo harás bien, perdóname, no debí dejarme vencer por el miedo, te amo tanto mi amor" - le susurró con sus rostros juntos esperando que su amor la ayudara en tan difícil tarea, la de traer a su hijo al mundo.
"¡Bien, Roly, Vivian, Amber, necesito que traigan mantas limpias y agua caliente, por favor!" - pidió Miranda, no sabía mucho de esto pero su hija necesitaba ayuda y ella no se quedaría con los brazos cruzados.
"Axel y yo les ayudaremos" - aseguró Astrid, a lo cual su marido asintió y corriendo fueron a buscar lo necesario, pues ya habían pasado por lo mismo aunque de diferente forma.
Mientras Desmond tuvo que salir, ya que su hijo empezó a llorar debido a los gritos de su tía y en el otro extremo de la habitación estaba Garrick mirando a su hijo menor con orgullo pero al mismo tiempo rezando porque su nuera y él bebe salieran bien de todo esto.
Los demás llegaron con las cosas y además, dos criadas se ofrecieron para ayudar a la reina de Enchancia con su parto.
"Ok, ahora necesito que el resto, excepto Amber y Vivian, salga de la habitación. Lo siento Hugo pero tienes que salir" - le indicó su suegra, mirándolo con compasión.
Su padre le tocó el hombro indicándole que tuviera fe y con eso en mente se dispuso a salir de la alcoba y así hubiera sido de no ser por la misma Sofía que lo llamo.
"¡HUGOOO!, no, no..te vayas,..por favor..mamá,..por favor que...él se quede,...lo necesito a mi lado...para poder hacer esto. ¡Aaaahhh! -suplico, necesitaba tenerlo cerca, sentir que él estaba allí para sentirte segura.
"Bien, Hugo..." - Miranda no necesitó decírselo, este mismo corrió directo a tomar la banca y delicada mano de su amada y besarla con todo el amor que tenía, listo para darle de su fuerza si era necesario para tan a ardua y difícil labor.
El resto de los hombres, junto con Astrid, salieron de la habitación para dejar que las mujeres hicieran su trabajo y así el parto improvisado comenzó, además la reina de Albuquerque debía ver a sus gemelas, con tanto grito seguro estaban llorando.
"¡Vamos hija, necesito que pujes otra vez!" - le indicó Miranda a una muy, muy pero muy adolorida Sofía, quien no dejaba de apretar la mano de su esposo cada vez que las contracciones hacían su aparición y debía pujar, sin embargo a este no le importo que su mujer pudiera partirle aquella extremidad en su mente solo estaba el enorme amor y la admiración que le tenía, no sólo por su condición como mujer sino por el gran esfuerzo que estaba haciendo para traer al mundo aquel ser que por mucho tiempo estaban esperando y por fin estaba por llegar.
"¡AAAAAHHHHHHHGRRRR! - Sofía pujo de nuevo, ríos de sudor surcaban su rostro y sus largos cabellos castaños estaban sueltos y desparramados por la cama y él no podía dejar de verla como la mujer más bella y fuerte de este mundo, mentira si dijera que no sentía miedo pero no podría mostrase débil tenía que ser valiente ayudarla a continuar y resistir.
Luego de dos horas Sofía ya lucia exhausta de tener que soportar tal dolor, una de las criadas se encargó de secarle el sudor de la frente cuando en un segundo pudo tomar una pequeña pausa, sus ojos azules lo observaron y pudo ver lo asustada que estaba.
"Hugo,...tengo miedo" - le dijo con la voz entrecortada, como si hubiese corrido una maratón de mil kilómetros cuadrados.
"No tengas miedo mi amor, aquí estoy y no me apartaré de tu lado, por nada del mundo, lo estás haciendo excelente" - le aseguro con una enorme sonrisa mientras con su mano libre le acariciaba la mejilla para tratar de reconfortarla.
En el fondo pudieron escuchar las voces de Miranda, Amber y Vivian, pidiéndole que volviera a pujar y ella se acomodó para continuar juntos con todo esto. De un momento a otro un fuertísimo grito escapó de la boca de su mujer y escucho a su suegra decir que el bebe ya había asomado su cabeza.
Ella volvió a pujar esperando que esto pronto acábese, de hecho, su suegra, con ayuda de la otra criada y sus cuñadas, preparaban todo para recibir a al nuevo miembro de la familia.
"Muy bien Sofía, solo una vez más" - indicó la rubia a su hermanita, la cual sin demora obedeció.
Luego de unos minutos Sofía por fin dio un gran suspiro de alivio, no sentía su mano, poco le intereso, la beso como nunca lo había hecho, felicitándola y sintiéndose orgulloso porque tenía a la mujer más fuerte y amorosa de este mundo y luego sucedió.
Un llanto infantil lleno el lugar y fue como si todo estuviese en cámara lenta.
"Oh, es una hermosa bebita!" - habían dicho sus cuñada al ver a la pequeña niña en manos de su suegra, llorando, ya que por primera vez estaba fuera del vientre de su madre.
Hugo con una gran sonrisa busco el rostro de Sofía pero lo que vio lo asusto, estaba inconsciente, no, no podría ser, entonces el miedo se apoderó de él y el horrible recuerdo de aquella terrible pesadilla llego a su mente.
"So...Sofía...Sofi... ¡Sofía!" - no respondía, una muy mala señal, que hasta las mujeres en la sala comenzaron a preocuparse - "Sofía...por favor...responde...Sofía...Sofia...reacciona...¡no me dejes solo!" - gritó sin ya poder aguantar las ganas de llorar, ¡no!, Dios no podía hacerles esto a su hija y a él, ella tenía vivir.
De pronto sintió la delicada mano femenina moverse entre la suya y volvió a observarla, sus ojos se estaban moviendo, tratando de abrirse y siento un gran alivio al ver de nuevo esos azules brillar de emoción al mirarlo.
"Hugo" – dijo sonriente pero en un hilo de voz, producto del agotamiento.
"Está bien solo está muy agotada, su majestad, es normal después de tanto esfuerzo" - comentó una de las criadas viéndolo con cariño mientras la otra ayudaba a limpiar la sangre de la pequeña bebe.
"¡Oh, mi amor!" - aún las lágrimas no abandonaban su rostro pero esta vez no eran de tristeza sino de felicidad y al mismo tiempo no dejaba de besar todo él hermosos rostro de su amada, estaba tan feliz de tenerlas a ambas sanas y salvas y a pesar de lo extremadamente cansada que estaba lo vio con la misma alegría.
"Hugo, Sofía, ¿quieren conocerla?" - les pregunto su suegra con casi la misma emoción, se podía ver el orgullo que sentía por su hija, recordaba cuando la dio a luz y ahora como en aquel entonces no se arrepentía de haberla traído al mundo, hizo lo que no muchas madres podrían haber hecho, ayudar a su primogénita a dar a luz a la suya, una emoción que jamás se le iba a olvidar, lo mismo pasaba con Amber, jamás se imaginó formar parte del nacimiento de la bebe de su hermanita, que vueltas daba la vida, ahora más que nunca agradecía que Miranda se casara con su padre y Sofia se convirtiera en su hermana.
Y Vivian, ella estaba llorando de la belleza que se mostraba ante sus ojos, el nacimiento de un bebé, le encanto formar parte del parto de su amiga y hermana política, no podía esperar porque eso le sucediera, sin duda les pedirá a Sofía y Amber que estén con ella en el parto.
Los nuevos padres asintieron ansiosos y luego colocaron a la nueva princesa de Enchancia, cubierta en una manta ya limpia, en el pecho de su madre, logrando que la misma rompiera en llanto.
No podían creerlo, una niña y estaba allí, con ellos, era apenas una recién nacida y tenía sus ojitos cerrados pero desde ya su padre pudo notar el parecido con su adorada Sofia, tenía unos cuantos cabellos castaños y su color de piel era blanca como la de ella, sin duda tan hermosa como la madre.
"Sofía, gracias, gracias por...darme este...hermoso regalo, convertirme en padre" - sin parar de llorar volvió a besar su mano con todo el amor que sentía por las dos.
"Hugo, ¿quieres ser tú el que corte el cordón umbilical?" - Miranda esperaba que lo hiciera, después de todo ese era el honor que todo padre tenía en el nacimiento de su bebé.
Este asintió emocionado, obviamente jamás lo había hecho y esperaba hacerlo bien, siguió las indicaciones de su madre en ley y con un movimiento terminó con lo único que conectaba biológicamente a madre e hija para luego regresar con ellas, Sofía ya estaba más calmada pero todavía sentía algo de dolor, aunque todo eso paso a segundo plano con solo saber que por fin tenía a su hija en sus brazos.
"Es igual a ti" - escucho de los labios de su hombre y ella sin poder evitarlo le sonrió era tan bello oírlo hablar así.
El padre primerizo acerco su mano para acariciar el pequeño rostro de la recién nacida con mucho amor y ternura, sintiéndose el hombre más bendecido en el mundo.
"¡Mira Hugo!" - curioso observó lo que su esposa quería que viera y quedo impresionado, la pequeña abrió sus ojitos y eran verdes oscuro como los de él y no solo eso, una de las pequeñas manitas tomo uno de sus dedos con fuerza , si, ya ella sabía que él era su padre y que la quería tanto como a su mamá.
Y por tercera vez en esa larga noche volvió permitir que ríos de lágrimas saliesen de sus ojos, al tener ante él tan adorable visión.
"Y ¿como la van a llamar?" - quiso saber Amber, tan contenta que no cabía de la emoción.
Ambos se miraron con una sonrisa y supieron exactamente qué nombre ponerle.
"Leah" - dijeron los dos al mismo tiempo.
Después de unas horas la joven madre primeriza se encontraba durmiendo, por la mañana llegaría el doctor para revisarlas a ambas, después de todo el parto se había adelantado, Hugo estaba en el lado derecho de la cama mientras que la pequeña Leah se encontraba en medio de los dos.
Flashback
Todos los habían felicitado después de saber que el parto había sido un éxito y que el bebe resultó ser una niña, su padre lo abrazo diciéndole lo muy contento que estaba al ser abuelo por segunda vez y de otra niña, al igual que su hermano quien no pudo evitar rememorar a su madre en aquella pequeña y que no podía creer que ya era tío, Astrid, Vivian, Desmond y James también estaban aliviados de ver que madre e hija estaban bien, Amber y Astrid tuvieron que ir a dormir de nuevo a su pequeños ya que se habían despertado por el llanto de su prima.
Miranda lo abrazo y le dijo que no podría estar más orgullosa de su hija y de que esta lo eligiese a él como su esposo y por último su suegro el antiguo rey Roland II le puso uno mano en el hombro con una gran sonrisa le felicito y le aseguro que al igual que su mujer estaba sumamente orgulloso de tenerlo como hijo político y nuevo rey de su nación.
"Amo a Sofía con todo mi corazón y ahora no sólo la tengo a ella sino también a Leah, siempre las voy a proteger, nunca permitiré que nada ni nadie les haga daño, ellas son mi vida, mi mundo, no sé qué haría sin ellas" - decía mientras la observaba hablarle a su bebé.
En el fondo pudo escuchar a su cuñada, Vivian, comentándole algo a su hermano en ley.
"¡Oh, James, fue tan hermoso, no puedo esperar para tener al nuestro!" - había dicho una Vivian muy ilusionada, abrazando a su esposo.
"¡¿Qué?!" - por lo que se veía su cuñado estaba muy asustado, eso sí que lo divirtió, imaginarse a James en la misma situación que él, era realmente hilarante.
"Entiendo perfectamente lo que quieres decir, mírame, ya tengo dos nietos, un niño y una niña y aún me falta uno" - había comentado su suegro, los dos rieron por ello - "muchas felicidades Hugo, hasta mañana"
"Hasta mañana" - Y así se quedaron solos los tres, aprovechando le robó un beso para luego besar la frentesita de una ya dormida Leah.
La tomo de las manos y junto su frente con la suya para al mismo tiempo decir - "te amo" - y volver a besarse con intensidad, lo cual significaba una promesa de que pasara lo que pasará, siempre estarán juntos.
Fin del Flashback
Y aquí estaba él, otra vez en insomnio pero por una buena razón, la de ver a sus dos amores dormir profundamente, su reina y su princesa, las observó por un largo rato con una enorme sonrisa hasta que el cansancio le gano y se durmió.
Ya faltando una hora para el amanecer la imagen había cambiado y ambos la habían tomado de las manos, Hugo la derecha y Sofía la izquierda mientras en el rostro de la pequeña princesita se formó una mini sonrisa.
Mientras tanto, en el reino de Enchancia, en el castillo, justamente en la salón de joyas, el amuleto de Avalor comenzó a brillar, tal parece que ya había escogido a su próxima portadora, pero ¿la pequeña hija de Hugo y Sofía podrá ser tan buena en esto como su madre?, bueno, habrá que esperar para saberlo
