Los personajes de esta historia no me pertenecen, son propiedad de Rumiko Takahashi autora de: "InuYasha: Un cuento feudal de hadas"
Estoy a mitad de una depresión así que lo más seguro es que utilice los drabbles como una forma de desahogo. Disfruten de mi primer SangoxMiroku.
Una corazonada le sugirió voltear la mirada y así lo hizo, lo encontró mirándola fijamente, sintió sus mejillas arder, frunció el ceño que lo único que logró fue que él se riera de ella.
Intentó ignorarlo, redirigió su mirada hacia el plato de estofado que tenía entre sus manos, intentaba concentrarse en las verduras que flotaban en el caldo pero aún podía sentir esa maldita mirada que la observada desde una de las esquinas de la pequeña cabaña que sería su refugio esa fría noche. Esos ojos azules seguían posados sobre su piel, podía sentirlos "mierda", pensó.
No lo quería ver, pero podía imaginarse una patética sonrisa dibujada en sus labios disfrutando enormemente hacerla sentir tan incómoda, se estaba divirtiendo con ella y no le quedaba más remedio que fingir que no le importaba. Bufó con furia y le dio un último sorbo a su estofado antes de dejarlo de lado, entonces fijó su mirada en la fogata que estaba frente a sus ojos. Maldijo la hora en la que decidió no acompañar a sus amigos a buscar más leños.
"Te sigue mirando, lo sabes" una vocecilla le canturreaba en su cabeza "Te encanta ser su centro de atención, lo sabes"
Ella arrugó la nariz al sentir que sus mejillas volvían a enrojecerse, ella debía ahora mismo lucir como la chica más tonta y ridícula del planeta. Bufó una vez más con molestia, se puso de pie y caminó a paso firme hacia la salida de la cabaña, evitando en todo momento mirarlo.
—¿Pasa algo, querida Sango? —preguntó él, podía sentir la leve ironía de sus palabras. Le estaba divirtiendo aquella escena. Maldito bastardo.
—Eres un jodido pervertido —no se le ocurrió decir algo diferente al momento que salía de aquel lugar. Lo escuchó reír y ella sentía que su rostro ahora mismo debía parecer una fresa.
—Eres tan mona cuando te enojas —le escuchó desde adentro.
Ella no contestó, sólo intentó fijar su mirada y su mente en otra cosa.
"Él cree que eres mona, lo sabes" canturreó de nuevo aquella voz, maldijo su suerte "Amas que él piense así de ti, lo sabes"
FIN.
