Lloraba. Las lágrimas caían, abundantes, sobre sus mejillas; y no podía hacer nada para detenerlas. Estaba arrodillada. Humillada sobre el suelo, sintiéndose peor que escoria. Pero a ellos no les importaba. Ignorando su deplorable estado, continuaban en su afán de burlarse de sus mil y un defectos.

Quería gritar. Golpear. Defenderse. Reclamarles por maltratarla. Pero su cuerpo estaba paralizado.

¿Tan detestable era?

Miro sus brazos, magullados por el forcejeo. Sus rodillas no estaban en mejor condiciones… Su cabello alborotado, su rostro demacrado… Que horrible era. Seguramente por eso la usaban como objeto de burlas; por su asqueroso aspecto.

Todo era por su aspecto.

Era de esas personas que con solos mirarlas te inunda un sentimiento de repelo. Si, seguramente era eso. A lo lejos diviso a la que solía llamarse su "inseparable amiga" oculta entre los demás estudiantes. No le presto ayuda.

Seguramente nunca la considero como tal.

-¡Fea!

Si, sabía lo fea que era.

-¡Eres horrible, Ryusaki!

Sí, eso también.

Más y más insultos brotaban de sus labios. Escupían palabras sin compasión. Sin la menor de las delicadezas. Y ella las absorbía, grabándolas cuidadosamente en su cabeza, en su cuerpo…. Fue entonces que se pregunto… se pregunto si tal vez ellos se detendrían al notar lo patética que se sentía, al ver como desesperada intentaba resistir a la ola de sentimientos, a los golpes, y a la violencia de sus compañeros de clase.

¿Se detendrían al notar que… la estaban matando por dentro?

Las heridas fueron su respuesta.

Frunció el ceño. Los rayos matutinos fueron los causantes de su súbito despertar, sumados a la molesta alarma del despertador. Un cansado suspiro escapo de su garganta, incorporándose cansinamente del colchón. Quito el pijama de su cuerpo. Para desgracia suya el espejo quedaba justo frente a ella, por lo que verse desnuda resulto inevitable. Sus labios se torcieron en una mueca de desagrado, cubriéndose al instante con el uniforma escolar.

No era atractiva.

Demasiado delgada, escasos atributos, baja altura.

Dirigiéndose al baño realizo las tareas de aseo personal acostumbradas. Cepillo su cabello, sujetándolo en dos largas trenzas. Vio la caja de cereales, pero no sintió deseos de comer. Echándose una última mirada, no encontrando nada interesante, tomo su bolso para partir al instituto.

Antes de salir, miro en dirección a la ventana, reparando en la pequeña mesita donde descansaba el retrato de una mujer.

-Me voy, mama- susurro, como era su costumbre. Para luego cerrar la puerta dejando el pequeño dormitorio.

Hace dos años que había comenzado a vivir en ese lugar. Era donde residían los estudiantes, que como ella, no tenían parientes que puedan prestarle alojamiento mientras estudiaban. Era un lugar humilde pero acogedor.

Recordaba haber visto a más de un compañero de su salón vivir ahí, pero era bastante invisible para todos, por lo que recibir un saludo matutino era algo impensado para ella.

Con sumo cuidado deposito la llave, tras cerrar con esta la puerta, dentro de su bolso. Sin embargo al voltear, su cuerpo dio de lleno contra el de otra persona.

Dios, no podía estar pasando esto…

Sufriría la vergüenza de su vida. No obstante el implicado logro sujetar su brazo antes de que protagonizara una de los tantos momentos vergonzosos que tenia grabados en su retina. Sin mucho esfuerzo logro estabilizarla y dejarla de pie, bufando en el proceso.

El rostro se le coloreo, sintiéndose morir. Seguramente le reclamaría por su torpeza. No… por favor que no intentara golpearla. De ser así, ya se estaba preparando para asistir a emergencias. Pero contrario a sus divagaciones, el simplemente soltó un "mada mada dane", cerrando su puerta y guardando sus llaves.

Paso de ella, ignorando el incidente.

Fue entonces que noto la presencia femenina junto a el. Su rostro se coloreo al notar que ambos salían del mismo departamento "Debe ser su novia" Fue lo que pensó; aun mas al notar lo hermosa que era la adolescente. Una larga cabellera negra, con reflejos verdosos sobre esta y una mirada ámbar que… Stop.

Eran iguales. Casi como si fuesen gemelos.

Ella la miro.

-Buenos días – dijo, sonriente.

Automáticamente sintió tensar su cuerpo, y bajo torpemente la mirada. Seguramente la chica pensaría que era una maleducada al no contestar a su saludo. De solo imaginarlo su estomago se revolvió en angustia.

-Me gritara…

No obstante nuevamente la sorprendían. Ella simplemente sonrió tiernamente.

-Nos vemos- fue un dulce murmullo antes de echarse a andar junto al chico.

Confusa, les siguió con la mirada hasta que ambos se perdieron a la lejanía. Su rostro aun se mantenía completamente rojo, y las pulsaciones de su corazón estaban al máximo de su resistencia. Miro sus manos, que temblorosas aferraban su bolso. Se tomo un par de minutos el respirar y contar hasta 10, intentando volver a su estado original.

Pero no pudo. No pudo por que recordó que debía ir al Instituto.

De solo pensarlo sintió flaquear sus piernas.

Guardo sus manos dentro de los bolsillos. Caminaba solo por que debía hacerlo. Realmente no quería ir al instituto, no quería tener que lidiar otro año más con alumnos, ni que decir de molestos profesores.

No quería hacer nada.

Sin embargo debía hacerlo. Porque así eran las cosas, y la sociedad no aceptaba que alguien saliera de esos márgenes. "Debes seguir" Fue la respuesta de ella. Miro al cielo, que no parecía querer estar de su lado. Soleado. Jodidamente soleado.

Frunció el ceño. Odiaba los días así de brillantes.

Kaori a su lado caminaba con el ceño fruncido. Lo sabía; ella tampoco quería ir.

Momentos atrás le había sorprendido su reacción; Kaori no era amable. No era dulce. Ni que decir de educada. Pero de la nada saludo a esa torpe chica, deseándole hasta un buen día.

¿Qué demonios le pasaba?

La chica había sido expulsada de numerosos institutos logrando una fama bastante mala entre sus compañeros y profesores. Se había inmiscuido en peleas, se escaqueaba de clases, no respetaba a nadie… Una chica problema.

Y estaba seguro que este Instituto no sería la excepción.

-Anikii… ¿no podemos faltar hoy?

La miro. Esta le miraba con una mirada de suplica, y unos molestos ojos de niña buena que por segundos le hizo plantearse el regresar al departamento. Solo el sabia la razón del comportamiento de esa chica; es por eso mismo que la atesoraba y se preocupaba de su bienestar.

-Vamos, di que si- insistió sujetándole el brazo.

No obstante opto por negar, ignorando la mueca de desagrado. Su madre seguramente le regañaría por ser un irresponsable hermano mayor.

No gracias. Esas reprimendas tardaban horas al teléfono.

Suspiro, siguiendo con su caminar. Más molesto le resultaba el tener que comenzar con el proceso de "estudiante transferido" con las típicas presentaciones, los compañeros, y las clásicas preguntas que no le venían ni en gana de responder.

Y luego lidiar con las molestas adolescentes que le seguían para todos lados.

Nah, el no estaba hecho para ese ambiente. No lo estuvo hace 2 años atrás, menos lo estaría ahora. Simplemente pasaría de todos, sin intentar involucrarse con nadie. Ese era el plan.

Se habían mudado ahí, para alejarse de todo. Sin embargo no tenían donde quedarse, por lo que tuvieron que optar por los dormitorios estudiantiles. Claro esta no muy a su favor. Realmente tener que encontrarse con todos a penas cierre su puerta, no le venía muy en gracia.

Kaori bufo, acomodando su falda. El simplemente se encogió de hombros más interesado en… bueno en algo.

-Mada mada dane, Anikii.

Trago saliva, temblando en el acto. El pasillo estaba atestado de alumnos, y no existía otro camino para llegar al salón. Sentía que en cualquier momento se desmayaría del pánico.

Vamos, Sakuno...

Su cabeza estaba gacha, los hombros tensos, sus piernas no estaban en mejor tan patética. Era tan consiente de ella misma que en cualquier momento cometería un fallo que la ridiculizaría nuevamente. No por favor. De solo pensarlo su cuerpo se tenso aun más.

Noto como un pequeño grupo de chicos se reían, seguramente a costa de ella. Claro, se veía tan estúpida que no era de extrañarse que ocurriera eso. Los miro de reojo, pero quiso morirse ahí mismo al cruzar miradas con uno de ellos. Oculto aun mas su rostro, sonrojándose a más no poder. El se hecho a reir.

Y el resto le siguió.

Esto era una agonía. Aquellas risas la estaban realmente torturando.

Aferro el bolso contra su pecho y se echo a andar, huyendo de ahí. Quería desaparecer. Pensó en encerrarse en el baño, pero al notar la cantidad de chicas dentro de este, desistió rápidamente de la idea.

Frustrada consigo misma, logro dar con su salón, entrando rápidamente a el. Nadie noto su presencia, nadie la saludo, nadie se percato de su estado. Suspiro.

Eso era lo mejor.

Camino hasta su puesto dispuesta a sentarse, pero para su mala suerte se encontró con una joven rubia sentada cómodamente sobre él. Si mal no recordaba aquella chica era Tachibanna.

Tachibanna Ann.

-Esto, E-ese es mi… eh, bu-bueno ese es mi… puesto… - susurro, sintiéndose morir.

La chica la miro inquisitivamente. Se encogió aun mas, sin poder sostenerle la mirada.

-¿Qué dijiste? – pregunto ella.

Oh no puede ser. La chica se había molestado. El miedo la invadió; sus manos comenzaron a temblar, y como respuesta habitual en ella su rostro se coloreo de un rojo intenso. Ann continuaba observándola.

-Te pregunte que dijiste- insistió, alzando una ceja.

Trago saliva.

-E- ese es mi… -respiro hondamente- e-e s… mi … ¡Es mi puesto! –exclamo por fin. Oh… lo había dicho… Le había alzado la voz. ¿La golpearía por eso?

La rubia se levanto mirándola directamente. Seria. Muy seria.

Soy tan tonta…

Sin embargo, contrario a todo el rollo que tenia plantado en la cabeza, la chica solto una risa palmeándole gentilmente el hombro. Abrio los ojos como plato. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no se molestaba y le gritaba por su osadía? ¿No le haría nada?

-¿Qué? ¿Por qué esa cara? – cuestiono la rubia- ¡Vamos, que no me molestaría por eso! Debes hablar claro, de lo contrario la gente no entenderá lo que dices… - le aconsejo, con una sonrisa bondadosa.

No daba crédito a lo que estaba ocurriendo. Ella no le había gritado, no le había golpeado, ni menos insultado por su torpeza. Definitivamente algo no marchaba bien.

Igual que el chico de la mañana…

-Lo… Lo siento- susurro, escondiendo la mirada.

La rubia negó.

-No te disculpes… no hiciste nada malo. Discúlpame a mí, por no haberme dado cuenta… No volverá a pasar. – aseguro retirando sus cosas del banco- Ah, una ultima cosa –volteo a mirarla- Cuando hables conmigo mírame a los ojos… me molesta esa atmosfera tuya de inferioridad que te rodea. – Y se fue.

Se fue dejándola a cuadros.

¿Qué había sido eso?

Sentándose aun con el bolso contra su pecho, se sintió extrañamente feliz. Observo de reojo a la rubia, mientras conversaba con otra chica, y no pudo evitar sonreír al notar que realmente era de esas personas que te deslumbran con solo verlas.

Y ella le había hablado.

-Preséntese.

El maestro le miro esperando a que el se dignara a pronunciar una palabra. Kaori a su lado ahogo una sonrisa cuando noto la cara de consternación que puso el hombre. El simplemente permaneció inmutable, ignorante de su reacción.

El mayor frunció el ceño.

-He dicho que se presente.

El observo su rostro, para luego voltear hacia sus compañeros.

-Echizen. Mucho gusto.

Y callo. No dio información adicional, ni el hombre quiso seguir insistiendo. Los alumnos observaron con curiosidad al chico, y las chicas no tardaron en notar maravilladas lo apuesto que era el nuevo integrante. Sin embargo un par de asientos mas atrás cierta chica de trenzas observaba con asombro a la pareja de chicos.

Son los de la mañana…

Kaori al notarla, le sonrió cómplice. La jovencita se encogió en su puesto, bajando con timidez la mirada.

-¿Y usted señorita?

Pero para sorpresa de Sakuno automáticamente la actitud de la morena cambio a una totalmente mosqueada. Lo miro. El maestro se tenso al notar que sus ojos eran muy… penetrantes. Una mirada demasiado intensa para una cria de 17 años.

La chica ladeo su rostro en una sonrisa presumida, que termino por cabrear al maestro y sorprender a sus compañeros. Ryoma la miro de reojo, sin mayor expresión. Así era Kaori; parecía que de alguna forma se había terminado aclimatando a su propio carácter. O quizás la cosa era solo de genes. No lo sabía.

-Echizen Kaori. Mucho gusto.

-Entonces si son hermanos… -susurro Sakuno, para si misma.

Los chicos no tardaron en comentar lo hermosa que era la jovencita… que su buen cuerpo, que… típicos comentarios de adolescentes frente a una belleza como lo era la chica.

-Sus lugares son los de ese sector- sentencio el hombre, mostrándole los asientos disponibles.

Sakuno trago saliva.

-Están junto a mí….

No era que le molestara la idea, al contrario. Quizás el chico daba bastante miedo, pero su hermana parecía alguien de buen corazón; por lo mismo no quería que ellos fueran involucrados en sus problemas de convivencia con los demás. No quería que ellos fueran aislados de los demás por su culpa.

-Mira, les toco con la estúpida de Ryusaki… -susurro un chico.

-Ah, no quisiera ser ellos… -le seguía otro.

-¿Con Ryusaki? ¡Qué asco! –comento una chica, alzando la voz.

Ryoma alzo una ceja, mirando a la joven en cuestión. Si, aquellos comentarios iban en aumento y se escuchaban. ¿Qué tenía aquella chica de malo? Quizás era una pesada… no lo sabía. Pero dudaba que fuera así al ver como la chica en cuestión se encogía clavando los ojos en la mesa. Incluso le pareció notar como temblaba...

¿Cómo podían decir tanta estupidez junta? ¿Acaso no notaban la condición de la joven?

Kaori fue la primera. Aliso elegantemente su cabello y emprendió su marcha, con la frente en alto y una expresión de mosqueo. No se sorprendió al ver que la chica se sentaba junto a la de trenzas, sonriéndole fugazmente. Kaori odiaba cosas como estas, por lo que no le extraño ver su reacción.

El la siguió sentándose atrás de aquella desconocida. Y suspiro agradecido al ver que su asiento estaba al fondo de todo. Seria bastante practico cuando le entrara sueño.

La de trenzas se sentaba adelante suyo junto a la ventana, y Kaori a su derecha. Tuvo la impresión de que había terminado ahí, sola. Siendo desplazada por sus compañeros, que evitaban tener contacto con ella. Aislándola.

Algo le decía que no se equivocaba.

-Bueno- comenzó el maestro-Ya que ambos se han presentado, podemos dar inicio a la clase… -seguidamente volteo al pizarrón comenzado de esta forma la lección.

Kaori miro a la chica de reojo, ladeando la cabeza al ver que ella seguía encogida. Arranco un trozo de hoja escribiendo algo en el. Luego volteo lanzándoselo a la joven. Esta sorprendida observo el papel con asombro, a la chica. Al papel.

¿Qué era eso?

Kaori al ver su cara de desconcierto rio interiormente. La chica era bastante inocente. Con señas le indico que era para ella, confundiendo aun más a Sakuno. La de trenzas abrió tímidamente el papel, leyendo en un susurro lo que había escrito en el.

Espero que nos llevemos bien.

Miro el papel no creyéndose lo que había escrito en el. Alzo los ojos notando que la morena la observaba y hasta noto una sonrisa presumida en sus labios. Sus mejillas se encendieron, humedeciendo sus labios.

Sintió un nudo en su garganta.

-Gra-Gracias… - susurro feliz a más no poder- Muchas… muchas gracias.

Atrás de ellas Ryoma sonrió complacido. Lógicamente sin que nadie lo notase. Kaori nunca había tratado a alguien así, pero aquello no estaba del todo mal, ¿verdad? Al menos no estaría tan sola.

-Mada mada dane, Kaori -murmuro, sin embargo Kaori que tenía un oído de muerte por lo que logro escucharlo. Volteo.

-Callate, idiota- ordeno, molesta.

Sakuno miro al chico con confusión. ¿Por qué le decía mocosa, si ambos tenían la misma edad? Pero al notar la sonrisa de arrogancia que tenia plantada en la cara, sonrió nerviosamente.

Ambos eran bastante… parecidos.

Aunque el momento haya sido fugaz, se sentía realmente feliz. Incomoda, pero feliz. Algo le decía que desde ahora en adelante las cosas irían cambiando un poco.

-Mada mada dane mocosa-dijo recalcando esto último con mas arrogancia.

Termino por guardar sus últimas pertenencias dentro del bolso, suspiro al tiempo que relajaba sus músculos. La jornada ya había acabado, por lo que los alumnos comenzaron a retirarse de sus asientos haciendo planes para ir a algún lugar de la ciudad.

-Ne- volteo su rostro, observando a Kaori, quien la llamaba- ¿Te vienes con nosotros? – pregunto, alzando una ceja.

Ryoma ya se había levantado de su lugar posando su bolso sobre su hombro. Bostezo. Realmente había sido un tedio la clase. En los recesos pensaba salir a algún lugar apartado, buscar una refrescante Ponta y dormir, pero su plan se vio interrumpido por la ola de chicas que comenzaron a hacerle preguntas sin mayor sentido. Finalmente, luego de ignorarlas y responder de vez en cuando con uno que otro monosílabo, terminaron dejándole estar.

-¿Vienes, o no? –

Sakuno parpadeo. La chica no bromeaba. Noto que se estaba cabreando al ver que no le contestaba. Trago saliva. Claro que se molestaba, si ella no le contestaba, ¿Quién no lo haría?

-E-etto… -murmuro, juntando sus dedos tímidamente.- N-No. Tengo algo… que hacer. Disculpe, Echizen-san –se inclino educadamente en una reverencia.

Kaori suspiro, dándose por vencida.

-Si tú lo dices…

Sonrió forzadamente. No obstante tembló, al sentir como Ryoma la escrutaba de reojo. Quizás había descubierto que era una mentira… de ser así quizás pensaría que era una persona poco honrada.

No. No quería eso.

-Bueno, entonces nos vemos. Que estés bien, Ryusaki.- Sonrió.

Ella a su vez también correspondió. Ryoma mientras hizo un gesto con la cabeza en señal de despedida. Finalmente ambos desaparecieron de su vista, quedándose sola.

La verdadera razón por la que no quiso acompañarles, fue precisamente por su personalidad. Era demasiado aburrida. Temía que mientras caminaran, no fuese capaz de sacar un tema interesante logrando aburrir a los hermanos. Terminarían cansándose de ella, y optarían por alejarse.

Como muchos otros lo hicieron antes.

Cerró su bolso, echándoselo al hombro. Escucho las risas de unas compañeras de clase, mientras la miraban. Apretó el tirante entre sus manos, temblorosa. Una de ellas le grito algún incordio que la avergonzó aun más.

Cuando estuvo a punto de pasar por la puerta, una del grupito la empujo logrando que esta se callera. Cerró la puerta del salón dejándola encerrada junto al peor grupo del salón. Precisamente ellos eran la que mayormente se metían con ella. Sin mencionar los de los otros salones que también la usaban como objeto de burlas.

Tembló, aun el suelo.

-¿Adonde ibas con tanta prisa? – le interrogo, un chico.

-¡De seguro que a hacer algo con esa cara tan horrible! – exclamo otra.

Escondió sus ojos, escuchando los comentarios.

-Po-Por… favor. De-debo… debo… irme.

Ellos se miraron riéndose ante sus suplicas. Pero uno de ellos, les indico la hora, alegando que no deberían desperdiciar la tarde con ella, pudiendo ir al Karaoke.

-Ya… andas de suerte, Ryusaki. – dijo una chica, dejándola ahí tirada.

Lentamente fueron desapareciendo, pero ninguno de ellos le tendió la mano para levantarse. Tampoco es que lo esperara. Ella era basura, así que ¿para qué molestarse en ayudarla? Una vez que les vio marcharse se levanto, agarrando sus cosas. Salió del salón.

Había acabado por hoy.

Eso es lo que hubiese pensado, si hubiese sido la primera vez que se metían con ella. Pero llevaba demasiado tiempo, y como esperaba entre el pasillo un grupo de chicos la observaban riéndose mientras la veían pasar.

Se dirigieron miradas cómplices, curvando los labios maliciosamente. Trago. De a poco comenzaba a aumentar su velocidad mientras escuchaba las pisoteadas que hacían ecos por el pasillo. El pánico le embargo, echándose a correr desesperadamente. Maldiciéndose por no ser buena deportista.

Para su mala suerte termino en el rincón más oculto de la instalación. No les costó mucho arrinconarla, sonriéndole cruelmente al ver lo débil que era.

Nuevamente se maldijo.

Siempre, siempre seria así. Que ilusa al pensar que con aquellos hermanos podría mejorar su vida estudiantil. Era una tonta. Continuarían molestándola, y los hermanos cansados de ella la sacarían de su vida. Si, por que no era más que una molestia.

Lo seria siempre.

Las lágrimas se agolparon en sus ojos, dejándose caer. Humillada. Patética. Como todo lo que era. Uno de ellos le tiro del brazo, logrando que por el impulso lastimara sus piernas. Luego de agitar su cuerpo, la soltó dejándola caer. Se hirió. Pero ya no importaba.

Era una basura. Debían tratarla como tal.

Risas. Burlas. Todo… todo se iba agolpando en su mente. Torturándola entre lágrimas. Noto como uno de ellos alzaba una mano para golpearle, cerrando sus ojos por auto reflejo.

Por favor… por favor que alguien me ayude.

Espero al golpe, pero este nunca llego. Con lentitud abrió sus ojos, posándolos en las dos figuras frente a ella. Parpadeo en medio de la neblina que ocasionaban sus propias lagrimas. Abrió su boca ahogando un grito de asombro.

-Oi, Que pasatiempo más extraño… - susurro uno de ellos, mirandolos desafiante- Les mostrare cual es el mio.

Simplemente no podía creerse lo que veía.


Si, estuvo pesimo, pero bueno es mi primer fic. Espero que aun asi haya gustado. Se que tengo mil errores pero bueno espero ir mejorando conforme avancen los capitulos. Personalmente no me gusto como quedo, algo flojo, pero finalmente decidi dejarlo como esta. Muchas gracias por leer y espero que comenten, a ver que tal. Queria hacerle una hermanita a Ryoma, pero no del tipo dulce xDD... espero les haya agradado Kaori. A mi si. Se que hice a Sakuno muy debil, pero tranquilos que dada su situacion se entiende, lentamente veremos que ocurre con ella.

Espero que no haya sido tan malo xDDD Muchas gracias!

Y nos vemos en el proximo capituloo CHAOO!